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El epistolario amoroso de Enrique Macías. Seis cartas inéditas. The love epistolary of Enrique Macías. Six unpublished letters. |
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Silvia Quezada Camberos
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DOI: 10.32870/sincronia.axxvii.n83.19b23 | |||||||
Recibido: 28/03/2023 |
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Cómo citar este artículo (APA): En párrafo: En lista de referencias:
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Resumen. Palabras clave: Literatura mexicana. Escritores jaliscienses. Epistolarios amorosos. Discurso amoroso. Abstract. Keywords: Mexican literature. Jalisco writers. Love epistolaries. Amorous discourse. |
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La obra publicada consta de un cuaderno sencillo de escaso tiraje, hoy propiedad de unas cuantas manos: Poemas perrunos (1982), y un libro post mortem, de edición más reciente: De perrunas furias y otros poemas (2007). Otros de sus trabajos se encuentran diseminados en antologías y revistas literarias. Estas páginas presentan una serie de textos no coleccionados a la fecha, propiedad de María Dolores López Delgadillo, quien los ha atesorado por décadas, como producto de las vivencias amorosas que entrelazaron su vida con ese compañero de estudios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara a principios de los setenta. La destinataria de esos versos vive en 2023 en Edmonton, Canadá. Esta investigación se orienta hacia un poeta reconocido por otros poetas, como veremos a lo largo de los comentarios realizados por ellos a lo largo de una serie de entrevistas. Enrique Macías fue un autor mexicano cuya producción literaria fue dada a conocer durante su vida activa dentro del ámbito literario en los últimos treinta años del siglo XX en Jalisco. Es un escritor que no figura en las historias de la literatura, por el simple hecho de que su trabajo es de la competencia de unos cuantos: es un poeta de culto. El objetivo general del estudio consiste en reunir en un documento el estado de la cuestión en torno a las opiniones críticas que la obra de Enrique Macías ha despertado, y en particular, dar a conocer el epistolario amoroso dirigido a su musa universitaria. La revisión a fondo del discurso amoroso, temática intocada por la crítica, permitirá profundizar en la construcción de un remitente que dejó de creer en sí mismo, cual un personaje de ficción al que se auto-evoca en otro tiempo, el de los tempranos años mejores, como califica a los primeros 25. El estudio considera como necesario, datar el lugar y fecha de nacimiento y muerte, interpretar las líneas generales de su producción y aportar al escaso estado de la cuestión el hallazgo de seis textos escritos a modo de epístolas. Se trata entonces de un estudio exploratorio, que, al localizar fuentes bibliográficas, poetas contemporáneos al escritor y documentos inéditos, orienta un producto en torno a los discursos predominantes de Enrique Macías, decantándose por el discurso amoroso como finalidad última. Antecedentes Enrique Macías y Antonio Gutiérrez Jiménez fueron aprehendidos el veintisiete de febrero del año pasado cuando viajaban en una camioneta por la carretera a Jalostotitlán, ya que la policía les encontró dos envoltorios con mariguana. […] El juez de distrito condenó también a los viciosos a pagar por concepto de multa la cantidad de dieciséis mil doscientos cincuenta pesos, cada uno de ellos. (El Informador, 28 mayo 1977, p. 6-A) De acuerdo con el modelo sociocrítico, la biografía de los poetas no es pertinente para el estudio de su obra, pero al tratarse de una crónica poco conocida, vale por lo menos acudir a repositorios documentales, como la Dirección del Registro Civil, para allanar dudas, sobre todo cuando los datos que ofrecen las antologías son confusos. En 1988 apareció la antología Flor de poesía en Guadalajara, libro con la redacción del currículo por el propio Macías, quien escribe en tercera persona: “Nace junto con los cincuenta, (sic) en Tuxpan, Jalisco, aunque le haya gustado haber nacido en Tuxpan.” (Rodríguez, 1988, p. 147). La imprecisión hace que para algunos lectores la fecha sea 1950 y para otros 1951. Un año después es incluido en Poesía reciente de Jalisco, donde se precisa: Enrique Macías. Nació en Tuxpan, Jalisco, el 16 de julio de 1951. Hizo algunos estudios de derecho y de literatura en la Universidad de Guadalajara. Obtuvo el primer lugar en el Premio Nacional de Poesía Joven de Lagos de Moreno, en 1978. (Aceves, et al., 1989, p. 203) Es relevante mencionar que en los años setenta la universidad pública permitía estudiar dos carreras a la vez, una en turno matutino y otra en vespertino. La biodata puede contrastarse en un trabajo posterior de otro equipo de investigadores, compuesto por Raúl Bañuelos, Dante Medina y Jorge Souza, quienes afirman en Poesía viva de Jalisco que nació en la capital del estado de Jalisco: Enrique Macías. Guadalajara, 16 de julio de 1951. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven de México “Francisco González León”, en 1978, antes de que le robaran el nombre al poeta de Lagos de Moreno, para ponerle “Elías Nandino”, y quitarle también lo “nacional”. (2004, p. 144) Nótese la importancia de hacerse acreedor a un premio nacional destinado a poetas tempranos, cual acicate para emprender con mayor ímpetu una carrera ascendente. Por su parte, León Guillermo Gutiérrez coloca a Jalostotitlán, (ya no a Tuxpan, ni a Guadalajara) en 1951 como lugar y año de nacimiento (2001, p. 279), quizás porque la familia directa radica en ese municipio de Jalisco, en la región Altos Sur. Tras una búsqueda documental se localizó en el Registro Civil el acta natal 441 del libro correspondiente a la oficina de Tuxpan Jalisco, Enrique es hijo del matrimonio conformado por Ángel y Mercedes, siendo el cuarto hijo de la descendencia. El documento señala a Tuxpan, Jalisco como el sitio de nacimiento, el 16 de julio de 1951. Zanjada esa referencia, se buscó en el Archivo de la Universidad de Guadalajara los datos complementarios a su educación en las licenciaturas de Derecho y de Letras, verificándose que las dejó inconclusas (a decir del archivista, dado que no se permite revisar esos documentos, a menos que sea un familiar quien los consulte). Macías dio a conocer su trabajo en una docena de revistas literarias especializadas, y postergó con deliberación el libro personal, quizá porque consideraba que siempre le hacía falta una última corrección, un toque de parsimoniosa lectura, la que nunca llegaba, porque él vivía en estado febril. De perrunas furias y otras soledades, colección poética que le llevó a obtener el premio en 1978 nunca se publicó. La aparición del cuaderno: Poemas perrunos, resultó a insistencia de sus amigos, entre quienes circuló ese material; quienes lo leyeron reconocieron de inmediato la originalidad de su voz poética, lejana al artificio, de sustancia viva. Poemas perrunos le otorgó a Enrique Macías un prestigio poético que llevaba a los editores a solicitarle más textos. Fue hasta su muerte, ocurrida el 14 de noviembre de 2006, cuando el poeta Hermenegildo Olguín decidió reunir todos los poemas posibles de Macías, hacer una lectura rígida y de sumo crítica, para publicar una especie de obra reunida, llamada De perrunas furias y otros poemas (2007). Este libro, compuesto por cuatro apartados, a petición de Enrique Macías, incluye uno denominado “Cantos del abandono” con un subtítulo que anuncia el “Epistolario amoroso” conformado por seis composiciones dedicadas a María Dolores López Delgadillo, (nacida en 1953), a quien buscaba por los pasillos de la Escuela de Filosofía y Letras, con un “sentimiento rencoroso de abandono” (Macías, 2007, p. 82), afirmándose como “un pésimo oficiante / del epistolario literario amoroso” (p. 91). La autocrítica no es compartida por sus lectores. Rebeca Calderón (comunicación personal, 6 de noviembre 2021) afirma que la poesía de tono coloquial, asentada en la consideración de los objetos cotidianos como detonantes de la reflexión en torno a la existencia es su fuerte. El amor y el sentimiento de no alienación son las características de su trabajo. Para el poeta (e insisto con el término, para subrayar el reconocimiento de los pares) Amado Aurelio Pérez, la adicción mayor de Macías fue hacia la libertad: La poesía de Enrique Macías es un acto de audacia: su lectura, permite una degustación del lenguaje y esto supone precisamente la magia con la que monsieur Macías nos conduce al rojo de la libertad. (Medina y Velasco, 2009, p. 7) El sentimiento de libertad, del no seguimiento de las normas establecidas para escribir poesía, es recreado de nuevo por el vate Raúl Ramírez al referirse a la sublimación poética, a la que no le importa nada sino la sinceridad de “la poesía existencialista”, recreativa de lo que se vive para mostrar con originalidad el arte de la experiencia (2018, p. 37). Para el poeta mexicano David Huerta, el jalisciense Enrique Macías estaba impregnado de una vocación trágica, así lo hace notar cuando afirma fueron sus costumbres dionisíacas las inmediatas al desenlace de su vida (Huerta, 2006, párr. 2). Para otros cultivadores del verso, como Hermenegildo Olguín, fue la estancia forzosa en la Penal de Oblatos el accidente que provocó la caída (2001, p. 13); Raúl Ramírez, por su parte, afirma que “Macías prefirió vivir como vago profesional merced a una herencia paterna” (2018, p. 38); en todos los casos, lo relevante de las posturas críticas es que orientan la obra hacia una poesía impregnada de soledad, no domesticada, como diría Amado Aurelio Pérez. Los poemas coleccionados se encuentran fechados en Guadalajara y la ciudad de México, capital última donde trabajó como obrero por unos meses. El año de 1977 cobra especial importancia en su vida como poeta, porque ya libre del complejo penitenciario, se integra a un taller Experimental de Literatura en el Centro de Educación Artística (CEDART), cuyo sitio de reunión se encontraba a espaldas del Exconvento del Carmen. En ese grupo publica un manifiesto cuya idea fue la renovación de los esquemas versales marcados por la tradición, haciendo uso de la teoría reinante y al mismo tiempo, de la experimentación. De acuerdo con el poeta Raúl Ramírez: […] podemos apreciar las siguientes características en su obra: 1. Rebeldía y revolución. 