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La utilización de técnicas en el Stand Up como estructuras de producción: El humor mexicano entre chistes, cultura de masas y crítica social. The use of Stand Up Comedy techniques as production structures: Mexican humor between jokes, mass culture, and social criticism. |
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DOI: 10.32870/sincronia.axxix.n88.22.25b | |||||||||
Jesús De La Luz Castillo |
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Recepción: 25/12/2024 Revisión: 31/03/2025 Aprobación: 14/06/2025 | ||||||||||
Resumen. Palabras clave: Stand Up. Humor. Comedia. Cultura. Crítica social. Abstract. Keywords: Stand-up comedy. Humor. Comedy. Culture. Social commentary. |
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Cómo citar este artículo (APA): En párrafo (Parentética): En lista de referencias: |
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Introducción Lo distintivo de este formato es que se apoya en un conjunto de técnicas específicas, como el delivery (forma en que se presenta el chiste), el running gag (repetición cómica a lo largo de la rutina), o el callback (retomar un chiste anterior en un nuevo contexto), entre otras. En este sentido, por primera vez en la historia del humor mexicano, estas técnicas se han sistematizado y difundido de manera accesible, permitiendo que cualquier persona pueda aprenderlas y aplicarlas. Por ello, el presente texto ofrece una perspectiva sociológica que analiza las técnicas del Stand Up no sólo como estructuras para producir chistes, sino como mecanismos estructurantes de relaciones y dinámicas en las que se inserta esta expresión humorística en México. El objetivo es esbozar algunas de las implicaciones socioeconómicas del Stand Up dentro del contexto humorístico nacional, al mismo tiempo que se traza un panorama de su presencia en el país. Las técnicas del Stand Up como dispositivos de estructuración del sentido. Durante mucho tiempo, diversas formas de humor necesitaron de apoyos escénicos: instrumentos musicales, disfraces o escenografía. A diferencia de estas expresiones, el Stand Up prescinde de complementos: su núcleo reside en la correcta aplicación de técnicas específicas. Esto no implica restar importancia al contenido expresivo de los comediantes, sino subrayar que dichas técnicas orientan y canalizan las experiencias, observaciones y percepciones desde una lógica racional. Para clarificar esto, se describen sólo tres de las técnicas más utilizadas, no con el fin de agotarlas o mostrarlas a detalle (ya que esa no es la finalidad del escrito), sino de establecer una base analítica para comprender sus consecuencias socioeconómicas más allá de sus efectos cómicos inmediatos. Las técnicas fundamentales del Stand Up son la premisa y el remate, que constituyen el esqueleto de casi cualquier chiste dentro del formato. La primera introduce una situación o tema del que se desprende una característica o rasgo; la segunda propone una ruptura de sentido mediante una incongruencia o ambigüedad lingüística. Ejemplo clásico: “El otro día vendí mi aspiradora (premisa). Lo único que hacía era acumular basura (remate)”. La gracia emerge de la inversión del sentido esperado: ¿qué tendría de contradictorio tener una aspiradora que acumula basura? La otra técnica es la regla de tres, que introduce una secuencia de dos elementos coherentes seguidos por un tercero que rompe el patrón de forma humorística, pero manteniendo una conexión temática. Por ejemplo: “Les voy a dar tres consejos para hablar inglés excepcional: no tener vergüenza al hablarlo, prestar atención a la pronunciación y haber crecido en Inglaterra”. Esta técnica difiere de las anteriores por su estructura interna, aunque comparten la meta de generar risa. Si bien no hay una clasificación oficial, las técnicas pueden agruparse en dos categorías: técnicas de escritura —premisa, remate, regla de tres, regla de cuatro (construcción de un chiste desde un tema, sentimientos, argumentos y remat), oneliner (chiste de una frase), running gag (referencia a una situación cómica que se repite a lo largo de la rutina)— y técnicas de narración o actuación —delivery, callback, planteamiento (introducción de un tema o historia que se convertirá en chiste), acting (forma en que un comediante utiliza su voz, lenguaje corporal y expresiones faciales), exageración (intensificar una característica, acción o situación)—. Esta taxonomía deja ver que el Stand Up es el único formato humorístico cuya identidad se sostiene sobre una técnica claramente codificada: estilo, ritmo y esencia se originan en su aplicación. En este punto surge la interrogante: ¿dónde queda la creatividad del comediante? ¿Qué papel juegan sus contenidos y cómo se articulan con las técnicas?