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ISSN: 1562-384X Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024 DOI: 10.32870/sincronia |
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Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades | ||||||||||||
Fratricidio y azar: una aproximación mitocrítica a tres cuentos mexicanos contemporáneos.Fratricide et hasard: une approche mythocritique de trois histoires mexicaines contemporaines. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.12.24b | ||||||||||||
Luis Jorge Aguilera Gómez Carmina Alejandra García Serrano Francisco Javier Ponce Martínez María Luisa Gómez García Jovany Escareño Davalos
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Recepción: 09/04/2024 Revisión: 25/04/2024 Aprobación: 21/05/2024 | ||||||||||||
Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias: |
Resumen. Palabras clave: Fratricidio. Azar. Cuento mexicano contemporáneo. Mitocrítica. Abstract. Keywords: Fratricide. Chance. Contemporary Mexican story. Mythocriticism. |
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Introducción Los prólogos que interesa mencionar aparecen en Los novísimos cuentos de la República Mexicana (Inzunza, 2004) y Si hace Boom es Crack (Padilla, 2007), así como los artículos “Los noventa: los años intempestivos” (Castañeda, 2008) y “El novísimo cuento mexicano” (Pavón, 2013), los cuales proceden de manera análoga: establecen un corte generacional, estudian minuciosamente las características del contexto social en que se formaron estos autores y proponen luego un sentimiento de generación, que en este caso es la melancolía o el desencanto; estos datos forman un cuerpo de información contextual pertinente para el estudio de los textos antologados. Sin embargo, los autores de estos prólogos y artículos no se detienen en un análisis ya no minucioso, ni siquiera atento a la propuesta individual de cada uno de estos, antes bien los agrupan por una suerte de hermandad temática. Abunda la generalización en listas de títulos y nómina de autores con poca atención a las obras, se verifica un proceso de homogeneización en la clasificación de contenidos temáticos y de las búsquedas formales salvando sólo en algunos casos los matices que dotan de singularidad a un texto. No es que la literatura de los escritores mexicanos nacidos de 1968 a 1979 no esté llamada a formar parte del canon de la literatura mexicana, pero no puede darse un paso sin antes dar el otro. Como explica Domínguez Caparrós (2009), canon y crítica literaria se oponen en que “uno y otra establecen un trato muy distinto con el tiempo” (p. 70). Es propio de la crítica literaria: |
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[…] ser inmanente, centrarse en la obra, y, a partir de lo que es literario, emitir sus juicios y valoraciones, sean éstos de la clase que se quiera (por ejemplo: estéticos, sociológicos, históricos o psicológicos). La literariedad, lo que hace que una obra sea literaria, debe constituir el objetivo del análisis y el fundamento de la crítica. Y la literariedad se concreta en los procedimientos literarios (constituyentes fonéticos y léxicos, disposición de las palabras, construcciones semánticas, etc.) (Domínguez, 2009, p. 72). |
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Esta sensación de falta de profundidad en la crítica de la literatura mexicana contemporánea, que parece “alérgica al pensamiento crítico y al desacuerdo” (Beltrán, 2016), se hace latente en discusiones sostenidas abiertamente en la prensa donde se denuncia no sólo la superficialidad de las aproximaciones a la literatura como objeto de estudio, sino también un discurso beligerante hacia la crítica académica que ha ido perdiendo terreno frente al aplauso y la cortesanía; un síntoma claro de esto es que “la reseña literaria ha cedido sus espacios al “adelanto” editorial, esa curiosa forma de publicidad” (Beltrán, 2016). Lo que podría verse como un síntoma aislado se revela como la norma de la crítica literaria contemporánea “muchas veces impresionista, otras simplemente conservadora, y con bastante frecuencia es ambas cosas,” (Téllez, 2016, párr. 4). El campo literario mexicano, fundamentalmente anti-intelectual y conservador, trivializa las más de las veces