2. Izquierdista de hueso colorado. 3. Uso de locuciones y giros coloquiales. 4. Se apoya en el blues y jazz, primordialmente. 5. Recurre a la paráfrasis. 6. Refleja su amor psicotrópico. 7. Sus poemas son denuncia y homenaje. (2018, p. 35) Materiales de estudio El 5 de abril de 1975, le dedica: “Para Lolita”, y su primer verso nos permite identificar al poema como: “Y tu cuello de cisne”, el tema nos remite de nuevo al momento en que Enrique conoció a su musa. La amistad entre ambos hizo que ella le diera su domicilio, como puede notarse en la comunicación de los dos al mes siguiente, (tercer documento) cuando las cartas dirigidas a la mujer cambian de geografía, ahora le escribe el 28 de abril de 1975, signando la carta en la Colonia Roma de la ciudad de México, lugar al que había viajado Macías para trabajar en una fábrica, como obrero, de marzo 1975 a febrero de 1976. Los motivos de ese cambio de ciudad no se han esclarecido del todo, hay quienes afirman que Enrique se había unido al movimiento estudiantil de oposición y recibía educación guerrillera, sin que este aserto se haya comprobado, el único indicio son las lecturas que nombra como epígrafes, o en alusión directa en el cuerpo de sus poemas, sobre todo de autores salvadoreños, cubanos, haitianos que viven en París o en otras metrópolis. (Morales, comunicación personal, 6 de noviembre 2021). El cuarto documento es el poema “Lo del último poema para ti, sincerándonos, no era cierto”; se escribe desde un lugar que no es Guadalajara, porque al final aclara: “¡Nos vemos pronto en Guadalajara!”. El quinto es un poema que tiene por nombre “La dama de las llaves de la noche”, no lleva fecha, pero por el epígrafe sabemos su orden en la producción. Su tema coloca a la amada como el mejor momento para evocar la caída del día, mientras la piensa; y el sexto y último se titula “Despedida en circunstancias muy tapatías” y es de abril de 1975. La descripción que se ha hecho tiene el propósito de mostrar los materiales de estudio, para establecer el método, el que como sabemos, surge de la naturaleza del corpus. Y para identificar con números romanos el orden de la escritura, para efectos de análisis. La documentación descrita fue entregada en septiembre 2021 por paquetería internacional a quien escribe, junto con dos fotografías, una de Enrique Macías con vestimenta formal, de traje tipo graduación. La otra es una foto de Dolores López Delgadillo a los dieciocho años, en las inmediaciones de su ingreso a la carrera de Letras de la Universidad de Guadalajara. La orientación cualitativa de este estudio busca la construcción de un conocimiento susceptible de ser explicado desde un proceso ordenado. El primer momento reside en la conformación del corpus, señalado aquí con el nombre de Materiales de estudio. El segundo se aproxima a la exploración documental de la vida y producción poética de Enrique Macías Loza, recopilada en documentos históricos, libros y antologías. El tercero interpreta el comportamiento retórico del epistolario, desde la corriente historiográfica denominada Historia Cultural, al considerar que las cartas y poemas forman parte de los productos artificiales creados por el ser humano. Las cartas serán estudiadas desde el enfoque en que se analizan los rituales seculares, construidos por la tradición. Recuérdese que una carta consta de los siguientes elementos: data (fecha en que se escribe la comunicación escrita, la cual consigna casi siempre el lugar), un encabezado (nombre de la persona a quien se dirige la comunicación), un exordio (especie de introducción), la narratio (el asunto de la carta), la petitio (alusión a lo que se espera), commiseratio (la despedida) y servitium (frase en que desea ser considerado el remitente en la comunicación). Es peculiar que el corpus del epistolario se presente en hojas pautadas como si se buscara de modo intencional las notaciones musicales. El epistolario se someterá a una segunda exégesis: trabajará con el análisis del discurso propuesto por M.M. Bajtín. El objetivo general consiste en responder a la respuesta de investigación planteada a partir de la lectura inicial de las cartas: ¿Cuáles son los fundamentos retóricos para afirmar que el discurso amoroso del epistolario se basa en la poética de la anulación como sujeto lírico? El supuesto que sostiene esta pregunta es la afirmación de que el discurso amoroso del sujeto lírico es una réplica del fracaso como ser humano idealizado. En este acercamiento teórico estudiaremos la conformación retórica de los versos de Enrique Macías, las técnicas argumentativas y persuasivas que conforman su discurso literario para identificar en él los recursos centrales de su conformación versal. Al aplicar el método retórico basado en pensamientos y enunciados se ilustrarán cada una de las categorías de análisis, a saber, figuras patéticas, lógicas y oblicuas. Es menester traer a la página la importancia de las figuras patéticas, tan utilizadas para dar a conocer emociones, cual canales de fuerte vehemencia de los sentimientos exteriorizados. Las figuras lógicas (antítesis, cohabitación, paradoja