[3] ¿Son las técnicas superiores en jerarquía? En términos de invención, la creatividad queda subordinada a la estructura técnica; en términos de imaginación, las ideas individuales pueden integrarse a las técnicas y enriquecer el producto. Esto ocurre porque toda técnica moderna nace de una idea creativa orientada a maximizar la eficiencia, y su apropiación potencializa los efectos esperados. Así se explica el estilo particular de figuras como Carlos Ballarta, Macario Brujo, Alex Fernández o Franco Escamilla, quienes logran distinguirse por el manejo singular de las mismas técnicas compartidas. En cuanto al contenido, las técnicas no lo modifican, pero lo abren a múltiples significados, generando ambigüedad interpretativa. Esta multiplicidad permite que el público realice diversas lecturas sobre un mismo chiste. Es por ello que, ante las críticas dirigidas a chistes políticamente incorrectos o de humor negro, muchos comediantes se deslindan argumentando que no pretenden promover prejuicios o conductas nocivas. Para sus defensores el énfasis suele estar en el efecto o intención del chiste, no en la estructura técnica que lo posibilita (Palomino, 2019; German, 2019; Chávez, 2020). Así, más que imputar responsabilidad moral, conviene comprender que las técnicas propician una sobredeterminación interpretativa, por lo que no hay una lectura única ni verdadera del chiste. Este desplazamiento del interés desde la risa hacia su potencial efecto simbólico explica por qué ha cobrado fuerza el debate sobre la violencia simbólica en lo chistes en lugar del análisis clásico del chiste como estructura (Hutcheson, 1750; Schopenhauer, 1819; Bergson, 1900). Lo hasta aquí expuesto permite reconocer los efectos inmediatos del uso técnico que se realiza en el Stand Up, así como el rol constitutivo que estas técnicas tienen sobre los comediantes. Ellos se configuran como standuperos en tanto aprenden y dominan dichas técnicas. Sin embargo, su eficacia no es automática, sino que requiere práctica, reiteración y ajuste. Por ello existen dinámicas como los Open Mic en los bares de comedia, donde los comediantes nuevos o experimentados ponen a prueba sus rutinas frente al público para ajustar o desechar chistes. Desde esta perspectiva, el comediante ocupa un lugar intermedio: entre las técnicas y su finalidad (hacer reír). Es en la puesta en escena donde se revela este ensamblaje técnico, cuando el comediante —solo bajo el reflector— ejecuta el resultado de su trabajo. Esta ejecución no es trivial: saber entregar técnicamente el chiste es parte integral de este formato humorístico. Como expresa Ricardo O’Farrill:
En otras palabras, ¿manejas las técnicas humorísticas con destreza o no? La tecnificación del chiste como motor del auge del Stand Up en México. En sentido estricto, la elaboración de un chiste parte de un hecho de la realidad que se transforma cómicamente a través de recursos lingüísticos como la paradoja, el símil, la ironía, la personificación, entre otros. Esta utilización del lenguaje fue abordada, por ejemplo, por Sigmund Freud (1905), quien relaciona el “placer” que produce el chiste con el “gasto psíquico ahorrado” (p. 114), al analizar no solo la economía de palabras, sino las intenciones que se ocultan detrás de ellas. Este enfoque permite situar al chiste dentro de un registro comunicacional altamente específico, basado en operaciones simbólicas del lenguaje. En el caso del Stand Up, tales recursos no son simplemente ornamentales, sino que potencian las técnicas, multiplicando la efectividad estética del chiste. Ejemplo de ello es el siguiente fragmento: “Las relaciones son como los teléfonos celulares. Al principio, todo es emocionante y nuevo. Luego, después de un tiempo, solo quieres arrojarlos por la ventana cada vez que suenan” (Premisa y Remate + Símil). Además, hay una estructura social que emerge del acto humorístico: quien enuncia, quien es aludido y quien experimenta placer. Por eso se debe hablar de fabricación de chistes más que de creación espontánea: el comediante de Stand Up se apoya en técnicas específicas que modelan el lenguaje y, con él, la percepción social. ¿Qué papel juegan entonces los chistes en la consolidación del Stand Up y cómo esto se vincula con su popularidad en México? Una clave está en la transición de una tradición de chistes anónimos —centrados en el enunciado— a una práctica en la que el valor recae sobre el enunciador. El Stand Up puso en el centro la autoría del comediante, lo cual transformó la manera de producir y consumir humor en el país. A partir de sus vivencias y puntos de vista, los comediantes abordan temas cotidianos que permiten una identificación más directa del público con las realidades que se presentan en escena. Mientras que los chistes tradicionales solían desarrollarse en escenarios ficticios,4 el Stand Up produce un retrato social más cercano a la experiencia compartida, funcionando como un espejo y una construcción colectiva del contexto mediante una serie de chistes (Fernández, 2012).[4] Aunque esto no explica por completo el auge del Stand Up, sí identifica el catalizador: la accesibilidad técnica y su uso. Desde 2016, proliferaron talleres y manuales para aprender hacer Stand Up, como el Manual de Stand Up: ¡Cómo escribir, actuar, improvisar, presentar y producir Stand Up! de Kristof Micholt (2022), que reúne consejos y técnicas en una guía práctica. En este sentido, la facilidad de acceso al conocimiento técnico fue clave para el crecimiento exponencial del formato. A este fenómeno se suman otros tres factores fundamentales: 1) la viralización del contenido humorístico gracias a las redes sociales y plataformas digitales, lo que diversificó los espacios de difusión frente a la rigidez de los medios tradicionales; 2) la multiplicación de lugares para hacer Stand Up, como bares, restaurantes, foros culturales y hasta espacios públicos, como en el caso del show realizado en septiembre de 2022 por Lalo Elizarrarás en las calles de Xalpa, Iztapalapa, en la CDMX; y 3) el impulso derivado de la pandemia por COVID-19, que obligó a los comediantes a explorar nuevos formatos como los podcasts, expandiendo su audiencia en plataformas digitales. Aunque algunos comediantes ya producían contenido digital antes de la pandemia, esta situación aceleró la popularización del medio. Durante el confinamiento, los podcasts más escuchados en Spotify fueron La Cotorrisa (comedia) y Leyendas Legendarias (comedia de terror), lo que demuestra el impacto del contexto global en la consolidación del formato en México (Cerezo, 2020; Saint, 2021; Santiago, 2022). Por último, también hay que considerar los antecedentes históricos que delinearon una disposición cultural favorable al Stand Up. Comediantes como Jesús Martínez “Palillo”, Leopoldo Roberto García “Polo Polo” y Adal Ramones ya practicaban estilos que contenían elementos similares, desde la crítica política hasta la narración humorística en primera persona. Esto sugiere que el imaginario humorístico mexicano ya contenía elementos propicios para la recepción del Stand Up, sumados a su dimensión socioeconómica. Este aspecto también es clave: el Stand Up nació en los clubes nocturnos estadounidenses de los años 50, abordando temas sociales y políticos, y más tarde llegó a la televisión con programas como Saturday Night Live o The Tonight Show. En México, su llegada se dio desde el norte del país a finales de los 90 y se consolidó una década después en Ciudad de México, Querétaro, Estado de México, Puebla y Jalisco. Hoy en día, hay núcleos de Stand Up en casi todos los estados, especialmente en bares, lo cual demuestra que su popularidad radica en concebir el humor como un modo de producción basado en técnicas disponibles para quien quiera aprenderlas.[5] El Stand Up como expresión técnica del neoliberalismo cultural. Un ejemplo paradigmático fueron los bares del norte del país, como “El Unicornio Azul” en Monterrey, donde desde principios de los años noventa comenzó a mezclarse el entretenimiento mexicano con influencias estadounidenses. Es precisamente ahí donde se ubica el origen histórico del Stand Up en México. En el centro del país, su consolidación llegó más tarde, en 2006, con la apertura del bar “Beer Hall” en la Ciudad de México. Esta localización espacio-temporal revela dos aspectos fundamentales: por un lado, que el Stand Up necesitaba de condiciones económicas específicas para florecer como producto cultural capitalizable; por otro, que comparte con otros modos de producción urbana la lógica técnica propia del capitalismo