ISSN: 1562-384X Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024 DOI: 10.32870/sincronia |
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Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades | ||||||||||||
El cambio en los valores metodológicos de la etnografía británica de principios del siglo XX. The change in methodological values of early 20th century British ethnography. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.22.24b | ||||||||||||
Óscar Adrián López Flores El Banco de México. (MÉXICO) CE: olopezf@banxico.org.mx htthttps://orcid.org/0009-0006-2537-3315 |
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Recepción: 26/10/2023 Revisión: 06/12/2023 Aprobación: 20/03/2024 | ||||||||||||
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Resumen. Palabras clave: Valores metodológicos. Historia de la etnografía. Antropología británica. Historia interna y externa. Abstract. Keywords: Methodological values, History of ethnography, British anthropology, Internal and external history. |
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Estas preguntas se pueden responder desde dos perspectivas: una comprensiva, más cercana a la concepción aristotélica de la ciencia, y otra práctica, afín al proyecto baconiano de la ciencia (Dear, 2005). Desde el primer punto de vista, prescindir sobre el conocimiento histórico de la etnografía empobrecería lo que circunda a la práctica etnográfica; es decir, se perdería comprensión sobre el conjunto de circunstancias políticas, epistemológicas, metodológicas y sociales dentro de las cuales ha estado circunscrito este método. De este modo, su omisión mutilaría una dimensión esencial de un método que suele ser considerado como reflexivo (Guber, 2011). Desde el punto de vista práctico, el conocimiento histórico podría ayudar a quienes no conocen este método, como a quienes ya lo conocen. Para los primeros, el conocimiento histórico es un buen punto de partida para que puedan obtener un panorama general sobre cuáles son los elementos distintivos de la etnografía, a qué problemas se ha enfrentado, qué virtudes epistémicas se han privilegiado, qué estrategias se incluyeron en determinados periodos, cómo se ha adaptado a los diferentes objetivos que se le han presentado, qué valores metodológicos han orientado la investigación, entre otros aspectos. En cambio, para los que ya están familiarizados con el método etnográfico, el conocimiento histórico puede fortalecer una mirada crítica que permita proponer o evaluar nuevas propuestas o ajustes hacia este método, pues es común encontrar que las “nuevas” propuestas pierdan de vista algunos de los problemas que ya ha enfrentado la etnografía en algunas etapas de su desarrollo[1]. Historia interna e historia externa Un ejemplo de esto es el trabajo de la historiadora de la ciencia Lorraine Daston (2014), quien analiza el origen y desarrollo de dos virtudes epistémicas de las humanidades que suelen considerarse de forma indistinta: la imparcialidad y la objetividad. De acuerdo con Daston la imparcialidad surgió varios siglos antes de la objetividad y tenía un significado que no compartía relación alguna con la neutralidad valorativa, tal como suele pensarse hoy en día, sino que era más cercana al ámbito jurídico, pues consistía en no tomar ninguna postura ante un conflicto y en la medida que se iban conociendo los argumentos de cada postura se llegaba a una conclusión. Fue hasta el siglo XIX que comenzó a criticarse esta virtud ya que algunas reconstrucciones históricas sobre ciertos eventos relacionados con el surgimiento de los Estados Nación se hacían a partir de motivaciones patrióticas más que evaluando los argumentos de posturas en pugna. Aunado a esto, a finales del siglo XIX surgió la objetividad, la cual estaba vinculada con los métodos que guiaban la práctica de los historiadores, particularmente el análisis crítico y detallado de las fuentes que permitían reconstruir un evento histórico. Finalmente, la objetividad se impuso como la virtud dominante, a través de un proceso de institucionalización en las universidades del mundo, de modo que la imparcialidad quedó en el olvido o fue pensada como sinónimo de la objetividad. Como puede observarse en el ejemplo de Daston, se tiene una mejor comprensión sobre el cambio en las virtudes epistémicas en las humanidades, cuando se analizan las condiciones extra epistémicas y metodológicas de la práctica científica, como son el conjunto de circunstancias políticas que desacreditaron a la imparcialidad y favorecieron a la objetividad. Teniendo en consideración la importancia de la historia interna y externa, y tomando como referencia el trabajo de Daston, se analizará un episodio en la historia de la etnografía en donde se dio un cambio en el tipo de valores metodológicos que orientaban al método etnográfico en la antropología británica de principios del siglo XX. El cambio en los valores metodológicos de la etnografía de principios del siglo XX Desde el siglo XVI los cuestionarios fueron el principal medio de registro sobre las etnias que utilizaron tanto los exploradores como los administradores coloniales (Hodgen, 1964), pero ya más cercano al siglo XX, cuando se estaba institucionalizando la antropología en el Reino Unido, fue cuando se sofisticaron los diseños de cuestionarios antropológicos. En 1874 se elaboró el cuestionario más acabado de esa época, el Notes and Queries on Anthropology (N & Q) (Urry, 1972, pp. 45-47), cuyo objetivo era “promover una observación antropológica precisa por parte de los viajeros y permitiera que quienes no eran antropólogos pudieran suministrar la información necesaria para el estudio científico de la antropología” (N & Q, 1874, p. iv). Los cuestionarios son un conjunto de preguntas estandarizadas que se aplican a varios individuos con el propósito de obtener la misma información con independencia de quien aplica el cuestionario (Vilalta, 2016), de manera que uno de sus propósitos es recopilar información extensiva más que intensiva[2]. Así, uno de los valores metodológicos[3] que se estaban privilegiando en ese momento del desarrollo de la etnografía era la replicabilidad, también conocida como confiabilidad, la cual consiste en que una persona al utilizar los mismos métodos puede obtener los mismos resultados de todas las personas que anteriormente han seguido ese método (Schensul y LeCompte, 2013, p. 341). Sin embargo, conforme fue avanzando el desarrollo de la etnografía, perdió fuerza la relevancia de dicho valor metodológico reflejado en el uso de los cuestionarios, principalmente porque, antropólogos como Rivers encontraron que esta forma de recopilación se sustentaba en una investigación superficial, de manera que resultaban necesarias otras estrategias que posibilitaran una investigación intensiva, en donde la persona que registraba los hechos culturales necesitaba realizar estancias prolongadas entre las etnias que estudiaba y estudiara cada aspecto de su vida y cultura, de modo que terminara conociendo a cada miembro de la comunidad personalmente y no se conformara con la información de terceros, sino que estudiaría cada detalle de la vida y las costumbres de manera detallada a través del lenguaje vernáculo (Rivers, citado en Urry, 1972, p. 51). Las sugerencias de Rivers finalmente se consideraron en la cuarta edición del N & Q que se editó en 1912, la cual, si bien seguía siendo una especie de cuestionario, ahora contaba con una nueva estructura: la sección de sociología reemplazó la lista de preguntas por advertencias sobre la importancia de la metodología para recopilar material, la importancia del aprendizaje de la lengua, el tomar notas y hacer dibujos. Asimismo, se resaltaba la importancia de corroborar los datos recopilados. Finalmente, aconsejaba detalladamente aspectos sobre la estancia en campo, como manejar el pago de informantes [sic] o elegir a un buen informante [sic] (Urry, 1972, p. 51). Así como Malinowski, quien fue alumno de Rivers, el antropólogo estadounidense Franz Boas siguió las pautas de la cuarta edición del N & Q durante sus primeros trabajos de campo (Urry, 1972, p. 52); sin embargo, conforme avanzaron en sus respectivas investigaciones en campo, ambos reconocieron que estas pautas tenían serias limitaciones[4] (Ellen, 1984, p. 43; Stocking, 1983, pp. 73-74), por lo que se concentraron en desarrollar el trabajo de campo intensivo que permitiera, en palabras de Malinowski (1986), “captar el punto de vista del indígena y su posición ante la vida, y comprender su visión de su mundo” (p. 41) o, en palabras de Boas, reflejar “la mentalidad” de las personas estudiadas (citado en Ellen, 1984, p. 43). Tales esfuerzos no solo les hicieron ganar el título de fundadores de la etnografía científica, sino que reflejaron un cambio fundamental en los valores metodológicos, pues se pasaba de privilegiar la confiabilidad o replicabilidad a preferir la validez interna, entendida como aquel aspecto en el que las observaciones representan auténticamente la realidad en la que viven las personas estudiadas (Schensul y Lecompte, 2013, p. 327). Más allá de lo problemático que puede ser crear una “auténtica representación de la realidad”[5], el conjunto de técnicas y métodos del trabajo intensivo que se desarrollaron —como vivir entre la población estudiada durante largos periodos, observar y participar en su vida cotidiana, usar el lenguaje local para comunicarse, etc.— estaban dirigidos a construir una serie de registros y observaciones en el “ambiente natural” de las etnias estudiadas, los cuales reflejaban de mejor manera la realidad que lo que se conseguía a través de los cuestionarios (Schensul y LeCompte, 2013, p. 328-329; LeCompte y Goetz, 1982, p. 43-44). Ahora bien, para tener una mejor comprensión de cómo cambiaron estos valores metodológicos es necesario retomar aquella dimensión que Kuhn (1977) llamaba historia externa o que autores como Galison (2008) denominaron contexto histórico o factual, el cual se refiere al ambiente no textual de un episodio histórico determinado (p. 113). En este sentido, resulta esclarecedor analizar las instituciones dentro de las cuales estaba circunscrita la etnografía de esa época. Es bien sabido que la etnografía y la antropología[6] desde sus orígenes han tenido una estrecha relación con el colonialismo, tanto es así que han sido consideradas por algunos como las “hijas bastardas del colonialismo” (Gough, 1968), puesto que fueron los medios que utilizaron los países occidentales para controlar y dominar los territorios habitados por los grupos indígenas que estudiaban (las etnias). Levi Strauss (1966) lo expresó con gran precisión en las siguientes líneas:
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La antropología no es una ciencia desapasionada como la astronomía, que surge de la contemplación de las cosas a distancia. Es el resultado de un proceso histórico que ha sometido a la mayor parte de la humanidad a un grupo, y durante el cual millones de seres humanos inocentes han visto saqueados sus recursos e instituciones, y les han destruido sus creencias, mientras que eran asesinados sin piedad, arrojados a la tierra, esclavizados y contaminados por enfermedades que no pudieron resistir. La antropología es hija de esta era de violencia […] (p. 126). |
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De hecho, el británico Frederick Lugard, administrador de colonias africanas, afirmó que la colonización indirecta era completamente afín con las ideas de Malinowski (Foks, 2018), sobre todo porque su propuesta etnográfica operaba a través de algunos supuestos de su teoría funcionalista, la cual sostiene que ningún elemento de la cultura puede estudiarse aisladamente y por el contrario debe comprenderse en su contexto de utilización, ya que las culturas son unidades en funcionamiento en donde cada elemento satisface una necesidad específica, contribuyendo así de manera armónica al mantenimiento o funcionamiento del todo (Kuper, 1973, p. 41-42). Hasta el propio Malinowski afirmó que el funcionalismo sería útil para quienes querían promover una política de gobierno indirecto (Malinowski, 1929), particularmente porque dentro de su concepción funcionalista consideraba que las sociedades africanas funcionaban armónicamente desde su propia lógica, por lo que las intervenciones de una colonización directa implicaban un código totalmente incompatible, el cual alteraba su funcionamiento (Foks, 2018). Por otra parte, la antropología británica, con sus respectivos métodos etnográficos, tuvo un interés constante en presentarse ante la administración colonial como una ciencia que podía ser de utilidad, pues de esa manera podían conseguir fondos para financiar sus estudios. En consecuencia, durante los años treinta se fundaron varias instituciones con fines coloniales que financiaron las investigaciones de campo, como la International African Institute, la Rhodes-Livingstone Institute y la International Institute of African Languages and Culture (Kuper, 1973, p. 124, 130). Con todo lo mencionado anteriormente, resulta comprensible que se privilegiara un método cuyo principal valor fuera el de la validez interna, ya que no solamente ofrecía ciertas virtudes como precisión y aproximación a las etnias estudiadas, sino que en términos prácticos y políticos permitía mejor control sobre el modo de vida de los grupos que habitaban las colonias británicas. Conclusiones |
