![]() |
|||||||||
La clínica ligada a la cotidianidad del sufrimiento. The clinic linked to the daily life of suffering. |
|||||||||
DOI: 10.32870/sincronia.axxvii.n83.1a23
|
|||||||||
Amorhak Ornelas Vázquez Universidad de Londres (MÉXICO) CE: amorhak@udlondres.com ![]() |
|||||||||
Recepción: 30/09/2022 Revisión: 14/10/2022 Aprobación: 21/11/2022 | |||||||||
Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias:
|
Resumen. Palabras clave: Sufrimiento. Pandemia. Desaparecer de sí. Sociedad paliativa. Abstract. Keywords: Suffering. Pandemic. Disappearing from oneself. Palliative society. |
||||||||
Introducción
Al referirse a Sigmund Freud como “ese clínico ligado a la cotidianidad del sufrimiento”, consideramos que la cotidianidad del sufrimiento podía ser un planteamiento interesante para desarrollar, ya que se trataba de la cuestión de saber cómo lo colectivo inscribe su marca en la intimidad del sujeto, en su malestar. Y es que Lacan llegó a afirmar que sólo cuando el psicoanálisis se rindiera ante los crecientes callejones sin salida de la civilización, podrían retomarse las indicaciones que hizo en sus Escritos. Y efectivamente, ante el aumento del capitalismo emocional y la sociedad paliativa, el campo lacaniano se presenta como una vía para orientarnos en el sufrimiento del sujeto. Esto es algo que también ha constatado el filósofo italiano, Franco “Bifo” Berardi (2022), al señalar que tanto la filosofía como el psicoanálisis, tienen el reto de estar a la altura de los desafíos que presenta la subjetividad de la época:
Si la filosofía y el psicoanálisis son convocados para dar una reflexión sobre el presente, al menos para los psicoanalistas se les plantea un verdadero escollo: ¿cómo podrían explicar que el inconsciente, que es a la vez lo más íntimo y lo más ignorado de cada uno, se relaciona con el estado de la civilización? La psicoanalista Colette Soler (2016) responde de cierta forma “Ahora bien, no podemos dudar de que lo haga desde el momento en que los síntomas que afectan a los sujetos evolucionan con el tiempo en función de la cultura en que aparecen” (p.21). Se trata entonces, de no limitar el alcance de las conjeturas psicoanalíticas, solamente al de la clínica analítica, principalmente, porque las potencialidades del psicoanálisis sobrepasan el horizonte del campo clínico. El texto de Herbert Marcuse (2021), El hombre unidimensional, es una prueba de ello. Desde un lenguaje freudomarxista, como el de “desublimación represiva o institucionalizada”, Marcuse nos advirtió desde 1964, de una situación que es cotidiana en la actualidad, y que era de un nuevo tipo de conformismo originado por la racionalidad tecnológica. Entonces, y como se lo pregunta Colette Soler (2016):
Ahora bien, ¿qué es la cotidianidad del sufrimiento? Al respecto, el sociólogo francés David Le Breton (2017) señala lo siguiente:
Efectivamente, ¿no fue acaso Freud, el que pudo señalar cómo el sufrimiento es una cuestión del sujeto? El sufrimiento de las mujeres de Estudios sobre la histeria, de su paciente Dora, de la fobia del pequeño Hans, de los pensamientos obsesivos del hombre de las ratas y el hombre de los lobos, nos enseñan que el sufrimiento es algo que se encuentra atrapado a una significación, y, por lo tanto, es siempre subjetivo, y tiene que ver con lo que el sujeto dice que es. En ese sentido, el sufrimiento esta oculto dentro del enigma de la historia del sujeto, y puede ser revelado en la interpretación o el ciframiento que se hace en un análisis.
