La llamada de lo salvaje. Lectura mitológica
y nietzscheana de la novela de Jack London.

The call of the wild. Mythological
and Nietzschean reading of Jack London's novel.

 
Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional DOI: 10.32870/sincronia.axxix.n88.6.25b  
 

Xan Eguía Eléxpuru
Colegio de Franciscanas del Sagrado Corazón
(ESPAÑA)
CE:
xan.eguia.e@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-7888-9610

       
            Recepción: 07/01/2025 Revisión: 01/04/2025 Aprobación: 06/06/2025  
         

Resumen.
En estas páginas podremos encontrar una breve reflexión sobre La llamada de lo salvaje de Jack London (The Call of the Wild). Novela en la que es posible leer algunas de las ideas más importantes del filósofo/literato/provocador Friedrich Nietzsche, siendo, además, un relato con categoría de “mito”. Ideas que hemos podido desarrollar en la Facultad de Ciencias de la Educación de A Coruña (España), en una serie de talleres abiertos, sin limitaciones de edad o titulación. Quizá la necesidad de mostrar como el pensamiento mítico sigue trabajando en nuestra formación, psique, conciencia, cultura. La narración, la explicación de un sentido ontológico, moral, un orden del mundo frente al caos del sinsentido. Quizá la necesidad de reivindicar lecturas olvidadas, los clásicos, la novela juvenil o de aventuras, formas diversas del mito. Destacamos, como objetivo más importante, la capacidad pedagógica del mito, la literatura y la filosofía.

Palabras clave: Mito. Jack London. Hermenéutica. Pedagogía. Nietzsche. La llamada de lo salvaje. Superhombre. Voluntad de poder. Übermensch.

Abstract.
In these pages we can find a brief reflection on Jack London's The Call of the Wild. A novel in which it is possible to read some of the most important ideas of the philosopher/literary/provocateur Friedrich Nietzsche, being also a story with the category of "myth". Ideas that we have been able to develop in the Faculty of Educational Sciences of A Coruña, in a series of workshops that we wanted to call Free-losophy, open, without age or degree limitations. Perhaps the need to show how mythical thought continues to work in our formation, psyche, conscience, culture. The narration, the explanation of an ontological, moral sense, an order of the world against the chaos of nonsense. Perhaps the need to vindicate forgotten readings, the classics, the youth or adventure novel, various forms of myth. We highlight, as the most important objective, the pedagogical capacity of myth, literature and philosophy.

Keywords: Myth. Jack London. Hermeneutics. Pedagogy. Nietzsche. The Call of the Wild. Superman. Will to power. Übermensch.

 
 

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Eguia, 2025, p. __)

En lista de referencias:
Eguia, X. (2025). La llamada de lo salvaje. Lectura mitológica y nietzscheana de la novela de Jack London. Revista Sincronía. XXIX(88). 112-131 DOI: 10.32870/sincronia.axxix.n88.6.25b

   
 
 

Recuerdo a Gadamer cuando hablaba del lenguaje poético, lenguaje que nunca se agota cuando pretendemos transformarlo en conceptos (Gadamer, 2012, p. 100). Lo poético estimula esa operatividad de síntesis de ideas y emociones llegando a generar conceptos, por lo que podemos extraer diversas enseñanzas de una novela, canción o poema. En esta narración, la sensación de cierto primitivismo atávico, de atemporalidad, nos sitúa todavía más lejos, o más cerca, de un tiempo de corte mítico. Es la cercanía a las raíces del mito que reconoce Gianni Vattimo: el conocido como tiempo del héroe. En esta novela, propuesto por London a través de un animal simbólico. Aventura por momentos dura y cruel, parece querer hablar de alguna verdad que sentimos. Es mostrada, no dicha. Nietzsche entendía al hombre como artista en un mundo que es una obra de arte en constante proceso de transformación. Mundo, el occidental, que a través de la culpa ha debilitado a los hombres física y psicológicamente. Los ha engañado, debilitado de una forma que no aceptan ni el filósofo ni el escritor norteamericano.

Necesaria una breve sinopsis: Buck es un perro fuerte, grande y dócil que se aleja de una familia intencionadamente aburguesada, la cual es la de un juez. Es decir, ley impuesta, creada de forma artificial. Capturado y vendido, lo enviarán al norte para convertirse en perro de trineo que sirva a los buscadores de oro. Se convierte en un mundo violento, en líder de la traílla. Pasa por diversas manos hasta conocer a John Thornton con quien desarrolla una profunda relación de respeto y amor. Atacados por los nativos de la zona, este último amo es asesinado, de modo que Buck termina solo y en libertad. Después regresa al mundo atávico del bosque, de la fría montaña, sumándose a la manada de lobos hasta convertirse en el líder de la misma.

En los talleres que dan pie a estas páginas propuse al alumnado, en el aula, elaborar una teoría, o desarrollar los “aspectos filosóficos” que pudiesen encontrar en la novela, sin buscar relación con ninguna teoría estudiada previamente, sin intención de dirigir el taller. Surgieron diversos temas como la soledad como prueba y como algo común a todas las personas en determinados momentos o circunstancias vitales; la importancia de la naturaleza tanto en su sentido literal como metafórico; la moral personal y la moral del grupo o comunidad puesta a prueba; metamorfosis; supervivencia frente a comportamiento social; cooperación; leyes; arquetipos míticos (necesitamos encontrar nombre a esta idea de arquetipo con ayuda, explicarla de forma introductoria).

