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La reflexión filosófica en la poesía de Jaime Siles. The philosophical reflection in the poetry of Jaime Siles. |
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Antonio Rodríguez Jiménez
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DOI: 10.32870/sincronia.axxvii.n83.20b23 | |||||||
Recibido: 26/03/2023 |
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Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias:
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Resumen. Palabras clave: Filosofía y poesía. Jaime Siles. Poeta diferencial. Contracorriente. Poeta de los setenta. Abstract. Keywords: Philosophy and poetry. Jaime Siles. Differential poet. Countercurrent. Poet of the seventies. |
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Introducción Poetizar, según la expresión de Hölderlin, es "la más inocente de todas las ocupaciones", a lo cual comenta Heidegger que la poesía es como un sueño, pero sin ninguna realidad, un juego de palabras sin lo serio de la acción. Esta justa caracterización de la poesía como algo intrascendente, parece olvidarla Heidegger cuando da vuelta a su pensamiento para presentarla como algo trascendente. (Ramos, 2022. P. 28). Explica Ramos en el prólogo a Martin Heidegger (2022) que tendría, pues, la poesía dos caras, una intrascendente y otra trascendente. ¿En qué sentido es la poesía trascendente? Es que "poetizar es dar nombre original a los dioses". Pero esto sólo es posible porque los dioses mismos nos dieron el habla. Los dioses también hablan, sólo que lo hacen mediante signos, y toca a los poetas sorprender e interpretar estos signos para luego trasmitirlos a su pueblo. El poeta es, pues, un "médium" que está entre los dioses y los hombres, y la esencia de la poesía es la convergencia de la ley de los signos de los dioses y la voz del pueblo. ¿Hasta qué punto se agota la esencia de la poesía en la poesía profética? (Ramos, 2022). Heidegger parece aferrarse a la idea de que la poesía, así como el arte, son exclusivamente una proyección hacia lo divino, hacia lo infinito, quizá como una compensación a la finitud del hombre. ¿Es acaso su concepción pesimista del hombre lo que le impide aceptar que el arte y la poesía se coloquen en el ámbito de lo humano?
Por eso dice Heidegger que la poesía es instauración por la palabra y en la palabra, y es lo permanente lo que instauran los poetas. Hemos entresacado las notas fundamentales de la estética de la poesía, que define Heidegger siguiendo el guion de Hölderlin. En su interpretación reaparece el sentido metafísico y místico que encontramos antes en su filosofía del arte. (Ramos, 2022, p. 31) Destacando esta interpretación de la poesía de Heidegger extraída de Hölderlin, realizada por Ramos, a modo de introducción para entender en parte la poesía de Jaime Siles, es necesario entrar en la visión de filosofía y poesía que establece María Zambrano en una edición reciente, como la anterior de 2022 y que se referencia debidamente en la bibliografía consultada. Zambrano (2022) narra en el prólogo de su libro que éste fue nacido, más que construido y que no pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero, frase que se convirtió en los años ochenta en la bandera de los poetas españoles de la diferencia, y Jaime Siles, aunque de la generación anterior y de brillante trayectoria, siempre estuvo un poco a contracorriente, ya que su poesía, de fondo filosófico, siempre se mantuvo al margen de las modas y fue objeto de admiración por muchos de los poetas de los ochenta, siempre marginados por la poesía hegemónica. Volviendo a Zambrano, ésta cuenta que su libro Filosofía y poesía nació a la imprenta en 1939, pero su alumbramiento tuvo lugar en “la ciudad de Morelia, capital del estado de Michoacán, en México, en un otoño de indecible belleza” (Zambrano, 2022, p. 9). Explica la filósofa malagueña exiliada en México que “la verdad es que pensamiento y poesía se enfrentan con toda gravedad a lo largo de nuestra cultura”. Escribe en el epílogo del libro que esta obra le permite a María Zambrano reflexionar sobre la clase de delirio que acompaña a toda palabra. Dice que el filósofo se empeña en poseerla. El poeta es su esclavo. Mientras que la filosofía principia con una pregunta, la poesía se dirige, sin dar explicaciones, a una respuesta. Ambas aspiran a lo absoluto y se mueven hacia la revelación por vías no convergentes. Explica Muñiz-Huberman (2022, p. 118) que “María Zambrano relaciona poesía con pensamiento, ética, mística y metafísica. En cada uno