Donna Haraway (2020), fue de las que anticipó esta mutación viral en curso. En Seguir con el problema, Haraway propone nombrar como “Chthuluceno” a nuestra actual era geológica, para objetar los términos de Antropoceno y Capitoloceno. En el Chthuluceno, los seres humanos no son ya los únicos actores importantes. Su historia ha terminado, y los nuevos agentes de la historia son los bichos, como lo dice Haraway “El orden ha sido retejido: los seres humanos son de y están con la tierra, y los poderes bióticos y abióticos de esta tierra son la historia principal” (p. 95). Ahora el agente de la evolución ya no es la humanidad, sino los virus que invaden los espacios de la producción y el discurso. Por ejemplo, lo que algunos han llamado como la “coronalengua”, es decir, cómo el virus se convirtió en una lengua que la aprendimos, la escuchamos y la terminamos hablando (Vaschetto y Faraoni, 2021, p. 31). Haraway (2020) señala “lo que se llamaba naturaleza ha estallado en asuntos humanos ordinarios, y viceversa, de tal manera y con tal permanencia que los medios y las perspectivas de continuidad han cambiado de manera fundamental, incluyendo la mera posibilidad de continuidad” (p. 74). Mientras que David Le Breton (2018) es un investigador que indaga ciertas figuras antropológicas de las sociedades contemporáneas (tatuajes, piercings, autolesiones, intoxicación con sustancias, suicidio en adolescentes, asesinatos masivos), encontrando allí un campo interesante para la producción de hipótesis acerca de las cosas que operan en los individuos en nuestra época. En su texto Desaparecer de sí, Le Breton nos presenta una figura de supresión ante la exigencia de sentido hacia la vida. Todo el libro de Le Bretón es una recopilación de lo que él llama “pistas de la desaparición de sí”, que van desde la indiferencia, el sueño, las sobredosis, el juego, la fatiga, el burnout, la depresión, el encierro narcisista, el vagabundeo, la adicción a las nuevas tecnologías y la anorexia. Lo que logra identificar Le Breton, es que la felicidad o el placer de vivir, ya no son tan fáciles de encontrar en los tiempos hipermodernos. Esto es algo que también ha llegado a identificar Gilles Lipovetsky (2016), al señalar que la individualidad en nuestra época, ya no se vive como una ligereza o autonomía, sino como un mandato aplastante:
Le Bretón (2018) señala que una de las consecuencias de la ruptura con el vínculo social es el aislamiento de cada individuo, el enfrentamiento a su libertad, el disfrute de su autonomía o, al contrario, a su sentimiento de insuficiencia, a su fracaso personal (p.11). Por lo tanto, puede surgir la tentación de desembarazarse de sí mismo por un rato, como una manera de escapar de las rutinas y de las preocupaciones. Y es que efectivamente, las sociedades contemporáneas se encuentran saturadas de imperativos que se le imponen al sujeto desde la urgencia, la velocidad, la competitividad, la eficacia, la búsqueda de una autonomía, el estar a la altura de la situación, permanecer en movimiento, dar un sentido a la vida, y fundamentar las acciones sobre unos valores. Por lo que el desaparecer de sí, no es efecto de una patología o una excentricidad, sino “una expresión radical de libertad: la del rechazo a colaborar manteniéndose a distancia o rehuyendo la parte más restrictiva de la identidad en el seno del vínculo social” (p. 46). Para los psicoanalistas, estas observaciones que hace Le Breton, son una pista al momento de orientar la dirección de la cura hacia la libertad del otro y no hacia un diagnóstico clasificatorio. Como últimamente lo ha mencionado Jean Allouch (2020) “No es menos ajeno al sistema el ejercicio de la libertad. El del analista, según Jacques Lacan al menos tal como yo lo leo, se dice en una fórmula: ser libre de dirigirse a la libertad del otro” (p. 55). Y es que, la tarea de ser un individuo es cada vez más complicada para un gran número de personas en nuestras sociedades. Como lo señala Byung-Chul Han (2022):
En La sociedad paliativa, Han (2021) pone el acento en el concepto del dolor, un estado que se pretende eliminar en una sociedad entregada a los paliativos optimistas. Desde las primeras páginas, Han dice que "La relación que tenemos con el dolor revela el tipo de sociedad en que vivimos […] Hoy impera en todas partes una "algofobia" o fobia al dolor, un miedo generalizado al sufrimiento" (p. 11). Y es que el sufrimiento ha existido siempre. Dice Han que las enfermedades paradigmáticas del siglo XXI --antes de la pandemia-- eran la depresión, el síndrome de burnout, el déficit de atención. Incluso, el tema del dolor fue algo que le preocupó a Freud de manera teórica y clínica. En su texto El malestar en la cultura, Freud (1996) enumera las tres fuentes principales del sufrimiento: la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y los vínculos con la familia, el Estado y la sociedad (p. 85). Para Han (2021) el dolor es paradigma de la negatividad, y el sujeto de rendimiento contemporáneo pretende eliminarlo. Ignora que el padecimiento lleva a una dimensión metafísica que permite dar sentido y ubicar nuestra posición en el cosmos y la sociedad. En ese sentido, no hay felicidad sin dolor, ya que esta aparece fragmentada, el dolor sólo se sostiene en la felicidad, que es también algo doliente. Si el dolor es atajado, la felicidad se trivializa en un confort apático. Han señala que ahora “el dolor se ha cosificado en un tormento puramente corporal” (p. 38). Esto es de una importancia revelante para la clínica ligada a la cotidianidad del sufrimiento, porque nos encontramos con que el dolor se ha reducido a un proceso biológico, se ha quedado vaciado de sentido. |
|||||||||
Referencias |
|||||||||
NOTAS: [1] Se pueden encontrar las gacetas de cada sesión del seminario en el siguiente link: https://www.facebook.com/seminariodelecturaspublicasunam. |
|||||||||
![]() |
Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |