ISSN: 1562-384X Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024 DOI: 10.32870/sincronia |
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Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades | |||||||||||
El humanista José Vasconcelos y la Revolución Mexicana. The humanist José Vasconcelos and the Mexican Revolution. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.25.24b | |||||||||||
José Luis Gómez De Lara Universidad de Guadalajara. (MÉXICO) CE: amoyotl@hotmail.com https://orcid.org/0000-0002-1547-1214 |
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Recepción: 07/03/2024 Revisión: 02/04/2024 Aprobación: 08/03/2024 | |||||||||||
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Resumen. Palabras clave: José Vasconcelos. Revolución Mexicana. Ulises Criollo. La Tormenta. Abstract. Keywords: José Vasconcelos. Mexican Revolution. Ulises Criollo. La Tormenta. |
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[…] fue un héroe en el sentido carlyleano del término. Tenía una matriz de cualidades que es difícil encontrar en una sola biografía pero que admiten resumirse y luego desdoblarse en una sola palabra: grandeza. Grandeza en el arrojo intelectual, la imaginación y originalidad puestas en cada obra. Grandeza en la fuerza de carácter no sólo para pensarlos sino para llevarlos a cabo. (p.60). |
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Unidas por el denominador común de la grandeza, el autor distingue en la vida de Vasconcelos al menos seis vocaciones sucesivas: “el revolucionario, el educador, el demócrata, el escritor, el filósofo y el místico”. Por último, Krauze (2000) menciona que “Vasconcelos no paseó por la Revolución: la atravesó de pie y a caballo, entre balas y discursos comprometidos con la mente, el corazón y las entrañas.” (p.61). Una de las opiniones que mejor retratan la personalidad de Vasconcelos es la del Dr. Itzhak Bar-Lewaw Mulstock (1965) quien mencionaba textualmente: |
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La nobleza y riqueza espiritual de Vasconcelos, su amor y odio, su soberbia y humildad, su honradez y vanidad, su amargura y talento, sus fracasos y victorias, su liberalismo y catolicismo, su grandeza en inteligencia, sus actos de político y educador, su obra filosófica, sociológica en intelectual, sus “pro” y sus “anti”, en fin todo lo que caracteriza a José Vasconcelos, el hombre de acción, escritor y pensador tiene cabida en el presente libro para que el lector lo conozca y lo juzgue. (p. 12). |
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Vasconcelos dejo una marca profunda en la vida cultural mexicana. Conocido por sus novelas en las que relata desde una perspectiva autobiográfica, la evolución de su país desde la etapa porfiriana hasta la post-revolución tal como se puede apreciar en dos de sus novelas: Ulises Criollo y La Tormenta. “Vasconcelos resume en estos dos libros, veinte años de política mexicana en la que él mismo fue una figura central” (Puga, 1985, p. 94). Vida de José Vasconcelos Barroso Estrada (1968) menciona que la “auténtica mexicanidad de Vasconcelos y su empeño interés en dar solución a los problemas nacionales, que lo hizo participar en la lucha revolucionaria, tienen sin duda alguna raíz en estas lecturas juveniles.” (p. 4). Sin embargo, la influencia materna fue decisiva para Vasconcelos. Su madre, Carmen Calderón Conde: |
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[…] fue una mujer sencilla, reservada y sumamente piadosa, leía mucho y comentaba con el hijo sus lecturas, en su afán de formarlo y de sembrar en él la inquietud del conocimiento y la superación. Lo acostumbró a leer mucho y a meditar en la soledad con detenimiento. (p. 4). |
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Cuenta Vasconcelos en el Ulises Criollo (2010) que, por huir del paludismo, su padre aceptó un cargo en Piedras Negras, Coahuila, e hizo que la familia se estableciera en la población fronteriza del Sásabe, localidad situada en el municipio de Sáric en el estado de Sonora, lugar continuamente amenazado por incursiones de grupos apaches que mataban y robaban a los pobladores. (p.28). En busca de una escuela donde cursar la primaria, Vasconcelos relata que se trasladó a la vecina Eagle Pass (Texas), Estados Unidos, cuya experiencia para el autor fue “amarga al ver niños norteamericanos y mexicanos sentados frente a una maestra cuyo idioma no comprendían.” (p. 53). Supera los problemas del idioma y las diferencias en los sistemas de enseñanza. Vasconcelos, por su natural talento y disciplina, es merecedor de algunos triunfos escolares que lo hacen ver como el chico más aplicado del pueblo. En uno de los aniversarios nacionales, la Junta Patriótica resolvió incluirlo en el torneo de los oradores, dándole un discurso que tenía que leer frente a autoridades del pueblo, padres de familia y maestros. Ante su negativa de realizar tal acto por estar en contra