Las teorías empiezan a sucederse, por ejemplo, “Sociedad vs. Naturaleza” donde se plantea que las leyes burguesas pueden ser irreales, absurdas, normativas, no adaptadas al cambio de la sociedad, que “la gente se las salta”, o en ocasiones es más que necesario corregirlas e incluso romperlas. Se presenta la propuesta de tomar conciencia de nuestra propia naturaleza individual/instintiva y la necesidad de encontrar y escoger un camino personal y propio, con nuestras propias reglas que sean diferentes y adaptadas a nuestras necesidades, lo cual llamaron “El Big Bang de la honestidad”. Hablan de un perro que se encuentra con su naturaleza verdadera (un “súper-perro”), en una “búsqueda infinita de su esencia”, como ellos mismos describen. Consideran en este momento que debemos comportarnos con honorabilidad y proponen la siguiente ecuación: “Honor = Deber moral + Identidad + Respeto a uno mismo”. Y unas cuantas ideas más, no pocas, aunque estas son las que se ciñen más a la filosofía nietzscheana. Y, en la última parte del taller, tras haber vivido la novela de Jack London, tras haber formulado por ellos mismos una propuesta teórica de su sentido, apasionados con el “juego”, resultó muy estimulante y sencillo buscar —siempre de forma lúdica— los paralelismos con Nietzsche. De aquí en adelante desarrollo el marco (hermenéutica, literatura, psicología del mito) que nos acerca a la comprensión del texto para extraer finalmente los elementos que nos permitieron encontrar a Nietzsche en el Yukón, en el frío Klondike.

El mismo alumnado es consciente de cómo Friedrich jugueteó alegre con los tótems. El Camello adocenado que sigue la norma —ignorante— se transmuta ante nuestros ojos en el Buck que vive apoltronado junto a un juez. El León fiero y salvaje que busca la libertad es el perro que tira de la traílla y combate con el líder del grupo, Spitz. El Niño es el animal que alcanza y asume su auténtica libertad, la naturaleza verdadera, en una comunidad de Übermensch como él, si entendemos al lobo como animal libre, no sujeto a la norma social que imprime la genética. Permitimos que nuestra parte literaria/artística tenga protagonismo, ya que es algo que consideramos que hubiese exigido el mismo Nietzsche. Este súper-perro salvaje, fuerte, noble y amante de quien le demuestra amor y honor es el hombre-que-trasciende, el ultra-hombre que promulga Zaratustra. Comprenden que no, no deviene en ario fascista, sino que describe a aquellos hombres o mujeres que rompen con las morales impuestas y tantas veces desfasadas y equivocadas por error o de forma consciente que no dejan de buscar una moral superior, mejor, desde su yo individual. Lo que definen en el taller como “Big Bang de la honestidad”. Así, también comprendemos que la voluntad de poder no busca ni implica imponerse sobre los demás, sino sobrevivir para vencerse a uno mismo, alcanzando mayores cotas de perfección en todos los sentidos. Una trascendencia que nos convierte en Niños, o en Lobos, en este caso. No es una visión completa de Nietzsche, por supuesto, sé que nos dejamos matices importantes en el tintero. Pero, a día de hoy, sé que no se han olvidado que guardan la experiencia en el corazón y el cerebro. Recurrimos al mito, un gran mito de Jack London, para trabajar conceptos de cierta complejidad e importancia en la filosofía y en la vida. Leemos, jugamos, recurrimos al mito y su condición narrativa ontológica y apasionante.

Para Gadamer (2012): “Leer es interpretar, y la interpretación no es otra cosa que la ejecución articulada de la lectura” (p. 100). Así, convirtió la palabra escrita en referente abierto, alejada del mensaje unívoco o dogmático. Es posible extraer siempre un nuevo significado, matiz, ver cómo crece un texto de cualquier naturaleza. Y esta es una cualidad, característica, objetivo de la hermenéutica. Continúa planteando la tesis de que interpretación y poesía están imbricadas por una razón de peso: “el texto poético nunca puede ser agotado transformándolo en conceptos” (p. 100). Siempre que leemos poesía nuestra comprensión desea ir más allá, y esto nos invita, u obliga, a interpretar uno de los objetivos básicos del taller aquí descrito. Por tanto, uno de los fines o búsquedas fundamentales de la filosofía es generar conceptos. Implica un acto creativo en quien, en un primer momento, pronuncia o escribe las palabras seguido de aquellos que, escuchando o leyendo, interpretan. Un acto interpretativo, dialectico, creativo. Este es el tipo de trabajo que me interesa a la hora de trabajar la filosofía, no como compendio más o menos complejo de saberes, teorías, conceptos o autores, sino como mecánica del pensamiento, invitación al juego, interpretación, consecución de ideas construidas.

Esta síntesis de ideas y emociones son estimuladas por la poesía, dice Gadamer (2012), pero no olvidemos la narrativa, y la poética, en cualquiera de sus formas, ni la profundidad que extraemos de ciertas enseñanzas presentes en poemas, mitos, películas, entre otros. La capacidad expresiva del autor puede alcanzar, mostrar o crear conceptos de cierto peso, incluso cuando ni siquiera hubiese sido su intención primera el hacerlo. La novela de London puede ser leída de diferentes maneras, una y otra vez, para poder así indagar en lo que el escritor propuso en un primer momento y contrastarlo con una lectura más contemporánea y su posible interpretación o disfrute. Es cierto, muchos podemos encontrar cierta épica poética en este retorno a la ancestral naturaleza.

Paul Ricoeur definía la hermenéutica como ciencia y arte de la interpretación del texto, y es imprescindible tener en cuenta la motivación o intencionalidad original del autor, recibida por el lector, que se esfuerza en establecer una dialéctica entre ambas fuerzas. Para Gadamer (2012): “La razón de nuestro tiempo es hermenéutica”, atendiendo a ésta como una propuesta de soluciones a problemas clásicos y no tan clásicos de la filosofía y de la interpretación de la cultura. Por tanto, la novela puede convertirse en un transmisor amable, acicate en la creación o comprensión de conceptos, que estimula a la búsqueda interior. Invita al lector a sentirse creativo en el momento de dar sentido a lo leído y a sí mismo en relación al contexto de la narración, dar sentido al mundo.

Hoy en día, mitología y novela (y diría que cualquier forma de narrativa) están mucho más cerca entre sí de lo que están con la filosofía. Síntesis poética, búsqueda ontológica que el lector/hermeneuta disfruta re-leyendo esta novela que quizás asimiló con un espíritu diferente en su niñez, adolescencia o ya en su madurez. La narrativa es parte de nuestra formación como personas, de su desarrollo más profundo, por ello es nuestra mitología personal. De ahí que, me cueste tanto, y no creo ser el único, aceptar emocionalmente la traducción correcta de la novela La llamada de lo salvaje, y no aquella que conocimos como La llamada de la selva.

El juego como didáctica básica del filosofar
Mucha narrativa de ficción provoca la reflexión tras una intensa experiencia emocional, de modo que con ayuda se puede alcanzar un aprendizaje más complejo, conceptual, abstracto. En un sentido pedagógico la hermenéutica abre caminos, abre la posibilidad del solipsista punto de vista, ayuda a un cambio de actitud que permite descubrir la verdad sin despreciar cualquier opción. De esta forma, las novelas, entendidas en este método de trabajo como posibilidad de juego, especialmente en la identificación de la novela de aventuras como juvenil, son una forma de arte que genera una ilusión atemporal. Nos devuelve al tiempo mítico, el que está y no está, que fue y será, repitiéndose de forma cíclica (primera aproximación al eterno retorno).  Algo que Vattimo destacaba ya de El nacimiento de la tragedia (2002, p. 42). Y más en esta historia, pues la sensación de atemporalidad y evidente primitivismo atávico nos lleva muy lejos de nuestra época y realidad. Es la cercanía a las raíces de ese mito que, como también reconoce Vattimo, nos indica el tiempo del héroe, aquí bajo la forma de símbolo animal. El mito es juego abierto de sentidos.

Esta novela parece querer hablar de alguna verdad que sentimos. Diría el mismo Gadamer que presenta un “elevado rango ontológico”, dondealgo emerge a la luz, y es lo que nosotros llamamos verdad”(2012, p. 30). Por tanto, la hermenéutica va más allá de ser una técnica de lectura o interpretación, pues es una forma de experiencia, exploradora y creativa. La hermenéutica es koiné, un lenguaje universal, que nos conduce al diálogo, a la intersubjetividad (Oñate et.al, 2006, p. 29). Es un juego desde el momento en que el texto tiene sus propias reglas, código interno e intención. Nietzsche hallaba en el juego el poder creador de la vida y el arte, así el hombre maduro es aquel que recupera la seriedad del juego infantil. Sin embargo, en todos los juegos de poetas o filósofos no hay discurso falso, pues no hay regla exterior para medirlos (Gadamer, 2011, p. 181). La estética aparece como lugar de verdad ontológica, lugar de juego de la ontología, libre a pesar de convenciones y costumbres (Oñate et.al, 2005, p. 481). “No conozco ningún otro modo de tratar con tareas grandes que el juego: éste es, como indicio de la grandeza, un presupuesto esencial.” (Nietzsche, 2011, p. 70).

Posibilidades expresivas y conceptuales de la novela
De todas las artes, seguimos con la visión de Gadamer, es la poesía la que permite el juego creativo más dialogante entre intérprete y artista. Conmina a interpretar. Por supuesto, este autor contempla la poesía en sentido amplio, como apertura de sentido. La novela de aventuras, la juvenil, la ciencia ficción, cuando muestra tintes épicos o sospechosamente ontológicos se acerca mucho a este lenguaje poético. György Lukács (2016) compara epopeya y novela, objetivadas como la “épica grande”, y distingue únicamente entre ellas los datos histórico-filosóficos que les han dado forma. La novela es la epopeya en esta época donde ya no se da la totalidad extensiva de la vida, en la cual el sentido de esta vida es problemático, pero, a pesar de todo, seguimos buscando esa totalidad, el temple de la totalidad (p. 84).

Gadamer dice de la novela que es la más suelta de las formas artísticas, ya que se produce una disolución entre narración y reflexión al expresar lo narrado de forma natural. Sin embargo, el propio autor define la novela de Franz Kafka (2011, p. 208) como antinaturalmente natural; de esta extraña manera recrea el mundo para invitar a la reflexión y al descubrimiento de la verdad en una estrambótica situación que genera malestar e incertidumbre a través de un simulacro de realidad. Podemos decir lo mismo de Jack London al mostrar un mundo salvaje, heroico, como escenario de un pensante personaje perruno. La multivocidad abierta del praguense viene dada por una aparente normalidad, por ese extraño e inaprensible carácter que nos desorienta y confunde. El unívoco mensaje de London se nos aparece en la lucha ante la naturaleza, en la propuesta de superación nietzscheana (también hay quien la ha querido comparar con el darwinismo social o las teorías de Spencer). Quizás, al referir a la trascendencia de la humanidad, a su libertad y autodescubrimiento a través de la metáfora animal, el mensaje no debe ser entendido necesariamente como unívoco. Es más productivo imaginar que una historia en apariencia sencilla multiplique las posibilidades de sentido. Como afirmaba Italo Calvino en Por qué leer los clásicos: “un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”. Es más, un clásico es un texto que conforma un universo interior, una de cuyas posibilidades nos lleva a definirnos a nosotros mismos en relación y, quizás, en contraste con él (1995, pp. 15-17).

En el siglo xix no solo se valoraron los aspectos artísticos, puesto que eran también fundamentales los elementos estructurales y de contenido de la novela, por ejemplo, la trama. Tiempo después, y Proust puede ser un buen ejemplo, el discurso destaca más que la historia. El estilo, como parte de los procesos estilísticos poéticos, viene a ser la estructura narrativa de los estructuralistas, y es lo que da cuenta del significado. Esta característica estilística en la novela moderna nos habitúa a una lectura que no se corresponde con la lectura del texto mitológico que puede resultar pesado y extraño a nuestras costumbres. Muchos lectores agradecen, por ejemplo, a un Neil Gaiman (2017) que reconstruye los mitos nórdicos con un nuevo estilo fresco, desenfadado; un Stephen Fry (2019, 2021) que, con su británico sentido del humor, reescribe los mitos griegos o un London con quien, como ya hemos visto, regresamos al mito en su estilo primigenio con su descarnada poética.

Mito y hermenéutica en La llamada de lo salvaje
Aristóteles entendió la tradición como ese vínculo que permite que nos reconozcamos a nosotros mismos y a los otros, lo que era parte de la función de los mitos. Es objetivo de la hermenéutica ese conocerse, esa actitud de diálogo y encuentro de lo mítico en el texto, en particular en el que es objeto de este pequeño estudio. La hermenéutica sigue el rastro de lo multívoco (Gadamer, 2011, pp. 76-89), lo sugerente del texto —tan rico como puede serlo el mito y todo un universo simbólico que es reinterpretado más allá de un símbolo de origen que, por ambiguo e inasible, pervive en constante evolución. En este sentido, la poética y el pensar mítico poseen naturalezas similares y, por tanto, ambas son campo fértil y abierto para la hermenéutica. El mismo Aristóteles definió un camino a seguir para diversas formas de racionalidad: del mito al logos, como se suele reiterar, pero el mito y el pensamiento mítico son unas formas de pensar más activas de lo que hoy reconocemos o esperamos. En mi opinión, deben ser recuperadas de forma consciente porque están ahí, como siempre han estado, porque influyen en nuestras vidas y porque son valiosas herramientas pedagógicas.

Vattimo destaca al Nietzsche que creó su propio mito tras desmitificar filosofías anteriores y que consideró caducas: no es únicamente el aspecto racional el que comprende y descubre. La prédica de Zaratustra asume ese pensar poético y mítico que muestra al espíritu realidades que no se perciben a simple vista. Este autor insiste en el tema cuando alude al mito contemporáneo, aquel que para las masas se presenta en la televisión, novela, prensa o radio (2002, pp. 75 y 110). Como el mito que vivimos a través de London (su propia vida no está lejos de alguna de sus novelas). Una forma de vivir y aprehender la realidad natural, instintiva, que acerca esta canina narración a las raíces instintivas de la moral nietzscheana es: “[…] la mayor parte del pensar consciente de un filósofo está guiado de modo secreto por sus instintos y es forzado por estos a discurrir por determinados carriles […]” (Nietzsche, 2012, p. 30). Es quizás ese Nietzsche nihilista que se desentiende de la lógica para reconstruir el sentido y el mundo. Esencia de mito.

Sýmbolon
El símbolo está en el centro de la idea hermenéutica de arte. Siendo el signo ambiguo, Hegel afirmó la existencia de una necesaria relación entre forma y contenido, ya que, más allá de esta relación que usualmente consideramos evidente o manifestada por consenso, las interpretaciones se suceden debido a la libertad del espíritu. El valor de una obra depende en última instancia de: “su capacidad de simbolizar” (Vidal, en Oñate et.al,2005, p. 495). Jack London buscó dar sentido a la historia de su perro, a su devenir como personaje y símbolo, p hace necesario capturar su aura. Sin embargo, desde nuestra mirada actual este símbolo, y lo acontecido en su narrativa, permite y provoca su transformación, crecimiento y adaptación a nuestro momento y perspectiva. Como decía Heinrich Zimmer, no hay ningún sistema seguro de interpretación de las formas, pues los verdaderos símbolos llevan en su naturaleza algo de inimitable. “Hay que releer perpetuamente los significados”, algo que consideraba una aventura (Zimmer, 1999, p. 14).

Para Goethe todo es símbolo, pues todo hace referencia a otra cosa, otro algo que se nos aparece. Por tanto, todo símbolo que aparece en La llamada de la selva remite a un sentido y a una imagen que podemos considerar común a todos. No es exagerado reconocer que opera una reducción eidética de una idea universal que va mucho más allá del perro/lobo porque alcanzamos la idea de un ser humano libre. El hombre es ente abierto a la metáfora y en el proceso dionisíaco nietzscheano el hombre sufre una regresión al nivel del tigre y del mono, es decir, un regreso a lo bárbaro. El ditirambo dionisíaco es un mundo simbólico, una regresión a lo animal (Vattimo, 2002, pp. 171-172). De este modo, considero que el mundo de Jack London encaja sin problema con las actitudes e intenciones de Nietzsche. Munz interpretaba que el mito, siendo metáfora, es el “caso extremo de metáfora”, (1986, p. 109).

Un resumen de la simbología más extendida del perro o el lobo nos conduce a un amigo y aliado, símbolo occidental de fidelidad, pero no se limita a este su sentido. Los perros son guías hacia el mundo espiritual, herencia o esencia de su ancestro lupino. Camina a nuestro lado desde el mundo ordinario hacia lo desconocido, de nuestra mente consciente al mundo de lo inconsciente. Pero también el perro está vinculado al más allá, a la muerte, incluso como guardián de puertas infernales, como Garm en la mitología nórdica o Cerbero en la grecolatina. Siendo guía de almas, un psicopompo, es capaz de sanar o herir, pero siempre aparece conectado al hecho de que estamos extraviados y necesitados de ayuda.

