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ISSN: 1562-384X Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024 DOI: 10.32870/sincronia |
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Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades | ||||||||||||
La homosexualidad en los tiempos del heavy metal.Homosexuality in the times of heavy metal. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.10.24b | ||||||||||||
Cándida Elizabeth Vivero Marín Centro de Estudios de Género. Universidad de Guadalajara. (MÉXICO) CE: candida.vivero@academicos.udg.mx ![]() |
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Recepción: 20/02/2024 Revisión: 25/03/2024 Aprobación: 19/04/2024 | ||||||||||||
Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias: |
Resumen. Palabras clave: Homosexualidad. Masculinidad hegemónica. Hipermasculinidad. Narrativa mexicana. Abstract. Keywords: Homosexuality. Hegemonic masculinity. Hypermasculinity. Mexican narrative. |
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El mundo del heavy metal se encuentra asociado a la masculinidad hegemónica en tanto que representa la fuerza, la energía, la virilidad, la destreza, entre otros rasgos. En ese mundo cargado de sonidos estridentes y ropa oscura, la homosexualidad se presenta como una disrupción a la visión heteropatriarcal y heteronormada, en tanto que rompe con la figura del hombre macho conquistador de mujeres. La masculinidad a prueba Asimismo, pese a que existen posturas que señalan que la masculinidad asociada al metal es más bien alternativa en tanto que permite que sujetos considerados marginados se expresen en un mundo de sonidos estridentes, Silvia Martínez apunta a una hipermasculinidad como la imagen más típicamente asociada a la música heavy, puesto que se recrea por medio de la vestimenta (como se apuntó anteriormente) y las actitudes que reafirman “lo potente que soy” (2003, p. 111): |
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Un hombre rockero es considerado irreverente, atrevido, sexy, importante, pero si una mujer se une a este género, es vista de forma diferente tanto por la sociedad como por los mismos rockeros, debido a que sus características femeninas (feminidad) se contraponen a las características de masculinidad que los hombres y el rock comparten, por lo cual generalmente la mujer en el rock es discriminada y/o excluida y por lo mismo no tiene el éxito que tendría un rockero varón […]. (Valenzuela y Patiño, 2013, p. 48). |
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Así pues, si bien es verdad que la actitud contestataria y rebelde se opone al establishment social, llegando incluso a subvertirlo, también es verdad que, como señala García Martínez, Valenzuela y Patiño, en dicho universo las mujeres son excluidas o se encuentran muy poco representadas al grado tal que, si aparecen en el escenario del metal, su participación mayoritariamente hablando será cantando y muy pocas veces lo harán como músicas (ni qué decir de su participación como guitarristas). Por ello, aunque la masculinidad aludida no corresponde al del oficinista u hombre de negocios exitoso, sí se asocia a esa hipermasculinidad que, por momentos, pudiera rozar lo misógino: |
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[…] la misógina que exhibe el discurso heavy llega pocas veces a recrear actos o imágenes de abuso directo contra las mujeres. En estos casos no se sabe con precisión dónde está el límite entre la provocación explícita y dónde el reflejo implícito de una realidad social en la que se toleran discursos abiertamente machistas. (Martínez, 2003, p. 111). |
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La homosexualidad masculina en un mundo masculinista La historia narra, a través de una serie de testimonios y entrevistas, el reencuentro de una banda de heavy metal, afincada en la ciudad de Zapopan (en el Estado de Jalisco en México), tras varias décadas de su separación. Alberto Dávila, mejor conocido como Barry Dávila, es un hombre de alrededor de cuarenta años que viste una combinación de metalero de los años ochenta y vaquero, y quien se esfuerza por reunir a la vieja banda con el fin de revivir sus antiguos momentos de gloria. Así, tras más de veinte años, Barry busca a sus antiguos amigos y compañeros de esa aventura musical y logra despertar en ellos el sueño por reivindicar su pasado. Si bien es cierto que los demás integrantes de la banda, Yulián (Julián Ortega), el Mustaine (Luis Armando Ceballos) y el Gordo (en sustitución de Isaías, el baterista, quien murió joven), logran entusiasmarse con la idea, también es verdad que todos ellos no logran desprenderse de la edad que les trae achaques y frustraciones por no haber podido continuar con sus aspiraciones juveniles. En medio, pues, de esa cruda realidad, donde llevan una vida rutinaria, los integrantes de la banda se esfuerzan por recuperar la sensación de éxito que otrora disfrutaran pese a las desavenencias y “traiciones”, como las del Mustaine, que terminaron por deshacer el proyecto musical. La Armada Invencible, según el propio Ortuño, trata de reflejar esa nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue, de esa frustración por no haber logrado conseguir el sueño promisorio de la juventud: |