contemporáneo. Desde esta óptica, el Stand Up puede entenderse como un gremio que se ha integrado a las industrias del entretenimiento predominantes. Su naturaleza multimodal —oral y visual a la vez (Aliaga, 2021)— lo hace compatible con los formatos audiovisuales que dominan los medios masivos. Así, su circulación se realiza a través de la televisión, el internet y plataformas de streaming. Un ejemplo de su institucionalización es Comedy Central, que en 2015 grabó 53 programas de media hora y en 2016 transmitió una nueva temporada con 50 programas. Ese mismo año, lanzó una aplicación móvil para acceder a su contenido en múltiples plataformas, ahora con costo (Álvarez, 2016, párr. 19). Aunque puede parecer que estas industrias compran espectáculos de Stand Up como un producto más, lo cierto es que el gremio humorístico opera bajo la lógica del mercado: los comediantes deben vender su trabajo como mercancía dentro del sistema de entretenimiento. Esto implica que, para obtener ingresos y mejorar sus condiciones de vida, necesitan posicionarse en el mercado como “marcas” individuales. En palabras de Ricardo Elizondo, director de Ideas & Capital, fondo que invirtió 35 millones de dólares entre 2016 y 2019: “el valor te lo genera la persona que se para enfrente y hace reír, no te lo genera la estrategia del negocio, ni la marca. La marca es el comediante” (Álvarez, 2016, párr. 13). Las técnicas humorísticas desempeñan un papel central en este sistema: al ser accesibles para cualquiera, la competencia por destacar es feroz. Si bien algunos logran consolidar una audiencia a través de plataformas más abiertas como YouTube, la mayoría debe enfrentar un mercado saturado, lo que vuelve difícil la profesionalización estable6[6] Esta situación plantea la pregunta: ¿puede considerarse el Stand Up como cultura de masas por el simple hecho de circular en las grandes industrias culturales? Si se retoma la crítica de la Escuela de Frankfurt —según la cual la industria cultural explota la pobreza experiencial del mundo mediante ilusiones estandarizadas—, el Stand Up parecería escapar a esta lógica, ya que exhibe la realidad con un enfoque humorístico, sin pretender educarla.[7] No obstante, si se acepta que incluso las expresiones críticas pueden ser absorbidas y estandarizadas por la industria, entonces el Stand Up sí podría ser considerado cultura de masas. En su intento de mostrar la realidad, corre el riesgo de convertirse en una representación codificada de ella. Además, contribuye a reforzar identidades nacionales al tematizar diferencias y estereotipos. Así lo evidencian shows como Furia Ñera (2018) de Carlos Ballarta, Maleducado (2019) de Daniel Sosa, Cuidado Mexicano (2020) de Ricardo O’Farrill, Un Mal Moreno (2022) de Iván Mendoza y Stand Up Con Certificado De Humildad (2022) de Lalo Elizarrarás, todos ellos con fuerte contenido identitario mexicano (Anderson, 1983). Finalmente, si se considera que las técnicas no son solo medios para producir chistes, sino estructuras que modelan sentidos y relaciones sociales, la conclusión es contundente: el Stand Up sí es cultura de masas en México. Al insertarse en la industria cultural, sus técnicas funcionan como dispositivos que organizan el tiempo libre, orientando su consumo hacia formas compatibles con el sistema capitalista. Como advierten Horkheimer y Adorno (1994), no se trata de un desarrollo neutral de la técnica, sino de su integración a la economía: quien busca disfrutar de su tiempo viendo Stand Up, en realidad reproduce lógicas laborales disfrazadas de entretenimiento (pp. 166, 181). No obstante, aún existen dimensiones sociopolíticas del Stand Up que pueden ser restacadas: 1) visibiliza posicionamientos subjetivos frente a la realidad; 2) otorga espacio a minorías y grupos históricamente marginados; 3) cuestiona estereotipos mediante rupturas semánticas; 4) denuncia problemáticas contemporáneas; y 5) sirve, en ocasiones, para campañas o causas sociales sin fines de lucro. Si bien estas funciones son marginales frente al alcance comercial del formato, podrían conservarse en el tiempo, incluso si el Stand Up deviene industria formalizada. Ello se debe a que el humor —como forma de expresión— conserva la capacidad de abrir sentidos alternativos y producir significados inesperados. Una clave para preservar este potencial radica en explorar los vínculos entre humor y arte, en lugar de reducir el humor a entretenimiento tecnificado, es