y oxímoron) son parte central del discurso poético, porque establecen relaciones y contrastes en las ideas. Por su parte, las figuras oblicuas dotan a la realidad versal con sentidos únicos y originales, a modo de perífrasis, atenuaciones y paralipsis. Las técnicas por desarrollar son la entrevista dirigida a diez profesionales de las Letras, con un cuestionario abierto y la localización de datos en Archivos particulares. Una vez identificados estos elementos, estaremos integrando una monografía de carácter biográfico. Como sabemos, los estudios monográficos abordan un tema específico de manera sistematizada. La característica central es que llevan a cabo una investigación ordenada, cronológica, detallada, exhaustiva. Buscan localizar datos totales, para interpretar en ellos la profundidad de un aspecto, de un enfoque. Cuando lo logran, el tema conforma un estado de la cuestión: se han buscado todos los documentos en torno a un tema de trabajo. El investigador lleva a cabo un proceso que intenta agotar todas las fuentes: documental, bibliográfica, estadística, y añade métodos y técnicas. En el caso de la disciplina literaria trabaja, en primer término, con métodos cualitativos: elabora cuestionarios, realiza entrevistas con expertos. La preocupación inicial tiene que ver con la disponibilidad de las fuentes, preguntarse si han sido compiladas y su grado de accesibilidad. Un estado de la cuestión es por sí mismo un documento valioso, que allana las dificultades primarias de información. La monografía observa una estructura científica, hace uso de los cuatro tipos de discurso narrativo: la descripción, la enumeración, la exposición, y la argumentación. Lo interesante es que enfoca un punto de vista, aquello que desea destacar en el conjunto que trabaja, circunstancia que suma al documento. Los estudios parciales coadyuvan de manera significativa a la comprensión de un todo. Marco teórico Para el teórico, es necesario diferenciar entre enunciados primarios y secundarios. Los primarios se relacionan con el habla común, como el saludo, los diálogos de cortesía, los diálogos familiares, y los secundarios, más elaborados, como pueden ser los discursos literarios, científicos y periodísticos. La poesía se conforma con discursos secundarios, en los cuales, si se desea, pueden hacer intervenir enunciados propios de la vida cotidiana, dotándose al discurso de un tono coloquial, menos elaborado por momentos, sin que deje de existir un tono y un estilo del todo recompuesto. El estudio de los enunciados lleva de manera natural, al estudio de las palabras y las oraciones. Entendemos por enunciados, en poesía, aquellas oraciones completas que pueden estar organizadas en un poema por medio de dos o más versos (renglones). Los enunciados que conforman una idea completa, escrita en un solo renglón, son llamados versículos. Un versículo es una idea completa escrita en un solo renglón (verso). Como puede verse, hay una diferencia sustancial entre enunciados, y palabras u oraciones, incluso entre verso y versículo. Estas comunicaciones, cuando se trata del género lírico, suelen tener a un receptor silencioso, que no responde en voz alta o por escrito, de modo inmediato. El “oyente” reacciona de tal o cual manera, pero no es menester que responda de modo verbal en el momento mismo de la recepción. El emisor está buscando que su receptor no solo reciba la comunicación escrita, sino que reaccione, responda, muestre una objeción, un asentimiento, un debate, de la misma manera que él mismo se ha constituido como un sujeto que dialoga con las mismas ideas que sus predecesores. El concepto de dialogismo en Bajtín nos hace reflexionar en torno al diálogo que establece cada individuo con su tradición, con los pensamientos e ideas que otros han generado antes que nosotros mismos, y que nos forjan respuestas, que, a su vez, encontrarán eco y réplicas en quienes nos escuchan. La literatura, vista de este modo, es un diálogo inacabable, en la que cada uno de sus oficiantes responde a los estímulos generados por otros. En este trabajo tenemos dos sustantivos clave: análisis y discurso. El análisis consiste en examinar a detalle un objeto, para conocerlo mejor. Cuando analizamos observamos características específicas, cualidades, seccionamos en partes un todo para comprenderlo mejor. Un discurso es una exposición en torno a un asunto, se conforma por un pensamiento, por un razonamiento, y se usa para convencer o conmover a otra persona, a un público externo. Cada uno de nosotros hemos ido construyendo en nuestra vida social varios discursos, dependiendo de nuestros intereses. El escritor construye discursos cuando desea profundizar en el tratamiento de sus poemas. El análisis del discurso es el examen de la manera en que el lenguaje construye la realidad social. Trata de entender mejor la vida social y las interacciones humanas, a través del análisis de la comunicación, cual si fuera un texto (Lucca y Berríos, 2009). Con respecto a los títulos de las cartas poemas, es conveniente recordar que éste puede ser, de acuerdo con Gérard Genette: temático literal; de asociación por sinécdoque o metonimia; simbólico; y antitético. Si un discurso es un sistema de aseveraciones que construyen un objeto, hay que dotar de especial atención en cuál es el propósito central de aquello que deseamos escribir. Describir y argumentar son dos acciones que en ocasiones van de la mano, porque solo se puede emitir un raciocinio si se conoce a fondo el asunto del que se está hablando. La poesía del siglo XIX construyó descripciones de paisaje porque le interesaba el cuadro de costumbres: pintar con palabras cómo vivía el hombre. A la del siglo XX le importó más el argumento, porque la capacidad de asombro es cada vez más difícil de provocar. Recolección de datos El punto de reunión en días inhábiles era el Café Treve. Allí se conversaba de poesía, de política, se leía al salvadoreño Roque Dalton, por quien Enrique estudió Derecho, porque se sentía activista político, como el autor de Las historias prohibidas de pulgarcito, o Pobrecito poeta que era yo. Macías, de 21 años, tenía ideas radicales, deseaba cambiar el status quo. En aquella época era de intelectuales de izquierda leer a César Vallejo, a Charles Baudelaire, a la disidencia cubana. En una palabra, ser antipoetas. Lolita procedía de una familia tradicional, educada en escuelas privadas. Para su padre, Don Manuel López, fue una irreverencia que su niña ingresara a escondidas a la carrera de Letras, “nido de ideas sediciosas”, nunca estuvo de acuerdo en ello. Ella soñaba en secreto con visitar París, residir en Francia. El padre la alentaba, hasta que en algún momento cruzó el Atlántico, sin Enrique. El padre de Macías tampoco estaba de acuerdo con la decisión de su hijo por estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras. Enrique escondía en el granero del padre agricultor sus cuadernos. Cuando vivía en Jalostotitlán, procuraba no mencionar el tema, pero leía, leía mucho, y cuando volvía al pueblo familiar recibía en la calle de Morelos 33 las cartas de Lolita. Era un melómano, con gusto por la guitarra negra de Alfredo Zitarrosa y Joan Manuel Serrat, de la música clásica, del jazz, pero se volvía meloso con Karina y “Luna Blanca”, disco que le regaló a Lolita cuando ella emprendió el viaje definitivo hacia Canadá. El amor entre ambos duró poco. Los besos fueron en la frente y en la mejilla, las manos enlazadas en los largos paseos por el Parque Morelos, tras de degustar una nieve de hielo raspado de arrayán y coco. Más tarde, cuando el evento del encarcelamiento se había consumado, Enrique expresaba: “Déjame gozar del momento” “De los años dorados” le dijo en la despedida, en la cantina La Fuente, “Cuando Enrique ya no era Enrique. Me tocó tanto el alma verlo destruido, lejano, sin esas palabras que siempre sabía decirme. Seguí sabiendo de él, hasta su muerte. Desde nuestros tiempos de estudiante Enrique era el poeta, lo nombraban así Raúl Bañuelos, Dante Medina, Rodolfo Quintero, Ricardo Castillo, Ricardo Yáñez, José Ruiz Mercado.” “Tengo poemas inéditos, no muchos. Algunos se quedaron en Guadalajara. Sé que Enrique tuvo varias parejas sentimentales, yo fui la Musa del Treve, el ángel del Renacimiento, como alguna vez me llamó el profesor Adalberto Navarro Sánchez, al comparar mi rostro con una evocación pictórica. Ese detalle me trajo muchas bromas y chanzas, solo Enrique me decía una y otra vez, que yo era ese ángel. El recuerdo más vívido de nuestra relación ocurrió en el parque Morelos, mientras caminábamos por los senderos, él me dijo, tomándome de la mano y llevándola hasta su pecho: ¿Sientes esto? Es mi costado izquierdo, aquí vives tú, allí vive mi ideología de izquierda, si te fijas bien tiene escrito una palabra: dice Lolita” (videoconferencia con María Dolores López-Delgadillo, 16 noviembre 2021). El fruto prohibido de la facultad “Enrique se volvió leyenda porque su vida fue eso, se convirtió en personaje de sí mismo. Entró a trabajar en la Compañía de títeres del Departamento de Educación Pública del Estado de Jalisco, a finales de los ochenta. Los personajes son así, se vuelven controversiales. Nos limitan a los mortales cualquiera a verlos en el camino. Son ángeles más allá de lo terreno, dan pauta a que hablemos de ellos, de los personajes, de lo que hablemos, de nuestra capacidad de asombro.” (Entrevista con el dramaturgo José Ruiz Mercado, en el Café del Centro, Guadalajara, 19 noviembre 2022) Enrique fue un poeta marginal, nunca un poeta marginado “En el Auditorio Salvador Allende se creó una comunidad cultural de escritores, músicos, pintores, donde iba mucha raza también, fue cuando empezamos a entender que existía una literatura marginal, no marginada (como yo distingo a Enrique), todos empezamos a entender que había otra literatura que no nos ofrecía el gobierno o las instituciones culturales sino la que proponían los mismos ciudadanos, la misma gente, y entonces ahí es cuando empezamos a leer plaquettes, ahí conocimos trabajo de Raúl Ramírez, Raúl Bañuelos, Enrique Macías, que nosotros dijimos, órale, nosotros podemos hacer eso también. No es necesario hacer un libro. Ya después nos dimos cuenta: no nada más ellos, sino también otros escribían, y es como empezamos a conocer gente que luego nos invitó a participar en revistas e integrarnos al movimiento