Sahagún, ejemplo de frustración: entre el entusiasmo y el pesimismo; o, Del pecadillo filosófico de tomar el Anáhuac por Nueva España.

Sahagún, an example of frustration: between enthusiasm and pessimism; or, On the philosophical sin of mistaking Anahuac for New Spain.

 
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional DOI: 10.32870/sincronia.axxix.n88.5.25b  
  Eduardo Quintana Salazar
Universidad de Guadalajara
(MÉXICO)

CE: eduardo.quintana@academicos.udg.mx
https://orcid.org/0000-0003-4774-0826


       
            Recepción: 28/04/2025 Revisión: 19/05/2025 Aprobación: 12/06/2025  
         

Resumen.
En el presente texto de abordar varias problemáticas que invitan a la reflexión, como es el hablar del origen del pecado filosófico o pecadillo filosófico que los Estados europeos justificaron para dominar, conquistar o invadir a otros Estados que consideraban inferiores; después se expone el conflicto interno que vivió fray Bernardino de Sahagún, como ejemplo de frustración; y finalmente, se expone el rechazo actual de la Iglesia católica contra la “Doctrina del descubrimiento” al ponerse del lado de los pueblo indígenas, con lo que se abre un nuevo espacio para la reinterpretación de más de quinientos años del choque o encontronazo entre el nuevo mundo (pueblos indígenas de las indias occidentales) y el viejo mundo o Europa.

Palabras clave: Pecadillo. Bagatela. Pecado filosófico. Doctrina del descubrimiento. Pesimismo. Frustración.

Abstract.
This text addresses several issues that invite reflection, such as the origin of the philosophical sin, or "pecadillo philosophical" (a little philosophical sin) that European states justified by dominating, conquering, or invading other states they considered inferior. It then presents the internal conflict experienced by Friar Bernardino de Sahagún as an example of frustration. Finally, it presents the Catholic Church's current rejection of the "Doctrine of Discovery" by siding with indigenous peoples, thereby opening a new space for reinterpreting more than five hundred years of the clash or confrontation between the New World (indigenous peoples of the West Indies) and the Old World or Europe.

Keywords: Peccatillium. Bagatelle. Peccatum philosophicum. Doctrina of Discovery. Pessimism.

 
 

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Quintana, 2025, p. __)

En lista de referencias:
Quintana, E. (2025). Sahagún, ejemplo de frustración: entre el entusiasmo y el pesimismo; o, Del pecadillo filosófico de tomar el Anáhuac por Nueva España. Revista Sincronía. XXIX(88). 79-111 DOI: 0.32870/sincronia.axxix.n88.5.25b

   
 
 

Introducción
A continuación, se expondrá una breve reflexión en torno al pecado filosófico o pecadillo, como lo nombra Kant, como una justificación entre naciones poderosas para conquistar a la que llaman nación débil como beneficio para la Humanidad, eso es lo mismo que hizo España con el silencio cómplice del resto de las naciones europeas, que también tenían la intención de tomar una parte para sí, de las Indias Orientales y Occidentales. Pero España en asuntos religiosos no sólo estaba dividida por musulmanes y judíos, sino también entre religiosos cristianos, por ejemplo, unos defendían la autoridad monárquica y otros estaban contra la misma. Los primeros justificarán el pecado filosófico; los segundos, denunciarán dicho pecado, a su modo. Para evitar ese conflicto entre cristianos, la corona asumirá el deseo de cristianizar a sus nuevos súbditos siguiendo lo realizado con musulmanes y judíos en tierras ibéricas. Con ese ideal llevarán misioneros a las tierras renombradas como Nueva España, para defender su derecho ante Europa, entre ellos llega fray Bernardino de Sahagún, que en sus primeros veinte años derrocha entusiasmo, pero años después cae en un terrible pesimismo, producto de su frustración evangelizadora al ver la decadencia en que vivían la nueva sociedad naciente a raíz de la caída de Tenochtitlán. Las conductas de los indígenas degeneran, principalmente en borracheras y, los españoles, venían de su patria; ambos tienen conductas dudosas morales y religiosas. Hay que hacer algo, los misioneros cuestionan, y como reacción a la misma frustración empezará su labor Sahagún —que hasta hoy se sigue elogiando—, de conocer y escribir, lo que hoy se conoce como la Historia general de las cosas de Nueva España; escrito realizado a petición de su superior, fray Francisco Toral, y que por santa obediencia realiza:

[…] a mí me fue mandado por santa obediencia de mi prelado mayor, que escribiese en lengua mexicana lo que me pareciese ser útil para la doctrina, cultura y manutencia de la cristiandad de estos naturales de esta Nueva España, y para ayuda de los obreros y ministros que los doctrinan. Recibido este mandamiento, hice en lengua castellana una minuta o memoria de todas las materias de que había de tratar, que fue lo que está escrito en los doce libros, y la apostilla y cánticos. (Sahagún, 2016, p.71)

Desarrollo
El trabajo se divide en tres partes: sobre la noción de pecadillo filosófico o pecado filosófico; Bernardino de Sahagún como ejemplo frustración, entre el entusiasmo y el pesimismo; y, finalmente, sobre la doctrina del descubrimiento. Posteriormente sigue una conclusión. Lo cual ayudará, hoy en día, a desmarcarse definitivamente de la “doctrina del descubrimiento” o encubrimiento, que dejó de lado, ocultó o menosprecio conocimientos, cultura y existencias de dichas personas y a lo largo del tiempo y hasta el presente.

§

¿Por qué hablar de y desde el pecadillo filosófico o pecado filosófico en la presente exposición sobre un fray Bernardino de Sahagún frustrado? La respuesta se divide en dos: Primera, para solicitar a la comunidad de investigadores en estudios novohispanos y estudios precolombinos, su toma de consciencia de lo que significa e implica dicho “Pecadillo” como obstáculo para generar nuevas preguntas y caminos a la investigación; y, segunda, solicitar a los docentes en filosofía, sobre todo, a los que imparten los cursos de filosofía mexicana, historia de la filosofía en México, filosofía novohispana, filosofía precolombina y contemporánea de pueblos originarios, filosofía de la liberación, filosofía latinoamericana, y sus equivalentes a que tomen conciencia de lo que significa e implica ese pecadillo en las aulas de estudios filosóficos en México, Latinoamérica y el Caribe, como obstáculo para reformular las preguntas tradicionales que tratan sobre los filosofares de este continente y dar otro giro a dichos cursos, así como a sus propias interpretaciones abandonando el viejo hábito de situarse desde la perspectiva eurocéntrica de Europa occidental.[1]

Nos hemos descuidado mucho, incluso distraído; por ello retomamos a Kant en la versión bilingüe alemán-español de Hacia la paz perpetua en que aparecen los términos de “pecadillo filosófico”, “pecado filosófico” o mejor dicho “ “peccatum philosphicum” [y] “peccatillum, bagatelle” ” (Kant, 2018, p.54) y de la que presentamos dos traducciones de lo que entiende por dichos términos: 1. En la versión bilingüe Leyva la traduce así: “considerar el devoramiento de un Estado pequeño como minucia fácilmente excusable si mediante ello un Estado mucho mayor se convierte en el supuestamente mayor y mejor del mundo” (Kant 2018, P. 54); y, 2. la traducción de Larroyo: “el “pecado filosófico”, o pecadillo de poca monta, que consiste en considerar como pequeñez fácilmente pequeño y débil para el mayor bien de la Humanidad” (Kant, 2018. p.54). Lo que hay común a ambas es que un Estado mayor absorbe, domina o somete a un Estado considerado pequeño, menor o débil; para provecho del mundo, de la humanidad. Como lo que hoy lo está viviendo Ucrania en las negociaciones de Estados Unidos —Trump— con Rusia, en el que primero pide que renuncie a ciertos territorios a favor de Rusia para concluir los acuerdos de paz, desventajosos de un Estado menor. Este es el gran y nuevo pecadillo filosófico de este cuarto de siglo que vivimos y que años atrás hizo tanto daño y ha hecho en estas tierras mexicanas —así como en otras regiones del mundo— por imitar ese modo de filosofar; ese pecadillo.

No olvidar que la “europeización” de la filosofía ha hecho mucho daño en estos lares al rechazar las raíces profundas autóctonas que se siguen negando a incorporar al filosofar en estas tierras, por considerarlo indigno de... En cambio, hoy, hay filósofos alemanes que han trabajado sobre la filosofía de la India en los últimos años y refieren que el gran obstáculo para que se extienda el estudio de dicha filosofía tiene que ver con la europeización de la filosofía.[2] Contra ello, podemos partir de Copleston en Filosofías y culturas (1984) y hasta Baggini en Cómo piensa el mundo (2020) en busca de  cambiar esa perspectiva del filosofar tradicional europeo en nuestras tierras, para que se incorpore y reconozcan otros modos de filosofar desarrolladas aquí y en otras regiones del planeta. La presente exposición se realizará dentro de la historia de la filosofía con una mirada mexicana que es una continuación de las reflexiones realizadas en los últimos cinco años en torno a los 500 años de la llegada del ejército de Cortés (1519) y la caída de la ciudad de Tenochtitlán (1521), como ejemplo del pecado filosófico que las naciones europeas justificaron para conquistar a otras naciones con pretexto de hacer un bien a la humanidad. No se olvida y se retoma aquí lo mencionado, en otro momento: “Después de muchos días y semanas de contemplación, meditación y reflexión por accidente llegó a mis manos un impreso del siglo XVI que empecé a devorar como un manjar de los dioses y que aún su digestión no me deja dormir y no lo creo que me deje por el resto de mi vida”. (Quintana, 2019, p. 35). Pero a ese impreso llegaron por casualidad o coincidencia, otros, y otros, y otros más que siguen sin dejar dormir, se retoman, leen, se indagan, se imagina, tratando de reproducir en la imaginación y mente lo que se narra, se expone, se revela, y que obliga a dar un giro radical, cual giro copernicano, a las explicaciones tradicionales o que aún se siguen defendiendo dogmáticamente sobre el supuesto descubrimiento —encubrimiento— y conquista de las tierras antípodas o nuevo mundo.