los intentos por aproximarse a una crítica académica: “los escritores no quieren escribir reseñas o ensayos críticos porque no saben cómo” (párr. 4). El anti academicismo toma forma cabal en la sentencia de Jorge Téllez (2016) en “Stendhal en el parque” con la que responde a las flechas lanzadas por la crítica impresionista, por ejemplo, de Domínguez Michael (2016), que antes de plantearse leer las nuevas narrativas desde su propia apuesta estética, recurren a la comparación con los grandes clásicos, como Stendhal, para establecer un sistema de méritos y fracasos; cuestiona también la prerrogativa de Beltrán Félix que para hacer crítica pide “salir del cubículo y del salón de clases” (Beltrán, 2016). Ante este panorama, Téllez (2016) reivindica el trabajo de la crítica académica: “¿Saben dónde sí hay debate, crítica, polémica e ideas? En el salón de clases. ¿Saben quiénes son las personas que más usan las bibliotecas públicas? Los estudiantes universitarios que leen, discuten y critican ideas que luego cristalizan sí, en textos académicos.” (párr. 11). Esto no quiere decir que las producciones de la academia sean la crítica óptima, o el punto y aparte que finalmente definirá el cambio de ruta en los estudios literarios, pero sí, que la crítica gestada en las universidades salva un par de obstáculos que la crítica entre escritores quizá ni se plantea. El primero de los obstáculos salvados es que no está obligada a la cortesanía, libra la reverencia explícita o encubierta en otras palabras, en el mejor de los casos supera, como lo pide la preceptiva derrideana, la metafísica de la presencia; el segundo, que por lo menos fija un punto analítico o metodológico con un rigor mayor. Ambos saltos le permiten, al grado en que esto es posible en el ámbito de las artes, una mayor objetividad de la que puede alcanzar la crítica puramente impresionista. Dicho lo anterior, el presente trabajo se sitúa en las coordenadas no de la crítica literaria académica, entendida ésta como la valoración de los logros estéticos del texto literario, sino de un escalón más abajo: el de los estudios literarios. A través de una aproximación por medio de la mitocrítica se abordan los cuentos “El carcinoma de Siam” de Ignacio Padilla (2010), “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” de Vizania Amezcua (2004) y “Un buscador familiar” de Cecilia Eudave (2019), para dar cuenta de la vigencia de un sustrato mítico en estos tres narradores contemporáneos, nacidos Padilla y Eudave en 1968 y Amezcua en 1972. Se procede reconociendo los aspectos generales del mito o mitemas señalados por Durand, para después revisar los aspectos fundamentales que intervienen en la codificación del lenguaje mítico destacados por Jiménez Sánchez para la sintaxis del mito del fratricidio. Marco teórico-metodológico Esta continuidad en los contenidos míticos ha de verificarse por medio de la mitocrítica que toma un lugar en los estudios literarios como “una prolongación de las ‘nuevas críticas’ literarias y artísticas” (Durand, 1993, p 14). El método procede por medio de la identificación de los mitemas que “se sitúan en el corazón del mito” y es “la unidad míticamente significativa más pequeñas del discurso; este átomo mítico tiene una naturaleza estructural arquetípica, esquemática y su contenido puede ser indiferentemente un motivo, un tema, un decorado mítico, un emblema, una situación dramática” (p. 344). Durand (1993) extiende su interés hacia el mitoanálisis en el que intenta “entrever, detrás de los ejemplos concretos de la mitocrítica textual, el juego dinámico gracias al cual una agrupación humana vinculada por un destino cultural tramita sus temores y sus deseos, sus puntos de vista y sus visiones del mundo” (p. 250), el movimiento va de la obra al hombre y del hombre a la sociedad. De acuerdo con esto, el presente trabajo se sitúa en los límites de la mitocrítica, pues no se llega al mitoanálisis, ya que no se da a la tarea de la revisión de correlatos en el discurso social o histórico que puedan dar cuenta de la significación de la actualización de este contenido mítico. El mito del fratricidio |
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4 Y Abel trajo también de los a primogénitos de sus ovejas, y de su grosura. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su b ofrenda; |