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Referencias Daston, L. (2014). Objectivity and Impartiality: Epistemic Virtues in the Humanities. En R., Bod, Maat, J. & Weststeijn, T. (eds.), The Making of the Humanities, Amsterdam: AUP, 27-41. Dear, P. (2005). What is the History of Science the History Of?, Isis 96(3), 390-404. Ellen, R. (1984). Ethnographic research. A Guide to General Conduct. Academic Press. Foks, W. (2018). Bronislaw Malinowski, Indirect Rule, and the Colonial Politics of Functionalist Anthropology, ca. 1925–1940. Comparative Studies in Society and History, 60(1), pp. 35-57. https://doi.org/10.1017/S0010417517000408. Fortes, M. y Pritchard, E. (2010). Sistemas Políticos Africanos. CIECAS. Galison, P. (2008). Ten Problems in History and Philosophy of Science, Isis 99(1), 111-124. Gough, K. (1968). New Proposals for Anthropologists. Current Anthropology, 9(5), 403–435. http://www.jstor.org/stable/2740394 Guber, R. (2011). La etnografía. Método, campo y reflexividad. Siglo veintiuno editores. Haller, D. (2011). Atlas de etnología.Ediciones Akal. Hodgen, M. (1964) Early Anthropology in the Sixteenth and Seventeenth Centuries. University of Pennsylvania Press. Kuhn, T. (1977). La tensión esencial. Conacyt-FCE. Kuper, A. (1973) Antropología y antropólogos. La escuela británica 1922-1972. Anagrama. LeCompte, M. y Goetz, J. (1982) Problems of Reliability and Validity in Ethnographic Research, Review of Educational Research, 52(1), 31-60. Levi-Strauss, C. (1966). Anthropology: Its Achievements and Future, Current Anthropology, 7(2), 124–127. http://www.jstor.org/stable/2740022 Malinowski, B. (1929). Practical Anthropology, Africa 2(1), 22–38. Malinowski, B (1986). Los argonautas del Pacífico occidental. Un estudio sobre comercio y aventura entre los indígenas de los archipiélagos de la Nueva Guinea. España: Planeta-De Agostini. Malinowski, B. (1989). Diario de campo en Melanesia, Ediciones Júcar. Marcus, E. y Cushman, D. (1991). Las etnografías como textos. En Geertz, C. y Clifford, J. (eds). El surgimiento de la antropología posmoderna (11-60). Gedisa. Notes and queries on anthropology (1874). London: Edward Stanford. Schensul, J. y LeCompte, M. (2013). Essential ethnographic methods: a mixed methods approach. London: Altamira Press. Stocking, G. (1983). Observers observed. Essay on ethnographic fieldwork. The University of Wisconsin Press. Urry, J. (1972). Notes and Queries on Anthropology and the Development of Field Methods in British Anthropology, 1870-192, Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, 45-57. Verd, J., Barranco, O. y Lozares, C. (2021). Blending the Focused Ethnographic Method and Case Study Research: Implications Regarding Case Selection and Generalization of Results, Field Methods, 33(1), 25–41. https://doi.org/10.1177/1525822X20932495 Vilalta, C. (2016). Análisis de datos. CIDE.
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[1] Por ejemplo, la propuesta de Verd et al (2021) es mezclar el método etnográfico con el método de los estudios de caso, sin embargo, al caracterizar a la etnografía distorsionan algunos de sus rasgos, obviando sus diferentes etapas históricas, de modo que la convierten en blanco fácil para resarcir las “debilidades” de este método. [2] Por ejemplo, si se quisiera conocer el gasto diario que realizan los mexicanos en la compra de alimentos, se realizarían preguntas como: Durante el día de ayer, ¿realizó algún gasto en alimentos y bebidas, ya sea para preparar desayuno, comida, cena, o gastó en un alimento preparado?, ¿qué alimento compró?, ¿cuánto pagó?, etc. Dichas preguntas se les aplicarían a todos los encuestados, en este caso a todos los mexicanos de la población o la muestra, y con independencia de las características del encuestador se obtendría información extensa, pues serían miles o millones de respuestas. [3] Así como las virtudes epistémicas pueden ser entendidas como aquellas cualidades que favorecen la adquisición de conocimiento, los valores metodológicos son los criterios que permiten evaluar la calidad de los métodos y sus respectivos resultados; algunos de estos son la credibilidad, la validez y la confiabilidad. [4] Malinowski, por ejemplo, en su diario de campo personal mencionaba que se encontraba “terriblemente frustrado al descubrir que el aparato N & Q no funcionaba” (Malinowski, 1989, p. 47). [5] Para más detalles sobre esta crítica, véase el trabajo pionero de Marcus y Cushman (1991). [6] Esta disciplina se ha nombrado de diferentes maneras: en Alemania, por ejemplo, se le llamó Völkerkunde; en Estados Unidos, Cultural Anthropology; en el Reino Unido, Social Anthropology, y en Francia, Ethnologie (Haller, 2011, pp. 11-12; Kuper, 1973, p.16). |
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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