Así, en estas reflexiones, pecado filosófico y pecadillo se usarán en el mismo sentido kantiano, pecado o justificación que hace que se siga pensando que hablar e indagar sobre asuntos de conquistas que no se consideren, aún hoy en día, por los que se sienten filósofos, como un asunto importantísimo para las reflexiones filosóficas como para incluirse en las mismas historias de la filosofía. Así, como en el caso de las mismas mujeres, se le sigue excluyendo en los contenidos y aportes filosóficos en las historias de la filosofía- Hay muchos otros pecados filosóficos o pecadillos que provocan ceguera en investigadores y docentes en filosofía, en distintas regiones del planeta, que con sus acciones ponen una venda a las diversas generaciones de estudiantes de filosofía que vienen con ojos abiertos, pero que se les cierra, se les venda, con el pretexto que esos no son asuntos filosóficos ni tiene ningún valor para filosofar sobre ellos. En el 2021, al recordar la caída de Tenochtitlán, fue una buena oportunidad para cuestionar ese “pecadillo” que ahora nombramos como un “pecado gigantesco” o “pecadillotote” que debemos desterrar de nuestras aulas filosóficas y abrir las puertas y ventanas no solo para defenderse de la Covid-19, sino para tirar las vendas que se tenían en los ojos para hablar de temas que por mucho tiempo se disculparon con pretexto de que era lo mejor para la Humanidad.

A España, el resto de las naciones europeas le omitieron ese “pecadillo” porque también querían cometer sus propios “pecadillos”, esto es, sentían terribles ansias de conquistas de territorios en las Indias Orientales y Occidentales, que, de paso, justificaron, para llevar la Humanidad a esos conquistados. Eso es lo que pasó en las tierras del meso-Anáhuac, que de ser cierto lo dicho por O´Gorman: “parece que el nombre de Nueva España se originó en una observación de uno de los que formaron parte en la expedición encabezada por Juan de Grijalva (1511). Cortés adoptó el nombre, que recibió sanción oficial” (2014, p. 2), estas tierras fueron nombradas por los “pecadores” (conquistadores) como Nueva España, 10 años antes de la caída de la ciudad de Tenochtitlán, es decir, en 1511. Con ello es necesario que caiga ya el “mito del aventurero Cortés”, pues ya se venía planificando con muchísimo tiempo de anticipación la conquista (entonces…). Y si son verdaderas las palabras que Ángel María Garibay traduce del texto náhuatl de Sahagún: “Oídlo: He sabido, ha llegado a mi oído, que dizque aquellos mexicanos son muy fuertes, que son muy guerreros, que son muy tremendos” (2016, p. 742), ya tenía mucha información previa antes de su llegada a estas tierras; creemos que fue planeada mucho antes de su llegada en 1519 a Tenochtitlán. Y continua Sahagún: “Quiero ver, quiero admirar: ha corrido fama en Castilla de que dizque sois muy fuertes, muy gente de guerra” (2016, p. 743). ¿Acaso por eso quería ir hasta Tenochtitlán, para ver y admirar?

En 2021, en España, los defensores de Hernán Cortés y de la corona española y, sobre todo, los grupos conservadores y de extrema derecha han echado pestes contra las formas en que se interpreta este momento histórico como una acción violenta española, y que se suele interpretar de dos perspectivas desde el siglo XVI: 1. desde la mirada española, la invasión, conquista y triunfo de Cortés a nombre del rey de España; y, 2. desde la caída de Tenochtitlán, la derrota del imperio mexica por el invasor español. Los primeros dicen que Cortés liberó a los pueblos indígenas del yugo mexica, esta problemática la abordaremos en otro momento y lugar. Que ese pleito vigente no distraiga de reflexionar desde el pecadillo filosófico. No olvidar que esos grupos conservadores defienden y justifican, sin nombrar la idea kantiana del pecadillo filosófico; que inconscientemente se sigue viendo como pequeñez fácilmente justificable que un Estado fuerte y poderoso conquiste a otro, pequeño y débil, para mayor bien de la humanidad; y del que conquista, por supuesto. Ese pecadillo hizo que llegaran misioneros con buena intención a lo que llamaron Nueva España, entre ellos el franciscano fray Bernardino de Sahagún, y que, según nosotros, viene con mucho entusiasmo ayudó a destruir elementos de la cultura sometida, y se sintió muy contento por los resultados obtenidos en el poco tiempo de iniciar la evangelización; pero años después se frustrará —según nosotros—, así que lo que conocemos como su Historia general de las cosas de la Nueva España incluye esa en su redacción esa frustración y vergüenza y, no tanto, una revaloración y rescate del pasado indiano, al inicio de ese trabajo, sino en años posteriores, cuando ve el fracaso y la necesidad de recuperar lo mejor de la antigua cultura.

§

Ahora corresponde presentar un ejemplo de fray Bernardino de Sahagún, como ejemplo de su frustración, entre el entusiasmo y el pesimismo; o, del “pecadillo” generado por tomar el Anáhuac como la Nueva España. En sus primeros años ataca y destruye todo lo considera que provocan ofensa a Dios y después de convivir con ellos más tiempo, elogiará a dichos habitantes diciendo que son hábiles para aprender y usar de la geometría, gramática, lógica, astrología y teología; que lo aprenden y enseñan como maestros. Pero la austeridad, violencia y ocupaciones continuas contra ellos, son consideradas como otras diez plagas que afectan a los habitantes del Anáhuac, al modo de los egipcios, y que de manera breve son, a decir de Motolinia (2014, pp. 15-21): 1. La viruela; 2. la muerte de muchos en la conquista de la Nueva España; 3. La gran hambruna después de la toma de la ciudad de México; 4. Estancieros y negros que pusieron para cobrar los tributos y entenderse de las granjas; 5. Grandes tributos y servicios que los indios hacían; 6. Las minas de oro; 7. Edificación de la gran Ciudad de México; 8. Los esclavos que se hicieron; 9. El servicio de las minas; 10. Las divisiones y bandos que hubo entre los españoles que estaban en México.

Dichas plagas fueron como una especie de apocalipsis que padecieron y vivieron los habitantes de estas tierras; la vida de dichas personas empezó a cambiar, diríamos radicalmente, sí hacemos caso a las siguientes palabras de Sahagún: 

[…] esto cesó por la venida de los españoles, y porque ellos derrocaron y echaron por tierra todas las costumbres y maneras de regir que tenían estos naturales, y quisieron reducirlos a la manera de vivir de España, así en las cosas divinas como en las humanas teniendo entendido que eran idólatras y bárbaros perdióse todo regimiento que tenían. (2016, p. 562.)

Motolinia, también franciscano, lo expresa de manera dramática así: “Quedó tan destruida la tierra de las revueltas y plagas ya dichas que quedaron muchas casas yermas del todo, y en ninguna hubo donde no cupiese parte del dolor y llanto lo cual duró muchos años” (Motolinia, 2014, p. 23). Las palabras de fray Toribio Motolinía dan en la llaga del recuerdo del dolor y llanto de ese tiempo, al que se debe agregar la afirmación arriba expresada, años después de evangelizar en estas tierras hecha por Sahagún, como producto de su frustración, es decir, se cuestiona lo que ellos —los misioneros— y la corona española hicieron contra los habitantes del Anáhuac, el querer reducirlos a la manera de vivir de España;[4] incluido el Santo oficio, vicios y demás hábitos y costumbres. Esta acción de obligarles a vivir a la manera de España es otro “pecado o pecadillo filosófico” aun queriendo, de buena fe, el mejor bien para el conquistado en nombre la Humanidad y para la divinidad. El afán destructor impulsado por el celo religioso de conquistadores y de misioneros —entre ellos el primer Sahagún—, contribuyeron a la destrucción del pasado indígena en los libros, esculturas, templos, reubicación de ciudades, entre otros elementos, al buscar echar por tierra todas esas costumbres y manera de regir pagana; como consecuencia, se perdió la cultura moral y política de los pueblos originarios que tenía en su organización. Sahagún, en su período de entusiasmo reconoce que fue necesaria esa destrucción de todas las cosas idólatras y costumbres de esa república:

Necesario fue destruir todas las cosas idólatras, y todos los edificios idolátricos, y aun las costumbres de la república que estaban mezcladas con ritos de idolatría y acompañadas con ceremonias idolátricas, lo cual había en todas las costumbres que tenía la república con que se regía, y por esta causa fue necesario desbaratarlo todo y ponerles en otra manera de policía, que no tuviese ningún resabio de cosas idolátricas. (Sahagún, 2016, pp. 562-563)

Pero años después, ya frustrado, cae en —fuerte— pesimismo al afirmar:

Pero viendo ahora que esta manera de policía cría gente muy viciosa, de muy malas inclinaciones y muy malas obras, las cuales los hace a ellos odiosos a Dios y a los hombres, y aun los causan grandes enfermedades y breve vida será menester poner remedio. (Sahagún, 2016, p. 563).