Podemos encontrar similitudes en La llamada de lo salvaje con Buck, lo cual no resulta demasiado complicado. Es cierto, vemos que es el propio animal, Buck, quien está perdido y persigue un camino para encontrar su ser espiritual una vez transformado en lobo. La muerte siempre ronda a su alrededor y él mismo acaba con su oponente: el bestial perro Spitz. Además, su fidelidad al hombre está presente, aunque, no podía ser de otro modo, sea fiel únicamente a aquel que se ha mostrado merecedor de tal honor. John Thornton trata a Buck como a un igual, desde un acto de libertad, desde el amor. El resto de perros de la novela, y por supuesto el mismo Buck en los primeros capítulos, representan al ser dominado, dócil en demasía e incapaz de liberarse, sumiso. Un símbolo que encontramos diametralmente opuesto al lobo.

No consideró demasiado aventurar que Buck, fonéticamente, nos invita a sentir o pensar en back, regreso. Es clara la alusión de su vuelta a una naturaleza primigenia, ontológicamente de orden superior —la del lobo— y a su lugar de origen, la montaña y los bosques, lejos de la artificiosa ciudad. En este caso también es posible traducir buck como dólar en referencia al hecho de que Buck fue intercambiado por un puñado de dólares con un único fin: la febril búsqueda del oro en el Yukon. Oro que también puede ser un símbolo a estudiar en esta narración. Sin embargo, sí vemos otros detalles que quizá sea pertinente comentar, sin ir más lejos volviendo al perro Spitz, es nombre que refiere directamente al nombre de una raza fuerte, de abundante pelo, muy resistente en ecosistemas fríos. Spit es además una palabra sencillamente desagradable que podemos traducir como escupir, ensartar o bufar.

El tema de John Thornton es más delicado y corro el riesgo de aventurar “mi traducción”. Intento conservar cierta mesura, pero creo que debemos jugar con todas las posibilidades; hermenéutica lúdica, abierta. John es el auténtico nombre de Jack London, siendo Jack un diminutivo cariñoso (Buck nos recuerda a Jack, por otra parte), pero resulta casi aburrido interpretar la presencia de este personaje de un modo tan sencillo. John es evidentemente Juan “el Bautista” y ciertos parecidos con la figura bíblica de este santo sí pueden resultar plausibles. Buck conoce al hombre a la orilla de un lago, momento en que John lo desata y libera de la traílla de perros, puesto que conoce los peligros que entraña cruzar el lago helado en esa época del año. El trineo, al tratar de cruzar sobre el hielo, lo rompe y se hunde. Buck ha salvado su vida gracias al amor de un hombre; ha sido liberado de un bautismo que lo hubiese conducido directamente a la muerte. A pesar de todo, John Thornton morirá, pues sabemos que acaba en el fondo de una laguna (siento si estoy desvelando demasiados detalles de la narración, asumo de forma inocente que todos conocemos la historia). Nadie esperaba, por otra parte, que London, siendo proclive a aniquilar cualquier atisbo de esperanza o piedad, nos acariciase el alma con un happy end al más puro estilo Disney (una situación similar a la de otros de sus personajes, como Martin Eden). Thorn, finalmente, se traduce como espina, lo que puede no significar absolutamente nada o quizás nos lleve a imaginar una corona de espinas, lo dejamos a la imaginación y necesidades de sentido del hermeneuta o lector. Trascendencia, ritual, sacrificio.

Y, si hablamos de lobos, debemos recordar que su simbología es diferente a la del perro. En un primer impulso pensamos en el terror de su visión, pero también una mística comunión con la naturaleza, más cercana a la de las culturas donde se desarrolla la novela. La aparición que solo vemos cuando es deseo del propio animal, cuando llega para comunicarnos algo, pues el lobo apenas aparece en contadas ocasiones ante Buck. Nos recuerda o inspira la necesidad o el anhelo de recuperar nuestra alma primigenia (algo no exento de cierto temor, por otra parte). Sí coincide el lobo y su pariente el perro en que pueden estar ligados a la muerte. Ambos pueden acompañar al dios de la guerra Ares en la mitología griega; o a Odín o Wotan en la mitología germánica, acompañado dos lobos, Gere y Freke. Para Jack London podríamos aventurar que, lo trataremos un poco más abajo, el lobo simboliza al Übermensch, con la diferencia de no acentuar su aislado individualismo, ya que convive con un grupo de iguales: la manada, the pack. Friedrich Nietzsche también se alimentaba del símbolo animal. Zaratustra disfrutó de la compañía del águila y de la serpiente, además de presentar una de sus metáforas más comentadas (o prédicas del sabio Zoroastro) en la forma fábula del Camello, el León y el Niño como ya hemos comentado anteriormente. Heidegger consideró al águila como símbolo del eterno retorno en su vuelo circular sobre Zaratustra; enroscada alrededor de su garganta la serpiente, el animal más inteligente, lo cual da más potencia a la imagen y su significado. El águila —el animal más orgulloso de la creación— impulsa al superhombre, al Übermensch, a elevarse, a trascender.