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El 16 de abril de 1972 en una entrevista otorgada a Margarita García Flores, Revueltas dice: “Yo hubiera querido denominar a toda mi obra Los días terrenales. A excepción tal vez de los cuentos, toda mi novelística se podría agrupar bajo el denominador común de Los días terrenales” (Revueltas, 1972) ¿Es su novelística el relato de los días terrenales de Caín después de la expulsión? De su peregrinaje indigente por la tierra, cómplice suyo en el crimen de ocultar la muerte de su hermano ¿Es su odisea de los expulsados del Edén? Los motivos de Caín da pistas a este respecto: cuando Jack, el protagonista camina errante por las calles de Tijuana va sintiendo el escozor y la repulsión que le causa el roce con los otros y descubre en un momento delirante que todos los rostros son uno sólo y que “enmascaraban la secreta complicidad que los unía en el crimen inconcreto, no dicho por nadie, no confesado jamás que todos habían cometido, y del que sentían la triste necesidad de encubrirse los unos a los otros con su apacible y fraternal cinismo” (Revueltas, 1984, p. 19) Es páginas después que Jack asume el crimen cometido: |
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El presentimiento de un crimen abstracto y plural al que de pronto Jack se sintió mezclado sin remedio […] La turbia conciencia de ser un Caín que ha perdido la memoria, pero sabe con certeza absoluta que él es el asesino de su hermano, aunque ignore cuándo, cómo, dónde, en qué remota edad, o si en este mismo instante, fue cuando cometió el crimen. (p. 39). |
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En esta suerte de epifanía negativa, la revelación del rostro de Caín en el rostro del protagonista y de todos quienes lo rodean, Revueltas amplía el tú bíblico en el que Jehová interpela a Caín, a un nosotros y nos hace participes de la culpa de matar a nuestro hermano, cae entonces sobre todos los hombres “una acusación colectiva y aplastante sin que ninguno pudiera comprobar su inocencia” (p. 39). De esta forma, José Revueltas le da al fratricidio un carácter mítico diferente, no propio del fratricidio binario en el que el único responsable de la muerte de su hermano es Caín, lo dota de un carácter colectivo, pasa de ser el fratricidio original en sistema binario reducido, a un fratricidio de sistema amplio (Sánchez, 1987), estableciendo la culpabilidad de la humanidad entera. A la luz de este ejemplo, se verifica que Revueltas acude al mitema bíblico de Caín y Abel y propone nuevos significados mediante la actualización del sistema binario reducido dado en el mito original, en un sistema fratricida amplio. La codificación del lenguaje mítico fratricida El componente mínimo del lenguaje del mitema fratricidio requiere de la verificación de dos sintagmas en cualquier narración: el establecimiento de la fraternidad y el homicidio, de uno o más de los integrantes de esa fraternidad. En “El carcinoma de Siam” la fraternidad es reportada por el narrador omnisciente en tercera persona que se posiciona desde la perspectiva de Cástor; se informa que por veinte años ha estado “unido al abdomen de su hermano Pólux” (Padilla, 2010, p. 38); en “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” el narrador personaje en primera persona, Manuel Sarabia, establece la fraternidad al principio de la narración: “Puesto que Julio y yo -Manuel Sarabia- éramos hermanos gemelos, tan idénticos como cada uno de los lados que constituían y contenían la plaza” (Amezcua, 2004, p. 174) con especial énfasis en la igualdad y en la simetría entre hermanos: |
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La naturaleza, milagrosamente precisa mas no infalible, había querido que nuestro óvulo se dividiera, se duplicara de modo simétrico para que, en lugar del nacimiento de un solo niño, nacieran dos, sin saber con exactitud quién era la réplica de quién. (p. 174). |