Es decir, fracasó ese intento de hace vivir a los habitantes del Anáhuac al modo de vivir de España. Se frustra Sahagún y muchos otros misioneros, al grado de decir, este franciscano que no se maravilla de la conducta autóctona:

[…] porque los españoles que en ella habitan, y mucho más los que en ella nacen, cobran (sic) estas malas inclinaciones; lo que en ella nacen, muy al propio de los indios, en el aspecto parecen españoles y en las condiciones no lo son; si no tiene mucho aviso, a pocos años andados de su llegada se hacen otros; y esto pienso que lo hace el clima, o las constelaciones de la tierra. (Sahagún, 2016. p. 563)

No olvidar que entre los mismos religiosos hubo quienes cambiaron su conducta y voluntad, llegaron con buena voluntad, que decayó y transformó, así que también entran en la justificación del cambio de su conducta por la influencia de las constelaciones —astros— o el clima de esta tierra llevaba a mala conducta. Por ello, a continuación, presentaremos en cascada más datos que permiten identificar el pesimismo y frustración de Sahagún, y que hay que aplicar a franciscanos y también a otras órdenes religiosas —con excepciones—, pues sienten que después de tantos años de esfuerzo ven retrocesos en su labor:

  1. Sahagún reconoce que ni a los que se educan en las escuelas se les puede sujetar ni aprenden lo que se les enseña porque sus nuevos métodos no son como lo que se usaban antes, por ejemplo:

    Ya tampoco nosotros no nos podemos apoderar con los que se creían en las escuelas, porque como no tienen aquel temor y sujeción que antiguamente tenían, ni los criamos con aquel rigor y austeridad que se criaban en tiempo de su idolatría, no se sujetan ni se enseñan, ni toman lo que les enseñan, como si estuvieran en aquella empresa pasada de los viejos antiguos. (Sahagún, 2016, p. 564)

  2. El esfuerzo por la enseñanza de la niñez se va relajado, reconoce Sahagún, porque no hay quién enseñe a leer, escribir, cantar o música:

    Pero como se ha venido relajando de poco en poco estos ejercicios y entre ellos casi no hay quien tenga orgullo e industria para por sí enseñar estas cosas, si nosotros mismos no entendemos de ellas, no hay en las escuelas de nuestras casas quien a derechas enseñe a leer y escribir, ni cantar, ni a las otras cosas de música, casi todo se va cayendo. (Sahagún, 2016, p. 564)

  3. Pudiera decir Sahagún, nos engañaron o podemos decir que los mismos religiosos se autoengañaron, no quisieron ver, o no entendieron, sino hasta después que, aunque aceptaron el bautizo y se hicieron siervos de Dios, no abandonaron sus costumbres. Reconoce Sahagún que fue falsísima esa conversión y reconoce que es imposible de remediar lo que percibe:

    […] pero duró poco, porque ellos hicieron entender a los más religiosos, que toda la idolatría, con todas sus ceremonias y ritos, estaba ya olvidada y abandonada que no había para que tener este recatamiento, pues que todos eran bautizados y siervos del verdadero Dios; y esto fue falsísimo, como después acá lo hemos visto tan claro, que ni aun ahora cesa de haber muchas heces de idolatría y de borrachería, y de muchas malas costumbres, lo cual se hubiera mucho remediado si aquel negocio fuera adelante como se comenzó. Y si así fue en pocas partes, fuera de todos, y perseverara hasta ahora, ya casi está imposibilitado de remediarse. (Sahagún, 2016, p. 565)

  4. Este franciscano, después de tantos años de esfuerzo evangelizador reconoce la dificultad y la gran fatiga que le causa a él y, al resto de los misioneros, lo poco que se han apropiado los pueblos nativos, de las enseñanzas del cristianismo:

    […] ha habido tanta dificultad en ponerlos en el camino derecho de ellos, que aun ahora hay muy pocos que vayan por la vía recta a recibir estos sacramentos, lo cual nos da gran fatiga, y mucho conocimiento de lo poco que han aprovechado en el cristianismo. (Sahagún, 2016, p. 565)

  5. Para este religioso después de tanta fatiga misionera estos pueblos hacen lo que quieren, dice que no todos, pero muchos hacen fiestas y cantares antiguos que no alcanza a entender, y sin respetar su autoridad moral y religiosa:

    De esta manera ellos cantan cuando quieren y se emborrachan cuando quieren, y hacen sus fiestas como quieren, y cantan los cantares antiguos que usaban en el tiempo de su idolatría, no todos sino muchos, y nadie entiende lo que dicen por ser cantares muy cerrados. (Sahagún, 2016, p. 566)

  6. Ve este fraile como cada día empeora todo, y su frustración es que no se puede controlar ni remediar a pesar de tantos años de labor misionera, reconoce que los como misioneros no lo pueden remediar, reconoce su impotencia:

    Esto va adelante, cada día se empeora, y no hay quien procure de lo remediar, porque no se entiende sino de pocos y ellos no osan decir; las cosas de la borrachería cada día empeoran, y los castigos que se hacen no son de manera que el negocio se remedie, más antes de manera que se empeora. (Sahagún, 2016, p. 566)

  7. Sahagún se sincera, no trabajan con la misma pasión, de dedicación, entrega ni disciplina los mismos frailes, por ellos todo lo logrado se perdió, dio en tierra:

    También por descuido de los frailes que no curaban de mirar cómo iban las cosas hasta que todo dio en tierra. (Sahagún, 2016, p. 568)

  8. Sobre de la Santa Cruz de Colegio de Tlatelolco, los jóvenes del colegio no son fácil de regir, de aceptar la autoridad de los frailes y no aprenden con facilidad y los franciscanos se cansan de poner su esfuerzo en la educación:

    Recelo tengo muy grande que esto se ha de perder del todo, lo uno porque son pesados de regir y mal inclinados a aprender, lo otro porque los frailes se cansan de poner con ellos el trabajo de que tiene necesidad para llevarlos adelante, lo otro, porque no hay nadie que los favorezca, ni con solo un tomín. (Sahagún, 2016, p. 568)

  9. Para la epidemia de 1576 decía Sahagún (2016) que casi nadie iba la Colegio a causa de la muerte o por enfermedad (p. 568), pero hubo antes otra epidemia (1545) con gran mortandad que afectó al mismo proceso evangelizador

    […] fue la mortandad y pestilencia muy grande de la Nueva España, y salía como agua de las bocas de los hombres y mujeres naturales gran copia de sangre, por lo cual moría y murió infinita gente. Y porque en cada casa no había quienes tuviese cargo de los enfermos muchos murieron de hambre. Y cada día, en cada, en cada pueblo, se enterraban muchos muertos. (Sahagún, 2016, p. 433)

  10. Retomando la epidemia de 1576 y pensando en el Colegio de Tlatelolco, Sahagún, reflexiona diciendo que se pudo haber enseñado medicina, lo que reconoce como una deficiencia de visión franciscana y que en esta nueva peste no hay quien ayude a los indios pobres por falta de médicos, pues ve con sus ojos la mortandad en la ciudad de México:

    Y si hubiera tenido atención y advertencia a que estos indios hubieran sido instruidos en la Gramática, Lógica y Filosofía Natural, y Medicina, pudieran haber socorrido (a) muchos de los que han muerto, porque en esta ciudad de México vemos por nuestros ojos, que aquellos que acuden a sangrarlos y purgarlos como conviene, con tiempo sanan, y los demás mueren; y como los médicos y sangradores españoles, que los saben hacer, son pocos, socorren a pocos, y ya casi están cansados y enfermos, y muertos los sangradores y médicos, y no hay ya quien pueda ni siquiera acudir, ni ayudar a los indios pobres, y así se mueren por no tener remedio ni socorro. (Sahagún, 2016, p. 433)

  11. Sahagún se opone a la devoción indiana a nuestra Señora —virgen— de Guadalupe en el Tepeyac porque ahí se adoraba a Tonantzin, a la que llamaban nuestra madre, pues viene de muy lejos a dejarle ofrendas; dice de la dicha devoción es sospechosa —en otro momento expondremos con detalles este asunto por la relevancia que tiene— porque hay más iglesias dedicadas a la virgen y no van a ellas. Considera que en la nueva devoción ocultan sus antiguas creencias religiosas:

    Cerca de los montes hay tres o cuatro lugares donde solían hacer muy solemnes sacrificios, y que venían a ellos de muy lejanas tierras. El uno de éstos es aquí en México donde está en montecillo que se llama Tepeácac, y los españoles llaman Tepeaquilla, y ahora se llama de Ntra. Señora de Guadalupe; en este lugar tenían un templo dedicado a la madre de los dioses que llamaban Tonantzin, que quiere decir Nuestra Madre; allí hacían muchos sacrificios a honra de esta diosa, y venían a ellos de muy lejanas tierras, de más de veinte leguas, de todas estas comarcas de México, y traían muchas ofrendas; venían hombres y mujeres, y mozos y mozas a estas fiestas; era grande el concurso de gente de ellos en estos días, y todos decían vamos a la fiesta de Tonantzin; y ahora que está allí edificada la Iglesia de Ntra. Señora de Guadalupe también llamada Tonantzin, tomada ocasión de los Predicadores que a Nuestra Señora la Madre de Dios la llaman Tonantzin. De dónde haya nacido esta fundación de esta Tonantzin no se sabe de cierto, pero esto sabemos de cierto que el vocablo significa de su primera imposición a aquella Tonantzin antigua, y es cosa que debía remediar porque el propio nombre de la Madre de Dios Señora Nuestra no es Tonantzin, sino Dios y Nantzin; parece ésta invención satánica, para paliar la idolatría debajo la equivocación de este nombre Tonantzin, y viene ahora a visitar a esta Tonantzin de muy lejos, tan lejos como de antes, la cual devoción también es sospechosa, porque en todas partes hay muchas iglesias de Nuestra Señora, y no van a ellas, y vienen de lejanas tierras a esta Tonantzin, como antiguamente. (Sahagún, 2016, pp. 681-682)

  12. Sahagún, además de sospechar de la fe nativa hacia la virgen de Guadalupe, lo hace con otras creencias de santos, pues considera que atrás de esas devociones están sus antiguas creencias religiosas, como falsos conversos, lo que causa frustración a su labor evangelizadora:

      Bien creo que hay otros muchos lugares en estas Indias, donde paliadamente se hace reverencia y ofrenda a los ídolos con disimulación de las fiestas que la Iglesia celebra a Dios y a sus Santos, lo cual sería bien investigarse para que la pobre gente fuese desengañada del engaño que ahora padece. (Sahagún, 2016, p. 683

  1. Sahagún, al igual que otros franciscanos, miran con optimismo y entusiasmo de ir de misioneros a China, que es más esperanzador que el logrado en las tierras de la Nueva España o el Perú, pues la enseñanza cristiana aquí solo ha estado de paso; lo que refleja la gran frustración y decepción que tiene en su labor en estas tierras:

      Paréceme que ya nuestro Señor Dios abre camino para la Fe Católica entre en los Reinos de China, donde hay gente habilísima, de gran policía y de gran saber; como la Iglesia entre en aquellos Reinos, y se plante en ellos la Fe Católica, creo durará por muchos años en aquella mansión, porque por las Islas, y por esta Nueva España, y el Perú no ha hecho más de pasar de camino, y aun hacer camino para poder conversar con aquellas gentes de las partes de la China. (Sahagún, 2016, p. 685)

  2. Aquí presentamos otra frustración y lamento de Sahagún por el enorme esfuerzo evangelizador que puso, así como del resto de las órdenes religiosas, ya que ve en la Nueva España, pacifica, de tierra estéril y difícil de cultivar en la fe católica, del que se saca poco fruto o donde se seca lo plantado: }

    Partióse la Iglesia de Palestina, ya en la Palestina viven, reinan y señorean infieles; de allí fue al Asia, en la cual no hay ya sino turcos y moros; fue también al África, donde ya no hay cristianos; fue a Alemania, donde ya no hay sino herejes; fue a la Europa, donde en la mayor parte de ella no se obedece a la Iglesia. Donde tiene ahora su silla más quietamente es en Italia y España, de donde pasando el Mar Océano ha venido a estas partes de la India Occidental, donde había diversidades de gente y de lenguas, de las cuales ya muchas se han acabado y las que restan van en camino a acabarse; lo más poblado y más bien parado que todas estas Indias Occidentales ha sido y es esta Nueva España, y lo que más ahora prevalece y tiene lustre es México, y su comarca, donde la Iglesia Católica está apostada y pacífica. Pero en lo que toca a la Fe Católica, tiene tierra estéril y muy trabajosa de cultivar, donde la Fe Católica tiene muy pocas raíces, y con muchos trabajos se hace muy poco fruto y con poca ocasión se seca lo plantado y cultivado. (Sahagún, 2016, p. 683)

  3. En más sobre la epidemia de 1576, menciona Sahagún que los religiosos de las diversas ordenas, además de los franciscanos, se están cansando y enfermando, por lo que no pueden atender a tantos enfermos, que faltan muchos sacerdotes para atenderlos, después de dos meses de labor incansable:

      […] muchos españoles anduvieron muchos días por las casa de los indios dándoles comida, y sangradores sangrándolos, y médicos curándolos, y clérigos y religiosos, así de San Francisco, como de Santo Domingo, como de San Agustín, como teatinos, andaban por sus casas para confesarlos y consolarlos, y esto duró  por obra de dos meses, y luego cesó todo, porque unos se cansaron, otros enfermaron, otros se ocupan de sus haciendas; ahora ya faltan muchos de los sacerdotes ya dichos, que ayudaban y ya no ayudan.[4] En este pueblo de Tlatilulco sobre los religiosos de San Francisco andaban por su casas confesándolos y consolándolos, y dándoles pan de Castilla que coman, comprado de las propias limosnas; y todo se va ya acabando, que el pan vale muy caro, y ya no se puede haber; y los religiosos van enfermando y cansando, por lo cual hay gran tribulación y aflicción. (Sahagún, 2016, p. 684)

Todas las referencias anteriores, en voz de Bernardino de Sahagún expresan frustración y pesimismo, reconoce que sus acciones efectivas al principio, después de muchos años parece se van perdiendo, reconoce que está empeorando la situación por lo que él y su comunidad religiosa, empiezan a reflexionar profundamente para saber qué está pasando y qué se puede hacer al ver cómo se desmorona su trabajo, todo está dando en tierra. También se reconoce el cansancio y descuido de los frailes en su labor evangelizadora que junto con las malas conductas españolas en su afán de imponer sus costumbres que eran ajenas a los indígenas, llevó al fracaso su labor. Lo anterior, aceleró que los pueblos de naturales no obedecieran; se emborrachasen; al cantar lo que quisieren; y, a retornar a las viejas costumbres, con la apariencia de adorar al Dios cristiano y a los santos supuesta su nueva fe, adorando a sus antiguas deidades. Después de tantos años de trabajo en la educación en la fe católica descubren los religiosos que tiene pocas raíces y, además, las epidemias sirvieron para mostrar escases de sacerdotes dispuestos a ayudar. Esas y más cuestiones azotaron el interior de Sahagún por muchos años.

Nuevamente se resalta la terrible frustración nacida del pesimismo de la propia conducta de los españoles, a pesar de justificar Sahagún la conducta de los españoles recién llegados al Anáhuac, culpando al clima o a las constelaciones, como más arriba se expuso. Se ignora, si esa frustración la vivió con humildad, pero creemos que sí la vivió con terrible frustración después del fracaso que representó el querer imponer a la fuerza los modos de vivir de España, incluidas las vivencias del cristianismo como lo hacían en aquellas tierras. Esa frustración pesimista de fracasar, de no funcionar el proyecto de la corona española, permiten identificar las consecuencias del “pecadillo” español; de la soberbia del conquistador que no reconoce ni acepta su “pecado filosófico”, que llevará a los mismos misioneros, entre ellos Sahagún, a reconocer que esto —que estaba haciendo— no servía y, la pregunta ahora es ¿Y ahora qué?  Aquí sostenemos que la obra que tanto se elogia de Sahagún de recabar información y registrarla no nace de sus afanes de conocer las culturas del Anáhuac, sino que nace de esa sincera frustración que le lleva a afirmar y reconocer:

Pero es una gran vergüenza nuestra[5] que los indios naturales cuerdos y sabios antiguos, supieron dar remedio a los daños que esta tierra imprime en los que en ella viven, obviando a las cosas naturales con contrarios ejercicios; y nosotros nos vamos al agua debajo de nuestras malas inclinaciones; y cierto; se cría una gente, así española como india, que es intolerable de regir y pesadísima de salvar: los padres y madres no se pueden apoderar con sus hijos e hijas para apartarlos de los vicios y sensualidades que esta tierra cría. (Sahagún, 2016, p. 563)