Nihilismo
De forma breve y citando de nuevo a Vattimo (2002, pp. 47-52) el nihilismo reconoce la falta de significado y orden de la razón en el devenir al perderse el valor y sentido del mundo. La razón busca, pero la historia insiste obligándonos a pensar que no hay orden ni fin, por lo que nada tiene valor ni sentido. Es una redefinición de la psicología individual de hombres y mujeres modernos. En Nietzsche se gesta ese espíritu de venganza ante un pasado que no puede, no podemos, corregir o cambiar. La voluntad de poder será el siguiente paso de cara a la liberación y redención. El perro Buck lucha contra su pasado, existencia sin sentido y, a través del mundo del hombre, pierde todo valor positivo que hubiese encontrado. Lo bueno se esfuma, el amor superficial de unos pocos no es suficiente, aunque le han tratado en ocasiones como a un ser humano no lo es, es más, es algo diferente que surge en su interior como venganza frente a ese pasado y esas experiencias. Pero no hay razón para llevar a cabo una venganza sangrienta, sino venganza de liberación, enfrentamiento al futuro sin más razón o sentido que aquella propia individual guiada por el instinto.

Recurro otra vez a Vattimo para diferenciar las que considera tres fases históricas del nihilismo (Oñate et.al, 2006, pp. 124-125), el cual es un recorrido que va de un proceso psicológico a otro histórico de la verdad. La primera fase, que no se encuentra porque sencillamente no la hay, de respuesta a la búsqueda metafísica y moral del devenir se manifiesta como vergüenza y desilusión. La segunda fase intenta sistematizar la situación en una unidad o “totalidad” a un mundo que hemos simplificado. Se sacrifica lo individual, y tal orden se revela como de origen no divino, ya que en realidad es nuestro engañoso artificio. La tercera y última fase llega tras estos dos desengaños. Ve toda realidad como falsa y construye un “más allá” ordenado que demuestra que teníamos unas necesidades psicológicas que, una vez llegamos a este punto, demuestran que nada tiene sentido, no hay valor ni verdad. Se hace insoportable vivir en este mundo.

Toda esta red de realidades y desolación podemos encontrarla en la novela de London, aunque, como podemos imaginar, con matices diferentes. En primer lugar, es posible invertir el orden. Buck vive una vida plena, tranquila, sin dolor desde que es un cachorro, en la verdad de un mundo artificioso, creado por humanos (insistimos, la familia de un juez) donde la finalidad no es otra que cumplir determinadas funciones en una estructura limpiamente ordenada y jerarquizada. Una burguesía tranquilizadora, cómoda, en un mundo delimitado por las cercas de una finca donde todo tiene sentido, una suerte de Edén. Pero el mundo se hace insoportable, doloroso, incognoscible cuando lo roban, al ser el perro traicionado, confiando en un par de hombres a quienes sigue. Así descubre la ley del garrote y el colmillo (The Law of Club and Fang, capítulo segundo) dejando muy atrás esta primera fase de desencantamiento. No creo que sea casual que fuese un jardinero con problemas de juego quien lo robase del jardín paradisíaco. Azar, la aleatoriedad del destino, desorden sin causa.

En un segundo momento, como ya hemos visto, se disuelve la individualidad en favor del grupo, en un todo ordenado de manera artificiosa y cruel; un universo que es en realidad falso, aunque podemos pensar que tiene sentido, con sus propias reglas, donde todo acto tiene consecuencias. Buck, en esta nueva realidad, tras la primera desilusión se ve obligado, en un pérfido juego psicológico, a ser parte de la traílla. Leyes, normas impuestas, sin otra opción que acatarlas e incluso aprender a disfrutarlas mientras el mundo helado se manifiesta, paso a paso, como una verdad oculta que es revelada.

 La tercera fase se correspondería con la desilusión y vergüenza que definía Vattimo, aunque no es tal en Buck, pues la búsqueda moral y metafísica del animal llega a buen puerto al hallar su naturaleza verdadera. Trasciende así su esencia como perro para recordar lo que fue anteriormente, lo que debe ser: un lobo. Un ente libre con su propia moral que se ha mostrado superior a la de los hombres a los que ha acompañado o enfrentado. Sin olvidar a Zaratustra no está de más recordar que el sabio anacoreta de la montaña comprende que no se puede amar la verdad sin amar al mundo tal y como es.

Voluntad de poder
En esta novela es difícil sentir una tragedia final, no hay desesperación ni vergüenza, quizá lloramos la pérdida de Thornton, pero tampoco ha acompañado a Buck durante todo su recorrido donde ya hemos visto más de una escena de muerte o violencia de algún tipo. Libertad, amor, la lucha que deriva en el descubrimiento de sí y del mundo. Se transforma el personaje, por supuesto, pero también se transforma su entorno, el bosque, al convertirse en el líder de la manada, lo que tendrá gran repercusión, por una parte, en el comportamiento global de la manada y la caza, así como en la relación entre sus miembros y también con la de los hombres que se adentran en el bosque.

El filósofo Nietzsche empapa al literato Nietzsche: la voluntad de poder entra en el campo del arte como deconstrucción del sujeto, una suerte de liberación que no planifica ni organiza (Vattimo, 2002, p. 131). Un enfrentamiento interno, contra sí mismo. Quizás la valentía necesaria implícita en ese aforismo donde tememos mirar al fonde del abismo.

En Más allá del bien y del mal, aforismo número 6, Nietzsche se pregunta cuál es el instinto de conocimiento que sirve de guía al filósofo. Todo instinto entra en la batalla tratando de dominar, aunque, para un filósofo, el que desea, debe y se impone en un último momento es el instinto moral. El deber moral y su instinto nos lleva al aislamiento, pues ser independiente es una actitud peligrosa, de insospechadas consecuencias y reservada a los fuertes. Es el aislamiento del perro Buck mientras no llega a encontrar a la manada de iguales. En los tiempos de London cierta idea de darwinismo social, la ley del más fuerte, es una idea que se extiende y da pie a interpretaciones violentas de la evolución, de la sociedad e incluso, como podemos sospechar, de las ideas de Nietzsche. Alasdair MacIntyre, sin ir más lejos, entiende que el filósofo haya sido malinterpretado, pues nos hace dudar con su lenguaje airado, violento, nos habla de su irresponsabilidad histórica (2019, pp. 277-278). Vattimo, pensamiento débil, nos habla de su actividad metaforizante, lo que no está lejos de la labor literaria de London. Todo queda en el papel: active usted su deseo de conocer, juegue a deshilvanar la metáfora.