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En “Un buscador familiar” la fraternidad tarda en revelarse por la temática “familia inventada” de la que se ocupa el cuento, narrado en tercera persona en solidaridad con la perspectiva de Adolfo, joven solitario cuya fantasiosa ocupación es crear el registro de verdad de una familia. Así, al final de la narración, buscando fotografías de juventud de su madre inventada se encuentra con el hijo biológico de ella y el narrador reporta que “ese jovencito bien pudo ser su hermano” (Eudave, 2019, p. 97). Según lo propuesto por Sánchez Jiménez (1987) en cuanto a la estructura del lenguaje mítico, el punto dos consiste en verificar “La caracterización o concreción de los personajes” (p. 241) y su traducción en un “desarrollo de elementos individualizadores y en una tendencia a la emisión de juicios morales de valor sobre éstos” (p. 241) que se logra “mediante el expediente de oposición a su contrario” (p. 241). Dicha diferenciación y concreción consiste en el germen de la posibilidad fratricida. En “El carcinoma de Siam” la caracterización y diferenciación de los hermanos siameses presenta mayor densidad no sólo por la extensión del cuento, sino porque, a diferencia de los otros dos, en él se fragua un asesinato premeditado. La identidad nominal de los gemelos siameses Cástor y Pólux es fijada por el deseo de la madre de estelarizarlos con los nombres de “unos gemelos míticos” (Padilla, 2010, p. 40) de la tradición grecorromana, cuya gemelitud tiene sólo resultados positivos, pero ahora “reiterados en mellizos monstruosos” (p. 40-41) más parecidos a esos “dos hermanos mellizos nacidos en Siam” (p. 42), esta oposición de gemelos míticos estelares / gemelos monstruosos de Siam da cuenta también del insistente afán de la madre de ver en sus hijos “una victoria de la fe sobre las advertencias de la lógica natural” (p. 41) contra el de Cástor que permanece “contemplativo, sarcástico o sencillamente resignado, […] pasivo espectador de la ansiedad de su hermano” (p. 44) y es éste precisamente el sintagma que verifica el germen diferenciador que devendrá en la muerte de su hermano Pólux. La elección moral que suscribe Sánchez Jiménez (1987) se verifica a cabalidad en el proceso de caracterización y diferenciación del que se ocupa el relato. Es en una riña que los hermanos descubren que “Cástor era el más fuerte” (p. 43). Los sintagmas que dan cuenta de la degradación moral de Cástor se presentan en contraste frente a la gradación moral de su hermano Pólux. Mientras Pólux “investigó y analizó hasta el cansancio la posibilidad de un día someterse a la riesgosa operación que podría separarlos” (, p. 44), Cástor “fue primero el pasivo espectador de la ansiedad de su hermano. Y poco después comenzó a sabotearlo” (p. 44); frente a la evidente supremacía física de su hermano, Pólux busca la diferencia en el cerebro, pues era “su única posible independencia” (Padilla, 2010, p. 45) después de la muerte de su madre, “Pólux se refugió más en los libros, estudió cuando pudo e incluso llegó a contar con una notable lucidez” (p. 45) mientras que Cástor “comprendió a cabalidad cuán cómodo era vivir unido a un hermano diligente” (p. 47). Así establecida la diferencia de caracteres, Pólux planea la separación, mientras que Cástor, parasitario y saboteador de los planes de su hermano, resuelve que “la muerte de uno acarrearía la del otro” (p. 48). En “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” la caracterización expone el caso de gemelos idénticos armónicos que, aunque no están unidos por un travesaño de carne en su costado, no pueden pensarse: “el centro de nada: ambos vivíamos y nos aceptábamos como idénticos lados de la misma existencia” (Amezcua, 2004, p. 174). El paralelismo no es sólo físico sino que se extiende hasta el gusto estético “No resultaba extraño entonces que compartiéramos gustos como el de recorrer las plazas únicamente por los márgenes o que ambos, dadas nuestras inclinaciones, decidiéramos estudiar en la misma Facultad de Letras” (p. 174) e incluso en la configuración psíquica de los hermanos, como en este fragmento: “me había leído el pensamiento, algo que en realidad no llegaba a extrañarme pues tan idénticos físicamente, algo cabría esperar también de nuestras formas de pensar” (p. 176). Manuel, protagonista narrador del cuento, no expone diferenciación alguna en la caracterización de su hermano y la suya propia, son en todo, idénticos, no divergen en apariencia, en físico, en calidad moral ni en pensamiento. Sánchez Jiménez (1987) dice, al respecto del estudio de los sistemas binarios y la gemelitud, que:
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Todo hermano se parece a otro, y en el caso de la gemelitud la semejanza se aproxima a la identidad, y ésta se relaciona con la identificación, con el equívoco posible. La dinámica que se genera entre gemelos, hermanos por extensión, es de oposición dentro de la identidad. (p. 244). |
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Finalmente, para concluir el apartado en lo referente a la caracterización y la diferenciación, en “Un buscador familiar” (Eudave, 2019) el proceso que dota de identidad a uno y otro hermano no depende de la amplitud de la prosopografía o de la etopeya de los personajes Adolfo y el jovencito; la diferenciación está en dependencia más bien de la aceptación del establecimiento de relaciones que Adolfo fija en su delirio como relaciones familiares. Así, se sabe de Adolfo que en su búsqueda de una familia “le gusta rodearse de parientes importantes, llenos de gracia, de ingenio, porque él quiere reconocerse así, sólo así” (Eudave, 2019, p. 90). Una vez que completa las fotografías de sus parientes lejanos, le surge un reto más grande: buscar a sus padres, sus abuelos, sus tíos, sus hermanos, sus familiares que tendrían que estar vivos y a los que “No puede ir al baratillo y comprarlos; ahí no están. Debe salir a la calle y buscarlos. Debe incluirse en las fotos” (p. 91). Melancólico, desesperado, triste, son algunos de los adjetivos que describen a Adolfo, al que no se le puede anteponer ningún juicio moral, pues la invitación del narrador es más bien a la simpatía debido a que se describe el impulso de soledad que lo lleva a hacerse de una familia imaginaria: “Ya no podrán decirle nada aquellos viejos compañeros de escuela, aquellas antiguas figuras que le dijeron que él no tenía a nadie” (p. 90). La fraternidad que establece con su hermano imaginado va acompañada de la única diferenciación, y es ésta la más sustancial de todas; este hermano no es su hermano biológico sino su hermano imaginario, la posibilidad de fraternidad nace precisamente de que el jovencito sí es hijo biológico de la madre imaginada y por extensión Adolfo reflexiona “sobre la posibilidad de incluirlo en su familia” (p. 97). Así, se verifica la diferenciación en que Adolfo es hijo imaginario y su hermano hijo biológico. Sánchez Jiménez (1987) establece tres modelos de estructuración formal para la resolución del fratricidio; el primero, según el número de individuos que integra cada uno de los polos de la dualidad: “sistemas amplios y reducidos. De manera que, el asesinato colectivo o linchamiento se sitúa entre los sistemas amplios” (Sánchez, 1987, p. 242), tal es el ejemplo arriba citado de la operación que logra Revueltas, al transformar un fratricidio reducido en uno amplio. El segundo, “según el grado de agrupación de los sistemas reducidos: compuestos (cuaternarios y terciarios) y simples (binarios)” (p. 242), y último “según la articulación con otros ciclos (por ejemplo, en forma de sagas, que se materializan como líneas diacrónicas a través de ciclos míticos diferentes: complejos y sencillos” (p. 242). Aunque clasifica de manera separada los sistemas amplios y reducidos, opta por una resolución siempre binaria, pues, desde su perspectiva “La oposición binaria tiene la magia de la simetría antitética; basta con que uno de los miembros del par resulte caracterizado para que el otro se determine en sentido contrario” (p. 242) y en los casos de fratricidio colectivo aún se mantiene la clasificación binaria, pues “la resolución se logra en base a dos núcleos, la víctima y la masa” (p. 242). En suma, las tres fraternidades, constituidas por Cástor y Pólux, Julio y Manuel, Adolfo y el jovencito, integran sistemas de hermandad reducidos binarios en los que la caracterización y la diferenciación, moral en el caso de “El carcinoma de Siam”, psíquica en “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” y biológica en “Un buscador familiar”, son el germen que devendrá en el deceso de alguno de los hermanos del par. Al haber recorrido las descripciones narrativas por medio de la revisión sintagmática que establece la fraternidad y que fija la caracterización y diferenciación