Sobre la utilidad y perjuicios de los estudios de cine para la epistemología.

Resumen

El artículo analiza críticamente la propuesta de Gilles Deleuze sobre el cine, especialmente su dependencia de la ontología de Henri Bergson, para evaluar en qué medida estos estudios pueden aportar a la epistemología. A partir de un enfoque analítico y comparativo, el autor sostiene que la teoría deleuziana —basada en las nociones de imagen-movimiento e imagen-tiempo— presenta serias limitaciones debido a la ambigüedad conceptual heredada de Bergson, quien concibe la realidad como un conjunto de “imágenes” cuyo estatus ontológico resulta impreciso. De ahí que el cine sea interpretado por Deleuze como una percepción “a-centrada”, independiente del sujeto, lo cual, según el autor, es insostenible tanto desde la psicología cognitiva como desde la epistemología genética. El artículo demuestra, mediante ejemplos históricos del desarrollo del cine —desde los Lumière hasta Welles, pasando por Eisenstein, Griffith y Hitchcock— que este arte no puede concebirse como percepción autónoma, sino como producto de operaciones intelectuales complejas que implican descentración, abstracción, reversibilidad e intervención cooperativa de múltiples agentes. Su objetivo es argumentar que una epistemología del cine debe compararse con los procesos cognitivos humanos: la percepción, la inteligencia y las estructuras narrativas que el cine construye mediante montaje, edición y tecnología audiovisual. El trabajo concluye que, aunque la teoría deleuziana contribuye a comprender ciertos aspectos del devenir histórico del cine, resulta insuficiente para fundar una epistemología del mismo; en cambio, el análisis del cine desde la cognición humana permite explicar mejor su estructura, su producción y su capacidad para expandir las posibilidades del conocimiento.