de los campos acota coincidencias y diferencias”. Interpreta a María Zambrano manifestando que, a partir de la condena platónica de la poesía, ésta queda relegada a la imposibilidad ética y afianza su ser en el reino de lo improbable, y, sin embargo, necesario. Dice Zambrano que mística y poesía se perpetúan en una religión de amor y belleza que incluye “la forma piadosa del conocimiento”. Muñiz-Huberman (2022) escribe que finalmente María Zambrano se pregunta: “¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lúcidamente y para todos sus sueños?” (p. 118). Dice Zambrano (2022) que “[...] la poesía, al sentir el martirio de la lucidez, se aproxima a la razón […] Quien está tocado por la poesía no puede decidirse, y quien se decidió por la filosofía no puede volver atrás […]” (p. 104). Objetivo Metodología El acercamiento a la poesía de Jaime Siles
El poema –de una locura arrolladora– es inesperado e impacta y también lleva al otro lado del Atlántico, al Lorca de Poeta en Nueva York (García, 1940). Siles es valenciano (nació en 1951). Además de poeta es crítico, traductor y profesor de Filología Clásica. Doctor por la Universidad de Salamanca, profesor en múltiples universidades europeas, fue director del Instituto Español de Cultura en Viena y Agregado Cultural en la Embajada de España en Austria. En la actualidad es catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Valencia y presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. Pertenece a la Generación del 70, como lo demuestra la publicación de su primer libro en 1969, aunque no estuvo incluido en la antología de Castellet. Su obra, su singular experiencia poética roza los límites de la reflexión filosófica, ya que dota a sus versos de una palabra constante que camina hacia la reflexión de los problemas del ser y de la identidad. Su poesía es indagadora y aborda todos los aspectos que inquietan al ser humano. En 1973 obtuvo el Premio Ocnos. Más tarde, el Premio de la Crítica (1983); y, en 1989, el Premio Internacional Loewe de Poesía. Ganó la primera edición del Premio Generación del 27. Generación de los novísimos Explica el hispanista francés Henry Gil (2003) que se trata de una generación opuesta violentamente a la poesía social y a toda forma de neorrealismo poético y que, a pesar de un aspecto rupturista e iconoclasta, no fue de ningún modo vanguardista. Una generación para la que, como escribió Guillermo Carnero: “Poetizar es ante todo un problema de estilo” (2001, p. 199), que niega toda utilización ideológica de la poesía. En realidad, esta generación se funda para Siles en “la asunción de diversas tradiciones reunidas en una sola, la de la tradición como ruptura, la de la ruptura como tradición” (1989, p. 9). Según Henry Gil, en 1974, Jaime Siles trata de definir su poética con las siguientes palabras: “Poetizar es un acto de realidad y de lenguaje, es transformar los nombres hasta el substrato primigenio, indagar más allá del concepto originario, pulsar el Ser desde lo uno hasta lo múltiple, devolver la realidad a la Realidad” (Siles, 1974). Se puede notar de antemano en esta Poética el uso reiterado del infinitivo que sugiere que la actividad del poeta, el poetizar, se subdivide en otras acciones (transformar, indagar, pulsar, devolver) que aluden al poïen, a esa labor poética en la que la impersonalidad y la atemporalidad expresadas aquí por el modo infinitivo sugieren cierta erradicación o contención del yo, que presupone el papel esencial del lenguaje, de un lenguaje considerado como elemento de la realidad, pero de una realidad oculta, en secreta correlación con el ser, del que conviene apreciar las múltiples manifestaciones desde y a través del lenguaje. De modo que el lenguaje poético ha de ser, como lo escribía Martín Heidegger, la Casa del ser, explica Gil (2003):
La poesía de Jaime Siles aparece por primera vez en la antología de Enrique Martín Pardo, Nueva poesía española, publicada en 1970 (Martín, 1970), junto a una nómina de poetas destacados, como Guillermo Carnero, Antonio Carvajal, Antonio Colinas o Pere Gimferrer. La trayectoria poética de Siles se inicia con Génesis de la luz (1969), libro en el que hace una especie de descubrimiento del origen de la vida y de la creación literaria simbolizado fundamentalmente en el motivo de la luz, uno de los temas centrales de la poesía del escritor valenciano. El irracionalismo de carácter surrealista que aparece en este libro posee una perspectiva transitoria y efímera en su trayectoria. El libro descubre también el poder de la luz, la chispa que le da vida al poema.