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[…] hay una suerte de melancolía, en tanto que los personajes se extrañan a sí mismos cuando eran jóvenes, pero no porque vivieran en un lugar maravilloso, sino porque añoran a quienes creían que podían ser personas distintas a las que son ahora. Tal vez porque en aquel momento todavía avizoraban ser capaces de hacer algo. Me parecía una idea muy fértil. (Ortuño en Cedillo, 2023, p. 5). |
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Cuando comenzamos a juntarnos con él, por recomendación de un amigo mío, Fidel Tovar, al que apodaban el Intestino, el Mustio tenía ideas muy distintas a las nuestras. Totalmente. […] Lo suyo, pues, era el glamour y no nuestro rollo machito y ruidoso. (Ortuño, 2022, p. 53). El Mustio lleva tiempo harto porque le gusta el rock, pero también los rockeros, par de güeyes. (p. 56) Le gustan los hombres, güey. El mustio es puto y está harto de esconderlo. (p. 57). |
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Barry sacudió el cuello, como quien recibe la enésima queja de un niño mal portado. Y eso qué, dijo. Yo lo sé perfecto. (p. 57). A m í me vale madre, de verdad, si el Mustaine es puto. Siempre me valió. Era un güey que tocaba la guitarra con güevos, pero eso era todo. (p. 182). |
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¿Crees que no lo noté mirándome y relamiéndose desde el día que fuimos a conocerlo a su casa? ¿Crees que no se me acercaba en los pinches mingitorios de los bares para darme una mirada de verga y se quedaba todo sonrojado, el pinche idiota? (p. 57). Y puedes usar lo que sea, pinche Mustaine, fuera del barman. […] El guitarrista, desde luego, no tardó en torcer la boca y mirarnos con desprecio. ¿Ese chavito? No, yo paso, dijo, estoy muy harto de los pinches desconocidos. (p. 178). |
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¿Y ese chacalón de dónde lo sacaron?, espetó, sin despeinarse, el Mustaine. Nos quedamos todos helados. Claro, no éramos pendejos, los tres sabíamos que chacal era la palabra con la que los putos denominaban a los hombres de aspecto peligroso y atractivo, pero que el Mustio profanara El Hangar con un lenguaje evidentemente ajeno a él nos excedía. (p. 177). |
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Así, sea por haber sido golpeado por Barry, sea por haber sido rechazado en el fondo por su diferencia, lo cierto es que el Mustaine les hace saber que no regresará a la banda y que el mundo de la música, en particular del metal, han dejado de ser prioridades en su vida. Ese rechazo, categórico y tajante, provoca una reacción de malestar al grado tal que el Gordo Aceves lo compara con otros metaleros homosexuales que, según su percepción, sí son “putos de verdad”: |
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Todos lo pensamos de golpe: Rob Halford, el cantante de Judas, era el gay más notorio del mundo del metal y el líder y símbolo de una de las principales bandas. Esos sí son putos de verdad, dijo el Gordo […]. (p. 183). |
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El Mustaine es catalogado, entonces, como un músico homosexual de “mentiras” no por la falta de pericia que, con el paso de los años, se puede hacer evidente, sino por rechazar la propuesta de revivir la banda. El rechazo del Mustaine refleja, pues, un malestar profundo sentido por el guitarrista en ese mundo masculino que no lo termina de aceptar y lo excluye, de maneras sutiles, del entorno: |
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Vine por curiosidad, para ver qué iban a decirme. Pero la verdad es que ni cuates éramos ¿o no? Tocamos juntos un rato y ya. A ti te vale madre lo que yo sea, y a mí me vale madres lo que seas tú. […] Sólo quise venir para decirte en la cara que ni madres, pendejo. Que nunca en mi vida vuelvo. Y que puedes irte a chingar a tu madre, machito de mierda. ¿Sí? Gracias. (p. 181). |
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La salida del Mustaine, enmarcada en un efecto dramático, a decir de Yulián, se corona con un guiño que refuerza de manera irónica la imagen de homosexual “peligroso” que en torno a él se han creado sus excompañeros y que, como señalamos líneas arriba, lo enmarcan en el estereotipo del homosexual promiscuo: |
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Mustaine se puso en pie, lentamente, dejándose ver más abotagado y rendido que nunca, hizo una reverencia para nadie en concreto, le sopló un beso al Depredador, que lo miraba aterrado en su barra, se dio la media vuelta y emprendió el camino a la escalera de caracol. (p. 181). |
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A manera de conclusión |
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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