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Sahagún, ejemplo de frustración: entre el entusiasmo y el pesimismo; o, Del pecadillo filosófico de tomar el Anáhuac por Nueva España. Sahagún, an example of frustration: between enthusiasm and pessimism; or, On the philosophical sin of mistaking Anahuac for New Spain. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxix.n88.5.25b | |||||||||
Eduardo Quintana Salazar Universidad de Guadalajara (MÉXICO) CE: eduardo.quintana@academicos.udg.mx ![]() |
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Recepción: 28/04/2025 Revisión: 19/05/2025 Aprobación: 12/06/2025 | ||||||||||
Resumen. Palabras clave: Pecadillo. Bagatela. Pecado filosófico. Doctrina del descubrimiento. Pesimismo. Frustración. Abstract. Keywords: Peccatillium. Bagatelle. Peccatum philosophicum. Doctrina of Discovery. Pessimism. |
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Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias: |
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Introducción
Desarrollo § ¿Por qué hablar de y desde el pecadillo filosófico o pecado filosófico en la presente exposición sobre un fray Bernardino de Sahagún frustrado? La respuesta se divide en dos: Primera, para solicitar a la comunidad de investigadores en estudios novohispanos y estudios precolombinos, su toma de consciencia de lo que significa e implica dicho “Pecadillo” como obstáculo para generar nuevas preguntas y caminos a la investigación; y, segunda, solicitar a los docentes en filosofía, sobre todo, a los que imparten los cursos de filosofía mexicana, historia de la filosofía en México, filosofía novohispana, filosofía precolombina y contemporánea de pueblos originarios, filosofía de la liberación, filosofía latinoamericana, y sus equivalentes a que tomen conciencia de lo que significa e implica ese pecadillo en las aulas de estudios filosóficos en México, Latinoamérica y el Caribe, como obstáculo para reformular las preguntas tradicionales que tratan sobre los filosofares de este continente y dar otro giro a dichos cursos, así como a sus propias interpretaciones abandonando el viejo hábito de situarse desde la perspectiva eurocéntrica de Europa occidental.[1] Nos hemos descuidado mucho, incluso distraído; por ello retomamos a Kant en la versión bilingüe alemán-español de Hacia la paz perpetua en que aparecen los términos de “pecadillo filosófico”, “pecado filosófico” o mejor dicho “ “peccatum philosphicum” [y] “peccatillum, bagatelle” ” (Kant, 2018, p.54) y de la que presentamos dos traducciones de lo que entiende por dichos términos: 1. En la versión bilingüe Leyva la traduce así: “considerar el devoramiento de un Estado pequeño como minucia fácilmente excusable si mediante ello un Estado mucho mayor se convierte en el supuestamente mayor y mejor del mundo” (Kant 2018, P. 54); y, 2. la traducción de Larroyo: “el “pecado filosófico”, o pecadillo de poca monta, que consiste en considerar como pequeñez fácilmente pequeño y débil para el mayor bien de la Humanidad” (Kant, 2018. p.54). Lo que hay común a ambas es que un Estado mayor absorbe, domina o somete a un Estado considerado pequeño, menor o débil; para provecho del mundo, de la humanidad. Como lo que hoy lo está viviendo Ucrania en las negociaciones de Estados Unidos —Trump— con Rusia, en el que primero pide que renuncie a ciertos territorios a favor de Rusia para concluir los acuerdos de paz, desventajosos de un Estado menor. Este es el gran y nuevo pecadillo filosófico de este cuarto de siglo que vivimos y que años atrás hizo tanto daño y ha hecho en estas tierras mexicanas —así como en otras regiones del mundo— por imitar ese modo de filosofar; ese pecadillo. No olvidar que la “europeización” de la filosofía ha hecho mucho daño en estos lares al rechazar las raíces profundas autóctonas que se siguen negando a incorporar al filosofar en estas tierras, por considerarlo indigno de... En cambio, hoy, hay filósofos alemanes que han trabajado sobre la filosofía de la India en los últimos años y refieren que el gran obstáculo para que se extienda el estudio de dicha filosofía tiene que ver con la europeización de la filosofía.[2] Contra ello, podemos partir de Copleston en Filosofías y culturas (1984) y hasta Baggini en Cómo piensa el mundo (2020) en busca de cambiar esa perspectiva del filosofar tradicional europeo en nuestras tierras, para que se incorpore y reconozcan otros modos de filosofar desarrolladas aquí y en otras regiones del planeta. La presente exposición se realizará dentro de la historia de la filosofía con una mirada mexicana que es una continuación de las reflexiones realizadas en los últimos cinco años en torno a los 500 años de la llegada del ejército de Cortés (1519) y la caída de la ciudad de Tenochtitlán (1521), como ejemplo del pecado filosófico que las naciones europeas justificaron para conquistar a otras naciones con pretexto de hacer un bien a la humanidad. No se olvida y se retoma aquí lo mencionado, en otro momento: “Después de muchos días y semanas de contemplación, meditación y reflexión por accidente llegó a mis manos un impreso del siglo XVI que empecé a devorar como un manjar de los dioses y que aún su digestión no me deja dormir y no lo creo que me deje por el resto de mi vida”. (Quintana, 2019, p. 35). Pero a ese impreso llegaron por casualidad o coincidencia, otros, y otros, y otros más que siguen sin dejar dormir, se retoman, leen, se indagan, se imagina, tratando de reproducir en la imaginación y mente lo que se narra, se expone, se revela, y que obliga a dar un giro radical, cual giro copernicano, a las explicaciones tradicionales o que aún se siguen defendiendo dogmáticamente sobre el supuesto descubrimiento —encubrimiento— y conquista de las tierras antípodas o nuevo mundo. Así, en estas reflexiones, pecado filosófico y pecadillo se usarán en el mismo sentido kantiano, pecado o justificación que hace que se siga pensando que hablar e indagar sobre asuntos de conquistas que no se consideren, aún hoy en día, por los que se sienten filósofos, como un asunto importantísimo para las reflexiones filosóficas como para incluirse en las mismas historias de la filosofía. Así, como en el caso de las mismas mujeres, se le sigue excluyendo en los contenidos y aportes filosóficos en las historias de la filosofía- Hay muchos otros pecados filosóficos o pecadillos que provocan ceguera en investigadores y docentes en filosofía, en distintas regiones del planeta, que con sus acciones ponen una venda a las diversas generaciones de estudiantes de filosofía que vienen con ojos abiertos, pero que se les cierra, se les venda, con el pretexto que esos no son asuntos filosóficos ni tiene ningún valor para filosofar sobre ellos. En el 2021, al recordar la caída de Tenochtitlán, fue una buena oportunidad para cuestionar ese “pecadillo” que ahora nombramos como un “pecado gigantesco” o “pecadillotote” que debemos desterrar de nuestras aulas filosóficas y abrir las puertas y ventanas no solo para defenderse de la Covid-19, sino para tirar las vendas que se tenían en los ojos para hablar de temas que por mucho tiempo se disculparon con pretexto de que era lo mejor para la Humanidad. A España, el resto de las naciones europeas le omitieron ese “pecadillo” porque también querían cometer sus propios “pecadillos”, esto es, sentían terribles ansias de conquistas de territorios en las Indias Orientales y Occidentales, que, de paso, justificaron, para llevar la Humanidad a esos conquistados. Eso es lo que pasó en las tierras del meso-Anáhuac, que de ser cierto lo dicho por O´Gorman: “parece que el nombre de Nueva España se originó en una observación de uno de los que formaron parte en la expedición encabezada por Juan de Grijalva (1511). Cortés adoptó el nombre, que recibió sanción oficial” (2014, p. 2), estas tierras fueron nombradas por los “pecadores” (conquistadores) como Nueva España, 10 años antes de la caída de la ciudad de Tenochtitlán, es decir, en 1511. Con ello es necesario que caiga ya el “mito del aventurero Cortés”, pues ya se venía planificando con muchísimo tiempo de anticipación la conquista (entonces…). Y si son verdaderas las palabras que Ángel María Garibay traduce del texto náhuatl de Sahagún: “Oídlo: He sabido, ha llegado a mi oído, que dizque aquellos mexicanos son muy fuertes, que son muy guerreros, que son muy tremendos” (2016, p. 742), ya tenía mucha información previa antes de su llegada a estas tierras; creemos que fue planeada mucho antes de su llegada en 1519 a Tenochtitlán. Y continua Sahagún: “Quiero ver, quiero admirar: ha corrido fama en Castilla de que dizque sois muy fuertes, muy gente de guerra” (2016, p. 743). ¿Acaso por eso quería ir hasta Tenochtitlán, para ver y admirar? En 2021, en España, los defensores de Hernán Cortés y de la corona española y, sobre todo, los grupos conservadores y de extrema derecha han echado pestes contra las formas en que se interpreta este momento histórico como una acción violenta española, y que se suele interpretar de dos perspectivas desde el siglo XVI: 1. desde la mirada española, la invasión, conquista y triunfo de Cortés a nombre del rey de España; y, 2. desde la caída de Tenochtitlán, la derrota del imperio mexica por el invasor español. Los primeros dicen que Cortés liberó a los pueblos indígenas del yugo mexica, esta problemática la abordaremos en otro momento y lugar. Que ese pleito vigente no distraiga de reflexionar desde el pecadillo filosófico. No olvidar que esos grupos conservadores defienden y justifican, sin nombrar la idea kantiana del pecadillo filosófico; que inconscientemente se sigue viendo como pequeñez fácilmente justificable que un Estado fuerte y poderoso conquiste a otro, pequeño y débil, para mayor bien de la humanidad; y del que conquista, por supuesto. Ese pecadillo hizo que llegaran misioneros con buena intención a lo que llamaron Nueva España, entre ellos el franciscano fray Bernardino de Sahagún, y que, según nosotros, viene con mucho entusiasmo ayudó a destruir elementos de la cultura sometida, y se sintió muy contento por los resultados obtenidos en el poco tiempo de iniciar la evangelización; pero años después se frustrará —según nosotros—, así que lo que conocemos como su Historia general de las cosas de la Nueva España incluye esa en su redacción esa frustración y vergüenza y, no tanto, una revaloración y rescate del pasado indiano, al inicio de ese trabajo, sino en años posteriores, cuando ve el fracaso y la necesidad de recuperar lo mejor de la antigua cultura. § Ahora corresponde presentar un ejemplo de fray Bernardino de Sahagún, como ejemplo de su frustración, entre el entusiasmo y el pesimismo; o, del “pecadillo” generado por tomar el Anáhuac como la Nueva España. En sus primeros años ataca y destruye todo lo considera que provocan ofensa a Dios y después de convivir con ellos más tiempo, elogiará a dichos habitantes diciendo que son hábiles para aprender y usar de la geometría, gramática, lógica, astrología y teología; que lo aprenden y enseñan como maestros. Pero la austeridad, violencia y ocupaciones continuas contra ellos, son consideradas como otras diez plagas que afectan a los habitantes del Anáhuac, al modo de los egipcios, y que de manera breve son, a decir de Motolinia (2014, pp. 15-21): 1. La viruela; 2. la muerte de muchos en la conquista de la Nueva España; 3. La gran hambruna después de la toma de la ciudad de México; 4. Estancieros y negros que pusieron para cobrar los tributos y entenderse de las granjas; 5. Grandes tributos y servicios que los indios hacían; 6. Las minas de oro; 7. Edificación de la gran Ciudad de México; 8. Los esclavos que se hicieron; 9. El servicio de las minas; 10. Las divisiones y bandos que hubo entre los españoles que estaban en México. Dichas plagas fueron como una especie de apocalipsis que padecieron y vivieron los habitantes de estas tierras; la vida de dichas personas empezó a cambiar, diríamos radicalmente, sí hacemos caso a las siguientes palabras de Sahagún:
Motolinia, también franciscano, lo expresa de manera dramática así: “Quedó tan destruida la tierra de las revueltas y plagas ya dichas que quedaron muchas casas yermas del todo, y en ninguna hubo donde no cupiese parte del dolor y llanto lo cual duró muchos años” (Motolinia, 2014, p. 23). Las palabras de fray Toribio Motolinía dan en la llaga del recuerdo del dolor y llanto de ese tiempo, al que se debe agregar la afirmación arriba expresada, años después de evangelizar en estas tierras hecha por Sahagún, como producto de su frustración, es decir, se cuestiona lo que ellos —los misioneros— y la corona española hicieron contra los habitantes del Anáhuac, el querer reducirlos a la manera de vivir de España;[4] incluido el Santo oficio, vicios y demás hábitos y costumbres. Esta acción de obligarles a vivir a la manera de España es otro “pecado o pecadillo filosófico” aun queriendo, de buena fe, el mejor bien para el conquistado en nombre la Humanidad y para la divinidad. El afán destructor impulsado por el celo religioso de conquistadores y de misioneros —entre ellos el primer Sahagún—, contribuyeron a la destrucción del pasado indígena en los libros, esculturas, templos, reubicación de ciudades, entre otros elementos, al buscar echar por tierra todas esas costumbres y manera de regir pagana; como consecuencia, se perdió la cultura moral y política de los pueblos originarios que tenía en su organización. Sahagún, en su período de entusiasmo reconoce que fue necesaria esa destrucción de todas las cosas idólatras y costumbres de esa república:
Pero años después, ya frustrado, cae en —fuerte— pesimismo al afirmar: Pero viendo ahora que esta manera de policía cría gente muy viciosa, de muy malas inclinaciones y muy malas obras, las cuales los hace a ellos odiosos a Dios y a los hombres, y aun los causan grandes enfermedades y breve vida será menester poner remedio. (Sahagún, 2016, p. 563). Es decir, fracasó ese intento de hace vivir a los habitantes del Anáhuac al modo de vivir de España. Se frustra Sahagún y muchos otros misioneros, al grado de decir, este franciscano que no se maravilla de la conducta autóctona: […] porque los españoles que en ella habitan, y mucho más los que en ella nacen, cobran (sic) estas malas inclinaciones; lo que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen españoles y en las condiciones no lo son; si no tiene mucho aviso, a pocos años andados de su llegada se hacen otros; y esto pienso que lo hace el clima, o las constelaciones de la tierra. (Sahagún, 2016. p. 563)
Todas las referencias anteriores, en voz de Bernardino de Sahagún expresan frustración y pesimismo, reconoce que sus acciones efectivas al principio, después de muchos años parece se van perdiendo, reconoce que está empeorando la situación por lo que él y su comunidad religiosa, empiezan a reflexionar profundamente para saber qué está pasando y qué se puede hacer al ver cómo se desmorona su trabajo, todo está dando en tierra. También se reconoce el cansancio y descuido de los frailes en su labor evangelizadora que junto con las malas conductas españolas en su afán de imponer sus costumbres que eran ajenas a los indígenas, llevó al fracaso su labor. Lo anterior, aceleró que los pueblos de naturales no obedecieran; se emborrachasen; al cantar lo que quisieren; y, a retornar a las viejas costumbres, con la apariencia de adorar al Dios cristiano y a los santos supuesta su nueva fe, adorando a sus antiguas deidades. Después de tantos años de trabajo en la educación en la fe católica descubren los religiosos que tiene pocas raíces y, además, las epidemias sirvieron para mostrar escases de sacerdotes dispuestos a ayudar. Esas y más cuestiones azotaron el interior de Sahagún por muchos años. Nuevamente se resalta la terrible frustración nacida del pesimismo de la propia conducta de los españoles, a pesar de justificar Sahagún la conducta de los españoles recién llegados al Anáhuac, culpando al clima o a las constelaciones, como más arriba se expuso. Se ignora, si esa frustración la vivió con humildad, pero creemos que sí la vivió con terrible frustración después del fracaso que representó el querer imponer a la fuerza los modos de vivir de España, incluidas las vivencias del cristianismo como lo hacían en aquellas tierras. Esa frustración pesimista de fracasar, de no funcionar el proyecto de la corona española, permiten identificar las consecuencias del “pecadillo” español; de la soberbia del conquistador que no reconoce ni acepta su “pecado filosófico”, que llevará a los mismos misioneros, entre ellos Sahagún, a reconocer que esto —que estaba haciendo— no servía y, la pregunta ahora es ¿Y ahora qué? Aquí sostenemos que la obra que tanto se elogia de Sahagún de recabar información y registrarla no nace de sus afanes de conocer las culturas del Anáhuac, sino que nace de esa sincera frustración que le lleva a afirmar y reconocer:
En esta referencia se expresa todo el doloroso sentir de Sahagún, su dolorosa humildad para reconocer que fracasó su obra, así también la misionera como la civilizatoria española, por parte de la Iglesia y la Monarquía. Aquí se da la verdadera derrota del pecadillo filosófico, de la ingenuidad soberbia, disfrazada de superioridad. Los representantes del Dios verdadero, de la Iglesia, del Papa, así como de la monarquía han fracasado; por ello se debe reconocer la fuerza emocional, existencial y espiritual de Sahagún, como religioso y como persona, cuando expresa: Es una gran vergüenza nuestra. Con dicha frustración, pesimismo —y ahora, vergüenza— de Sahagún; nos oponemos a Ángel María Garibay que en su proemio general a la obra de Bernardino de Sahagún, sostiene: “De su alma dan testimonio estos escritos en que se ve clara su ardiente caridad hacia los indios, su entusiasmo sin límites por las cosas de la antigüedad y su curiosa e insaciable comezón de saberlo todo y de explicarlo todo" (en Sahagún, 2016, p. 11), porque no vimos en su obra ese entusiasmos sin límite por cosas de la antigüedad, como lo cree y sostiene María Garibay. Si bien, Sahagún, pudo ayudar a los nativos de dichas tierras, pero no desde esa ardiente caridad dicha por Garibay, sino más bien, desde la gran vergüenza (humildad) que adquirió a la largo de su vida en dichas tierras. No se le cuestiona su caridad para con los indios a Sahagún, sino que resaltamos, desde el propio testimonio de su alma, al sentir tan gran vergüenza por el fracaso en su labor misionera y por la destrucción del pasado indiano en que también participó en su momento. Ese fracaso le lleva a ver más esperanza para la propagación del catolicismo en China que en estas tierras de la Nueva España y de otras regiones del Nuevo Mundo. Desde esa gran vergüenza debemos preguntarnos si ella le alcanzó para cuestionar la conquista militar, justificarla o no. Aquí entra el dilema interno del hombre Sahagún, antes que sacerdote y/o súbdito de la corona, como muchos misioneros lo hicieron, aunque no todos cuestionaron duramente esa acción bélica. Así, que, si son reales las siguientes palabras de Sahagún, entonces justificó las acciones de Hernán Cortés como una acción divina, justificando lo que después vendrá a ser la doctrina de la conquista —se será cuestionada más abajo—:
Este elogio inesperado o no muy conocido a H. Cortés, así como la acción divina a favor de la conquista por medio de diversos milagros, se puede interpretar en Sahagún —que no debe ser causa para demeritar toda su obra de indagación en la cultura de los antiguos mexicanos—, al igual que la justificación que hicieron de la guerra contra los moros como una especie de guerra santa contra los nativos, pues Dios estaba del lado del conquistador, del lado de la verdadera religión. Entre esos milagros, consideró la peste —que luego interpretará diferente, al lamentarse por las muertes que provocó en la Nueva España— que aconteció en el proceso de la conquista de Cortés, ya que sin esa acción divina no hubiesen ganado la guerra, así lo refiere:
Para su trabajo de investigación historia menciona: “la cual se escribió en tiempo que eran vivos los que se hallaron en la misma conquista, y ellos dieron esta relación, y personas principales y de buen juicio, y que se tiene por cierto que dijeron toda la verdad” (Sahagún, 2016, p. 699). Aquí debemos cuestionar que si a la palabra “conquista”[6] le damos un sentido militar, entonces Sahagún justificaría la destrucción de los naturales, acción que criticó duramente; aunque posiblemente la concibió, no en el sentido militar, sino como gran hazaña divina, en el sentido de que Dios realizó el prodigio de liberar a estas personas de la idolatría llevándoles la verdadera religión. Ya mostramos el elogio que hizo a H- Cortés, por la contribución que hizo al llevar el evangelio a esas tierras y que, en la gran epidemia, Dios obró a favor de los conquistadores. Entonces cómo entender a este franciscano, sus palabras nos pueden ayudar mejor:
Nuestro fraile, con las palabras anteriores, vemos que no justificó la violencia bélica contra los naturales, no quería ni aceptó su destrucción y trato tiránico contra los mismos, y que fue lo que vio todo el tiempo. Por eso se pone del lado de fray Bartolomé de las Casas y de los defensores indianos, de los cuales luego será partidario. Entonces esa gran vergüenza ¿incluye o no los elogios a la conquista de Cortés? ¿A Hernán Cortés? ¿Se arrepintió o no, de sus palabras o cómo interpretarlas ya que dice que Dios obró del lado del conquistador al mandar una epidemia en plena guerra de conquista? ¿Dios reveló este Nuevo Mundo para su destrucción o para su evangelización? ¿Acaso, Dios obra del lado del conquistador en las otras dos pandemias que vivió en esta Nueva España? ¿Era voluntad divina que con dichas pandemias murieran o no todos los naturales? ¿Cuál es la voluntad de Dios, que los naturales sean violentados y esclavizados o que sean libres? ¿Qué dice Dios ante el fracaso de querer convertir a los naturales al modo de vivir de los españoles? ¿Qué dice Dios sobre rescatar la sabiduría de los antiguos sabios para salvar a la Nueva España, es herejía o no? ¿Reconocer la sabiduría de los antiguos mexicanos va contra las Sagradas Escrituras y contra Dios o no? ¿Dios quiere la muerte del pecador o que se convierta? ¿Dios quiere la muerte de las naturales o que se conviertan? ¿y Dios está del lado de los naturales y no del lado de los conquistadores? ¿Si Dios es un Dios de la liberación como el pueblo judío esclavizado en Egipto, acaso Dios no quiere la misma liberación para las naturales: quiere que sean libres? La gran vergüenza de Sahagún, calaba muy hondo en su interior, al recordar toda su vida en estas tierras, a sus amigos y demás hermanos de la orden, recordando palabras que ahora, en este “su” momento existencial, eran grandes piedras atadas a su cuello, por el escándalo de palabras que conoció del Coloquio entre franciscanos y sabios aztecas, de parte de los antiguos sabios, a los que ahora reconocía la fuerza profética de esas palabras como se menciona en Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX (1992): “Y con admiración hemos oído las palabras del señor del mundo que por nuestro amor os ha acá enviado, y ansímismo nos habéis traído el libro de las celestiales y divinas palabras”. (p. 29). Y la advertencia que hicieron del peligro que iba a ocurrir si destruían sus antiguas leyes y costumbres, del gran desatino que ahora avergonzaba y frustraba a Sahagún. En los mismos Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX (1992) se menciona:
En efecto, fueron un gran desatino las acciones de los misioneros al destruir templos, casas reales, a esos dioses, costumbres y demás elementos; pues años después se cumplieron esas palabras indígenas que ayudó a demostrar el fracaso de querer hacerlos al modo español, al imponerles el modo de vida español. Reconoce Sahagún que por querer terminar con la idolatría, terminaron con las buenas costumbres antiguas, así que debieron de volver a tomar la defensa y recuperación de los antiguos sabios, aunque libres de idolatría, como ya lo veía venir en voz de indígenas y hermanos de orden, sobre todo de su amigo fray Alonso de Molina, que se expuso ante el mismo santo oficio por sus textos y su rebeldía ante las autoridades españolas al pedir a los indígenas que no obedecieran a otras autoridades religiosas y civiles, su rebeldía se vuelve abierta y retadora; y que conoció Sahagún de primera mano, y que es referida por Ascensión Hernández de León Portilla, en Molina:
La confrontación se hace más abierta después de esa vivencia de gran vergüenza que sentía en su interior, cuando retoma su trabajo, que ahora conocemos como la Historia general de las cosas de la Nueva España al afirmar:
Después lanza una dura y fuerte sentencia para que no crean a otros autores que escriben contra los antiguos sabios, se declara el gran intérprete de los antiguos sabios, intentando reparar el daño que hizo e hicieron los misioneres, así:
En palabras de los antiguos sabios podemos decir sobre Sahagún que: “Tiene los ojos puestos en ti” (Sahagún, 2016, p. 398), significa que “todo el pueblo tiene los ojos puestos en vos, como quien los ha de hacer mercedes y favorecer en todo” (Sahagún 2016, p. 398). La comunidad indígena decide confiar en él y su grupo de religiosos ante las muestras de lealtad y respeto así ellos. Ellos, los frailes, ya no les dieron la espalda. Esto lo reforzamos con la referencia catorce arriba mencionada donde sacerdotes de diversas órdenes religiosas, incluidos franciscanos, abandonan a los indios a su suerte, no importa el motivo, los abandonan, solo unos pocos como Sahagún y su grupo luchan a favor de ellos. Parece que hay gran división de intereses entre el mismo clero, reforzamos lo anterior con las palabras de fray Toribio Motolinia que se queja de algunos misioneros de todas las órdenes religiosas incluso su propia orden al decir que vienen a estas tierras a querer predicar solo a los españoles, se secan, dice, hasta que regresan a Castilla; y que las mismas comunidades indígenas les rechazan:
Al interior de la misma orden franciscana también hay divisiones y conflictos, como el que hubo entre Sahagún y su discípulo Antonio Valeriano (ver el punto once, más arriba) donde el fraile no está muy contento con él por las peregrinaciones que se realizan a la guadalupana, porque la considera sospechosa a la fe; y, en cambio, su discípulo Antonio Valeriano —destacado estudiante en el Colegio de Tlatelolco—, defiende esa devoción al escribir sobre las apariciones milagrosas de la guadalupana y que narra en el Nican Mopohua, que se publica hasta 1649, en que dice que Valeriano lo escribió entre 1555 y 1560. Ya lo decía Sahagún —más arriba— que los indígenas era pesados de regir y mal inclinados a aprender, por lo que los frailes se cansaban de ellos. Hay que preguntarse si Sahagún fue uno de los que se cansó de ellos, y que Valeriano fue uno de los que le cansó a él y a otros de sus profesores. Posiblemente ambos grupos —discípulos indígenas de un lado, y del otro los docentes religiosos— de protagonistas representados en sus personas —en Sahagún y Valeriano— ya tenían proyectos completamente distintos e incluso, irreconciliables —que debemos de indagar más sobre esto—. A pesar del antagonismo o conciliación artificial o real trabajaron juntos en el proyecto de Sahagún porque les beneficiaba a ambos grupos.[7] También, Sahagún, se niega aceptar, a pesar de su edad y cansancio, la profecía dicha por fray Bartolomé de las Casas, al que llama santo varón dominico, en la que refería que en sesenta años no quedará ningún indígena, al ritmo en que mueren. Esa gran vergüenza que sintió este franciscano lo hizo trabajar con gran ahínco por defender de su destrucción a los indígenas[8], ya más arriba referimos que Sahagún sabía de la destrucción de muchas lenguas y sabe que otras desaparecerían, junto con sus culturas y gentes, si no se hace nada contra ello:
Recordemos que nuestro fraile, cuando vivió la pandemia de 1576, tenía entre 74 y 75 años —según se acepte su fecha de nacimiento en 1499 o 1500— y que llegó a la Nueva España en 1529 junto con 19 compañeros, ocho años después de la caída del reino mexica. Estuvo en Tlalmanalco (1532); su primera estancia en Tlatelolco (1546); Xochimilco (1550); estuvo en Tepepulco; como visitador fue a la Provincia de Michoacán (1558); regresó a Tlatelolco (1560); pasó a San Francisco el Grande (1565); regresa a Tlatelolco (1572), donde vivió la pandemia de 1576; luego regresa a Tlalmanalco; y, regresa a Tlatelolco (1585), en que vivirá hasta su muerte (1590).[9] De las amistades —indígenas y españoles— Sahagún recibió una gran fuente de información, sin olvidar que dentro del grupo de indígenas estuvo Antonio Valeriano —a pesar de su confrontación— y del lado español destaca fray Alonso de Molina (1510-1579). Este franciscano, de origen español, llegó en 1523 a la ciudad de México siendo un niño, por lo que aprendió muy bien la lengua mexicana, y años después ingreso a la orden franciscana donde fue docente en Tlatelolco. Que, en 1555, publicó un vocabulario bilingüe, náhuatl-español: “Fue muy amigo de fray Bernardino de Sahagún e incluso laboraron juntos en el Colegio y en la redacción de algunos libros” (En Molina. 2018, p. 15). Otro compañero en Tlatelolco fue fray Ioan Baptista (1555-1613), guardián de Santiago Tlatelolco, que terminará publicando los Huehuetlatolli (México, 1600) al seguir los mismos caminos e inquietudes de Sahagún al repetir la importancia y petición de aprender de los sabios antiguos de estas tierras, de sus gobernantes, de su organización social; conocimientos que servirán de base ante la decadencia que vivía la Nueva España a finales del siglo XVI, en la que también recomendaba fuera útil para los mismos cristianos españoles porque dejaba mucho que desear la educación que había en sus casas, como se lamentaba Sahagún:
Ese afán de este franciscano de rescatar la buena educación de los antiguos mexicanos y que serían muy útiles a indígenas y españoles actuales. Ese se vuelve un clamor entre los religiosos de fines del siglo XVI. Por ejemplo, fray Pedro de Pila cuando autorizó la publicación de los Huehuetlatolli (1600) recordaba que eran pláticas antiguas de las buenas costumbre y crianza de los niños, mancebos y doncellas nobles de los naturales; el doctor Francisco de Loya elogiaba la publicación al referir que la obra se escribió con mucha erudición, con cosas nuevas importantes y necesarias, que no contradice a la religión cristiana, con la cual pueden ser enseñados los naturales en la cristiandad y virtud. Ioan Baptista consideraba que los Huehuetlatolli consideraban la importancia de la buena crianza y educación de los niños:
Entonces, ya se nota mucho más la diferencia entre los indios jóvenes y los antiguos, los primeros tienen una lengua bárbara y poca urbanidad, y los segundos una lengua elegante, mucha crianza, urbanidad, respeto y cortesía. Por la mencionada cita, se puede identificar que el último esfuerzo de Sahagún no se realizó, pero su grupo, lo lleva a cabo por varias vías, entre ellas el proyecto rescatar y publicar los Huehuetlatolli. Para Baptista no solo deben de ser dirigida esta obra a los naturales sino también a los españoles, como pedía Sahagún en su momento, al mencionar el autor del libro:
§ Finalmente terminamos cuestionando el pecadillo filosófico desde la actual renuncia de la iglesia católica —encabezada por el Papa Francisco— a la “doctrina del descubrimiento” con lo cual de desmarca definitivamente de dicha tradición y mentalidad, doctrina que hemos cuestionado desde hace más de veinticinco años por ser injusta y déspota, además de racista, clasicista y excluyente; y que otros autores ya habían cuestionado muchos años antes. Ese rechazo a la dicha doctrina se convirtió en un movimiento de contestación contra la vieja interpretación europea, a la que se le acusó de eurocéntrica, colonialista e insensible ante los actos de violencia cometidos contra el Nuevo mundo y resto del planeta. Y que en diversos medios se cuestionaba duramente a esa “doctrina”, incluidos documentos de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los pueblos Indígenas sin tener el respaldo oficial del papado, hasta que bajo el papado de Francisco, en El Vaticano se publica la Nota conjunta sobre la “Doctrina del descubrimiento” del Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con el Boletín Número 0238, el 30 de marzo de 2023 ( https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/03/30/0238/00515.html#es ) publicado en inglés, italiano, francés, español y portugués en la Sala Stampa Della Santa Sede; como la postura oficial de la iglesia católica. Al inicio del párrafo 6 dice: “La “doctrina del descubrimiento” no forma parte de la enseñanza de la iglesia católica”. (El Vaticano, 2023) Por lo que se infiere que todos los católicos en el mundo deben abandonar dicha doctrina, en caso de compartir afinidad a dicha doctrina, así como asumir una postura crítica en las escuelas y universidades católicas en el mundo. En el párrafo siete se detalla mejor la sentencia anterior:
En el párrafo tercero se reconoce que muchos cristinos cometieron excesos contra los indígenas por lo que los recientes Papas han pedido perdón, así: “Muchos cristianos han cometido actos de maldad contra las poblaciones indígenas, por los cuales los Papas recientes han pedido perdón en numerosos ocasiones” (El Vaticano, 2023). Y dando énfasis en el párrafo cuarto en que el Papa Francisco pide abandonar dicha doctrina, así como la mentalidad colonizadora:
En el sexto párrafo se cita al Papa Francisco exhortando a toda la comunidad católica planetaria a que nunca más se dejen contaminar por dicha doctrina que postula que una cultura es superior a otra —como vimos más arriba en la justificación del pecado filósofos o pecadillo filosófico— o que se coaccione a otros desde esa supuesta superioridad: “Que la comunidad cristiana no se deje contaminar nunca más por la idea de que existe una cultura superior a otras y que es legítimo usar medios de coacción contra los demás”. (El vaticano, 2023). Así que en el párrafo quinto es definitiva la postura de la iglesia contra la “doctrina del descubrimiento” —y que está muy vinculada al pecadillo filosófico que aquí expusimos más arriba—, la Iglesia decide escuchar a los pueblos indígenas y desde ahí decide afrontar la “doctrina del descubrimiento” así:
Así que, desde la nueva postura reciente de la Iglesia católica, si se abandona la “doctrina del descubrimiento”, ello obliga a quien la abandona a realizar una nueva reinterpretación de diversos acontecimientos desde 1492 a la actualidad con una mirada externa a Europa. Por lo que no podemos juzgar a los creyentes, religiosos y misioneros que vieron la acción de Dios en el descubrimiento —como es el caso presentado aquí de Sahagún— y justificación de la violencia a los nativos de las nuevas tierras por considerarlo obra de Dios; pero podemos destacar la conversión de conciencia desde las entrañas de su ser de los defensores de indios —como lo será después de su conversión Sahagún— al ver la terrible tiranía y violencia que provocaron los mismos cristianos en guerras injustas contra los habitantes del nuevo mundo. Ahora hay que mirar y reinterpretar los acontecimientos desde 1492 desde la filosofía de Cristo o pacifismo que hemos recuperado y expuesto —en otros lugares—; y que fue descalificada y oculta por los seguidores de la misma “doctrina del descubrimiento” con el pretexto de ser sospechosa a la fe, con pretexto de ser reformista y enemiga de la Iglesia romana. Conclusiones Con esto último nace la rebeldía de varios franciscanos, que la humanidad agradece y no solo le reconoce a Sahagún —sino a muchos más—, y que se redimieron, y redimen a una parte de España del pecadillo filosófico, al aprender desde la humanidad de los sabios naturales a construir una nueva Humanidad que, ahora —desde ahí—, se reflejará de manera abierta por la defensa de los naturales en las Indias Orientales y Occidentales. En esta frustración, pesimismo, vergüenza de Sahagún, y de cierto grupo franciscano, nacen las bases del indiano-humanismo-mexicano, que todavía se le suele llamar “humanismo novohispano o mexicano” de base criolla con eternos elogios a jesuitas y que ya es necesario repensar, redefinir y rediseñar de manera mucho más amplia y situándola varios años antes de la llegada de dichos jesuitas. Aquí hay que considerar y reconocer a Sahagún, entre otros, en rebeldía misionera contra la corona desde su reconocimiento e incorporación, a su labor misionera, de la sabiduría autóctona, de modo que los mismos religiosos se volverán portavoz de dicha sabiduría. Lo que debe llevarnos a reconocer ya sin miedo, la otra reforma del cristianismo -más allá de la gestada en Europa- de base híbrida indígena-cristiana —y con ella nace la teología indígena— también de siglo XVI, que cuestionará la Política, Derecho y Teología a la misma Europa conquistadora. Ya se estaban formando aquí, en estas disputas, las bases de la oposición a la “doctrina del descubrimiento” que la iglesia tardó más de quinientos años en rechazar abiertamente, como lo vimos más arriba. Nos falta aprender a abordar esta perspectiva, para eso debemos abandonar el pecadillo filosófico que legitimó y sigue legitimando la “doctrina del descubrimiento” y que tanto daño nos hace en México, en el continente y resto del mundo. Postulamos que la defensa del indio, de los naturales, no nace desde los misioneros españoles en las dos indias sino desde su experiencia e interacción con los mismos sabios naturales de lo que se vuelven voz en los misioneros —conversos a dicha sabiduría—, como ya referimos. Por lo que proponemos se reconozca el mérito de los sabios naturales callados por el pecadillo filosófico en el proceso cristiano-humanista-mexicano y base los actuales derechos humanos —con mirada indígena—, en la defensa del otro, y demás aportes humanistas que se