cultural.” El barrio de Enrique era el centro, el entorno de la universidad, el BUSH (Barrios Unidos del Sector Hidalgo), ahí es donde se mezclaba la gente, las hordas de escritores, de literatos, algunos se querían tragar unos a otros, algunos se apoyaban. Igual que hoy; luego íbamos al cine en grupo y luego a una fiesta, a una lectura, y siempre éramos los mismos, como ahora; eso fue lo que nos dio a conocer”. (Entrevista con el poeta Sergio Fong, Feria del Libro Usado y Antiguo, Guadalajara, 20 noviembre 2021) Macías, una voz auténtica, original “En el libro De perrunas furias organicé un apartado al que llamé ‘Cantos del abandono’, comencé por el “Epistolario amoroso”, dedicado a Dolores López Delgadillo, compuesto por seis composiciones, en las que declara escribir ‘los versos más pendejos’, para referirse a los surgidos por el amor. Enrique también le escribió poemas amorosos a Leticia Moreno, pero su musa primera fue Dolores.” (Entrevista con Hermenegildo Olguín, Feria del Libro Antiguo y Usado, Guadalajara, 16 noviembre 2021) Análisis y discusión de datos Macías no fue un guerrillero, pero llegó a participar en algunas actividades llamadas “expropiaciones” en las cuales se sustraía de grandes almacenes mercancía para llevarla a entornos poco favorecidos en la economía, era frecuente la toma de camiones urbanos, de allanamientos en cadenas alimenticias y camiones de reparto de víveres. Creía, como afirma de sí mismo Antonio Orozco Michel: [...] que la única alternativa para acabar con las injusticias era la lucha armada encaminada al derrocamiento de la burguesía y su gobierno, para lograr después la supresión del sistema capitalista y la implementación del socialismo en México. (2007, p. 27) La influencia de la Revolución Cubana, sus artistas, y la lucha guerrillera de los tupamaros en Uruguay, sus poetas, estaba presente. Estas ideas pueden leerse en la carta III, a la que habremos de llegar en el análisis de cada una de las partes de las epístolas. Comencemos con la rebeldía, la primera de las características que según Raúl Ramírez es fundamental en Macías, la cual se vuelve explícita en el orden del ritual epistolar. ¿Había que seguir las reglas? Comencemos por a) La data: las fechas y lugares de las cartas aparecen siempre al final de las comunicaciones escritas y no al inicio, como es costumbre: “Sábado santo, marzo 1975. 7 ¼ noche. Suits Polvorín” (Macías, carta I) cuya referencia se presenta en desorden, puesto que el lugar aparece al final y no al principio. Al ubicarse en los Suits Polvorín se hace alusión a un terreno (hoy parque urbano), donde quizá pernoctaría. Por lo que se lee, todos los textos son nocturnos, se escriben luego de la jornada del día: “Viernes a sábado 11-12 abril 1975.” (Macías, carta VI) En cuanto a b) Los encabezados, no se escriben, apenas en la carta III se aclara: “Lolita:” haciendo alusión al nombre de la persona a quien se dirige la comunicación. En los otros casos se cambia el encabezado de la “carta” por una dedicatoria, como se procede en la escritura de un poema: “Para Lolita”. Es singular el gusto del poeta por los epígrafes, gracias a ellos podemos guiarnos en sus lecturas favoritas, destacándose un rasgo: los nombrados son poetas contemporáneos, Hugo Gutiérrez Vega, Julio Cortázar y Jaime Augusto Shelley. Los títulos, cuando existen son temáticos literales o por asociación. El c) exordio o especie de introducción, es siempre situacional, se refiere a las condiciones anímicas, uniéndose a la d) narratio o el asunto de la carta, manifestación de cariño, o aclaración de algún malentendido, en ellos suele aparecer un sesgo lúdico, propio del estilo de Macías, el cual se refinó luego de su paso por la penitenciaría: “En la cárcel se agudiza el sentido del humor, es un mecanismo de defensa que ayuda a sobrellevar el tiempo, que parece transcurrir con mayor lentitud que afuera, en la calle” (Gutiérrez, 2017, p. 22). La petitio (alusión a lo que se espera) aborda siempre la esperanza de un nuevo encuentro con la mujer deseada, destacándose la despedida o commiseratio, en donde la voz se declara inerme, esquelética, náufraga, unida al servitium, esa frase en que desea ser considerado el remitente en la comunicación y que en otras cartas puede manifestarse como: tuyo, tu amado, y que en Macías no aparece. “Te encontré una tarde en la escuela” La descripción que la voz lírica hace de sí misma proporciona el discurso de la Anulación, de la negación como persona: “cuando ya nadie creía en mí, aquellas pupilas tuyas que nunca encontré, algo que aún no logro precisar”. A las negaciones marcadas en cursivas se suma el discurso de la Fragmentación y Desvalorización del cuerpo propio, las partes se nombran acompañadas de valores adjetivales negativos: mis cavilosos huesos, mis alucinadas pupilas, la nuca polvorienta. La característica central de esta carta/poema es el uso del pronombre enclítico como partícula, unido a la palabra anterior, formando un todo con ella: algo grave ocurríame; mis alucinadas pupilas perdíanse; a cada momento obsesiónanme. El uso de este recurso se relaciona con la idea de escribir palabras nuevas, novedosas en su forma, objetivo que los poetas experimentales persiguen, en pos de la originalidad. “Para Lolita” “Lolita”