Los conceptos nietzscheanos describen a la perfección al personaje central, al héroe-perro. El instinto del filósofo se intuye en los procesos de maduración del héroe, en la propuesta de London, en el combate entre el instinto de conocimiento y el instinto moral, y vemos como se suma, para generar cierto grado de confusión, a la lucha por una idea de bien, por el bien común, por la elección correcta/incorrecta que siempre plantea un mito. Desde este punto de vista, la voluntad de poder se presenta como pathos agresivo propio de aquella naturaleza fuerte que se encara al enemigo, a la moral e incluso a sí mismo. Como escribía en Ecce homo: “El llegar a ser lo que se es presupone el no barruntar ni de lejos lo que se es.”[1] Arrastra al poeta, trágico, voluntad de vida que obliga a sacrificarse, no dar la espalda a los problemas más duros que encontremos (Nietzsche, 2011, pp. 42, 66, 89). Existen fuerzas en este mundo desiguales y desequilibradas que luchan por imponerse, por dominar, y se podría decir, junto a Nietzsche y London, que se parecen a las luchas personales que llevamos dentro al ser ese combate la voluntad de poder. Pero si el ser humano es voluntad de poder es algo alejado de instintos como la superioridad, el dominio o la avaricia codiciosa (la fiebre del oro). Sería mejor pensar que ese poder es el que desea sobre la voluntad, un deseo creativo que incluye al arte, a la moral, a cualquier instinto, pensamiento o motivación que busca y da sentido. Es el combate interior que impele a la creación, a forjar nuevos valores. Y ya sabemos qué normas, qué sistemas morales han matado a la voluntad de poder en el mundo occidental: idealismo, cristianismo…

La voluntad de poder puede ser representada, si buscamos arquetipos, modelos que nuestras mentes buscan enconadamente, por el aventurero o el artista, lo que nos invita, obliga incluso, a descubrir a Jack London como persona y personaje que, en su propia vida, deseó encarnar esta voluntad de poder. El canis familiaris que es, en un principio, Buck, es una metáfora válida, pues, aunque no seamos capaces de anticipar nuestra propia trascendencia, sí podemos vivenciar a través de la lectura la envidiable energía de la metamorfosis del perro Buck a lobo, canis lupus. Del caos al orden, de la aventura a la calma. La llamada de lo salvaje (de la selva, si me permiten), como mito, no devuelve el orden establecido reparándolo, no volvemos a un punto de origen, es más la destrucción de su pasado universo para re-encontrarse con la esencia del lobo. Una idea casi platónica, que me disculpe el ateniense. El mito ancestral como propuesta de un orden nuevo.

Der Übermensch
Es cierto que se ha traducido como superhombre al ser la forma más extendida en que se conoce su teoría. Con su provocadora prosa y épica destructiva, como ya hemos visto, no fue difícil que figuras interesadas confundiesen ex profeso la idea con actitudes y teorías de tipo fascista o darwinista (incluso el mismo London confundió la posible relación entre Darwin, Spencer o Nietzsche). Una traducción más interesante, con más matices o, mejor, traducciones podría llevarnos a transhombre, ultrahombre e incluso hombre-que-trasciende. Parece más sencillo, o más útil, reconocer al Übermensch como la persona capaz de crear sus propios valores en virtud de su propia voluntad.

Nietzsche lo consideró espíritu libre, un espíritu devenido libre, que ha vuelto a tomar posesión de sí (p. 100). Se enfrenta a la culpa y a la moral, a la cultura que impone estas cargas sin permitirnos cuestionar el dogma, la obediencia que nos conduce a una esclavitud que da la espalda a la vida. Nuestro gran perro héroe escucha y acepta la llamada, aunque nunca a la primera, según el monomito de Campbell (2010). La llamada es una de las características básicas del camino heroico y que ya es contenido en el título de la novela. Buck acepta la responsabilidad de darse a sí mismo su propia moral en acto autopoiético; ha vivido entre esclavos, y estos, incapaces de asumir el riesgo, no pueden intentar cambiar su condición. La autosuperación es para Buck y otros como él. Para el resto, puede ser nefasto (Campioni, 2011, pp. 16-17).  

Eterno Retorno
Es probablemente, de los principales conceptos nietzscheanos, el más difícil de interpretar en La llamada de lo salvaje. Concepto complejo que nunca fue bien configurado, abierto a la interpretación. A pesar de todo, clave en su filosofía, con una lectura moral y otra cosmológica (Vattimo, 2002, pp. 32-59). La cosmológica se escapa de una posible interpretación de la novela, por lo que la dejamos de lado en este pequeño trabajo, no por no ser importante.

Heidegger, quién si no, comprendía que no era algo a entender desde un punto de vista físico ni cosmológico, que no remitía al tiempo físico y a sus movimientos ni a sus procesos cronológicos. Remite, en todo caso, a una temporalidad ontológica distinta: el ser-posible del retorno o vuelta característico de la memoria y la imaginación recreativa del tiempo histórico-hermenéutico. Aquel que se da en el lenguaje de las ciencias del espíritu, en una experiencia espiritual del lenguaje (Oñate et.al, 2012).