En esta referencia se expresa todo el doloroso sentir de Sahagún, su dolorosa humildad para reconocer que fracasó su obra, así también la misionera como la civilizatoria española, por parte de la Iglesia y la Monarquía. Aquí se da la verdadera derrota del pecadillo filosófico, de la ingenuidad soberbia, disfrazada de superioridad. Los representantes del Dios verdadero, de la Iglesia, del Papa, así como de la monarquía han fracasado; por ello se debe reconocer la fuerza emocional, existencial y espiritual de Sahagún, como religioso y como persona, cuando expresa: Es una gran vergüenza nuestra. Con dicha frustración, pesimismo —y ahora, vergüenza— de Sahagún; nos oponemos a Ángel María Garibay que en su proemio general a la obra de Bernardino de Sahagún, sostiene: “De su alma dan testimonio estos escritos en que se ve clara su ardiente caridad hacia los indios, su entusiasmo sin límites por las cosas de la antigüedad y su curiosa e insaciable comezón de saberlo todo y de explicarlo todo" (en Sahagún, 2016, p. 11), porque no vimos en su obra ese entusiasmos sin límite por cosas de la antigüedad, como lo cree y sostiene María Garibay. Si bien, Sahagún, pudo ayudar a los nativos de dichas tierras, pero no desde esa ardiente caridad dicha por Garibay, sino más bien, desde la gran vergüenza (humildad) que adquirió a la largo de su vida en dichas tierras. No se le cuestiona su caridad para con los indios a Sahagún, sino que resaltamos, desde el propio testimonio de su alma, al sentir tan gran vergüenza por el fracaso en su labor misionera y por la destrucción del pasado indiano en que también participó en su momento. Ese fracaso le lleva a ver más esperanza para la propagación del catolicismo en China que en estas tierras de la Nueva España y de otras regiones del Nuevo Mundo. Desde esa gran vergüenza debemos preguntarnos si ella le alcanzó para cuestionar la conquista militar, justificarla o no. Aquí entra el dilema interno del hombre Sahagún, antes que sacerdote y/o súbdito de la corona, como muchos misioneros lo hicieron, aunque no todos cuestionaron duramente esa acción bélica. Así, que, si son reales las siguientes palabras de Sahagún, entonces justificó las acciones de Hernán Cortés como una acción divina, justificando lo que después vendrá a ser la doctrina de la conquista —se será cuestionada más abajo—:

[…] tuvo nuestro Dios por bien de que hiciese camino y derrocase el muro con que esta infidelidad estaba cerrada y murada, el valentísimo capitán D. Hernando Cortés, en cuya presencia  y por cuyos medios hizo Dios nuestro señor muchos milagros en la conquista de esta tierra, donde se abrió la puerta para que los predicadores del Santo Evangelio entrasen a predicar la fe católica a esta gente miserabilísima, que tantos tiempos atrás estuvieron sujetos a la servidumbre de tan innumerables ritos idólatras. (Sahagún, 2016, p. 698)

Este elogio inesperado o no muy conocido a H. Cortés, así como la acción divina a favor de la conquista por medio de diversos milagros, se puede interpretar en Sahagún —que no debe ser causa para demeritar toda su obra de indagación en la cultura de los antiguos mexicanos—, al igual que la justificación que hicieron de la guerra contra los moros como una especie de guerra santa contra los nativos, pues Dios estaba del lado del conquistador, del lado de la verdadera religión. Entre esos milagros, consideró la peste —que luego interpretará diferente, al lamentarse por las muertes que provocó en la Nueva España— que aconteció en el proceso de la conquista de Cortés, ya que sin esa acción divina no hubiesen ganado la guerra, así lo refiere:

Asimismo, le libró milagrosamente de una batalla, donde él y todos los suyos estuvieron a pique de perderse. Milagrosamente nuestro Señor Dios envío gran pestilencia sobre todos los indios de esta Nueva-España, en castigo de la guerra que habían hecho a sus cristianos, por él enviados para hacer esta jornada. Milagrosamente le envío en favor para volver a la conquista después de haber sido destrozado de sus enemigos, en la prosecución de la cual muchas veces milagrosamente le libró de las manos del enemigo que le tuvieron a punto de matarlo.

Finalmente, habiendo salido con la victoria, hizo como cristianísimo varón y fidelísimo caballero del rey, en que luego ofreció el precio de sus trabajos a su rey emperador D. Carlos V, y escribió al Sumo Pontífice que enviase predicadores del santo Evangelio para la conversión de esta gente indiana; lo cual sumamente pretendía nuestro Señor Dios en haber comenzado este negocio, como adelante se contiene en esta abreviada historia que sigue. (Sahagún, 2016, p. 698)

Para su trabajo de investigación historia menciona: “la cual se escribió en tiempo que eran vivos los que se hallaron en la misma conquista, y ellos dieron esta relación, y personas principales y de buen juicio, y que se tiene por cierto que dijeron toda la verdad” (Sahagún, 2016, p. 699). Aquí debemos cuestionar que si a la palabra “conquista”[6] le damos un sentido militar, entonces Sahagún justificaría la destrucción de los naturales, acción que criticó duramente; aunque posiblemente la concibió, no en el sentido militar, sino como gran hazaña divina, en el sentido de que Dios realizó el prodigio de liberar a estas personas de la idolatría llevándoles la verdadera religión. Ya mostramos el elogio que hizo a H- Cortés, por la contribución que hizo al llevar el evangelio a esas tierras y que, en la gran epidemia, Dios obró a favor de los conquistadores. Entonces cómo entender a este franciscano, sus palabras nos pueden ayudar mejor:

También se ha sabido por muy cierto, que Ntro. Señor Dios (a propósito) ha tenido ocultada esta media parte del mundo hasta nuestros tiempos, que por su divina ordenación ha tenido por bien de manifestarla a la iglesia romana católica, no con propósito que fuesen destruidos y tiranizados sus naturales, sino con propósito que sean alumbrados de las tinieblas de la idolatría en que han vivido, y sean introducidos en la iglesia católica, e informados en la religión cristiana, y para que alcancen el reino de los cielos, muriendo en la fe de verdaderos cristianos. (Sahagún, 2016, p. 697)

Nuestro fraile, con las palabras anteriores, vemos que no justificó la violencia bélica contra los naturales, no quería ni aceptó su destrucción y trato tiránico contra los mismos, y que fue lo que vio todo el tiempo. Por eso se pone del lado de fray Bartolomé de las Casas y de los defensores indianos, de los cuales luego será partidario. Entonces esa gran vergüenza ¿incluye o no los elogios a la conquista de Cortés? ¿A Hernán Cortés? ¿Se arrepintió o no, de sus palabras o cómo interpretarlas ya que dice que Dios obró del lado del conquistador al mandar una epidemia en plena guerra de conquista?  ¿Dios reveló este Nuevo Mundo para su destrucción o para su evangelización? ¿Acaso, Dios obra del lado del conquistador en las otras dos pandemias que vivió en esta Nueva España? ¿Era voluntad divina que con dichas pandemias murieran o no todos los naturales? ¿Cuál es la voluntad de Dios, que los naturales sean violentados y esclavizados o que sean libres? ¿Qué dice Dios ante el fracaso de querer convertir a los naturales al modo de vivir de los españoles? ¿Qué dice Dios sobre rescatar la sabiduría de los antiguos sabios para salvar a la Nueva España, es herejía o no? ¿Reconocer la sabiduría de los antiguos mexicanos va contra las Sagradas Escrituras y contra Dios o no? ¿Dios quiere la muerte del pecador o que se convierta? ¿Dios quiere la muerte de las naturales o que se conviertan? ¿y Dios está del lado de los naturales y no del lado de los conquistadores? ¿Si Dios es un Dios de la liberación como el pueblo judío esclavizado en Egipto, acaso Dios no quiere la misma liberación para las naturales: quiere que sean libres?

La gran vergüenza de Sahagún, calaba muy hondo en su interior, al recordar toda su vida en estas tierras, a sus amigos y demás hermanos de la orden, recordando palabras que ahora, en este “su” momento existencial, eran grandes piedras atadas a su cuello, por el escándalo de palabras que conoció del Coloquio entre franciscanos y sabios aztecas, de parte de los antiguos sabios, a los que ahora reconocía la fuerza profética de esas palabras como se menciona en Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX (1992): “Y con admiración hemos oído las palabras del señor del mundo que por nuestro amor os ha acá enviado, y ansímismo nos habéis traído el libro de las celestiales y divinas palabras”. (p. 29). Y la advertencia que hicieron del peligro que iba a ocurrir si destruían sus antiguas leyes y costumbres, del gran desatino que ahora avergonzaba y frustraba a Sahagún. En los mismos Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX (1992) se menciona:

Cosa de gran desatino y liviandad sería destruir nosotros las antiquísimas leyes y costumbres que dejaron los primeros pobladores de esta tierra, que fueron los chichimecas, los tulanos, los de Colhúa, los tepanecas, en la adoración, fe y servicio de los sobredichos, en que hemos nacido y nos hemos criado. Y a éstos estamos habituados y los tenemos impresos en nuestros corazones… Esta es nuestra determinación, haced lo que quisiéredes. Lo dicho basta en respuesta y contradicción de lo que habéis dicho. No tenemos más que decir señores. (p. 30).