Es en esta tercera carta que aparece el Discurso social, denostando la función de los guardianes del orden, que antes de cuidar al ciudadano de a pie están al servicio del rico, usando el uniforme y la parafernalia que lo acompaña. Se nombra cerdos a los portadores de metralletas, en clara metonimia, dándoles ese nombre por una relación establecida por la costumbre al nombrarlos. Debajo de las losas fúnebres de la “Lo de: el último poema para ti, sincerándonos no era cierto” Los versículos, o líneas que adquieren sentido por sí mismas, están en el poema que ahora revisamos: “Quisiera poder tener todas las palabras” (IV, 2) o “aquella noche tus palabras fueron como la bóveda nocturna celeste (IV, 21), “algo quedóse de ti conmigo” (IV, 42), las cuales pueden funcionar de modo perfecto en bardas callejeras; así como las aliteraciones: “aquella noche” IV, 19, 21, 23) y los epítetos, figuras del lenguaje que dan por hecho que el adjetivo les pertenece per se: “una hoja blanca” (IV, 6). Otro recurso muy utilizado es la exageración o la hipérbole, figura de pensamiento usada para conmover: “Me da una bala en el pecho” (IV, 27), “mi triste esqueleto carcomido” y las metonimias: “llegaron adulzoradas al costado izquierdo de mi existencia” (IV, 37) por nombrar al corazón. En cuanto a las aliteraciones o repetición de sonidos iguales en un renglón o una estrofa, podemos traer a la página a la “triste tristumbre desnuda” (IV, muy a lo vallejiano), que unida a la exclamación “¡Nos vemos en Guadalajara!” es más patética aún (IV, 49). Le gustaba jugar con los sonidos repetidos, en clara búsqueda de sonoridad en el verso, a la manera de los modernistas, maestros del artificio sonoro. “La dama de las llaves de la noche” Entre una estrofa y otra se da un cambio de persona, de tercera a primera, como si se tratara de una contrastación: la del recuerdo de una mujer con quien se comparte el lecho y, luego, con la que se idealiza. De la oposición surge el desánimo, el insomnio, el transcurrir de la noche entre los pensamientos destinados a la mujer de carne y a la dama de la noche, que la transcurre. Ante la posesión/ desposesión él se queda con el pecho penumbroso. “Despedida en circunstancias muy tapatías” Pasemos ahora a la crítica en torno a la poesía de Enrique Macías. Como se ha expresado, es escasa. Se han ocupado de sus textos Luis Javier Arellano Ramírez, con “La poesía de Enrique Macías”, en el folleto literario Barda 3, publicado en Guadalajara en 1979, según escribe, en otro acercamiento crítico, Raúl Ramírez García, investigador que enuncia los nombres de las musas a quienes Macías dedicó uno o varios poemas. Otra de las aportaciones la ofrece el poeta Amado Aurelio Pérez. Estas tres voces Arellano (1979), Pérez (2009) y Ramírez (2018) serían los estudiosos de la poesía de Enrique Macías. Señalo que colaboré en el libro Palabra y adicción en 2009, con un primer acercamiento a la obra del mencionado y en el programa radiotelevisivo ¿Y quién es usted? de ML medios el 28 de enero 2020, emisión donde colaboró Jesús Medina García, amigo de Enrique en la década de los 80. Jesús Medina García, como bien menciona el titular de dicho programa José Ruiz Mercado, hace un retrato de época, cuando relata que en 1984 se inscribió a la extinta Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, para encontrarse con Enrique Macías: No era alumno, pero asistía con mucha frecuencia, tenía muchos amigos y conocidos, convivíamos, tomábamos y fumábamos y casi no le teníamos miedo a nada, y, sobre todo, predominaba en nuestras charlas el tema de la literatura, paulatinamente fui conociendo su obra, algunos poemas escritos en servilletas o cuadernos desmadejados, platicaba de su estancia en la penal de Oblatos, por allí en 1976 porque al igual que a José Agustín lo pillaron con un poco de cannabis. (Medina, 2020). Como puede verse, los amigos testimoniales recuerdan el hecho de que Macías escribía sobre cualquier papel escriturable, muchas veces éstos se perdían, se quedaban en algunas manos, sin que al autor le importara demasiado. Las bromas al respecto no se hicieron esperar, varios de sus amigos comentan que para “escribir” un libro solo bastaba recoger todo lo que Macías iba tirando al leer sus escritos. La semblanza del poeta se completa en la voz de Amado Aurelio Pérez:
Entre 1979 y 1988 Enrique Macías colabora con el grupo de teatro La Coperacha, dado que fue integrante del grupo fundador y cuando entrega sus datos biográficos a Jesús Rodríguez Gurrola manifiesta “actualmente, trabaja en Teatro Guiñol” (1988). Por Poesía reciente de Jalisco podemos saber que Cantos de Abandono estuvo considerado como el segundo libro en la producción del poeta jalisciense, y que este conjunto de versos se presentaría como un capítulo del libro publicado por Olguín en 2006. Llama la atención que Poesía reciente de Jalisco lo consigna como docente, al nombrarse la ocupación actual de los poetas antologados (p.491). Es pertinente mencionar para este estudio que en Poesía joven de México. Premio Lagos de Moreno, antología, (García, 1981), dictaminado por