del contenido del discurso, se le olvida la lectura y comenzó con desgano la lectura. Su escasa y opaca voz con que leyó el texto provoco entre los asistentes abucheos y rechiflas que se calmaron al terminar su declamación. Su padre estaba irritado ante el acto ocurrido, pero su madre tal como lo cuenta Vasconcelos le dio una solución consoladora y de carácter futurista: “No eres tú para la oratoria: serás escritor, y vale más.” (p. 53). La vida nómada infantil de Vasconcelos, motivada por el frecuente cambio de adscripción de su padre, le va a permitir trasladarse a Campeche y antes de establecerse, la familia Vasconcelos permaneció un tiempo en la capital del país (Distrito Federal), y como señala el mismo Vasconcelos a su llegada, “vagos son los recuerdos de esta mi primera estancia consciente en la metrópoli mexicana.” (p.63). Habiendo pasado poco tiempo en la capital que lo asombraba cada día por la majestuosidad de su arquitectura y de su gente, la familia se trasladó a Toluca, mientras el padre se ve obligado a regresar a Piedras Negras, Coahuila en espera de su cambio definitivo en Campeche. En Toluca, Vasconcelos vivió una experiencia divina. Al concluir la misa de los domingos, su madre y él se quedaban a cumplir una manda y que nunca faltaba, menciona Vasconcelos, y al estar arrodillado frente a la imagen de la Inmaculada Concepción, vio como la Virgen le sonreía, “no me atreví a moverme. No comuniqué ni siquiera a mi madre aquella evidencia, tan superior a mis merecimientos. Yo era obstinado, rencoroso y colérico; pero aquella sonrisa deshacía todos los nudos de los reptiles internos.” (p. 75). Tiempo después, Vasconcelos concluye que: |
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[…] pocos años más tarde unos pedantillos miopes lograron convencerme, en nombre de la ciencia, de que no había hecho sino experimentar una alucinación. El caso es que no he vuelto a tenerlas, como no las tienen ellos. Nos falta la pureza del ánimo. (p. 75). |
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Por fin, la familia inició el viaje a Campeche donde al establecerse, comienza su encuentro con los pobres oprimidos que le marcarán su futura carrera de redentor. Al alcanzar la edad propicia para ingresar a la preparatoria, Vasconcelos se dirige a la ciudad de México y se separa definitivamente de la familia. Instalándose en la pensión de unas amigas oaxaqueñas de la madre y al transcurrir las semanas, despreocupadas y laboriosas, entró Vasconcelos a su cuarto como todas las noches, cuando la criada lo llamó, sentado frente ante las señoritas de la pensión, le entregan a Vasconcelos un telegrama donde se da la noticia del fallecimiento de su madre y |
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[…] en aquel instante mi vista se levantó en queja temerosa, desgarradora, hacia la virgen a cuya guarda la había confiado. Una sensación de hielo me recorrió la espina y me eché en la cama tapándome el rostro. Una porción de mí mismo se había deshecho para siempre […] Jamás volvería a ser el de antes […] Me hallaba fulminado y hubiera apetecido la fiebre de algún padecimiento mortal. (p. 122). |
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Con el dolor en el alma y saliendo avante a pesar de tan terrible pérdida, ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria, y al terminar sus estudios y por eliminación, escoge la Jurisprudencia (ciencia del Derecho). En 1905, al presentar la tesis profesional: Teoría dinámica del derecho, Vasconcelos a los 23 años de edadse recibe de abogado, iniciando su vida como licenciado en Derecho. Poco tiempo después, encontraría trabajo en un juzgado, al amparo de don Jesús Uriarte, cuya paga era buena y con gratificaciones extraordinarias al laborar como perito de traductor de actas, compraventas y poderes jurídicos escritos en inglés. El nuevo trabajo lo mantenía ocupado toda la mañana, en realidad vivía intensamente atareado. En el juzgado duró muy poco, ya que su jefe, el licenciado Uriarte, había sido ascendido a Senador de la República. La filosofía comenzaba a ocupar su mente inquieta y sus ambiciones espirituales encontraron pronto asilo en el Ateneo de la Juventud. “Nuestra agrupación la inició Antonio Caso con las conferencias y discusiones de temas filosóficos en el salón del Generalito de la Preparatoria, y tomó cuerpo de Ateneo con la llegada de Henríquez Ureña, espíritu formalista y académico.” (p.203). Buscó en el Ateneo, además de la afirmación de sus propios conceptos, la posibilidad de reflexionar y pensar sobre los temas que más le interesaban. Entre otros muchos, el grupo lo formaban escritores, músicos, pintores, arquitectos, ingenieros, abogados, médicos y estudiantes de entre los cuales destacaron: Pedro Henríquez, Alfonso Reyes, Alfonso Cravioto, Alfonso Teja Zabre, Mariano Silva Aceves y José Vasconcelos quienes: |
