ISSN: 1562-384X
Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024
DOI: 10.32870/sincronia
Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades  
       

Las funciones argumentales de la analogía
en la Apología de Sócrates.

The argumentative functions of analogy
in the Apology of Socrates.

   
                  DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.7b.24b    
  Carlos Fernando Ramírez González
Departamento de Filosofía. Universidad de Guadalajara.
(MÉXICO)
CE: cfernando.ramirez@academicos.udg.mx
https://orcid.org/0000-0001-9636-4287


       
                  Recepción: 29/01/2024 Revisión: 29/03/2024 Aprobación: 28/05/2024    
 

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Ramírez, 2024, p. _).

En lista de referencias:
Ramírez, C.F. (2024). Las funciones argumentales de la analogía en la Apología de Sócrates. Revista Sincronía. XXVIII(86). 151-173 DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.7b.24b

 

 

Resumen.
La palabra analogía tiene sus orígenes en el mundo de la antigua Grecia, el primer registro de su uso nos lleva a la obra de Arquitias de Tarento. Arquitias, fue un estadista y matemático destacado: en música se interesó por las relaciones numéricas entre las notas del tetracordio, a estas distancias numéricas entre las notas les llamó proporciones, αναλογαι. Sin embargo, la interpretación de la proporción como una relación matemática, quizá tiene su antecedente en un uso menos formal, menos matemático. La proporción implica una correspondencia, en el caso de las matemáticas una correspondencia entre números: el 4 es al 5 lo que el 9 al 10, sin embargo, las correspondencias no sólo las formulamos en las matemáticas, también consideramos que hay correspondencias en otros ámbitos: A es madre de B y B de C, luego, A es a B lo que B es a A.

La analogía es un recurso lingüístico que es bien conocido por uso explicativo, así como su empleo en las creaciones artísticas; lo que aquí nos proponemos es mostrar un uso más: el que concierne a la argumentación. Si bien es posible hacer un trabajo de análisis elaborando analogías ad hoc, nuestro propósito es buscar en el discurso filosófico ejemplos que nos acerquen a su forma de argumentar. Para ello, revisaremos la apología de Platón

Palabras clave: Analogía. Argumentación. Argumento. Discusión. Función.

Abstract.
The word analogy has its origins in the world of ancient Greece, the first record of its use takes us to the work of Architias of Taranto. Architias was an outstanding statesman and mathematician; in music he was interested in the numerical relationships between the notes of the tetrachord, these numerical distances between the notes he called proportions, αναλογαι. However, the interpretation of proportion as a mathematical relationship perhaps has its origins in a less formal, less mathematical use. The proportion implies a correspondence, in the case of mathematics a correspondence between numbers: 4 is to 5 what 9 is to 10, however, we do not only formulate correspondences in mathematics, we also consider that there are correspondences in other areas: A is the mother of B and B is the mother of C, therefore, A is to B what B is to A.

Analogy is a linguistic resource that is well known for its explanatory use, as well as its use in artistic creations; What we propose here is to show one more use: the one that concerns argumentation. Although it is possible to do analytical work by developing ad hoc analogies, our purpose is to search for examples in philosophical discourse that bring us closer to their way of arguing. To do this, we will review Plato's apology.

Keywords: Analogy. Argumentation. Argument. Discussion. Function.

   
 

La palabra analogía tiene sus orígenes en el mundo de la antigua Grecia, el primer registro de su uso nos lleva a la obra de Arquitias de Tarento. Arquitias, contemporáneo de Platón (acaso unos años mayor) fue un estadista y matemático destacado. En este último campo se le reconoce la solución al problema de la duplicación del cubo y en música determinó “las proporciones numéricas entre las notas del tetracordio en tres tipos de escala: diatónica, cromática, enarmónica” (Guthrie, :317); estas distancias numéricas entre las notas les llamó proporciones, αναλογαι; lo que está de fondo es que existe una relación entre las notas musicales y la longitud, digamos de una cuerda tensada, es decir, hay una proporción entre el sonido y las longitudes de una cuerda[1].

Sin embargo, la interpretación de la proporción como una relación matemática, quizá tiene su antecedente en un uso menos formal, menos matemático. La proporción implica una correspondencia, en el caso de las matemáticas una correspondencia entre números: el 4 es al 5 lo que el 9 al 10, sin embargo, las correspondencias no sólo las formulamos en las matemáticas, también consideramos que hay correspondencias en otros ámbitos: A es madre de B y B de C, luego, A es a B lo que B es a A.

Aún podemos formular correspondencia entre ámbitos diferentes; por ejemplo, en el canto primero de la Ilíada se dice: “Mas, así que apareció la hija de la mañana, la Aurora de rosados dedos” aquí hay claramente una correspondencia (la aurora es a la mañana como una hija a una madre) que proporcionalmente vincula dos ámbitos: el de un fenómeno astronómico con la relación de parentesco (en este caso, al decir “rosados dedos” nos acerca al ámbito humano); sin embargo, en éstos casos además de la proporción interviene la similitud entre los ámbitos, es decir, no sólo una relación cuantitativa, sino también, cualitativa y esto también era así para los antiguos griegos.

Si buscamos la palabra αναλογαι en el diccionario griego-español de Pabón encontramos que significa proporción semejanza, concordancia.

Estas proporciones están presentes en obras más antiguas que la formulación de Arquitias y no porque la primera teorización sobre la proporción fue formal, se sigue que las proporciones no formales de derivan de la primera.

Piaget citando a Aristóteles dice: Lo que es primero en el orden de la génesis es (y no puede ser de otra manera) lo último en el análisis (Piaget, 1979: 9). Así, la proporción matemática es la forma más precisa en qué analogías se pueden tratar, es la más clara y cuenta con algoritmos que permiten una solución; pero no son  ni las primeras ni las únicas.

Reconocer una proporción (αναλογαι) tiene como primera tarea, fuera del ámbito formal, localizar similitudes, es cierto que éste ya es un problema, porque habrá similitudes que serán relevantes para construir analogías y otras que no. Nuestro trabajo no consiste en solucionar tan difícil problema, sin embargo, a manera de hipótesis, diremos que en el reconocimiento de similitudes están implicadas dos operaciones: la percepción y la memoria.

Reconocemos dos objetos como similares, porque encontramos características físicas equivalentes en ellas, y esto lo hacemos con la percepción; luego, estas características las guardamos en la memoria, así el primer momento de la construcción de la analogía está ligado a la percepción y el segundo a la memoria; los objetos en la memoria se pueden manipular y comparar aun siendo de ámbitos diferentes. 

En este sentido, el pensamiento analógico exige un alejamiento de la experiencia inmediata, situándonos en un nivel de abstracción, donde las características de los objetos sensibles pueden ser separados (mentalmente) de el todo.

Como es fácil apreciar, estas similitudes pueden ser más o menos abstractas; es decir, podemos encontrar similitudes entre dos objetos por sus características físicas: “sus mejillas son rojas como la manzana”, pero también pueden ser más abstractas, por ejemplo, sobre conductas: “Dory cuidaba a su cachorro como una madre a su hijo”, o incluso más abstracta: “el respeto es una parte del temor, como el impar es una parte del número” (Critón 12c8)[2].

Es bien conocido el uso explicativo de la analogía, así como su empleo en las creaciones artísticas; lo que aquí nos proponemos es mostrar un uso más: el que concierne a la argumentación.

Siguiendo el análisis de la pragma-dialéctica, podríamos adelantar los posibles resultados. Según esta teoría la argumentación está constituida por cuatro etapas y en función de ellas podemos sospechar, el papel argumental de la analogía.

La primera etapa en la que se divide la argumentación es la de confrontación. En ella se presenta el punto de vista o los puntos de vista que dan origen a la discusión, además de que aparece la diferencia de opinión impulsada por el antagonista; si la analogía juega una función en esta etapa, por media de ella se presentaría un punto de vista (o puntos de vista) o el antagonista las usaría como desafío; teóricamente, ambas funciones son posibles.

Para mostrar esto, construyamos un par de discusiones imaginarias:

Protagonista. - La mentira es como una mancha en el alma
Antagonista. - ¿No entiendo por qué dices eso?

En este caso, la analogía es el enunciado que se discute y la disolución es única no mixta.

Protagonista. - La sangre corre por las venas
Antagonista. - ¿Cómo corre el agua por el lecho de un río?

En este segundo ejemplo, la analogía funciona como un desafío[3] al punto de vista; al igual que el primero es una discusión única no mixta.

En la segunda etapa, la de apertura, se realizan los acuerdos de la discusión; veamos cómo podría funcionar la analogía en esta etapa:

Protagonista. - Tenemos claro que no estamos de acuerdo
Antagonista. - Discutamos como fieras.

La analogía de los que discuten y la lucha de las fieras no es frecuente, pero, como dije más arriba, estamos en el campo de lo posible. Aquí la función de la analogía es proponer un acuerdo de cómo será la discusión: sin dar concesiones.

En la etapa argumentativa, la tercera, se presentan las razones a favor o en contra del punto de vista; lo que sostenemos es que aquí también la analogía juega una función importante. El esquema general, de esta función justificadora no es difícil de entender, se trata de que si existe una relación entre dos entidades (pueden ser dos objetos, o un objeto y sus características físicas, o entre dos relaciones etc.) y esas dos entidades guardan una similitud importante con otras dos; lo que digamos para las primeras valdrá para las segundas.

Así, si el alma está en el cuerpo como un prisionero en una cárcel, entonces se justifica decir que el alma sufre en el cuerpo, como el prisionero sufre en su estancia en la cárcel.

La etapa de conclusión es la última del proceso argumentativo, en ella se establece, si se llegó a un acuerdo o no; aún en esta etapa, creemos que la analogía puede ser relevante:

Protagonista. - De todo lo que hemos discutido podemos sostener que la electricidad se transmite como una corriente de agua.
Antagonista. - Estoy de acuerdo.

Aquí la conclusión es una analogía que el antagonista acepta[4].

Estos ejemplos de analogías son posibles, pero, ad hoc, nuestra intención es buscar en la literatura filosófica si la analogía funciona argumentalmente de estas maneras; para ello revisaremos parte de la obra de Platón; nos concentraremos en los llamados diálogos de juventud y de transición. Así, éste es el primer trabajo de tres que hemos proyectado, donde revisaremos la Apología de Sócrates.

Iniciaremos localizando las secciones del diálogo y reconociendo aquellas en donde se presentan las analogías funcionando argumentalmente. Luego, veremos en cuál de las etapas de discusión se encuentra. Finalmente, haremos un análisis de la analogía mostrando su estructura.

La analogía es una estructura discursiva autónoma que se puede insertar en textos más extensos y su papel depende de la intención general del texto, por ejemplo:

¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre,
que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde ésta a aquella comarca. (León Felipe 1990, 12).

En este caso la analogía es una comparación entre la forma en que pasa la historia de la humanidad y las tormentas en las comarcas y su objetivo es estético, podemos encontrar otros usos, como cuando se explica el fenómeno de la electricidad como una corriente de electrones que va de un polo a otro.

Por esta “autonomía” hemos decidido usar un recurso para representar su estructura, considerando que el que más se ajusta a nuestro trabajo es el que usa Perelman en su Tratado de Argumentación. La Nueva Retórica; sin embargo, para nuestros fines, debemos buscar una teoría que nos permita relacionar a la analogía con un texto argumentativo y para ello usaremos la pragma-dialéctica estándar.

Analogías en la Apología de Sócrates (Platón)
La Apología de Sócrates es el testimonio de Platón, del juicio contra Sócrates, es un discurso donde el acusado (Sócrates) presenta su defensa.

Si se juzga por las interacciones dialécticas entre acusado y acusador, no es un diálogo (el texto es de aproximadamente 36 páginas y el diálogo entre Sócrates y su acusador, apenas son 6 páginas); por esa razón más bien parece un discurso retórico. Sí este es el caso, el discurso sería forense y estaría elaborado para determinar si es justo o no condenar a Sócrates a muerte.

Podemos distinguir, claramente, seis secciones, hasta cierto punto determinadas por la misma estructura del juicio: en la primera, Sócrates contrasta su discurso contra los de su acusador; la segunda, está dedicada a responder a sus “primeros acusadores” y el verdadero motivo de la acusación; en la tercera, Sócrates se defiende de la acusación formal (la que ha presentado Meleto y lo tienen en juicio); en la cuarta, defiende su forma de vida y el beneficio que ésta tiene para la ciudad; en la quinta, Sócrates propone no ser castigado, sino recompensado por sus acciones; la sexta, contiene su palabras de despedida, tanto para aquellos que emitieron votos condenatorios como los que lo absolvieron.

En esta defensa encontramos 6 analogías y lo que nos proponemos es reconocer la función argumental que realizan, para ello, determinaremos la etapa de discusión donde se presentan, ya vimos que la función argumental depende de esto; luego las analizaremos y evaluaremos siguiendo dos instrumentos heurísticos.

Primero, usaremos la pragma-dialéctica para reconocer en qué etapa de la argumentación aparece la analogía, después haremos una aproximación de su estructura usando el análisis que hace Perelman; luego, haremos un nuevo análisis con la pragma-dialéctica para reconocer los elementos implícitos que pudieran ser relevantes para determinar la función que está desempeñando la analogía. argumental.

Primera analogía 17d3-18a5
Como ya se dijo, en la primera parte del texto, Sócrates contrasta su discurso con el de su acusador y lo distingue en dos sentidos: en cuanto a las oposiciones verdad- persuasión y directo-adornado.  La primera analogía la encontramos en esta segunda distinción:

Simplemente, soy ajeno al modo de expresarse aquí. Del mismo modo que si, en realidad, fuera extranjero me consentiríais, por supuesto, que háblara con el acento y manera en los que me hubiera educado, también ahora os pido como algo justo, según me parece a mí, que me permitáis mi manera de expresarme -quizá podría ser peor, quizá mejor- y consideréis y pongáis atención solamente a si digo cosas justas o no.

Lo que está pidiendo Sócrates es que, así como a un extranjero se le permite defenderse conservando su forma de hablar, de la misma manera le permitan, a él, defenderse con su forma de expresarse.

La petición de Sócrates es porque la forma en que él habla no es la misma que la que se usa en los tribunales, está tratando de que se le permita expresarse a su modo y en ese sentido, está pidiendo que se le permita cambiar las reglas con se expresaban los involucrados en un proceso judicial; no dice cuál es la mejor forma de expresarse, sólo dice que sus acusadores han usado una forma de hablar que él no está dispuesto a emplear. Estamos en la etapa de los acuerdos, la analogía se localiza en la etapa de apertura.

Análisis.
Veamos cómo la analogía está funcionando argumentalmente.

Sócrates busca un acuerdo, que, así como a un extranjero se le permite hablar a su modo, por ser extraño a las costumbres atenienses, de la misma manera a él se le permita expresarse a su modo por ser extraño a los procesos judiciales; este acuerdo busca establecerlo por medio de una analogía:

Usando el esquema de Perelman:

A= Extranjero
B= le permiten expresarse con su forma propia
C= Sócrates.
A : C
B   C

Que se lee: así como a un extranjero se le permite expresarse con su forma propia, así a Sócrates se le debe permitir expresarse con su forma propia.

El acuerdo se busca mediante un argumento: si a un extranjero se le permite expresarse con su forma propia entonces a Sócrates se le debe permitir expresarse con su forma propia.

La propuesta de Perelman se queda en la comparación y se le “escapa” el argumento, sin embargo, esta condición la podemos solucionar con la teoría de la pragma-dialéctica.

En la pragma-dialéctica los argumentos únicos[5], los más simples, deben tener un punto de vista y dos premisas, una de ellas generalmente implícita. podemos ver que el argumento que se deriva de análisis con la propuesta de Perelman no cumple con ese requisito, la falta una premisa.

Si aplicamos la propuesta pragma-dialéctica, encontramos la parte faltante:

Me deben dejar expresarme a mi manera porque a un extranjero le dejan expresarse a su manera (yo soy como un extranjero)[6]

Que expresaremos como:

1 Me deben dejar expresarme a mi manera
1.1 A un extranjero le dejan expresarse a su manera
(1.1’) (Yo soy como un extranjero)[7]

Segunda analogía 20a8- 20c
La siguiente analogía la encontramos en la segunda parte del diálogo, cuando Sócrates se está defendiendo de la acusación de los primeros acusadores.

Según él, los primeros acusadores son aquellos que han estado construyendo su mala fama por años, su acusación es "Sócrates comete delito y se mete en lo que no debe al investigar las cosas subterráneas y celestes, al hacer más fuerte el argumento más débil y al enseñar estas mismas cosas a otros". (19b5).

Sócrates se defiende de cada una de estas acusaciones y es en esa defensa cuando utiliza la analogía. Se sirve de ella para refutar que él haya enseñado algo a alguien. Al formar parte de refutación, la analogía se encuentra en la etapa argumentativa.

"Calias, le dije, si tus dos hijos fueran potros o becerros, tendríamos que tomar un cuidador de ellos y pagarle; éste debería hacerlos aptos y buenos en la condición natural que les es propia, y sería un conocedor de los caballos o un agricultor. Pero, puesto que son hombres, ¿qué cuidador tienes la intención de tomar? ¿Quién es conocedor de esta clase de perfección, de la humana y política? Pues pienso que tú lo tienes averiguado por tener dos hijos". " ¿Hay alguno o no?", dije yo. "Claro que sí", dijo él. "¿Quién, de dónde es, por cuánto enseña?", dije yo. "Oh Sócrates -dijo él- Eveno, de Paros, por cinco minas". Y yo consideré feliz a Eveno, si verdaderamente posee ese arte y enseña tan convenientemente. En cuanto a mí, presumiría y me jactaría, si supiera estas cosas, pero no las sé, atenienses.

Está claro que una parte de la analogía se refiere al cuidado de los potros y los becerros, pero la segunda parte no está a la vista. Una posibilidad es que la segunda parte de la analogía se refiriera a la acción de Sócrates, pero, como intentaré mostrar, no es así.

En todo caso, la analogía se aclarará con el análisis.

Análisis
Para determinar la función de la analogía, primero “desmenuzemos” el argumento en el que ésta aparece[8].

Al final del pasaje encontramos el punto de vista: Sócrates no enseña.

¿Cuáles son las razones que usa para sostener este punto de vista? que Sócrates no sabe sobre esas cosas ¿qué cosas?  “la condición natural” que les es propia a quien supuestamente enseña, en este caso los jóvenes, seres humanos.

Sócrates no tiene la característica de conocer la naturaleza propia de los jóvenes como sí la tienen los cuidadores de potros o becerros; pero, la analogía se construye sobre proporciones y aquí nos presenta una desproporción: en lo que se refiere a la enseñanza, Sócrates no es como los cuidadores de potros y becerros.

La respuesta a este extraño uso de la analogía se aclara cuando nos damos cuenta de que la proporción que establece es entre los cuidadores de potros y becerros y Eveno.

En el pasaje citado Calias afirma que lleva a sus hijos a ser educados por Eveno, y de ahí Sócrates elabora la hipótesis que aquel conoce la condición natural de los jóvenes, porque es condición necesaria que la conozca para que enseñe.

Analicemos ahora la estructura de analogía, usando el esquema de Perelman.

A. Los cuidadores
B.  potros y becerros.
C. Eveno.
D.  Los jóvenes.
A  : C
B     D

Que leeríamos: los cuidadores son a los potros y becerros como Eveno a los jóvenes.

Veamos ahora que aporta el planteamiento desde la pragma-dialéctica.

Como ya dije más arriba, el argumento único está constituido por el punto de vista y dos premisas. Así, el argumento analógico se enunciaría:

Eveno enseña porque los cuidadores de potros y becerros enseñan (Eveno es como los cuidadores de potros y becerros)

1. Eveno enseña
porque
1.1 Los cuidadores de potros y becerros enseñan
(1.1’) (Eveno es como los cuidadores de potros y becerros)

Aquí hay dos observaciones importantes. La primera, la premisa implícita “une” al punto de vista y a la premisa explícita, es decir, el que los cuidadores de potros y becerros enseñen no parece justificar que Eveno enseñe, hasta que nos damos cuenta de que aquellos y éste son similares. La segunda tiene que ver con la razón de porqué enseñan, en la formulación que he hecho está implícita, pero, se podría construir un argumento donde apareciera, sin embargo, rompería con la finalidad expositiva de la analogía.

Tercera analogía 25a14-25c
La siguiente analogía se encuentra en la tercera parte del discurso, Sócrates se defiende de sus acusaciones formales. Esta parte es la única donde existe un diálogo con su acusador.

La acusación dice: "Sócrates delinque corrompiendo a los jóvenes y no creyendo en los dioses en los que la ciudad cree, sino en otras divinidades nuevas."

Sócrates, como lo hizo con las acusaciones anteriores (de los primeros acusadores) refuta cada parte de la acusación; nuevamente, al formar parte de una refutación, la analogía se encuentra en la etapa argumentativa. La analogía aparece cuando refuta que él corrompe a los jóvenes y es el último argumento que usa para dicho fin.

La estrategia es llevar a la inverosimilitud la acusación:

¿Te parece a ti que es también así respecto a los caballos? ¿Son todos los hombres los que los hacen mejores y uno sólo el que los resabia? ¿O, todo lo contrario, alguien sólo o muy pocos, los cuidadores de caballos, son capaces de hacerlos mejores, y la mayoría, si tratan con los caballos y los utilizan, los echan a perder? ¿No es así, Meleto, con respecto a los caballos y a todos los otros animales? Sin ninguna duda, digáis que sí o digáis que no tú y Anito. Sería, en efecto, una gran suerte para los jóvenes si uno solo los corrompe y los demás les ayudan.

Vale la pena un poco de contexto. Sócrates le ha dicho a Meleto que el que sabe quién corrompe a los jóvenes debe saber quién los hace mejores, afirmación que el acusador parece aceptar.

Luego, Sócrates, pregunta quién hace mejores a los jóvenes atenienses, a los que Meleto termina respondiendo que todos los atenienses, excepto Sócrates. Éste se vale de la analogía para mostrar que la respuesta es inverosímil.

Entre los potros y los becerros son unos cuantos los que los hacen mejores y la mayoría no sabe llevarlos a su excelencia; de la misma manera debe ser entre los seres humanos, unos pocos sabrán hacer mejores a los jóvenes mientras que la mayoría los corrompe. Conclusión que refuta lo dicho por Meleto.

La analogía está siendo usada para refutar la acusación y apoyando la inocencia de Sócrates: Sócrates no corrompe a los jóvenes, porque si Meleto no sabe quién hace mejores a los jóvenes, tampoco sabe quién los corrompe; es el antecedente de este condicional el que apoya la analogía.

Análisis
Presentamos la estructura de esta analogía, usando la propuesta de Perelman

A= El cuidado
B= Potros y becerros
C= Enseñanza
D= Los jóvenes
  A      D
  B       C

Que debemos leer como: El cuidado es a los potros becerros como la enseñanza a los jóvenes[9].

Veamos más a detalle el argumento explícito que involucra directamente la analogía lo podemos plantear así:

1 Sócrates no corrompe a los jóvenes.
1.1 La acusación de Meleto es falsa
1.1.1a Quién sabe quién corrompe a los jóvenes sabe quién los hace mejores
1.1.1b Meleto no sabe quién los hace mejores
1.1.1.1a Meleto afirma que todos los atenienses hacen mejores a los jóvenes y sólo
                     Sócrates los corrompe.
       1.1.1.1b Entre los potros y becerros es lo contrario[10]

Sigamos con el análisis.

La premisa que contiene la analogía me parece que está implícita o, al menos, no es clara.

El ámbito donde se presenta la analogía es en el de la enseñanza y el cuidado, en este caso a los potros y becerros y los jóvenes[11].

Sin embargo, la analogía está funcionando como premisa de un argumento y eso no ha sido expuesto.

Con la pragma-dialéctica podemos completar la tarea:

1 Sócrates no corrompe a los jóvenes.
1.1La acusación de Meleto es falsa
1.1.1a Quién sabe quién corrompe a los jóvenes sabe quién los hace mejores
1.1.1b Meleto no sabe quién los hace mejores
1.1.1b.1a Meleto afirma que todos los atenienses hacen mejores a los jóvenes y sólo Sócrates los corrompe.
1.1.1b.1b Entre los potros y becerros es lo contrario
1.1.1.1.1 (La enseñanza es similar el cuidado)

En la enseñanza de los jóvenes la mayoría los corrompe y unos pocos los hace mejores, porque en el cuidado de los caballos la mayoría los corrompe y unos pocos los hace mejores (el cuidado es similar a la enseñanza.)

Cuarta analogía 30e4-31a
La cuarta analogía la encontramos en la sección donde Sócrates está defendiendo su forma de vida; argumentando que su labor es un bien para la ciudad y es única, pues es el Dios quien le ha asignado esa tarea (interrogar a aquel que se dice sabio, para averiguar si realmente lo es) y un dios no puede desear un mal. Por otro lado, no es fácil encontrar otra persona que pueda y quiera realizar la labor de Sócrates.

Esta defensa de su forma de vida ubica a la analogía dentro de la etapa argumentativa.

Para mostrar la relación que existe entre él y la ciudad usa la analogía entre un caballo y un tábano:

En efecto, si me condenáis a muerte, no encontraréis fácilmente, aunque sea un tanto ridículo decirlo, a otro semejante colocado en la ciudad por el dios del mismo modo que, junto a un caballo grande y noble pero un poco lento por su tamaño, y que necesita ser aguijoneado por una especie de tábano, según creo, el dios me ha colocado junto a la ciudad para una función semejante, y como tal, despertándoos, persuadiéndoos y reprochándoos uno a uno, no cesaré durante todo el día de posarme en todas partes.

La analogía es la comparación de la acción de un tábano respecto a un caballo grande y noble, pero lento; y la acción de Sócrates respecto a Atenas[12].

Análisis
Usando el diagrama de Perelman.

A= Un tábano
B= Un caballo grande y noble, pero lento
C= Sócrates
D= Atenas.
A : C
B   D

Que leemos: un tábano despierta a un caballo grande y noble, pero perezoso como Sócrates despierta a la ciudad.

En este caso, aunque la analogía se encuentra en la etapa de argumentación, su función parece más bien ilustrar la labor que hace Sócrates en Atenas.

Al exponer el argumento esto queda claro:

1 El Dios envía a Sócrates a la ciudad
1.1 Sócrates despierta a la ciudad como tábano a un caballo grande, noble, pero lento.

Esta presentación nos hace percatarnos de dos situaciones: por un lado, parece extraño porque le falta un par de premisas (que presentaré enseguida), por otro, podemos ver que la segunda parte de la analogía (en el renglón 1.1) apoya, ilustrando, a la primera.

En este caso no podemos presentar un argumento que tome a la analogía sola, como parte de sus premisas, por ello, sólo presentaremos en argumento que habíamos dejado incompleto más arriba.

1 El Dios envía a Sócrates a la ciudad
(1.1a’) (La ciudad está dormida)
1.1b’) (La ciudad necesita ser despertada)
1.1c Sócrates despierta a la ciudad como tábano a un caballo grande, noble, pero lento.

Quinta analogía 34d4-34d7
La quinta analogía aparece, nuevamente, en la sección donde Sócrates justifica su forma de vida, renunciando a prácticas suplicantes, que considera vergonzosas, hace ver que él también tiene familia; incluso hijos pequeños y adolescentes, y sin embargo prefiere defenderse con argumentos y no suplicando.

“También yo, amigo, tengo parientes. Y, en efecto, me sucede lo mismo que dice Homero, tampoco yo he nacido de una encina ni de una roca, sino de hombres, de manera que también yo tengo parientes y, por cierto, atenienses, tres hijos, uno ya adolescente y dos niños.”

En este párrafo “no nacer de una ceiba o una piedra”[13] es una metáfora que equivale a decir no tener parientes, por eso ni Sócrates ni los demás seres humanos han nacido así.

En cambio, tanto Sócrates como los demás seres humanos tienen parientes y esa es la analogía principal.

Análisis usando presentación de Perelman

A= Demás seres humanos
B= Parientes
C= Sócrates
A : C
B   D

Que se lee: los demás seres humanos tienen parientes como Sócrates tiene parientes.

El argumento explícito sería:

1.  Puedo traer a alguien que suplique por mí.
1.1. Tengo parientes como los demás seres humanos
Sin embargo, como ya hemos visto, este todavía está incompleto, desde la pragma-dialéctica; para completarlo necesitamos el punto de vista que está implícito: Yo puedo actuar como ustedes.
(1’) (Yo puedo actuar como ustedes)
1.1 Puedo traer a alguien que suplique por mí.
1.1.1 Tengo parientes como los demás seres humanos

Sexta analogía 35a9-35b4
La última analogía aparece una página después. Sócrates sigue reprobando la actitud de aquellos que usan cualquier recurso para evitar el castigo (sobre todo llorar y suplicar); la dimensión crece porque menciona a los atenienses que han sido distinguidos como destacados y con méritos.

Sin poder escapar de un contexto compara a estos atenienses con mujeres:

Me parece que éstos llenan de vergüenza a la ciudad, de modo que un extranjero podría suponer que los atenienses destacados en mérito, a los que sus ciudadanos prefieren en la elección de magistraturas y otros honores, ésos en nada se distinguen de las mujeres.

En la actualidad se podrían usar ríos de tintas para objetar tal analogía, sin embargo, haciendo un esfuerzo, nos situaremos en el contexto histórico para observar qué papel argumental está jugando esta analogía.

La analogía es usada para reprobar la conducta de esos atenienses que hacen cualquier cosa para convencer a sus jueces. En 34c nos dice qué son esas cosas que los “atenienses destacados en méritos” hacen para convencer a los jueces: “si él, sometido a un juicio demenor importancia que éste, rogó y suplicó a los jueces con muchas lágrimas, trayendo a sus hijos para producir la mayor compasión posible y, también, a muchos de sus familiares y amigos”.

Análisis
Usando la propuesta de Perleman.

A= Convencer suplicando.
B= Atenienses destacados.
C= Mujeres.
A : A
B   C

Que se lee: Los atenienses destacados convencen suplicando como las mujeres convencen suplicando.

El argumento sería el siguiente:

1 La forma en cómo intentan convencer los atenienses destacados en mérito es reprobable
1.1 Intentan convencer como las mujeres

Nuevamente esta presentación del argumento está incompleta, porque le faltan elementos que están implícitos.

El argumento expuesto desde la pragma-dialéctica es:

1 La forma en cómo intentan convencer los atenienses destacados en mérito es reprobable
1.1a Intentan convencer suplicando
(1.1’b) Suplicar es como convencen las mujeres
1.1c Las mujeres no saben la forma adecuada de convencer.

Los atenienses destacados convencen suplicando porque las mujeres convencen suplicando (los atenienses son como mujeres).

Conclusiones.
En la primera parte de nuestro trabajo propusimos una interpretación de la analogía que la distanciaba del tratamiento matemático y lo aproximaba a la lo estético y explicativo; sin embargo, expresamos nuestra convicción de que, además de estos usos, la analogía funciona como parte de argumentos, formando parte de las argumentaciones. Para mostrar esto elegimos algunos instrumentos de la teoría de la argumentación.

Los instrumentos que hemos empleado nos han arrojado resultados importantes, pero, como en todo trabajo de análisis de argumentación, la revisión y las observaciones que pueda tener lo enriquecerán. Con el esquema de Perelman, fijamos la relación analógica, esto fue decisivo porque, como vimos, no siempre es claro cuáles son los elementos relacionados. Con la pragma-dialéctica pudimos establecer su función argumental, usando las estepas de discusión crítica y la presentación de argumentos.

Pasmos ahora a lo que encontramos, respecto a nuestro objeto de investigación.

La Apología de Sócrates, considerado un trabajo de juventud, es la defensa de Sócrates ante la acusación de Meleto; en ella existe un total convencimiento de que el acusado debe defender su causa sólo usando la argumentación.

Dentro de la argumentación, empleada para su defensa, encontramos el uso de recursos argumentales que son frecuentes en el resto de la obra platónica, por ejemplo, los argumento que contienen analogía.

Nuestro trabajo lo iniciamos con la hipótesis de que la función argumental de la analogía la podríamos encontrar a lo largo de las argumentaciones, como punto de vista o marcando la diferencia de opinión, estableciendo acuerdos ya sean procedimentales o de contenido, como parte de los argumentos, finalmente expresando el acuerdo de la conclusión.

Los resultados han sido interesantes, pero no hemos logrado encontrar todas las funciones que suponíamos, en cambio, nos percatamos de que el uso más frecuente es el de formar parte de un argumento.

Según nuestro análisis sólo la primera analogía se encuentra en una etapa diferente a la argumentativa, en ese caso, está en la etapa de apertura y lo que está haciendo es establecer un acuerdo para la discusión: que los jueces acepten la forma de expresarse de Sócrates, que era diferente a la usado en los juicios. Por el desarrollo del diálogo, debemos inferir que la petición fue aceptada.

En la segunda analogía, localizada en la etapa de argumentativa, encontramos una dificultad al localizar los elementos que se ponían es esa relación; en una primera instancia parecía que la analogía se establecía entre Sócrates y los cuidadores de potros y becerros, cuando la relación se establece entre estos últimos y Eveno. Esto no ha hecho sospechar que las analogías se pueden construir a partir de la carencia de una cierta propiedad, por ejemplo: Eveno y los cuidadores de potros y becerros guardan una relación porque ambos tienen el conocimiento de a quien educan; pero, Sócrates no tiene esos conocimientos y es similar a un grupo implícito: los que no educan. La interpretación nos pareció un tanto forzada y decidimos seguir la primera interpretación, en ésta como en el resto de las analogías.

La tercera analogía, también en la etapa argumentativa, encontramos nuevamente el tema de la enseñanza y el cuidado, pero mientras en la analogía anterior, la relación se establece entre la Eveno y los cuidadores, en ésta son la enseñanza y el cuidado las que la componen; la diferencia no es menor, pues nos permite reconocer un nivel de mayor abstracción que las dos anteriores. Nuevamente nos encontramos con la dificultad de decidir cuáles elementos eran los que se relacionaban analógicamente para el argumento; por un lado, era posible la relación potros y becerros-jóvenes o Meleto-cuidadores. Aunque esas analogías están implícitas, creemos que la que proponemos es la que está ligada al punto de vista que Sócrates defiende.

La cuarta analogía la volvimos a encontrar en la etapa argumentativa, aquí vimos que la analogía funciona como unidad, e intentar un análisis más fino de ella, hace que se pierda su función argumental; aunque esta situación puede cambiar cuando se haga su evaluación, es decir, cuando se someta a los esquemas argumentales y las preguntas críticas.

Las dos últimas analogías, también las encontramos en la etapa argumentativa y siguieron comportamientos y dificultades similares a las otras.