Hugo Gutiérrez Vega, Elena Jordana y David Huerta en 1978, los tres poemas que se incluyen están dedicados a Lolita: “Última carta”, donde declara como imposible el amor de su musa, de quien menciona sus castos senos / ¿intocables? (p. 47) y la menciona en “Me sabía sonreír” como la niña buena con trenzas / en un retrato / de quince años sin pechos. (p. 48) que le causaba desasosiego. En “Confesión a manera de epílogo”, fechado el 11 de diciembre de 1975 poetiza que los resultados finales de ese amor fueron funestos para él, porque ella salió ilesa: “Izando satisfecha / orgullosa / sus sedosos calzoncitos vírgenes en señal de victoria” (p.49), hecho que confirma la interpretación al poema “La dama de las llaves de la noche”, donde son dos mujeres a quienes se contrasta y describe. Es un hecho que la poesía de Enrique Macías surge de la rabia por las condiciones del sistema político en México en la segunda mitad del siglo XX. Su escritura es una moneda de dos caras: por un lado, la rebeldía, por el otro su postura de izquierda. En cuanto al estilo, los versos de Macías huyen del artificio, asentándose en frases diarias, al modo de los coloquialismos de Jaime Augusto Shelley, César Vallejo y Jaime Sabines, a quienes recurre para sustentar sus propios versos. En “Elegía”, el poema seleccionado por León Guillermo Gutiérrez podemos constatar que el viaje a la ciudad de México le proveyó de lecturas revolucionarias, porque llevaba en las tardes “el libro combativo de Fanon / que me heredó otro camarada?” (2001, p. 282). Cualquiera de los libros de Frantz Fanon abordaría las ideas de la descolonización, por su teoría orientada hacia el marxismo. Hermenegildo Olguín sostiene que el tiempo de la poesía en Macías se quedó detenido en su temporada en la Penitenciaría de Oblatos. Así lo prueba la recurrencia a esos días aciagos cuando escribe textos como su “Arte antipoética”, donde afirma escribir bajo el influjo del carcelazo. En esa declaratoria, puede leerse además la insatisfacción que cada estrofa salida de su pluma le producía. Fue un poeta siempre contrariado. Es un hecho que la publicación hecha por Olguín con De perrunas furias y otros poemas le dieron visibilidad y actualidad al escritor a comienzos del siglo. Conclusiones Es un hecho que la construcción de la historia de la literatura deja entrever los intereses de críticos, investigadores, antologadores hacia los artistas de su tiempo. Y que, en ocasiones, la propia familia se niega a aportar datos relevantes para el andamiaje de una vida entregada a la poesía. Este acercamiento surgió de la buena fe: quiso rendir un homenaje a un hombre que vivió y padeció el peso de las palabras en la calle y frente a la tribuna. La ambigüedad estructural de las cartas-poema permitieron acercarse al hombre y al poeta, en una suerte de ventanal doble hacia el mundo espiritual de un joven artista. La premisa de este texto anunciaba que existe un discurso amoroso en esas misivas, pero que este no se sostiene por sí mismo, porque tiene que apoyarse en un subdiscurso, el del sujeto como ente social. Al establecerse una investigación cualitativa, no pretendimos establecer una hipótesis, pero sí una respuesta articulada en tres momentos: 1. La poesía amorosa en Enrique Macías tiene su base en un bagaje erótico. 2. El fracaso en el amor se une a otras razones del desencanto de sí mismo como sujeto amoroso. 3. El ingrediente central en la poesía de corte amoroso de Enrique Macías muestra un autoconocimiento ideológico basado en la negación de las reglas establecidas aún para el cortejo, sociabilizadas desde normas absurdas, a su parecer. La aportación de este trabajo es inédita: no se ha estudiado el aspecto amoroso en la poesía de Macías, y representa una oportunidad para tratar un asunto demasiado humano, que puede llevar a la promoción de la lectura de un poeta que reposa en la escasa difusión. Parte de un tema de interés general, casi como una provocación, con el deseo de que pueda mirarse cómo Enrique Macías soñó que la poesía podría convertirse en una herramienta para establecer la igualdad en el mundo. Tal vez Enrique Macías no sea el mejor poeta de Jalisco, pero sí uno de los más genuinos: lo prueba su vida y su obra.
Anexo: I. Te encontré una tarde en la escuela Ciertos encuentros casuales Sábado santo, marzo 1975 7 ¼ noche Suits Polvorín II.
3 abril 1975. Guadalajara, Jalisco. No queda mucho por decir dando a mares el pecho 28 de abril 75 México, D.F. Col. Roma IV. Lo de: el último poema para ti, sincerándonos no era cierto Quisiera poder tener todas las palabras Quisiera decirte fuera de toda retórica inútil V. La dama de las llaves de la noche VI. Despedida en circunstancias muy tapatías Cuidado con las niñas 1 2 3 Desesperado que de repente éramos ya dos Viernes a sábado 11-12 abril 1975 Anexo 2. El cuestionario abierto El cuestionario presente forma parte del trabajo recepcional del Diplomado en Desarrollo de Habilidades en Investigación (2021), cuyo tema es: “El epistolario amoroso de Enrique Macías. Un discurso de la intimidad”. Cuestionario abierto
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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