En efecto, fueron un gran desatino las acciones de los misioneros al destruir templos, casas reales, a esos dioses, costumbres y demás elementos; pues años después se cumplieron esas palabras indígenas que ayudó a demostrar el fracaso de querer hacerlos al modo español, al imponerles el modo de vida español. Reconoce Sahagún que por querer terminar con la idolatría, terminaron con las buenas costumbres antiguas, así que debieron de volver a tomar la defensa y recuperación de los antiguos sabios, aunque libres de idolatría, como ya lo veía venir en voz de indígenas y hermanos de orden, sobre todo de su amigo fray Alonso de Molina, que se expuso ante el mismo santo oficio por sus textos y su rebeldía ante las autoridades españolas al pedir a los indígenas que no obedecieran a otras autoridades religiosas y civiles, su rebeldía se vuelve abierta y retadora; y que conoció Sahagún de primera mano, y que es referida por Ascensión Hernández de León Portilla, en Molina:

Los testigos acusan al guardián (que era Molina) y a los frailes de hacer justicia de su mano, saliéndose del derecho y afirman que los “indios se había sustraído de la obediencia e jurisdicción del provisor y que si provisor se apersonaba en el convento, el guardian e dichos frailes los expelian y predican que no les obedezcan”. (2018, p. 18)

La confrontación se hace más abierta después de esa vivencia de gran vergüenza que sentía en su interior, cuando retoma su trabajo, que ahora conocemos como la Historia general de las cosas de la Nueva España al afirmar:

Todas las naciones, por bárbaras y debajo metal que hayan sido, han puesto sus ojos en los sabios y poderosos para persuadir, y en los hombres eminentes en las virtudes morales, y en los diestros y valientes en los ejercicios bélicos, y más en los de su generación que en los de las otras. Hay de estos tantos ejemplos entre los griegos y latinos, españoles, franceses e italianos, que están los libros llenos de esta materia.

Esto mismo se usaba en esta nación indiana, y más principalmente entre los mexicanos, entre los cuales, los sabios retóricos, y virtuosos, y esforzados, eran tenidos en mucho; y de éstos elegían para pontífices, para señores y principales y capitanes por de baja suerte que fuesen. (Sahagún, 2016, p. 285)

Después lanza una dura y fuerte sentencia para que no crean a otros autores que escriben contra los antiguos sabios, se declara el gran intérprete de los antiguos sabios, intentando reparar el daño que hizo e hicieron los misioneres, así:

En este libro se verá muy claro que lo que algunos émulos han afirmado, que todo lo escrito en estos libros, antes de éste y después de éste, son ficciones y mentiras, hablan como apasionados y mentirosos, porque lo que en este libro está escrito no cabe en entendimiento de hombre humano el fingirlo, ni hombre viviente pudiera fingir el lenguaje que en él está.
Y todos los indios entendidos, si fueran preguntados, afirmarían que este lenguaje es propio de sus antepasados, y obras que ellos hacían. (Sahagún 2016, p. 285)

En palabras de los antiguos sabios podemos decir sobre Sahagún que: “Tiene los ojos puestos en ti” (Sahagún, 2016, p. 398), significa que “todo el pueblo tiene los ojos puestos en vos, como quien los ha de hacer mercedes y favorecer en todo” (Sahagún 2016, p. 398). La comunidad indígena decide confiar en él y su grupo de religiosos ante las muestras de lealtad y respeto así ellos. Ellos, los frailes, ya no les dieron la espalda. Esto lo reforzamos con la referencia catorce arriba mencionada donde sacerdotes de diversas órdenes religiosas, incluidos franciscanos, abandonan a los indios a su suerte, no importa el motivo, los abandonan, solo unos pocos como Sahagún y su grupo luchan a favor de ellos. Parece que hay gran división de intereses entre el mismo clero, reforzamos lo anterior con las palabras de fray Toribio Motolinia que se queja de algunos misioneros de todas las órdenes religiosas incluso su propia orden al decir que vienen a estas tierras a querer predicar solo a los españoles, se secan, dice, hasta que regresan a Castilla; y que las mismas comunidades indígenas les rechazan:

Y es verdad que Dios ha castigado por muchas vías a los que aborrecen o desfavorecen a esta gente, hasta los frailes que de estos indios sienten flacamente o les tienen manera de aborrecimiento, los trae Dios desconsolados, y están en esta tierra como en tormentos, hasta que la tierra los alanza y echa de sí como cuerpos muertos, y sin provecho; y a esta causa algunos de ellos han dicho en España cosas ajenas de la verdad, quizá pensando que era así, porque acá los tuvo Dios ciegos. Y también permitió Dios que a los tales frailes los tengan en poco, no los recibiendo en sus pueblos, y a veces van a otras partes a buscar los sacramentos, porque siente que no les tiene amor que sería razón. Y a acontecido viendo los tales frailes a los pueblos, huir de ellos los indios… Y aunque este ejemplo sea particular, yo lo digo por todos en general los frailes de todas las -ordenes que acá pasan. (Motolinia, 2014, pp. 182-183)

Al interior de la misma orden franciscana también hay divisiones y conflictos, como el que hubo entre Sahagún y su discípulo Antonio Valeriano (ver el punto once, más arriba) donde el fraile no está muy contento con él por las peregrinaciones que se realizan a la guadalupana, porque la considera sospechosa a la fe; y, en cambio, su discípulo Antonio Valeriano —destacado estudiante en el Colegio de Tlatelolco—, defiende esa devoción al escribir sobre las apariciones milagrosas de la guadalupana y que narra en el Nican Mopohua, que se publica hasta 1649, en que dice que Valeriano lo escribió entre 1555 y 1560. Ya lo decía Sahagún —más arriba— que los indígenas era pesados de regir y mal inclinados a aprender, por lo que los frailes se cansaban de ellos. Hay que preguntarse si Sahagún fue uno de los que se cansó de ellos, y que Valeriano fue uno de los que le cansó a él y a otros de sus profesores. Posiblemente ambos grupos —discípulos indígenas de un lado, y del otro los docentes religiosos— de protagonistas representados en sus personas —en Sahagún y Valeriano— ya tenían proyectos completamente distintos e incluso, irreconciliables —que debemos de indagar más sobre esto—. A pesar del antagonismo o conciliación artificial o real trabajaron juntos en el proyecto de Sahagún porque les beneficiaba a ambos grupos.[7] También, Sahagún, se niega aceptar, a pesar de su edad y cansancio, la profecía dicha por fray Bartolomé de las Casas, al que llama santo varón dominico, en la que refería que en sesenta años no quedará ningún indígena, al ritmo en que mueren. Esa gran vergüenza que sintió este franciscano lo hizo trabajar con gran ahínco por defender de su destrucción a los indígenas[8], ya más arriba referimos que Sahagún sabía de la destrucción de muchas lenguas y sabe que otras desaparecerían, junto con sus culturas y gentes, si no se hace nada contra ello:

Treinta años después de ésta sucedió la pestilencia que ahora actualmente reina, donde se han despoblado muchos pueblos, y el negocio va muy adelante, y si tres o cuatro meses dura, como ahora va, no quedará nadie. Y la profecía de que atrás hice mención dice, que antes de sesenta años después que fueron conquistados, no ha de quedar hombre de ellos. Y aunque a esta profecía yo no le doy crédito, pero las cosas que suceden y han sucedido parece que van enderezadas a hacerla verdadera, no es de creer empero que esta gente se acaba en tan breve tiempo como la profecía dice. (Sahagún, 2016, pp. 686-687)

Recordemos que nuestro fraile, cuando vivió la pandemia de 1576, tenía entre 74 y 75 años —según se acepte su fecha de nacimiento en 1499 o 1500— y que llegó a la Nueva España en 1529 junto con 19 compañeros, ocho años después de la caída del reino mexica. Estuvo en Tlalmanalco (1532); su primera estancia en Tlatelolco (1546); Xochimilco (1550); estuvo en Tepepulco; como visitador fue a la Provincia de Michoacán (1558); regresó a Tlatelolco (1560); pasó a San Francisco el Grande (1565); regresa a Tlatelolco (1572), donde vivió la pandemia de 1576; luego regresa a Tlalmanalco; y, regresa a Tlatelolco (1585), en que vivirá hasta su muerte (1590).[9] De las amistades —indígenas y españoles— Sahagún recibió una gran fuente de información, sin olvidar que dentro del grupo de indígenas estuvo Antonio Valeriano —a pesar de su confrontación— y del lado español destaca fray Alonso de Molina (1510-1579).