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[…] imprimieron una dirección cultista, mal comprendida al principio, pero útil en un medio acostumbrado a otorgar palmas de genio al azar de la improvisación, y fama perdurable sin más prueba que alguna poesía bonita, un buen artículo, una ingeniosa ocurrencia. (p.204). |
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Además, esta generación introdujo nuevas prácticas para la producción y la difusión de las humanidades desde una rigurosidad académica transformando la imagen pública del intelectual (Mora, 2021, p. 34). La organización se desintegró en 1923. Vasconcelos se une al movimiento revolucionario de Madero |
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[…] fue un factor determinante para la vida de Vasconcelos. Su influencia le hizo madurar y le mostró su verdadero y único camino: luchar por el bien de su país. Sus preocupaciones revolucionarias se transformaron en una ideología clara y netamente revolucionaria, y el joven abogado se convirtió en un luchador que unía a su sólida cultura el dinamismo y la acción que el momento histórico le reclamaban; tenía una misión que cumplir y a ella se dedicó con toda violencia apasionada y extremosa de su carácter. (Estrada, 1968, p. 24). |
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Muchos de los integrantes del Ateneo, pasaron de la lucha ideológica al ataque directo incorporándose al movimiento revolucionario. Martín Luis Guzmán ingresó en la División del Norte que lideraba Francisco Villa; Ricardo Gómez Robelo, participó activamente en el movimiento y José Vasconcelos se alistó en las filas del maderismo quien le fue presentado en su despacho en los altos del International Bank, en la calle de Isabel la católica. En el Ulises Criollo (2010), Vasconcelos narra que “el ingeniero Manuel Urquidi lo llevo al estar Madero de paso en la ciudad y prefirió personalmente verme. Nuestra primera conversación fue breve, buscando hombres independientes y decididos.” (p. 272). Madero invitó a Vasconcelos a una reunión a celebrarse en la casa del ingeniero Robles Domínguez. Movido por este afán de transformación y de cambio que impulsaba su generación y a él más que a ninguno de los ateneístas, acudió a la invitación donde con Paulino Martínez al frente, se constituyó un Comité que apoyaría la campaña antirreleccionista. La primera encomienda que tuvo a su cargo dentro del Comité fue la dirección del semanario El Antirreeleccionista, órgano publicitario del nuevo partido, de corta duración (duró tres meses). Unas semanas después de su fundación, el semanario desaparece. Su vida ahora se había transformado por completo, sin abandonar sus obligaciones profesionales, no perdió oportunidad para difundir las ideas que Madero desplegaba en su propia campaña electoral. Durante esta época, Vasconcelos tuvo oportunidad de conocer personalmente a Porfirio Díaz. Tal como lo relata en Ulises Criollo (2010): |
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[…] con motivo de cierto negocio tuve ocasión de ver por primera vez de cerca, al viejo Caudillo. Me llevó Warner a una conferencia en calidad de intérprete. Se trataba de solicitar garantías para unos mineros yanquis en el estado de Oaxaca. Nos recibió el viejo en el salón verde de Palacio. Se sentó para escuchar nuestro caso y antes de proseguir con el asunto me interrogó: ¿De dónde es usted? Preguntó Díaz; de Oaxaca, Vasconcelos respondió. ¿Se llama?, ¿hijo de quién? Ah, nieto de Calderón. Y dígame, ¿Cómo está Carmita? Pregunto Díaz, ¿murió? (p. 283). |
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El joven Vasconcelos no se daba lujos de sentir afecto por quien le había recordado a su madre. Estaba frente al amo de los mexicanos y no le encontró simpatía alguna, y lo podemos constatar en los pocos párrafos que le dedica el asunto en Ulises Criollo. Entre tanto, la campaña seguía su curso y el joven abogado se veía en la necesidad de sortear la persecución del régimen al que combatía. Con motivo de un artículo donde formulaba que “el porfirismo es un cadáver y sólo hace falta enterrarlo. Podrán burlar nuestros derechos y hacernos imposible la vida, pero no lograrán quitarnos un tesoro que es patrimonio de toda juventud rebelde: el porvenir.” (Vasconcelos, 2010, p. 293). Estas críticas le valieron su primer destierro hacia la ciudad de los rascacielos: Nueva York, donde trabajó como traductor y mecanógrafo. El 20 de noviembre llegó y pasó inadvertido para Vasconcelos, ya que lo consideró todo un fracaso al ser encarcelados los conspiradores, y ver lo inútil el intentar revoluciones urbanas en un pueblo sin disciplina, sin cohesión, por lo que quedaba la esperanza del campo. No hubo más remedio que acudir al levantamiento de los campesinos. “La revolución entonces tomó el camino rural que lo haría fructificar. El patriotismo surgió entonces entre los desposeídos.” (León, 1998, p. 26). Las instrucciones dadas a Vasconcelos fueron las de esperar. Después, era importante la constitución de una embajada de la revolución en Washington, por lo que Madero sabía de la experiencia de Vasconcelos en el trato con los yanquis, lo designó como secretario del doctor Vázquez Gómez que se hallaba en la capital americana. Hacer publicar las noticias que nos transmitían de la frontera, traducir los mensajes en clave, hablar por los que peleaban y precisar los objetivos sociales del movimiento rebelde, tal era la misión de Vasconcelos. Además, hacerle ver al presidente americano William Howard Taft (vigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos) que la actitud de Madero era favorable al vecino país del norte. Ante el clamor de las batallas, el régimen de Díaz no tuvo otra opción que pactar. Madero, que se autonombraba presidente electo, renunciaba a su cargo y Díaz haría lo propio, alejándose para siempre de la patria. Con la renuncia de Díaz al poder, se renovaba la esperanza de los revolucionarios. Madero entró a la capital el 7 de junio de 1911 convirtiéndose en uno de los momentos más significativos en la vida de la ciudad. “Ese día fue aquella apoteosis de un vencedor despojado de ejércitos: ídolo guía de su pueblo. Medio millón de habitantes sistemáticamente vejados por la autoridad saboreó aquel día estival el júbilo de ser libre.” (Vasconcelos, 2010, p. 327). Lo que es interesante es como la entrada de Madero a la capital, Vasconcelos, mostrando su enorme cultura y conocimiento de la historia del país, relaciona el suceso con otros actos importantes ocurridos en la Historia de México, y señala que este ha sido una más de las entradas triunfales de los vencedores después de treinta años de dictadura. Desde la llegada de Juárez a la ciudad el 15 de julio de 1867, no se había vuelto a vivir una emoción similar: |
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Por una vez en tanto tiempo caía destronado Huitzilopochtli, el sanguinario. Tras de la larga condena de todo un siglo de mala historia, una nueva etapa inspirada en el amor cristiano iniciaba su regocijo, prometía bienandanzas. No era ni el cortejo de las tres garantías, que aseguró la independencia nacional, pero enturbiándola de traición; ni la entrada de Juárez, que ponía término a una intervención, aunque nos echaba a cuestas compromisos peores que los del imperio y perpetuaba la división de los mexicanos en dos bandos irreconciliables: jacobinos y católicos. Por primera vez la vieja Anáhuac aclamaba a un héroe cuyo signo de victoria era la libertad, y su propósito no la venganza, sino la unión. (p.328). |
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Uno de los asuntos que solicitaron la atención de Madero al entrar a la capital, fue la de formar un comité para formar el Partido Constitucionalista Progresista, pues no podía concebir una democracia sin la formación de partidos políticos y la libre expresión de la voluntad popular. Vasconcelos fue designado como vicepresidente del partido. Todos los integrantes de esta agrupación, compartían con Vasconcelos su amor por la cultura y la seguridad de que la educación era el único remedio del país revolucionario. Su primera acción consistió en la creación de la Universidad Popular donde comenzarían a cimentarse los programas que más tarde Vasconcelos desarrollaría ampliamente como primer secretario de Educación Pública de México (del 7 de diciembre de 1914 al 15 de enero de 1915). La muerte de su hermano Carlos, atacado por la tisis[2] adquirida durante su trabajo como mecánico en una fábrica norteamericana, lo colocó de nuevo ante el infortunio, y volvieron a surgir las reflexiones acerca de la muerte de un ser humano. Como señala la maestra Guadalupe Lozada León (1998), “la comprensión de que la enfermedad la había adquirido a causa de las malas condiciones en las que los obreros desempeñaban sus labores, selló su compromiso con la clase obrera.” (p. 28). Vasconcelos, como una |
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[…] manera digna de honrar el sacrificio de mi hermano, contribuir en lo posible a que casos como el suyo no se repitiesen. Dedicar toda mi acción política a la defensa del obrero, a la protección de los intereses humildes. Sólo así conquistaría de nuevo el derecho a la luz […] Propiciando la revolución en toda su generosa universalidad. (p. 345). |
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Sin embargo, el tiempo le permitió ayudar al obrero por la vía de la educación como la única forma de alcanzar la emancipación definitiva. Una mañana, estando en su despacho, se presentó aquella persona que ejercería una gran influencia en una etapa de la vida de nuestro personaje y me refiero a Elena Arizmendi Mejía, nieta del general Ignacio Luis Antonio Mejía quien participó en la defensa de Puebla contra los franceses el 5 de mayo de 1862. Fue Elena Arizmendi la mujer que le inspiró a crear el personaje de Adriana en Ulises Criollo. Elena, fue conocida en los círculos políticos, sociales y culturales, más por sostener una relación extramarital con José Vasconcelos, que por su participación como promotora del feminismo y defensora de sus derechos. Creadora de la Cruz Blanca Neutral (5 de mayo de 1912) durante el movimiento armado con el fin de dar cuidado a los revolucionarios que no eran atendidos por la Cruz Roja. “Bajo la bandera de la Cruz Blanca y teniendo como lema: “Por la Humanidad”, la agrupación que fundó Elena Arizmendi continuó sus actividades a grupos distintos, con criterios diferentes, no obstante que todos tenían los mismos fines; esto era porque había diferentes bandos que deseaban el triunfo de la Revolución. Entonces decidieron agregar a su nombre primitivo la palabra “Neutral.” (Villeda-García, Rodríguez-González y Córdova-Ávila, 2010, p. 165). Al final, Elena rompió toda relación con Vasconcelos, se estableció en Nueva York donde se convirtió en una organizadora de una asociación hispanoamericana de mujeres. En febrero de 1913, el presidente Madero se dirigió a Cuernavaca para traer la brigada comandada por el General Felipe Ángeles, previamente había nombrado Comandante Militar de la Plaza al General Victoriano Huerta, en sustitución del General Lauro Villar. Madero ignoraba que Huerta simpatizaba con los conspiradores, pues durante la mañana del 10 de febrero se entrevistó con el General Félix Díaz. Como resultado de esta entrevista, Huerta dictó órdenes sobre la muerte de gran cantidad de soldados leales al gobierno de Madero. Al perder la mayor parte de las tropas que le habían sido fieles, Madero fue aprehendido por el General Aureliano Blanquet el 18 de febrero de 1913. Desde su aprehensión, Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez, permanecieron en Palacio Nacional, pues se les hizo creer que, tras renunciar a sus cargos, se les permitiría salir hacia Veracruz y desde allí embarcarse hacia Cuba. Finalmente, Blanquet dio órdenes para que la noche del 22 de febrero de 1913, Francisco Cárdenas y Rafael Pimienta trasladaran a Madero y a Pino Suárez a la cárcel de Lecumberri, pero durante el trayecto fueron obligados a bajar de los vehículos en que eran transportados siendo asesinados detrás de la Penitenciaría. Vasconcelos, al leer la noticia sobre la muerte de Madero, corrió a su casa triste y acongojado. Al llegar, y ser recibido por sus hijos, evito darles muestra de cariño porque se “sentía humillado de legarles una patria envilecida.” (Vasconcelos, 2010, p.391). Sin embargo, la mayoría sufrió en carne propia el desconsuelo y la desesperanza; la herida por la desilusión y la frustración de los ideales. Tras la muerte de Madero, ocupó interinamente el cargo de presidente Pedro Lascuráin, cuyo mandato duró tan sólo 45 minutos, de las 17:15 a las 18:00 horas de ese mismo día. A la renuncia de Lascuráin, tomaría el cargo de presidente Victoriano Huerta el 19 de febrero de 1913 hasta el 15 de julio de 1914. Su participación en la Revolución Mexicana |
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[…] la lectura de las fuentes para el estudio de la Revolución Mexicana pasa obligadamente por José Vasconcelos (1881-1959) y, en particular por dos de sus novelas autobiográficas: ‘Ulises Criollo y La Tormenta’. En ambas obras, Vasconcelos resume veinte años de política mexicana en la que él mismo fue la figura central. (p. 94). |
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El historiador mexicano Javier Garciadiego, señaló en la XXIX Feria Internacional del libro del Palacio de Minería que la obra de Ulises Criollo, escrita por Vasconcelos en el año de 1929, a la edad de 53 años |
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[…] en pleno vigor intelectual. No es una autobiografía escrita de manera precoz. Es un hombre que ha pasado lo más importante de su vida, pero tampoco está senil; esto es muy importante porque no es una autobiografía para poder arreglarse con la vida, no es una autobiografía complaciente. Es un libro escrito con garra. (Garciadiego, 2008, p.3). |
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Ulises Criollo[3] es un libro escrito a manera de autobiografía donde se narra la niñez de Vasconcelos, su juventud, su formación intelectual, sus constantes viajes por toda la República Mexicana, sus anécdotas por el “Ateneo de la Juventud”, su gusto por las mujeres, hasta el encuentro con el amor de su vida en la figura de Elena Arizmendi. También hay escenas tristes como la muerte de su madre, la de su hermano Carlos, así como la de amigos y conocidos. Son de acentuar, sus contantes exilios a los Estados Unidos, Sudamérica y Europa donde vivió múltiples experiencias hasta llegar a la etapa de incorporación a la campaña cívica de Francisco Ignacio Madero. Considero que una de las partes más interesantes de sus relatos es cuando conoce a Madero, el cual lo invita a ser parte de los hombres que llevarían a cabo los ideales escritos en su libro La sucesión presidencial. El libro “concluye con la muerte de Madero, en cuya caída, Vasconcelos presiente el final de la esperanza del país.” (Puga, 1985, p. 94). Ulises Criollo, es sin duda la obra más representativa de José Vasconcelos, ya que cuenta sus memorias de una manera digerible y nos presenta los hechos históricos desde su punto de vista que en algún momento fue catalogado de reaccionario, cuenta con una segunda parte: La Tormenta. Este libro |