entre hermanos, se procede finalmente a la verificación de los sintagmas que dan cuenta del fratricidio y que son el núcleo mítico, mitema en la narración que nos remite al sustrato mítico vigente en dichas narraciones. El mitema del fratricidio La noche que el intenso dolor en el vientre “anunciaba el estallido del hígado” (p. 49), el hospital ha conseguido sólo un donante y aunque tal vez lo lógico hubiera sido que Pólux sobreviviese por ser inocente, “el hígado llegó a tiempo para Cástor y tarde para Pólux” (p. 49), ya que no hubo tiempo para tomar la delicada decisión. Este hecho llevó a que Pólux muriera en la ambulancia. Incidental, si se quiere, con este final se verifica el fratricidio que en el plan se gesta como suicidio en el que, sin embargo, premia la supervivencia del más fuerte entendida esta desde la base biológica más elemental. En “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” la configuración mitemática del fratricidio está dada en la ya descrita cualidad de desplazamiento mediante la cual Julio verbaliza lo que un instante antes Manuel había pensado; se encuentran entonces en el “tugurio” jugando a las cartas con un gordo tramposo, Manuel comienza a sospechar la triquiñuela y decide “observar con mayor atención durante las siguientes manos” (Amezcua, 2004, p. 178), pues se da cuenta de que efectivamente el gordo está haciendo trampa y “En la sexta tirada estaba por decirle a Julio que nos retiráramos porque el gordo beodo era un tramposo cuando, un instante después y levantándose de la mesa bruscamente, Julio lo incriminó de forma no menos violenta” (p. 178). Sucede entonces que el gordo se levanta de su silla y “sin darnos tiempo para reaccionar, sacó un arma del costado, disparó sin más y Julio cayó al piso” (p. 178). Más tarde en la jefatura, llega por noticia de un gendarme la confirmación de la muerte de Julio. Si la narración dejase ahí la muerte de Julio, este cuento no tendría nada que hacer en un corpus sobre el fratricidio; es en la reflexión posterior de Manuel donde se verifica el fratricidio: “pensaba en la abrupta muerte de Julio, causada por uno de nuestros peculiares hábitos compartidos. P-e-c-u-l-i-a-r” (p. 178) y luego: “Si ese desplazamiento no hubiera ocurrido el muerto sería yo y no Julio” (p. 179). La toma de responsabilidad, hacia donde Manuel direcciona la culpa de la muerte de su hermano, es hacia esa cualidad de desplazamiento que es una característica que los constituye y los diferencia; el pensamiento que verbalizó Julio y que trajo su muerte es un pensamiento surgido de Manuel. No se busca ni se da una explicación a esta cualidad de desplazamiento, simplemente está, dada en el azar de ser hermanos gemelos. En “Un buscador familiar”, establecidas las relaciones familiares desde el impulso de la imaginación, Adolfo, en la búsqueda de la fotografía de su madre joven, se encuentra con su hermano imaginado “en ese estado de abandono, no se percató de que uno de los hijos llegó a la casa. Cuando estuvo frente a él, Adolfo lo tomó con fuerza y le ordenó que le dijera dónde estaban los álbumes” (Eudave, 2019, p. 97), que por su cualidad de imaginado no tiene conciencia de esta fraternidad y “Minutos después, el mismo muchacho regresaba con una pistola y le apuntaba directo al cuerpo” (p. 97). El joven advierte que ha llamado a la policía y es entonces que “Adolfo intentó quitarle la pistola y forcejearon un poco. Después se oyó un disparo sordo que encontró refugio en el cuerpo del adolescente. No podía creerlo, él había matado a su hermano. Porque en ese momento aceptó esa fraternidad” (p. 98). Un mayor acento en el mitema es colocado en la recurrencia a la idea de expulsión, cuando con la mirada cruel de su madre, Adolfo queda expulsado para siempre “de ese paraíso filial” (p. 98). Igual que en el caso de “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante”, para que se verifique el fratricidio, en este caso producto accidental del forcejeo por el arma, es necesario acceder al contenido de representación del personaje, que en “Donde la suma depende de la resta o el hallazgo de una propuesta faltante” es la auto imputación por el pensamiento de reclamar al tramposo y aquí, como se ha dicho ya con suficiencia, por aceptar las relaciones imaginadas que Adolfo se representa en su afecto y su conciencia como relaciones familiares. Conclusiones El contenido del mitema que los tres cuentos toman para su expresión del fratricidio es su situación dramática, muy cercana a la gramática básica de la tragedia: “llevar una situación amenazante hasta su límite extremo y hasta el momento en que el desastre ya no puede evitarse. Y […] volver una situación especialmente horrible al suponer en el origen un error en la persona” (De Romilly, 2011, p. 48). En el mito bíblico original, Caín y su envida son los culpables de la muerte de su hermano, en los tres cuentos analizados la culpa es del azar, de un extraño azar genético, accidental o de incomprensión de la voluntad divina: “Reclámale a Dios, o a nuestros padres” (Padilla, 2010, p. 48) contesta Cástor a los ruegos de su hermano para que dejase la bebida mientras “se aferraba a la vida, y él, a la muerte de ambos” (p. 49). En este punto, cabe preguntarse ¿Por qué pervive el sustrato mítico del fratricidio desde la conformación de las primeras civilizaciones hasta nuestros días? En el mitoanálisis general que Sánchez Jiménez (1987) hace del mitema fratricidio responde:
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La imagen simbólica del fratricidio condensa las circunstancias sociales idóneas para que salte la chispa de la violencia, con la ventaja que permite la expresión del lenguaje mítico, y esto porque la reducción binaria facilita al máximo la concreción de los caracteres individuales y se permite la oposición de lo semejante. (p. 246). |
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Como al final de todos los análisis estructurales, surgen preguntas que quedan por responder de las que el mitoanálisis tendrá que decir: ¿Qué es lo que Padilla, Amezcua y Eudave quieren decir tomando por referencia este mito universal? ¿Qué significa este resurgimiento del mito en el México de nuestros días? Es resurgimiento o ¿la historiografía literaria nos debe la secuencia de los géneros narrativo, dramático, lírico que, como lo atestigua a medio siglo Los motivos de Caín de José Revueltas (1984), no pierden el interés en el tema y lo reformulan una y otra vez? ¿Cuáles son esas circunstancias sociales violentas de las que habla Sánchez Jiménez? Queda aquí la gramática mítica, por medio de un trabajo mitocrítico, de la forma en que tres narradores contemporáneos acuden al mito y lo actualizan mediante la utilización de recursos similares, siendo el principal de estos el azar. Las puertas para el mitoanálisis en el contexto social de México están abiertas |
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Referencias Pavón, A. (2006). El novísimo cuento mexicano. En B. Mariscal (Ed.), Cuento que no has de beber (La ficción en México) (19-34). Universidad Autónoma Metropolitana, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Brigham Young University, Universidad Autónoma de Tlaxcala y University of California. Beltrán, G. (17 de febrero de 2016). Esto es lo que (no) hay: la literatura en el México del 2016. Horizontal. http://horizontal.mx/esto-es-lo-que-no-hay-la-literatura-en-el-mexico-del-2016/ Castañeda, J.C. (2008) Los Noventa: Los años Intempestivos. En M. Fernández Perera (Coord.), La Literatura Mexicana del Siglo XX (457-491). Fondo de Cultura Económica, CONACULTA y Universidad Veracruzana. De Romilly, J. (2011). La tragedia griega. Gredos. Domínguez, C. (2016). Novísimos. Una stendhaliana. El Universal. https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/articulo/christopher-dominguez-m/cultura/2016/02/24/novisimos-una-stendhaliana/ Domínguez, J. (2009). Teorías para un canón de la crítica literaria. Revista Signa, (18) 69-85. Durand, G. (1993). De la mitocrítica al mitoanálisis. Anthropos - UAM. Eudave, C. (2019). Un buscador familiar. En C. Eudave, Con la boca en la mano (89-98). Universidad de Guadalajara. Inzunza, M. (2004). Novísimos cuentos de la República Mexicana. Fondo Editorial Tierra Adentro. Padilla, I. (2010). El carcinoma de Siam. En I. Padilla, Los anacrónicos y otros cuentos (39-50). Fondo de Cultura Económica. Padilla, I. (2007). Si hace Boom es Crack. Umbriel.
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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