En Biografía sola (1971) el poeta se consolida, el poema se adelgaza – los versos reducen las sílabas-- y su poesía se hace más sintética, desarrollándose la capacidad de sugerencia. El sonido de los caballos (“…el trepidar de pífanos, el ruido de las cornamusas, el musical estrépito/ que anuncia de la muerte la llegada…”) de su Génesis se transforma ahora en un silencio ensordecedor: “Equilibrio de luz/ en el sosiego. / Mínima tromba. / Ensoñación. Quietud. / Todo: / un espacio sin voz / hacia lo hondo oculto” (1971). Este libro se convierte en una especie de bisagra que cambia para mejorar y hacer auténtica e identificable la voz del poeta. Es una especie de puerta que conduce a Canon (2013), uno de sus grandes logros y uno de los mejores libros estudiados del poeta valenciano por numerosos críticos. Biografía sola supone para el crítico Jorge Rodríguez Padrón el verdadero comienzo, pues, deja a la palabra sola, detenida en el momento de ser dicha, fija como un signo sorprendente de lo intuido tras el límite inquietante de la negación. Pero tal operación desencadena una relación resplandeciente entre el dinamismo de la voz (la palabra poética) y la vitalidad igualmente bullidora de la imagen (el mundo), traducida en una estructura paralelística que provocará una fricción dramática y un particularísimo apasionamiento que no se resiste al extremado celo intelectual aplicado por el escritor. (1986, p. 126) Con Canon (1973), su tercer libro, ganó el Premio Ocnos en Barcelona, y supone una especie de ruptura con los maestros del 50. Cambia la mirada social por la pura música: “Por ti la luz asciende a mediodía, / arena prolongada hasta mis labios, / hilo de tierra ardiente y presurosa / donde el espacio brota más intenso. / Es un géiser de espuma, / de interrumpida lava, / de paloma incompleta / que multiplica el aire en dimensión de voces. / Todo es música, nota, diapasón. / Hasta los cuerpos, en la nada, suenan” (1973). Inicia, pues, un camino de iniciación como el alquimista que busca el elixir de la vida eterna. Siles busca la palabra exacta, la armonía del lenguaje y para ello tiene que despojarse de lo accesorio e iniciar una reflexión conceptual y abstracta, y el hilo del que ha de tirar para salir del laberinto es la palabra convertida en música. En definitiva, en este libro logra un equilibrio entre pasión y pensamiento y se sumerge hasta en lo más profundo de su ser: “Tu hueco firme no conoce otro/ sonido sino/ el de su propio eco: / ese rumor disuelto en transparencia / que va cerrando, en ti, la eternidad” (1973).Henry Gil(2013) señala que en Canon aparecen imágenes que oscilan constantemente en un movimiento pendular entre “murmullo” y “silencio”, “luz” y “sombra”, y en las que lo visual y lo auditivo no sólo se interpenetran sino que son a menudo intercambiables. “Es así como ‘Convento de las Dueñas’ empieza con el oscuro silencio para llegar al final a un resplandor, mientras que el poema siguiente, ‘Contrapunto’, sugiere, como indica ya el título, un movimiento inverso que parte de la luz: Una sierpe de luz para concluir con el silencio”:
Influencia de pensadores y poetas En Música de Agua (1983), uno de los libros más conocidos del poeta, Jaime Siles, reflexiona en profundidad sobre la poesía y la palabra misma. En varios de estos poemas se usa libremente la disposición tipográfica, recurso muy característico de las vanguardias literarias. Juan José Lanz (2003) explica que la poética del silencio, tal como la definieron en su momento George Steiner y Susan Sontag, adquiere en la producción literaria española desde 1969 una relevancia considerable. (pp. 335-369) Su desarrollo a lo largo de los años setenta, afecta principalmente, aunque no únicamente, a