Hemos visto pues que las analogías en esta obra de Platón funcionan de manera argumental y no meramente como recurso pedagógico o ilustrando situaciones. Ahora, podemos dar el segundo paso, evaluarlas; tarea que nos proponemos para un segundo trabajo.

 
   

Referencias

Eemeren F. y Snoeck, F. (2017). Argumentation. Analysis and Evaluation. New York: Routledge

Eemeren et. al. (2014). Handbook of argumentation theory. New York –London: Springer

Platón (1985). Apología de Sócrates en Diálogos I. Madrid: Gredos

Guthrie, W.K.S. (1984). Historia de la Filosofía Griega. Madrid: Gredos

Guthrie, W. K. C. (1975). A History of Greek Philosophy. Vol. 4, Plato: The Man and His Dialogues, Earlier Period. Cambridge: Cambridge University Press.

Leon Felipe (1990). Antología rota. Madrid: Akal.

Holyoak, K.; Thagard, P. (1995). Mental Leaps. Analogy in Creative Thought. London: Massachusetts Institute of Technology

Perelman, Ch. (1977). El Imperio de la Retórica. México: Norma

Perelman, Ch, y OLBRECHTS-TYTECA. (1994). Tratado de la Argumentación. La nueva retórica. Madrid: Gredos.

Piaget, J. (1979). Tratado de lógica y conocimiento científico. Tomo II. Buenos Aires: Paidos.

Stammberger, R. (1995). On analogy. An Essay Historical and Systematic. New York: Peter Lang.

 


NOTAS:

[1] Por ejemplo, si tenemos una cuerda tensada y al teñirla obtenemos el sonido do, al recortarla en un cuarto, obtendremos fa; y si la recortamos en un tercio, sol; y a la mitad obtendremos nuevamente do. Así, a partir de un primer tono, podemos obtener los otros, dividiendo proporcionalmente la cuerda

[2] En el caso de las similitudes matemáticas esto se da entre números, es decir, en un mismo dominio; pero, como acabamos de ver, existen otras que vinculan dos dominios diferentes (por ejemplo, la relación de una madre con su hija y la mañana con la aurora).

[3] En este caso el desafío es un intento por despejar una duda, habrá desafíos más fuertes donde se niega el punto de vista o donde se propone un punto de vista alternativo.

[4] Es claro que también el antagonista puede ser el que proponga la “conclusión analógica”.

[5] En la pragma-dialéctica se reconocen cuatro tipos de argumentos: únicos, múltiples, coordinados y subordinados. Los tres últimos están compuestos por argumentos únicos organizados de diferente forma y su apoyo a los puntos de vista también diferente. Véase el capítulo V de Argumentation. Analysis, Evaluation, Presentation.

[6] Lo que está entre paréntesis es la premisa implícita.

[7] En la lectura de estos argumentos, el punto de vista (1) y la primera premisa (1.1) están unidos por un porque y la premisa explícita (1.1)  y la implícita ((1.1’)) por una y. De tal forma que se leería:

1 Me deben dejar expresarme a mi manera
Porque
1.1 A un extranjero le dejan expresarse a su manera
y

(1.1’) (Yo soy como un extranjero)

[8] Sócrates, en este pasaje, usa dos argumentos para apoyar el punto de vista de que no tiene discípulos; uno es el que ahora analizamos y el otro, que no recibe dinero por su actividad.

[9] Podemos estar tentados a suponer que la analogía se refiere a los jóvenes y los potros y becerros, me parece que se puede construir una analogía sobre esa proporción; sin embargo, defiendo que en el argumento se refiere a la enseñanza y el cuidado.

[10] Ya hemos expuesto cómo se leen los argumentos únicos, ahora, damos una propuesta de cómo se leen los argumentos coordinados, como en el que encontramos la analogía que estamos analizando:

Como ya se dijo, entre 1 y 1.1 hay que leer porque, entre 1.1 y 1.1.1a nuevamente hay que leer porque, entre 1.1.1a y 1.1.1b  y, cada vez que se “baje” de nivel nuevamente porque. Así, en este fragmento del argumento:

1 Sócrates no corrompe a los jóvenes.
porque
1.1 La acusación de Meleto es falsa
porque
1.1.1a Quién sabe quién corrompe a los jóvenes sabe quién los hace mejores
y
1.1.1b Meleto no sabe quién los hace mejores

Esta propuesta de lectura no es infalible, es posible variantes; en nuestro trabajo, cuando aparezca una, avisaremos al lector.

[11] Esta proporción entre el cuidado y la enseñanza involucra otras: jóvenes - potros y becerros o cuidador- maestro; pero el argumento, en que se ubica la analogía, no se refiere a la naturaleza de los jóvenes o potros y becerros, ni a las características de cuidadores y maestros.

[12] Pero parece deslizarse otra analogía, esta vez de manera implícita: Atenas es grande noble, pero perezosa como un caballo grande, noble, pero perezoso. Sólo me centraré en la primera.

[13] Podemos encontrar otra interpretación de analogía que involucre la metáfora: Sócrates no ha nacido de una ceiba o una roca como los demás seres humanos no han nacido de una ceiba o una roca.

 

  Universidad de Guadalajara
Departamento de Filosofía / Departamento de Letras