suelen seguir reconociendo sólo como europeos y criollos de estas tierras. Ha llegado el momento, después del 500 Aniversario de la Caída de Tenochtitlán, de reconocer a los sabios naturales —y de todas las culturas sometidas—; nunca más acallados ni silenciados por el pecadillo filosófico ni por la “doctrina del descubrimiento” o encubrimiento, como la podemos renombrar. Invitamos al lectorado a asumir su pecadillo filosófico como acto de contrición para empezar a reconocer el gran aporte que los sabios naturales de Cem Anáhuac —así se nombraba desde estas tierras, a todo este continente— y del resto de las dos indias, oriental y occidental han dado a la humanidad, más allá de la defensa y dignidad de los derechos humanos. Una vez que se abandonen el pecadillo filosófico y la “doctrina del descubrimiento” de nuestro planeta surgirán nuevos caminos, nuevas preguntas, nuevas cuestiones que nos ayudarán a abrir nuevos horizontes porque ha llegado el momento de pensar el por qué los pueblos indígenas han salido al encuentro de la Europa pluri-intercultural —y ésta debe reconocer a sus propios pueblos indígenas— o sí es sólo un mero accidente en que se interactúa, pero sin darse un verdadero encuentro. Este encuentro lo podemos ver, no sólo en las teologías indígenas de este continente —de las que ya hemos abordado y que se publicará pronto un nuevo texto— cada vez más visibilizadas y reconocidas, no sólo por la Iglesia católica sino en nuevos y diversos foros con diversas temáticas y convivencias. Debemos repensar, que lo que se usa actualmente, para el caso de la India, lo expandamos a las que fueron nombradas, hace más de quinientos años, como las Indias orientales y occidentales, y terminar, entonces, con las palabras de Wilhelm Halbfass
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Referencias Baggini, J. (2020) Cómo piensa el mundo. Una historia global de la filosofía. Traducción Pablo Hermida. Paidós. Copleston, F.C. (1984) Filosofías y culturas. Traducción Beatriz Eugenia Beatriz Klein. FCE. México. El Vaticano. (30 de marzo de 2023) Nota conjunta sobre la “Doctrina del descubrimiento” del Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral Boletín Número 0238, ttps://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/03/30/0238/00515.html#es Halbfass, W. (2013) India y Europa. Ejercicio de entendimiento filosófico. Introducción Óscar Figueroa Castro. FCE, Sección obras de filosofía. Kant, I. (2018) Hacia la paz perpetua. Traducción, estudio preliminar, notas, índices y tablas Gustavo Leyva. FCE / UAM / UNAM. Biblioteca Immanuel Kant. Edición bilingüe Kant, I. (2013) Fundamentación de la Metafísica de las costumbres / Crítica de la razón Práctica / La paz perpetua. Estudio introductorio y análisis de obras de Francisco Larroyo. Editorial Porrúa, Col. Sepan cuantos #212. Motolinia, T. (2014) Historia de los Indios de la Nueva España. Estudio crítico, apéndice, notas e índice de Edmundo O´Gorman. Editorial Porrúa, Col. Sepan cuantos # 129. Molina, F.A. de. (2018) Arte de la lengua mexicana y castellana. Edición crítica, estudio introductorio, transliteración y notas Ascensión Hernández de León-Portilla. UNAM / ITESM/ Fideicomiso Felipe Teixidor. Facsímilares de lingüística y filología nahuas # 10. Quintana, E. (2019) Ni, tlamatiliz tlaçotla o motlamatiliztlaçoliztla piquiani, en Voces para la filosofía. Diálogos de la academia de filosofía contemporánea. (pp.33-45) Editorial UNACH. https://editorial.unach.mx/documentos/digitales/_libs/vocesparalafilosofia.pdf Sahagún, B. de. (2016) Historia general de las cosas de Nueva España. Introducción y notas Ángel María Garibay. Editorial Porrúa. Col. Sepan cuantos # 300. México. Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX. (1992) Selección, prólogo, notas, glosario y bibliografía Martín Lienhard. Biblioteca Ayacucho # 178
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NOTAS: [1] Dejar de referirse como una periferia de Europa occidental no necesariamente significa dejar de conocer o mencionar autores de dicha zona, sino que se pueden referir modos del filosofar más allá de la servidumbre tradicional. [2] En otro espacio se desarrollarán con más detalle el asunto de la europeización de la filosofía y su daño en el México actual. [3] El subrayado y negritas es nuestro; es para resaltar la importancia del asunto. [4] El despoblamiento indígena fue una manera de los españoles civiles y religiosos, de apropiarse legalmente de sus tierras, así que no descarta la idea de abandonarles a su suerte, a su muerte, para el agandalle. En otro momento hablaremos de ello. [5] Las negritas son nuestras para resaltar el sentir de Sahagún. [6] En otro texto y momento expondremos los múltiples sentidos de dicha palabra tan problemática cuando se utiliza en los momentos más dramáticos que acontecieron entre indígenas y españoles en lo que es México, pero deberá ser extendido a otras situaciones dramáticas en otras regiones del mundo pasado y actual. [7] Posiblemente el que concilió entre ambos debió ser fray Alonso de Molina. [8] ¿Será a este entusiasmo al que se refiere Ángel María Garibay? entonces estamos de acuerdo con él. [9] Ángel María Garibay menciona que Sahagún tiene muchos puntos obscuros, como los que identifica entre 1540-1550; y de 1572-1785. (En Sahagún. 2016, p. 10).
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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