los autores de la Generación del 68, que comienzan a reflexionar en sus obras sobre los límites del lenguaje y la incapacidad de la palabra para decir, en un proceso de radicalización lingüística inusitado hasta entonces. Dentro de esta corriente poética, central en el desarrollo estético de los años setenta, la figura de Jaime Siles supone uno de los ejes y su libro Música de agua es, sin duda, la culminación de esa corriente estética en la poesía española de los últimos treinta años. Lanz realiza en este estudio una lectura confrontada de la definición estética que se realiza en Tratado de ipsidades y la formalización poética que se da en Música de agua; analiza el poemario en su raíz de silencio, para mostrar, en última instancia, la dimensión ética que se desprende de la búsqueda del barthesiano grado cero de la escritura, que, desde una óptica diferente, lleva a cabo Siles en su libro: un lenguaje que se dice a sí mismo, una escritura del vacío, no es sino el correlato adecuado para un tiempo que a sí mismo se critica como vacío, carente de densidad histórica. En este sentido, la poética del silencio formalizada en Música de agua adquiere un indudable vínculo de representación con su circunstancia histórica. En la poesía de Jaime Siles hay una corriente claramente clasicista, que se relaciona con tradiciones poéticas, aunque sin renunciar a un lenguaje muy actual. Esto puede verse igualmente en otro miembro de su generación como es Luis Alberto de Cuenca. Su poesía se nutre esencialmente de la tradición grecolatina, pero también hay en ella una línea minimalista –que se contempla en libros como Música del agua (1983), Semáforos, semáforos (1980) o Desnudos y acuarelas (2009)-- que se caracteriza por el gusto por el poema breve, denso, reducido a la esencia poética o conceptual, que no llega hasta la esencialidad oriental del haikus pero que se acerca. “La muerte nos esculpe/ sólo con su sonrisa. / Un resurrecto sueño/ es nuestra melodía. / El tiempo va tallándonos / cada vez más deprisa / y somos como un lápiz / afilado sin mina. / Todo se va quedando / en su interior sin vida. / Todo, menos nosotros: / nuestro amor no termina”. (2009, p. 13) La poesía de Siles ha sido encuadrada por los críticos en lo que se ha llamado poesía de pensamiento poético, al estar muy cerca de la reflexión filosófica. En este sentido, dirá Amparo Amorós que Siles bordea los lindes peligrosos de la filosofía y el pensamiento abstracto, la tensión verbal de una palabra siempre en vilo mantiene su discurso en el territorio de lo poético, pero precisamente esta condición fronteriza, que se ha ido acentuando más y más desde Canon a Tratado de Ipsidades, es “la cuerda floja que nos presenta esta obra como uno de los intentos más rigurosos, valientes y atrevidos de renovación en nuestra poesía última”. Añade Amorós que se trata de la exigencia intelectual y la densidad que se ofrece como resultado de esta simbiosis al receptor “han dejado la obra de Siles entregada a la fruición de un número de lectores más reducido de lo que ella merece, pero de calidad y de sensibilidad por encima de lo habitual”. (1986)
un libro diferente en la trayectoria de Siles. El poeta considera Semáforos, semáforos su aportación estética a la postmodernidad, donde capta la percepción de la realidad y la representación del espacio y del tiempo que no sólo estaban condicionados por el cine, sino también por la televisión, y que ésta había desarrollado un tipo de narratividad diferente. Al estudiarla, advirtió que un subgénero literario de la Antigüedad había ensayado un tipo de poema, una mini epopeya, que describía escenas de un tapiz o de un cuadro o que relataba algunos episodios mitológicos menores.