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[…] retoma la historia a partir del obligado exilio de Vasconcelos después de la traición de Victoriano Huerta y la continúa hasta su nombramiento como rector de la Universidad Nacional durante el mandato de Adolfo de la Huerta. Es pues, el relato de siete años (1913-1920) particularmente turbulentos, durante los cuales Vasconcelos vivió en Europa y Nueva York como representante de Carranza para negociar la deuda mexicana. (p. 95). |
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Es en La Tormenta, donde comienza la verdadera odisea. El ser escritor y testigo presencial de los hechos, le dio a Vasconcelos una posición privilegiada frente a otros autores: |
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La riqueza de su lenguaje, la inteligencia de sus composiciones y su partidarismo explícito, entre otras virtudes, le confieren a sus textos, el ser lo que expresan más cabalmente la imagen de la Revolución. Ambas obras son una espléndida galería de retratos de participantes, así como de escenas cuya vitalidad es imborrable. (Matute, 2005, p. 26). |
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¿Cómo vio Vasconcelos la Revolución Mexicana? y ¿Cuál fue su opinión al respecto? La Revolución Mexicana fue la primera revolución social del siglo XX en contra de la dictadura de Porfirio Díaz, quien ya tenía más de 30 años en el poder. Fue un movimiento liderado por el intelectual y político Francisco Ignacio Madero que con su lema "sufragio efectivo, no reelección" cristalizó el descontento alrededor del país en contra de Díaz. A partir de este momento, comenzó a surgir una serie de interpretaciones históricas con el fin de mostrar lo que ocurría en México luego de la caída del régimen de Porfirio Díaz: |
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“Todavía Francisco I. Madero no iniciaba su presidencia cuando ya Luis Cabrera (uno de los intelectuales más brillantes de la Revolución) había publicado su ensayo, La Revolución es la Revolución, en julio de 1911. En ese ensayo, Luis Cabrera nos da su opinión lo que para él era la Revolución: ‘las revoluciones se componen de dos etapas perfectamente definidas: la primera, que constituye la faz meramente destructiva, y que puede llamarse la revolución propiamente dicha, y la segunda, que constituye la faz reconstructiva, y que en muchos casos está enteramente fuera del periodo revolucionario.’ (Barrón, 2004, p.17). |
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En ¿Qué es la Revolución? (libro publicado en 1937 por la editorial Botas) Vasconcelos explica que una |
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Revolución es el recurso colectivo de las armas, para derribar opresiones ilegitimas y reconstruir la sociedad sobre bases de economía sana y de moral elevada. En las revoluciones verdaderas, la táctica suele ser extremista, pero el objetivo tiene que ser prudente. De otra manera, el abuso provoca la reacción, y empeora a la larga las cosas en vez de corregirlas. Por eso toda revolución que lo es de verdad, combate y destruye; pero sólo mientras está en las barricadas. Desde que se constituye en gobierno una revolución, tiene que volverse creadora y serena, constructiva y justa. (Vasconcelos, 1937, p.91). |
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El 1º de octubre de 1914, la ciudad de Aguascalientes fue escogida como sede para la realización de la Convención de Aguascalientes. Convocada por Venustiano Carranza, primer jefe del Ejército Constitucionalista, tuvo como objetivo el tratar de evitar la ruptura entre las facciones, decidir quién gobernaría al país y en qué forma, así como acordar la elaboración de un programa de gobierno. Vasconcelos, en La Tormenta comenta que el primer error de la Asamblea, fue el haberse declarado Convención de militares, lo que dejaba fuera el elemento civil de la revolución |
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[…] el error estaba ya hecho y no tenía remedio; era preciso apoyar aquella Asamblea que significaba la única esperanza de concordia, la única base para empezar a construir el edificio de la revolución, la única oportunidad para librarla del caudillaje pretoriano que las estaba ahogando. (p. 122). |
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El destacado militar revolucionario, profesor y político mexicano don Antonio Villarreal quien se veía a diario con Vasconcelos, principalmente en las reuniones, le comento, |
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[…] se están creyendo obligados muchos de estos generales ignorantes a obedecer el primer llamado que Carranza les haga con amenaza de proceso como militares; y es necesario convencerlos de que la autoridad la tiene la Convención y no Carranza. Haga usted un estudio jurídico del caso, y lo haremos aprobar por la Convención. (p. 123). |
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Al instante Vasconcelos le respondió: |
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Dicho estudio lo doy en seguida, porque se incorporó a las actas de la Asamblea, y porque todo lo en ella ocurrido interesa al historiador que mañana se fatigue para hallar algo noble en la orgía de caníbales que hoy llaman revolución. (p. 123). |
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El 29 de octubre de 1914, en Aguascalientes, Vasconcelos frente a todos los integrantes de la Asamblea, acomodó sus papeles, se arregló la corbata, aclaró la garganta y comenzó a pronunciar su discurso. Primero, hablo acerca de la soberanía, donde la definió como la facultad del pueblo para gobernarse a sí mismo, según su propia voluntad. El pueblo es soberano para darse gobierno. Vasconcelos continuó pronunciando su discurso, con voz clara y suave, tranquila, sin ningún ataque de nervios y ganando la atención de los generales que lo escuchaban atentamente. Vasconcelos, concluyo un primer tema y le dio paso al tema de la revolución y ante los asistentes pronuncio: |
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[…] una revolución es la transformación violenta de un orden de cosas opresivo e injusto. Las ideas se precisan en los cerebros; la angustia y la esperanza fermentan en los corazones; y un buen día de grandeza, primero el hombre, el precursor, el caudillo, y luego el pueblo entero, estallan en ira divina, levantan los brazos con el ademán que rompe cadenas, y las manos desgarran y derriban instituciones y monumentos, ídolos y leyes. La revolución se dirige a reformar y construir de nuevo todas esas prácticas, convenios y principios; por eso lo primero que hace es desligarse de todas las trabas sociales, puesto que va a crear nuevas formas para el enlace de los individuos. Son las revoluciones oleadas devastadoras y fertilizantes que dejan sobre el terreno inundado el limo fecundo para las nuevas construcciones. (p. 128). |
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Vasconcelos, continuando con su narración, menciona que las revoluciones se dividen en dos finalidades esenciales: la política y la económica y declara: | |||||||||||
[…] que la revolución de 1910, tal como fue definida en el Plan de San Luis, presentó ambos caracteres. Era política al protestar contra el fraude cometido en las elecciones generales por el dictador Porfirio Díaz. Era económica, al prometer remedio para condición precaria de la clase rural y de la clase obrera. (p. 129). |
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Vasconcelos termina mencionando que la |
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Convención de Aguascalientes obrará y hablará para bien de todos los mexicanos, y llevará adelante sus resoluciones, soberanamente, por los dos derechos: el de la ley y el de la revolución, el de la razón y el de la fuerza. (p. 133). |
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La Convención se declaró soberana, eligió al general Eulalio Gutiérrez Ortiz como presidente de la República y nombró a Francisco Villa como comandante del ejército de convencionalista, que pronto se enfrentaría al ejército constitucionalista de Carranza. Debido a los desacuerdos entre Venustiano Carranza, Emiliano Zapata y Villa, los tres se negaron a asistir a la convención y esto trajo como consecuencia pocos resultados a dicha reunión. Un punto curioso en La Tormenta sobre el origen de la Revolución Mexicana, es que Vasconcelos menciona que: |
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[…] bajo la capada de lujo de las grandes mansiones, automóviles flamantes y despliegue de finas mercaderías en los almacenes, había en los Ángeles un fermento revolucionario de los más activos. A tal punto, que alguna vez he indicado mi opinión de que allí partieron las ideas centrales de ese caos que es nuestra revolución mexicana. (p.386). |
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La historia oficial nos ha hecho creer que la Revolución Mexicana comenzó el 20 de noviembre de 1910, pero no es así, desde 1904 el Partido Liberal Mexicano con Ricardo Flores Magón, Librado Rivera, Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, entre otros, iniciaron la revolución al publicar el 1º de julio de 1906, el Manifiesto y Programa del Partido Liberal Mexicano donde se formularon postulados que después serían retomados por las constituciones como la de 1917. Entre estos postulados, se encontraban la jornada laboral de ocho horas, prohibición del trabajo infantil, educación laica, gratuita y obligatoria y una indemnización salarial en caso de accidente de trabajo, entre otros puntos. Estos personajes, fueron los verdaderos iniciadores de la Revolución Mexicana tal como lo menciona Vasconcelos. No tomaron las armas, solo fue necesario pluma y papel para lograr un cambio y que fue complementado por el movimiento armamentista. Ambas empresas, principalmente la intelectual, originaron la Revolución Mexicana. La Revolución Mexicana, alcanzó su término con la muerte de Venustiano Carranza el 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalantongo, Puebla. Al perder al máximo sostenedor de la revolución, los principales ideales del movimiento inician una transformación que, dirigida por los sonorenses Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Abelardo L. Rodríguez y Adolfo de la Huerta, se desvía de los preceptos originales. Un año antes del asesinato de Carranza, Adolfo de la Huerta presidente interino de la República designó a Vasconcelos, rector de la Universidad Nacional, cargó que empezó a desempeñar en el año de 1920. Vemos en La Tormenta, como Vasconcelos recibió la Universidad en ruinas e inició su renovación creando programas, contratando personal y haciendo “limpia de todo lo que sea carranclán. Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo. Fueron sus palabras después de su nombramiento” (p. 104). Con la rectoría de la Universidad en manos de Vasconcelos, “se abría con ello una brillantísima etapa: la de su paso memorable por la Secretaria de Educación Pública, verdadera etapa constructiva de la Revolución.” (Puga, 1985, p.97). Pero eso ya es otra historia que se puede ver en su tercera obra: El Desastre. Conclusión Su verdadera vocación fue sin duda la educación, y en estos renglones, su pensamiento y actuación, de los cuales se dedicaría hasta el último día de su vida. El profesor estadounidense Itzhak Bar-Lewaw Mulstock (1965), resalta la labor educativa de nuestro personaje al mencionar que: |
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Vasconcelos, en la Revolución, no desempeñaba sino papeles relativamente poco importantes; como político le faltaba la elasticidad de un estadista. Su grandeza está en la obra educadora, verdadero y eterno monumento de su visión de un México nuevo y culto, así como también en sus escritos de índole filosófica y en su obra literaria. (p. 134). |
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Su obra dejó una marca profunda en la vida cultural mexicana. | |||||||||||
Referencias Bar-Lewaw, I. (1965). José Vasconcelos. Vida y obra. México: Librera. Barrón, L. (2004). Historias de la Revolución Mexicana. México: Fondo de Cultura Económica/Centro de Investigación y Docencia Económicas, A.C. Barroso, M.C. (1968). Valor histórico de las memorias de Vasconcelos, México: UNAM/Facultad de Filosofía y Letras. Krauze, E. (2000). “José Vasconcelos, la grandeza del caudillo.” Letras Libres, 2, (24): 60-62. Lozada, G. (1998). José Vasconcelos. Hombre, educador y candidato. México: UNAM. Matute, Á. (2005). Aproximaciones a la historiografía de la Revolución Mexicana. México: UNAM. Mora, J.I. (2021). Los Historiadores. Una comunidad del saber. México, 1903-1955. México: El Colegio de Michoacán. Puga, C. (1985). “Los intelectuales de la Revolución. José Vasconcelos.” Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. 31(122) 94-97. Vasconcelos, J. (1937). ¿Qué es la Revolución? México: Ediciones Botas. Vasconcelos, J. (2010). Ulises Criollo. México: Trillas. Vasconcelos, J. (2011). La Tormenta. México: Trillas. Villeda-García, FL. Rodríguez-González, N. & Córdova-Ávila, MA. (2010). “La práctica enfermera durante la Revolución Mexicana (1910-1920).” Revista de Enfermería del Instituto Mexicano del Seguro Social, 18, (3): 165. |
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[1] iccionario geográfico, histórico y biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, tomos I al V; también escribió Atlas geográfico, estadístico e histórico de la República Mexicana (1859), Memoria para servir a la carta general de la República Mexicana (1861), Tratado elemental de geografía universal (1869); Compendio de geografía universal (1870), Atlas metódico para la enseñanza de geografía en la República Mexicana (1874), entre otros del mismo tema.. [2] Tisis, antiguamente se le denominaba a la Tuberculosis Pulmonar causada por una infección bacteriana contagiosa. Afecta principalmente a los pulmones [3] El nombre de Ulises Criollo viene a ser una referencia al personaje “Ulises” de “La Odisea” con el cual el mismo Vasconcelos se compara por el tema del exilio de su patria. El término “Criollo” se refiere al ideal vencido de nuestra patria al ser alejada de su origen y perfil hispánico, así como del indigenismo falso que busca desvincular al pueblo de gran riqueza cultural ibérica
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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