Este franciscano, de origen español, llegó en 1523 a la ciudad de México siendo un niño, por lo que aprendió muy bien la lengua mexicana, y años después ingreso a la orden franciscana donde fue docente en Tlatelolco. Que, en 1555, publicó un vocabulario bilingüe, náhuatl-español: “Fue muy amigo de fray Bernardino de Sahagún e incluso laboraron juntos en el Colegio y en la redacción de algunos libros” (En Molina. 2018, p. 15). Otro compañero en Tlatelolco fue fray Ioan Baptista (1555-1613), guardián de Santiago Tlatelolco, que terminará publicando los Huehuetlatolli (México, 1600) al seguir los mismos caminos e inquietudes de Sahagún al repetir la importancia y petición de aprender de los sabios antiguos de estas tierras, de sus gobernantes, de su organización social; conocimientos que servirán de base ante la decadencia que vivía la Nueva España a finales del siglo XVI, en la que también recomendaba fuera útil para los mismos cristianos españoles porque dejaba mucho que desear la educación que había en sus casas, como se lamentaba Sahagún:

Buen tino tuvieron los antiguos en la crianza de los hijos… Si aquella manera de regir no estuviera tan aficionada con ritos y supersticiones idolátricas, paréceme que era muy buena, y si limpiada de toda idolatría que tenía y haciéndola del todo cristiana, se introdujese en esta república indiana y española, cierto sería gran bien y sería causa de librar así a la una república como a la otra de grandes males, y de grandes trabajos a los que las rigen. (Sahagún, 2016, p. 564)

Ese afán de este franciscano de rescatar la buena educación de los antiguos mexicanos y que serían muy útiles a indígenas y españoles actuales. Ese se vuelve un clamor entre los religiosos de fines del siglo XVI. Por ejemplo, fray Pedro de Pila cuando autorizó la publicación de los Huehuetlatolli (1600) recordaba que eran pláticas antiguas de las buenas costumbre y crianza de los niños, mancebos y doncellas nobles de los naturales; el doctor Francisco de Loya elogiaba la publicación al referir que la obra se escribió con mucha erudición, con cosas nuevas importantes y necesarias, que no contradice a la religión cristiana, con la cual pueden ser enseñados los naturales en la cristiandad y virtud. Ioan Baptista consideraba que los Huehuetlatolli consideraban la importancia de la buena crianza y educación de los niños:

Conſiderando pues yo (Xṕiano lector) por vna parte la poca crianςa, reſpeto y miramiento barbaridad enel hablar, y poco policía de los Indios moςuelos deſte tiempo, y por otra parte la mucha crianςa, vurbanidad, reſpeto, corteſía, buen termino y elegancia enel hablar de los Indios antiguos hazian à ſus hijos e hijas, pereſciome ſacarlas a luz, paraque en ellas vieſſen los hombres. (Ioan Baptista, 1600, p. 11)

Entonces, ya se nota mucho más la diferencia entre los indios jóvenes y los antiguos, los primeros tienen una lengua bárbara y poca urbanidad, y los segundos una lengua elegante, mucha crianza, urbanidad, respeto y cortesía. Por la mencionada cita, se puede identificar que el último esfuerzo de Sahagún no se realizó, pero su grupo, lo lleva a cabo por varias vías, entre ellas el proyecto rescatar y publicar los Huehuetlatolli. Para Baptista no solo deben de ser dirigida esta obra a los naturales sino también a los españoles, como pedía Sahagún en su momento, al mencionar el autor del libro:

De las quales ſi las mujeres Eſpañolas deſtos tĩpos tuvieran mediano cuidado, ſus caſas fueran mejor regias, ſus hijos mas doctrinados, y ſus maridos mas regalados, y menos meloſtados eõ infinidad de gaſtos impertinentes, que con ella hazê; con que muchos infiernan ſu anima, y a las veces antes deſto pierden ſu crédito y honra, y dexan muchos huérfanos y viudas en los Hoſpitales.

Por eſto entendera, que los Indios antiguos tenían mucha policía en ſu gobierno, y alcanςavan mucho de moralidad. (Baptista, 1600, p. [16-17])

§

Finalmente terminamos cuestionando el pecadillo filosófico desde la actual renuncia de la iglesia católica —encabezada por el Papa Francisco— a la “doctrina del descubrimiento” con lo cual de desmarca definitivamente de dicha tradición y mentalidad, doctrina que hemos cuestionado desde hace más de veinticinco años por ser injusta y déspota, además de racista, clasicista y excluyente; y que otros autores ya habían cuestionado muchos años antes. Ese rechazo a la dicha doctrina se convirtió en un movimiento de contestación contra la vieja interpretación europea, a la que se le acusó de eurocéntrica, colonialista e insensible ante los actos de violencia cometidos contra el Nuevo mundo y resto del planeta.

Y que en diversos medios se cuestionaba duramente a esa “doctrina”, incluidos documentos de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los pueblos Indígenas sin tener el respaldo oficial del papado, hasta que bajo el papado de Francisco, en El Vaticano se publica la Nota conjunta sobre la “Doctrina del descubrimiento” del Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con el Boletín Número 0238, el 30 de marzo de 2023 ( https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/03/30/0238/00515.html#es ) publicado en inglés, italiano, francés, español y portugués en la Sala Stampa Della Santa Sede; como la postura oficial de la iglesia católica. Al inicio del párrafo 6 dice: “La “doctrina del descubrimiento” no forma parte de la enseñanza de la iglesia católica”. (El Vaticano, 2023) Por lo que se infiere que todos los católicos en el mundo deben abandonar dicha doctrina, en caso de compartir afinidad a dicha doctrina, así como asumir una postura crítica en las escuelas y universidades católicas en el mundo. En el párrafo siete se detalla mejor la sentencia anterior:

El magisterio de la Iglesia sostiene, en términos inequívocos, el respeto debido a cada ser humano. Por tanto, la Iglesia católica repudia los conceptos que no reconocen los derechos humanos intrínsecos de los pueblos indígenas, comprendida la que se ha dado a conocer legal y políticamente como “doctrina del descubrimiento. (El Vaticano, 2023)

En el párrafo tercero se reconoce que muchos cristinos cometieron excesos contra los indígenas por lo que los recientes Papas han pedido perdón, así: “Muchos cristianos han cometido actos de maldad contra las poblaciones indígenas, por los cuales los Papas recientes han pedido perdón en numerosos ocasiones” (El Vaticano, 2023). Y dando énfasis en el párrafo cuarto en que el Papa Francisco pide abandonar dicha doctrina, así como la mentalidad colonizadora:

Como ha subrayado el Papa Francisco, sus sufrimientos constituyen una fuerte llamada a abandonar la mentalidad colonizadora y a caminar junto con ellos, en el respeto recíproco y en el diálogo, reconociendo los derechos y los valores culturales de todos los individuos y los pueblos… La iglesia está comprometida en acompañar a los pueblos indígenas y en promover esfuerzos encaminados a promover la reconciliación y la sanación. (El Vaticano, 2023)

En el sexto párrafo se cita al Papa Francisco exhortando a toda la comunidad católica planetaria a que nunca más se dejen contaminar por dicha doctrina que postula que una cultura es superior a otra —como vimos más arriba en la justificación del pecado filósofos o pecadillo filosófico— o que se coaccione a otros desde esa supuesta superioridad: “Que la comunidad cristiana no se deje contaminar nunca más por la idea de que existe una cultura superior a otras y que es legítimo usar medios de coacción contra los demás”. (El vaticano, 2023). Así que en el párrafo quinto es definitiva la postura de la iglesia contra la “doctrina del descubrimiento” —y que está muy vinculada al pecadillo filosófico que aquí expusimos más arriba—, la Iglesia decide escuchar a los pueblos indígenas y desde ahí decide afrontar la “doctrina del descubrimiento” así:

El concepto jurídico de “descubrimiento” ha sido debatido por las potencias coloniales desde el siglo XVI y ha encontrado una expresión particular en la jurisprudencia del siglo XIX, en los tribunales de diferentes países, según la cual el descubrimiento de tierras por parte de los colonos concedía el derecho exclusivo de extinguir, mediante compra o la conquista, el título o la posesión de dichas tierras por parte de las poblaciones indígenas. Algunos estudiosos han sostenido que la base de la llamada “doctrina del descubrimiento” se encuentra en diversos documentos papales, como las bulas Dum Diversas (1452), Romanus Pontifex (1455) e Inter Caetera (1493). (El Vaticano, 2023)

Así que, desde la nueva postura reciente de la Iglesia católica, si se abandona la “doctrina del descubrimiento”, ello obliga a quien la abandona a realizar una nueva reinterpretación de diversos acontecimientos desde 1492 a la actualidad con una mirada externa a Europa. Por lo que no podemos juzgar a los creyentes, religiosos y misioneros que vieron la acción de Dios en el descubrimiento —como es el caso presentado aquí de Sahagún— y justificación de la violencia a los nativos de las nuevas tierras por considerarlo obra de Dios; pero podemos destacar la conversión de conciencia desde las entrañas de su ser de los defensores de indios —como lo será después de su conversión Sahagún— al ver la terrible tiranía y violencia que provocaron los mismos cristianos en guerras injustas contra los habitantes del nuevo mundo. Ahora hay que mirar y reinterpretar los acontecimientos desde 1492 desde la filosofía de Cristo o pacifismo que hemos recuperado y expuesto —en otros lugares—; y que fue descalificada y oculta por los seguidores de la misma “doctrina del descubrimiento” con el pretexto de ser sospechosa a la fe, con pretexto de ser reformista y enemiga de la Iglesia romana. 