Pasos en la nieve (2004) aparece como una especie de muestrario de los nuevos tonos, las nuevas inquietudes, los nuevos territorios conquistados por su poesía. En este libro hay poemas discursivos, monólogos dramáticos, meditativos y desesperanzados. Además de los metros clásicos --sonetos, romances, paralelismos de la lírica tradicional- y la reivindicación de la rima. También hay formas de expresión más libres. Pero la mayor innovación no es la formal. La inteligente relectura de la tradición da paso a una incorporación de la emoción vivida y de elementos autobiográficos en los versos. El espacio dialoga con el tiempo, y a la construcción “dramática” de diferentes personajes, homenajeados por su manera de vivir y de morir, le sucede una sentida reflexión sobre el dolor, una meditación sobre la muerte y sobre las “sombras en el reloj” de la última parte del libro. Después de que el sujeto lírico se pregunte “¿Es el poema tiempo / o es el poema ser? / ¿Es el poema agua / o es el poema sed?”, sus versos ya no pueden seguir siendo los mismos. Ahora traen, también, “un sentimiento íntimo de vida / y una emoción de tiempo, / como todo lo inútil, necesario”. (2004). Siles dice que su poesía no solo se ha nutrido de la tradición clásica latina sino de gran parte de la occidental y, en concreto:
Nos encontramos, en definitiva, ante un poeta muy bien valorado en su tiempo con un carácter único y con una poesía original y diferente, por lo que merece la pena leerse. Discusión
explica Gil (2003) profundizando en la poética de Siles. Otro de los estudiosos, Rodríguez Padrón (1986), al referirse a Biografía sola (1971)escribe que tal operación desencadena una relación reflectante entre el dinamismo de la voz (la palabra poética) y la vitalidad igualmente bullidora de la imagen (el mundo), traducida en una estructura paralelística que provocará una fricción dramática y un particularísimo apasionamiento que no se resiste al extremado celo intelectual aplicado por el escritor. La discusión sobre la obra del poeta valenciano es interminable. Conclusiones
Notas: [1] Este poema lo leí en la revista Litoral (Homenaje a Siles coordinado por Amparo Amorós, del 23 de abril de 1986) y venía adscrito a su primera entrega poética, aunque luego, en su libro Poesía 1969-1990 venía como perteneciente a Canon. El propio Jaime Siles responde a mis dudas con el siguiente mensaje fechado el día 23 de julio de 2013: “Tragedia de los caballos locos se publicó primero en la revista Cuadernos Hispanoamericanos en julio de 1969; luego pasó a Génesis de la luz, cuaderno de tres poemas con nota de Guillermo Carnero, que suprimió --pienso que con enorme acierto por su parte-- un verso de la primera versión publicada de Tragedia de los caballos locos. Como la tirada de Génesis de la luz era sólo de doscientos ejemplares decidí incluir el poema en lo que es en realidad mi primer libro, Canon; por eso aparece allí”. [2] José María Castellet, Nueve novísimos poetas españoles, Barcelona, Barral, 1970. Jaime Siles no es seleccionado por Castellet en su antología, aunque sí aparece en la de Enrique Martín Pardo, Nueva poesía española, Madrid, Scorpio, 1970. |
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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