De esta forma, el eterno retorno se puede comprender como obligado deseo de repetición del instante, de forma indefinida, eterna. No podemos eludir este hecho, lo que nos condiciona a definir la elección correcta en cada instante de nuestras vidas. Se unen así pasado y futuro en el instante que es el presente y en este círculo que conforma el eterno retorno futuro y pasado ya existen o continúan existiendo. Regresar a la esencia lobuna es algo cíclico, es una repetición cosmológica que tiene algo de especial en Buck. El movimiento del tiempo es interrumpido y se escoge como definitorio el momento de trascendencia a lobo, pero en una forma superior, suprema. Como Heracles, quien, sin ser hombre ni dios, se ve conducido a su última transformación en estrella, catasterismo. Buck no es lobo, pues llega siendo perro y su ser físico no cambia: es su transformación esencial e interior que está aullando a la luna. Los nativos lo conocerán como Perro Fantasma (Ghost Dog), sus descendientes portarán una mancha blanca en el pecho, como una estrella.

Esta vivencia o interpretación del tiempo en la novela recuerda mucho al tiempo mítico, quizás porque el transcurrir temporal de este animal. Su paso de potencia a acto podría ser el de un ejemplar excepcional de la especie como un arquetipo mítico. Arquetipo, modelo más allá del tiempo, del relato, mito en un tiempo ucrónico, más que utópico, y, por lo tanto, eterno. El tiempo mítico, el momento de la creación o la aventura, revive cada vez que alguien narra la historia para acceder a ese mundo extraordinario, mágico, que nunca deja de estar ahí, accesible desde la experiencia de la narración espiritual o mítica. La experiencia maravillosa de la lectura.

Podemos acudir al tiempo griego llamado aidíon, no-generado, al que pertenece aquello que no perece, pero la majestad de Buck depende de su mortalidad, de su finitud aceptada, sincera, valiente. Sin embargo, su esencia mítica o heroica nos lleve al aión, el tiempo intermedio entre nuestra fugaz temporalidad y el tiempo eterno perteneciente a la divinidad (Fernández en Oñate et.al, 2012). Es posible, como en el caso de Buck, que nuestra sangre todavía hierva al contemplar la luna llena. Una posible interpretación de sentido del eterno retorno, el instinto, la naturaleza que fluye viva y caliente, en forma del amor fati planteado por Nietzsche, amor al destino, que hacemos nuestro cuando nos encaramos a él. Luc Ferry describe este amor como la lucha por recuperar el orden a partir del caos para reconocer en nosotros la esencia subyacente: Odiseo escapó de la muerte únicamente para aceptar su finitud y volver a su pequeño universo de sentido, Ítaca, junto a Penélope (2009, pp. 44-45). Buck rechaza el impuesto orden de los hombres que más bien violencia y caos: ley que empaña la realidad, nuestra esencia y regresa a la selva, a lo salvaje, al bosque, a la montaña que no es caos, sino orden natural.

Todas estas ideas, descripción básica sobre las teorías de Nietzsche, sobre ciertas características de la literatura o la estética son tratadas de forma procesual; como herramientas pedagógicas útiles para trabajar de forma consciente y creativa para aprender a aprender, a jugar con la transversalidad divergente de nuestro pensamiento. El pensamiento mítico de la mano del logos y la narrativa que necesitamos es parte de lo que somos, de cómo explicamos el mundo o nuestra propia vida, pues es una fuerza maravillosa para motivar al lector. Gilbert Durand (1993) destacaba el carácter optimal del mito: esa capacidad para expresar más allá de lo puramente lógico o racional, de la descripción precisa, su capacidad expresivo-simbólica para evocar lo imposible de trasmitir de otro modo.

 
   

Referencias

Calvino, I. (1995). Por qué leer los clásicos. Tusquets.

Campbell, J. (2010). El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito. Fondo de Cultura Económica.

Campioni, G. (2011). Nietzsche: Crítica de la moral heroica. Avarigani Editores.

Durand, G. (1993). De la mitocrítica al mitoanálisis. Figuras míticas y aspectos de la obra. Editorial Anthropos.

Ferry, L. (2009). La sabiduría de los mitos. Aprender a vivir II. Taurus.

Fry, S. (2021). Héroes. Anagrama.

Fry, S.  (2019) Mythos. Barcelona: Anagrama.

Gadamer, H.G. (2012). Arte y verdad de la palabra. Paidós.

Gadamer, H.G. (2011) Estética y hermenéutica. Tecnos.

Gaiman, N. (2017). Mitos nórdicos. Destino.

Lukács, G. (2016). Teoría de la novela. Penguin Random House.

MacIntyre, A. (2019). Historia de la ética. Paidós.

Nietzsche, F. (2011). Ecce homo. Alianza Editorial.

Nietzsche, F. (2012) Más allá del bien y del mal. Aforismo 3. Alianza Editorial.

Munz, P. (1986). Cuando se quiebra la rama dorada. ¿Estructuralismo o tipología?. Fondo de Cultura Económica.

Oñate, T.; Cubo, Ó. y Núñez, A. (Eds) (2012). Estudio preliminar, El segundo Heidegger: Ecología. Arte. Teología. Dykinson.

Oñate, T.; García, C. y Quintana, M.A. (2005). Hans-Georg Gadamer: Ontología estética y hermenéutica. Dykinson.

Oñate, T. y Royo, S. (2006). Ética de las verdades hoy. Homenaje a Gianni Vattimo. UNED Ediciones.

Vattimo, G. (2002). Diálogo con Nietzsche. Ensayos 1961-2000. Paidós.

Zimmer, H. (1999). El rey y el cadáver. Cuentos, mitos y leyendas sobre la recuperación de la integridad humana. Paidós Ibérica.


 
 

NOTAS:

[1] Cursivas propias del autor .

  Universidad de Guadalajara
Departamento de Filosofía / Departamento de Letras