Conclusiones
El retorno a la circulación de los Huehuetlatolli del padre Olmos, en Ioan Baptista, así como otras obras del mismo Olmos, así como de Motolinia, Sahagún y otros franciscanos, sin olvidar a agustinos y dominicos, y posteriormente, los jesuitas, todos ellos parten de esa frustración, de esa vergüenza del fracaso español en política y religión en estas tierras. Recordemos esas palabras de Sahagún: “es gran vergüenza nuestra que los indios naturales cuerdos y sabios antiguos supieron dar remedio a los daños que esta tierra imprime en los que en ella viven”, les damos un doble significado, más allá de este fraile, incluyendo a franciscanos y las otras órdenes religiosas: 1. Reconocen —no necesariamente con humildad, en todos los casos— que es falsa la “supuesta superioridad” que mostraron en el famoso “Coloquio entre franciscanos y sabios aztecas” (1524) contra los sabios naturales porque se asumieron como representantes de la verdad y del cristianismo; y, 2. Ha llegado el momento de aprender y aplicar las enseñanzas de los sabios antiguos como la única manera de salvar a las repúblicas de indios y de españoles en estas tierras. Eso hicieron los religiosos conversos y eso nos corresponde hacer en la actualidad a los actuales y futuros naturales de estas tierras.

Con esto último nace la rebeldía de varios franciscanos, que la humanidad agradece y no solo le reconoce a Sahagún —sino a muchos más—, y que se redimieron, y redimen a una parte de España del pecadillo filosófico, al aprender desde la humanidad de los sabios naturales a construir una nueva Humanidad que, ahora —desde ahí—, se reflejará de manera abierta por la defensa de los naturales en las Indias Orientales y Occidentales. En esta frustración, pesimismo, vergüenza de Sahagún, y de cierto grupo franciscano, nacen las bases del indiano-humanismo-mexicano, que todavía se le suele llamar “humanismo novohispano o mexicano” de base criolla con eternos elogios a jesuitas y que ya es necesario repensar, redefinir y rediseñar de manera mucho más amplia y situándola varios años antes de la llegada de dichos jesuitas.

Aquí hay que considerar y reconocer a Sahagún, entre otros, en rebeldía misionera contra la corona desde su reconocimiento e incorporación, a su labor misionera, de la sabiduría autóctona, de modo que los mismos religiosos se volverán portavoz de dicha sabiduría. Lo que debe llevarnos a reconocer ya sin miedo, la otra reforma del cristianismo -más allá de la gestada en Europa- de base híbrida indígena-cristiana —y con ella nace la teología indígena—

también de siglo XVI, que cuestionará la Política, Derecho y Teología a la misma Europa conquistadora. Ya se estaban formando aquí, en estas disputas, las bases de la oposición a la “doctrina del descubrimiento” que la iglesia tardó más de quinientos años en rechazar abiertamente, como lo vimos más arriba. Nos falta aprender a abordar esta perspectiva, para eso debemos abandonar el pecadillo filosófico que legitimó y sigue legitimando la “doctrina del descubrimiento” y que tanto daño nos hace en México, en el continente y resto del mundo.

Postulamos que la defensa del indio, de los naturales, no nace desde los misioneros españoles en las dos indias sino desde su experiencia e interacción con los mismos sabios naturales de lo que se vuelven voz en los misioneros —conversos a dicha sabiduría—, como ya referimos. Por lo que proponemos se reconozca el mérito de los sabios naturales callados por el pecadillo filosófico en el proceso cristiano-humanista-mexicano y base los actuales derechos humanos —con mirada indígena—, en la defensa del otro, y demás aportes humanistas que se suelen seguir reconociendo sólo como europeos y criollos de estas tierras. Ha llegado el momento, después del 500 Aniversario de la Caída de Tenochtitlán, de reconocer a los sabios naturales —y de todas las culturas sometidas—; nunca más acallados ni silenciados por el pecadillo filosófico ni por la “doctrina del descubrimiento” o encubrimiento, como la podemos renombrar. Invitamos al lectorado a asumir su pecadillo filosófico como acto de contrición para empezar a reconocer el gran aporte que los sabios naturales de Cem Anáhuac —así se nombraba desde estas tierras, a todo este continente— y del resto de las dos indias, oriental y occidental han dado a la humanidad, más allá de la defensa y dignidad de los derechos humanos.

Una vez que se abandonen el pecadillo filosófico y la “doctrina del descubrimiento” de nuestro planeta surgirán nuevos caminos, nuevas preguntas, nuevas cuestiones que nos ayudarán a abrir nuevos horizontes porque ha llegado el momento de pensar el por qué los pueblos indígenas han salido al encuentro de la Europa pluri-intercultural —y ésta debe reconocer a sus propios pueblos indígenas— o sí es sólo un mero accidente en que se interactúa, pero sin darse un verdadero encuentro. Este encuentro lo podemos ver, no sólo en las teologías indígenas de este continente —de las que ya hemos abordado y que se publicará pronto un nuevo texto— cada vez más visibilizadas y reconocidas, no sólo por la Iglesia católica sino en nuevos y diversos foros con diversas temáticas y convivencias. Debemos repensar, que lo que se usa actualmente, para el caso de la India, lo expandamos a las que fueron nombradas, hace más de quinientos años, como las Indias orientales y occidentales, y terminar, entonces, con las palabras de Wilhelm Halbfass

LA INDIA NUNCA HA SALIDO AL ENCUENTRO DE EUROPA, NUNCA LA HA BUSCADO ni ha preparado históricamente tal encuentro. Ha sido en cambio objeto de intereses europeos de dominación política, explotación económica, proselitismo religioso, investigación científica y entendimiento histórico. (2013, p, 570).


 
   

Referencias

Baggini, J. (2020) Cómo piensa el mundo. Una historia global de la filosofía. Traducción Pablo Hermida. Paidós.

Copleston, F.C. (1984) Filosofías y culturas. Traducción Beatriz Eugenia Beatriz Klein. FCE. México.

El Vaticano. (30 de marzo de 2023) Nota conjunta sobre la “Doctrina del descubrimiento” del Dicasterio para la Cultura y la Educación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral Boletín Número 0238,

ttps://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2023/03/30/0238/00515.html#es

Halbfass, W. (2013) India y Europa. Ejercicio de entendimiento filosófico. Introducción Óscar Figueroa Castro. FCE, Sección obras de filosofía.
Ioan, B. (1600) Huehuetlatolli. Mexico

Kant, I. (2018) Hacia la paz perpetua. Traducción, estudio preliminar, notas, índices y tablas Gustavo Leyva. FCE / UAM / UNAM. Biblioteca Immanuel Kant. Edición bilingüe

Kant, I. (2013) Fundamentación de la Metafísica de las costumbres / Crítica de la razón Práctica / La paz perpetua. Estudio introductorio y análisis de obras de Francisco Larroyo. Editorial Porrúa, Col. Sepan cuantos #212.

Motolinia, T. (2014) Historia de los Indios de la Nueva España. Estudio crítico, apéndice, notas e índice de Edmundo O´Gorman. Editorial Porrúa, Col. Sepan cuantos # 129.

Molina, F.A. de. (2018) Arte de la lengua mexicana y castellana. Edición crítica, estudio introductorio, transliteración y notas Ascensión Hernández de León-Portilla. UNAM / ITESM/ Fideicomiso Felipe Teixidor. Facsímilares de lingüística y filología nahuas # 10.

Quintana, E. (2019) Ni, tlamatiliz tlaçotla o motlamatiliztlaçoliztla piquiani, en Voces para la filosofía. Diálogos de la academia de filosofía contemporánea. (pp.33-45) Editorial UNACH.  https://editorial.unach.mx/documentos/digitales/_libs/vocesparalafilosofia.pdf

Sahagún, B. de. (2016) Historia general de las cosas de Nueva España. Introducción y notas Ángel María Garibay. Editorial Porrúa. Col. Sepan cuantos # 300. México.

Testimonios, cartas y manifiestos indígenas. Desde la conquista hasta comienzos del siglo XX. (1992) Selección, prólogo, notas, glosario y bibliografía Martín Lienhard. Biblioteca Ayacucho # 178


 
 

NOTAS:

[1] Dejar de referirse como una periferia de Europa occidental no necesariamente significa dejar de conocer o mencionar autores de dicha zona, sino que se pueden referir modos del filosofar más allá de la servidumbre tradicional.

[2] En otro espacio se desarrollarán con más detalle el asunto de la europeización de la filosofía y su daño en el México actual.

[3] El subrayado y negritas es nuestro; es para resaltar la importancia del asunto.

[4] El despoblamiento indígena fue una manera de los españoles civiles y religiosos, de apropiarse legalmente de sus tierras, así que no descarta la idea de abandonarles a su suerte, a su muerte, para el agandalle. En otro momento hablaremos de ello.

[5] Las negritas son nuestras para resaltar el sentir de Sahagún.

[6] En otro texto y momento expondremos los múltiples sentidos de dicha palabra tan problemática cuando se utiliza en los momentos más dramáticos que acontecieron entre indígenas y españoles en lo que es México, pero deberá ser extendido a otras situaciones dramáticas en otras regiones del mundo pasado y actual.

[7] Posiblemente el que concilió entre ambos debió ser fray Alonso de Molina.

[8] ¿Será a este entusiasmo al que se refiere Ángel María Garibay? entonces estamos de acuerdo con él.

[9] Ángel María Garibay menciona que Sahagún tiene muchos puntos obscuros, como los que identifica entre 1540-1550; y de 1572-1785. (En Sahagún. 2016, p. 10).

 

  Universidad de Guadalajara
Departamento de Filosofía / Departamento de Letras