decir, en ir más allá de los chistes de las rutinas de Stand Up. “La ciencia y la técnica han querido instalarse en un poder, y desde ese poder hablan”, escribe González (2003), mientras que el arte no busca el poder: “es el poder mismo”, al ser accesible a todos sin un método único (p. 65). En ese tenor, no se trata de defender una supuesta “autenticidad” del humor, sino de reconocer su fundamentación política (Benjamin, 2003). Otra clave es emplear las técnicas desde un horizonte de verdad —como proponía Heidegger (1997)—, pero no para encontrar su esencia, sino para iluminar intersecciones sociales desde una perspectiva transversal. Así, el humor técnico del Stand Up no pierde su objetivo primario —hacer reír—, sino que lo amplía como forma de comprender y transformar la realidad, aún con la aplicación de técnicas y todo lo que conllevan. Conclusión: El Stand Up como síntesis técnica y cultural de la modernidad humorística. La clave de esta transformación radica, sobre todo, en la viabilidad y diseminación de sus técnicas. Como explica Barbero (1991), “las masas, con ayuda de las técnicas, hasta las cosas más lejanas y más sagradas las sienten cerca. Y ese ‘sentir’, esa experiencia, tiene un contenido de exigencias igualitarias que son la energía presente en la masa” (p. 58). Bajo esta perspectiva, el Stand Up no es solo una forma de provocar risa mediante el contacto directo con el público, sino un dispositivo técnico con múltiples posibilidades de aplicación, que van desde motivaciones individuales hasta dinámicas económicas y simbólicas más amplias. En última instancia, el Stand Up refleja una de las características más visibles de la época moderna: el predominio de lo técnico como mediación y capitalización del sentido. Por lo tanto, este fenómeno no se limita al humor, pero en él encuentra una expresión significativa. En este sentido, las técnicas del Stand Up no deben entenderse como estructuras neutrales. Al contrario, como advierte Heidegger (1997), “más duramente estamos entregados a la técnica cuando la consideramos como algo neutral” (p. 113). Comprender esta dimensión permite situar el Stand Up no sólo como un formato humorístico, sino como una práctica cultural que encarna relaciones, tensiones y posibilidades propias del presente. |
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Referencias Aliaga, L. (2021, Junio). Análisis comparativo de los mecanismos humorísticos de la comedia de situación. Cuadernos AISPI, 18(0). https://www.ledijournals.com/ojs/index.php/cuadernos/article/view/1868/1728. Álvarez, S. (2016, Febrero). Stand Up Comedy: El negocio de hacer reír. Periodico Expansión. https://expansion.mx/emprendedores/2016/02/04/el-negocio-de-hacer-reir. Anderson, B. (1983). Sociedades imaginadas. México: Fondo de Cultura Económica. Ballarta, C. (2018). Furia Ñera. Mexico: Netflix. Barbero, J. (1991). “Industria cultural: capitalismo y legitimación”. En: Barbero, J. (Ed). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía (pp. 48-71)México, Editorial Gustavo Gili. Benjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. México: Editorial Ítaca. Bergson, H. (1900). La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico. Argentina: Ediciones Godot. Berger, P. (1999). La risa redentora. La dimensión cómica de la experiencia humana. España: Kairós. Cerezo, A. (2020, Agosto). Los podcast más escuchados en Spotify este 2020. Hotbook. https://hotbook.mx/podcasts-mas-escuchados-en-spotify-este-2020/. Chávez, A. (2020). Análisis de contenido del Stand Up Mexicano en el canal de YouTube del canal Comedy Central. México: Universidad Vasco de Quiroga. Echeverría, B. (2009). ¿Qué es la modernidad?. México: UNAM. Elizarrarás, L. (2022). Lalo Elizarrarás Stand Up con Certificado de Humildad (En vivo desde Xalpa, Iztapalapa). México: YouTube. Fernández, A. (2022). Lo que no sabías del humor mexicano. México: Star Plus. Fernández, A. (2012, Agosto). Sexismo léxico-semántico y tensiones psíquicas “¿Por qué Dios creó a la mujer bella y tonta?”. EDUCAR, 48(1). https://raco.cat/index.php/Educar/article/view/252997/339742. Freud, S. (1905). El chiste y su relación con lo inconsciente. Argentina: Amorrortu Editores. German, M. y otros. (2019). Stand Up: Una escena en pañales que ya camina. México: UAM-X. González, O. (2003). Reflexiones sobre El Arte, La Ciencia y La Técnica. Colombia: Universidad EAFIT. Heidegger, M. (1997). La pregunta por la técnica. Chile: Editorial Universitaria. Horkheimer, M. y Adorno, T. (1994). “La industria cultural”. En: Horkheimer, M. y Adorno, T. (Eds). Dialéctica de la Ilustración (pp. 165-212) España, Trotta. Hutcheson, F. (1750). Reflections Upon Laughter: And Remarks Upon the Fable of the Bees. Scotland: University of Glasgow. Mendoza, I. (2022). Un mal moreno. México: YouTube. Micholt, K. (2022). Manual de Stand Up: ¡Cómo escribir, actuar, improvisar, presentar y producir Stand Up!. Argentina: Independiente. O'Farril, R. (2020). Ciudadano Méxicano. Mexico: YouTube. O'Farril, R. (2022). CREATIVO #275. Mexico: YouTube. Olivares, J. (2016, Mayo). El humor mexicano no ha sido estudiado: “lo damos como natural”. La Jornada. ttps://www.jornada.com.mx/2016/05/17/espectaculos/a09n1esp. Palomino, J. (2019). El humor como herramienta de crítica social en el Stand up comedy. México: UACM. Radio Pirata (2022). Los cómicos en México - Breve historia de la comedia mexicana. México: Apple Podcast. Saint, A. (2021, Diciembre). Ranking: los podcast más escuchados en Spotify México este 2021. Business Insider. https://es-us.finanzas.yahoo.com/noticias/ranking-10-podcasts-escuchados-spotify-140010799.html. Santiago, A. (2022, Enero). Los 5 mejores podcast Spotify México 2022. Ding. https://www.ding.com/es/community/los-5-mejores-podcast-spotify-mexico-2024. Schopenhauer, A. (1819). El mundo como voluntad y representación II. España: Editorial Trotta. Sosa D. (2019). Maleducado. México: Netflix
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NOTAS: [1] Dentro del campo semántico de este tema existen muchas palabras que son utilizadas como equivalentes o sinónimos, especialmente de manera coloquial. En este caso se opta por utilizar la palabra “humor” y no “comedia” con el propósito de establecer diferencias teóricas y conceptuales más amplias y enriquecedoras, aunque esta última es más común. Dicho esto, se entiende que el humor es una manera de contemplar una situación mediante diversas expresiones que buscan trastocar la posición subjetiva de los implicados, reflejándose en su estado de ánimo, mientras que la comedia es un género que versa sobre una trama en donde predominan aspectos placenteros cuya formulación puede ser literaria, teatral o cinematográfica. [1] Si bien Bolívar Echeverría subraya la aplicación del conocimiento matemático en las técnicas, aquí se destaca sólo este rasgo porque lo relevante radica en que desde ese momento de la historia se enmarcan a las técnicas en una lógica donde lo que importa es la productividad. [1] Se habla de contenido y no de mensaje porque cada uno de los comediantes tiene un interés particular para hacer Stand Up, además del objetivo de hacer reír. [1] Por ejemplo: “Una vez cinco japoneses crearon una máquina que atrapaba ladrones. Estrenaron la máquina en Japón y en menos de 30 minutos atrapó a 25 ladrones. La llevaron a Francia y en menos de 20 minutos atrapó a 17 ladrones. La llevaron a Italia y en menos de 15 minutos atrapó a 20 ladrones. Entonces la llevaron a México y en menos de 5 minutos robaron la máquina”. [1] Antes del Stand Up los comediantes mexicanos optaban por otro tipo de formatos o estilos humorísticos como contar chistes, hacer sketches, parodias, series, películas, etc. Algunos análisis históricos sobre esto, así como de sus implicaciones culturales y políticas a lo largo de los años, se pueden encontrar de tres modos diferentes: 1) como reseña en El humor mexicano no ha sido estudiado; “lo damos como natural” de Juan José Olivares (2016), 2) como una investigación en el episodio Los cómicos en México - Breve historia de la comedia mexicana del podcasts Radio Pirata (2022) y 3) como un show cómico en la miniserie Lo que no sabías del humor mexicano del comediantede Alex Fernández (2022). [1] Cada industria y plataforma que reproduce Stand Up merece un análisis propio para dar cuenta de sus particularidades, diferencias y descubrir si hay alguna tendencia en todas ellas además de las aquí descritas. [1] “Un buen dibujo cómico o un buen chiste muchas veces pueden desvelar mejor una realidad social determinada que todos los trabajos científico-sociales. A menudo, es posible considerar, por lo tanto, lo cómico como una especie de sociología popular” (Berger, 1999, p. 128). |
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Universidad de Guadalajara Departamento de Filosofía / Departamento de Letras |
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