ISSN: 1562-384X
Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024
DOI: 10.32870/sincronia
 
Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades  
       

Agárrame este albur: signo de diversidad lingüística e identidad nacional en el mexicano del siglo XXI.

Agárrame este albur: sign of linguistic diversity and national identity of the mexican in the 21st century.

 
                  DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.30.24b  
 

Angela Palomares Huante
Facultad de Letras. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
(MÉXICO)
CE: 2007399e@umich.mx

Esmeralda Márquez Fernández
Facultad de Letras. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
(MÉXICO)
CE: 1917662b@umich.mx


     
                  Recepción: 12/04/2024 Revisión: 26/04/2024 Aprobación: 22/05/2024  
 

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Palomares y Márquez, 2024, p. __)

En lista de referencias:
Palomares, A. y Márquez, E. (2024). Agárrame este albur: signo de diversidad lingüística e identidad nacional en el mexicano del siglo XXI. Revista Sincronía. XXVIII(86). 557-577 DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.30.24b

 

 

Resumen.
En el presente artículo realizaremos una aproximación pragmática de la construcción discursiva lúdica, conocida como el albur, desde la perspectiva de la antropología lingüística y la dialectología. Elaboraremos un recorrido histórico partiendo del uso del albur en los pueblos originarios precolombinos, sus modificaciones poscoloniales y el empleo de este fenómeno discursivo en el contexto contemporáneo. Desde un enfoque de género ahondaremos en el rol y la imagen de la mujer en el albur. Comenzaremos proporcionando definiciones, después emitiremos una aproximación a la construcción lingüística del albur, posteriormente, enmarcamos al albur como una construcción lingüística endémica de la cultura mexicana, luego haremos un breve abordaje histórico. Mencionaremos la variabilidad social en el albur, seguidamente hablaremos de las teorías pragmáticas que exploran la construcción del albur, y en cada uno de los apartados presentaremos algunos ejemplos. Finalizamos con una reflexión en torno al abordaje dialectológico del albur y su perspectiva de género.

Palabras clave: Doble sentido. Pragmática. Dialectología. Género.

Abstract.
In this article, we will adopt a pragmatic approach to the playful discursive construction known as "albur," from the perspectives of linguistic anthropology and dialectology. We will provide a historical overview, beginning with the use of "albur" in pre-Columbian indigenous communities, its post-colonial modifications, and its current usage in contemporary contexts. Taking a gender perspective, we will explore the role and portrayal of women in "albur." Our discussion will commence with definitions, followed by an examination of the linguistic construction of "albur." Subsequently, we will contextualize "albur" as an endemic linguistic construction of Mexican culture, accompanied by a brief historical review. We will also mention the social variability inherent in "albur," and then discuss pragmatic theories that explore its construction, providing examples in each section. Finally, we will conclude with a reflection on the dialectological approach to "albur" and its gender perspective.

Keywords: Double meaning. Pragmatics. Dialectology. Gender.

 
             
 
 


Introducción
En el presente texto realizaremos una aproximación pragmática del uso cotidiano de la construcción discursiva lúdica, también conocida como el albur, desde la perspectiva de la antropología lingüística y la dialectología. Realizaremos un breve recorrido histórico partiendo del uso lúdico y ritual de la palabra de los pueblos originarios precolombinos, sus modificaciones poscoloniales y el empleo de este fenómeno lingüístico en el contexto contemporáneo.

Ahondaremos en la participación de la mujer hablante del albur y la representación de la misma en estas construcciones discursivas. Nuestro enfoque será pragmático, dialectológico y de género, retomando autores como John Langshaw Austin (1962, 1970), John Rogers Searle (1969) y Herbert Paul Grice (1975), Francisco Moreno Fernández (1998), Patrick Johansson (2006), Julie Lavertue (1998), e Isa Josefin Lundqvist (2021).

Comenzaremos proporcionando definiciones y conceptos para contextualizar nuestro objeto de estudio, después emitiremos una aproximación a la construcción lingüística del albur, posteriormente, enmarcamos al albur mexicano como una construcción lingüística endémica de la cultura mexicana. Luego se hará un breve abordaje histórico. Mencionaremos la variabilidad social en el albur tomando en cuenta distintas variantes como el nivel de instrucción, nivel sociocultural, y sexo, además tomaremos en cuenta el concepto de jerga. Hablaremos de las teorías pragmáticas que exploran la construcción del albur. En cada uno de los apartados presentaremos algunos ejemplos del albur.

Finalizamos con una reflexión en torno al abordaje dialectológico del albur, desde las implicaciones homoeróticas, la misoginia, las variables socioculturales y de instrucción, y retomaremos la idea del albur como identidad cultural.

¿Qué es el albur?
Para comenzar nuestro recorrido sobre lo que se sabe y se ha hablado del albur, presentaremos algunas definiciones que se han hecho sobre este concepto y sus principales características.

Según Helena Beristáin (2000) el albur es una expresión de la “cultura popular” (p. 399), que, en su forma de acción, es la comunicación que se lleva a cabo con una finalidad de recreación, dentro de un sociolecto específico. Lo anterior se refiere a que el concepto de albur ha dado paso a la existencia del “verbo alburear” (p. 400).
Para Beristáin existe un “código de alburemas”, propone algunos verbos que a menudo son utilizados al momento de enunciar el albur. “Por ejemplo las palabras coger. clavar, tirarse a, equivalen a penetrar sexualmente; en cambio pájaro, clavo, camote, chorizo, chile, chipotle, nabo, zanahoria, longaniza, salchicha, reata, cuarta, son el miembro masculino, mientras aro, argolla, anillo, agujero, nombran al esfínter anal” (Beristáin, 2000, p. 401).

No obstante, reforzando esta teoría, proponemos que para que el acto de alburear sea efectuado de manera exitosa, debe contar con características lingüístico-pragmáticas, que enunciamos a continuación:

  1. Al momento de realizar un albur, el emisor se vuelve una figura superior y al enunciar, el destinatario se convierte en una figura pasiva. 
  2. Es necesario el uso de verbos que estén relacionados con el acto sexual coger, servir, despachar, chupar, pelar, enterrar, clavar, picar, entre otros.

Te re cojo en la esquina (Jiménez, 1975)

  1. Generalmente estos verbos van acompañados de un pronombre reflexivo (me, te, se, le).

Huevo
éntrele a lo barato (Jiménez, 1975)

  1. Finalmente, algo imprescindible dentro de estas construcciones, es el uso de sustantivos que sean sinónimo de algún órgano que se relacione con el acto sexual o la desnudez como huevo, chile, pepino, berenjena, nabo, camote, papaya, durazno, bolas, zanahoria, agujero, hoyo, longaniza, riata, anillo, melones, entre otros.

NABO
Pídame la cantidad que necesite y se lo empaco gratis. (Jiménez, 1975)

Refiriendo a Sandra L. Oropeza-Palafox (2019), el albur en su origen se deriva del árabe y refiere a “Pescado de río” de los que tienen escamas, que son delgados, y de un pie de largo, además su carne es suave, gustosa, y sana. Por otra parte, en el apartado “Evolución histórica y semántica” del texto de esta autora, presenta diversas definiciones extraídas del diccionario de la RAE que conciernen a los años 1780, 1817, 1884, 1992 y 2001. Algunas de estas definiciones son:

1780: s. m. Pescado de río de los que tienen escamas, es delgado, y de un pie de largo, su carne suave, gustosa, y sana [...]
1817: s. m. p. Juego de naipes. En algunas partes lo mismo que EL PARAR.
m. En el juego del monte, las dos primeras cartas que saca el banquero.
1884: fig. Contingencia o azar a que se fía el resultado de alguna empresa. Jugar, correr un ALBUR.
1992: m. Méj. y Sto. Dom. Juego de palabras de doble sentido.
2001: m. Nic. Aventura amorosa.
m. P. Rico. Mentira, rumor.

Por su parte, la definición añadida en 1992 nos da un significado más cercano al que es conocido hoy día para el albur.

El albur y el barroco
De acuerdo a Beristáin (2000), el albur contiene características barrocas en el sentido de la creación o el uso de recursos lingüísticos y literarios como las figuras retóricas y los tropos (Fernández, 2007), tal como podemos observar en el culteranismo y el conceptismo del barroco español. Siguiendo a esta autora, los elementos culteranos que se presentan en el albur son las metáforas, que se utilizan en la sustitución de conceptos usados en el albur como “picar” por “penetrar”, cuyo ejemplo podemos observar en el siguiente fragmento de una conversación entre dos streamers, donde uno es mexicano y alburea al otro que es español, quien no entiende el doble sentido:

–¿Se supone que tiene que picar? (En referencia a un chile serrano que acaba de morder).
–Ese no, no te preocupes, ese no, ese no pica (Refiriéndose a que el chile serrano no pica o enchila, mientras que se hace referencia a que hay otro chile, es decir el pene, que sí pica, es decir, que penetra).

Por otro lado, Beristáin (2000) propone también el circunloquio, que alarga las palabras o las frases como en el ejemplo siguiente: “A lo dado, buen afán, con alegría, sin enojo, si en La Villa ayate dan, pues ni modo, ayate cojo” (El Sol de México, 2019, párr. 10).

Por otra parte, el conceptismo está presente en el albur a través del doble sentido (Beristáin, 2000), el cual es un fenómeno de la lengua donde hay más “dosis de significado que de significante” (p. 416) en un mismo signo lingüístico. Esta autora propone que el doble sentido se elabora gracias a la dilogía, la cual consiste en “usar palabras polisémicas, con significados diferentes” (Viviana H. Fernández, 2007, p. 30) en una misma frase, para que así una palabra pueda connotar dos sentidos distintos.

Asimismo, Lavertue (1998), expone que el doble sentido y el albur son distintos, ya que el primero no requiere del contenido sexual ni de una respuesta en el formato de duelo verbal que sí articula el albur.

Finalmente, otra de las características del albur es la “estructura quiásmica” (Beristáin, 2000, p. 417), la cual significa que en el albur se utiliza el fragmento final que utilizó el contrincante, reorganizando su sentido al utilizar esa frase o palabra al inicio del enunciado.

El albur como parte del folklore y signo de identidad del mexicano.
Esteban Montore (2010) define folklore como “un movimiento erudito europeo que surge en el último tercio del siglo XIX con el objetivo de estudiar desde un punto de vista científico los conocimientos y manifestaciones más genuinas del pueblo”. Sin embargo, su concepción actual parece estar bastante alejada de esta primera definición, pues actualmente se refiere a aquellos elementos culturales de un lugar o sociedad determinada (Montore, 2010). Según Rizieri Rodríguez Plascencia (s.f.) en CONSOMÉ COSTECHO: LA RECETA DEL ALBUR, LENGUAJE POPULAR MEXICANOel folklore “es la mezcla de una serie de elementos tales como culturas, religiones, tradiciones” (párr. 14). Sin embargo, su relación con el punto de vista científico continúa, ya que su estudio va de la mano con la antropología. 

Tomando estas dos perspectivas del significado, definiremos folklore como “La combinación de conjuntos tradicionales que forman parte de una cultura popular en una sociedad específica con carácter, así como su estudio, distribución y representación identitaria”.

El albur es un elemento imprescindible en el folklore mexicano, su composición distintiva del doble sentido y temática sexual ha permitido que sea utilizado por diferentes grupos sociales. Su popularidad en la sociedad mexicana ha dado lugar a que sea encontrado tanto en conversaciones informales, así como en el cine Una película de huevos (Gabriel Riva Palacio & Rodolfo Riva Palacio, 2006), programas de televisión XHDRBZ (Eugenio Derbez, 2002), literatura Acá Lopez, tú, él nosotros (Roberto López, 2023), y música mexicana La hora pico (Gustavo Munguía & Lorena de la Garza, 2003).

Su representación en diferentes medios sin duda ha sido esencial en la cotidianeidad del mexicano desde temprana edad. Por tanto, es innegable el rol que ha constituido dentro de la sociedad mexicana y con la difusión de medios, en latinoamérica. Al ser México el único país que cuenta con este tipo de composición lingüística, este forma parte de nuestro signo identitario.

Orígenes
En el presente apartado, mostraremos algunos momentos en la historia donde pudo surgir el albur, siendo este un fenómeno complejo de explicar pues no sigue una cronología exacta de origen o evolución. Partiremos desde el México prehispánico hasta la actualidad.

Desde los indígenas nahuas
Para hablar de los orígenes del albur es indispensable remontarnos muchos años atrás en la época prehispánica, donde, con base en Johansson (2006), los nahuas utilizaban los temas sobre sexualidad para crear resultados religiosos y mágicos, a través de diversas formas de expresiones orales (tlahtolli) como “los mitos, ritos, cuentos, encantamientos mágicos … [y] cuícatl canto-baile" (p. 63). Siguiendo a Johansson (2006), el cuícatl era el género erótico náhuatl establecido, el cual, a través del canto y la danza, expresaba el erotismo del náhuatl. Por un lado, el canto se creaba con un tono de voz esencial y un lenguaje que contenía matices sexuales elaborados de forma ambigua y de dobles sentidos. Por otro lado, la danza era una expresión que se formaba con “contorsiones o gestos lúbricos” (p. 64), que expresaban el erotismo del náhuatl.

Ahora bien, el cuícatl, visto como antecesor del albur, era un ritual y modo de expresión de la cosmovisión náhuatl, que pasó a adquirir un carácter distinto gracias a un factor propio de la comunidad española. Pues, Johansson (2006) relata que los frailes que tenían como misión convertir a los indígenas al cristianismo decidieron adentrarse en la cultura de los otros para así poder utilizar partes de esa cultura para evangelizarlos. De esta manera, los cuícatl se recopilaron sin haber notado su carácter erótico, por lo que, los indígenas que servían como traductores o intérpretes realizaban travesuras al canalizar un erotismo escondido en un doble sentido o albur. Específicamente, este autor menciona que algunos cantares aparecen en los manuscritos “Cantares mexicanos y Romances de los señores de la Nueva España” (Johansson, 2006, p. 65).

Johansson (2006) menciona términos muy importantes para la actual definición o concepción que se tiene del albur, y que, desde la época prehispánica fueron motivadores del uso de este, con dicha intención, a través de la expresión del cuícatl, estos términos son la travesura, ingenuidad y la revancha. En efecto de lo anterior, es posible que elaboremos una relación entre esos términos con el pasado y la actualidad, es decir, la actual concepción del albur considera que este es la forma de penetrar de forma simbólica el órgano fálico masculino, a través de un duelo verbal (Lavertue, 1998, en Lundqvist, 2021), mientras que en el mundo náhuatl prehispánico era, primeramente una forma de expresión ritual y luego pasó a ser un juego travieso en el que se aprovechaba de la ingenuidad de los españoles para obtener cierta revancha de la situación vivida por los indígenas en ese momento de la historia.

Por lo cual, estos términos surgieron en ese momento y prevalecen para el entendimiento del albur, pues en la actualidad, la misma ingenuidad está presente, no necesariamente en los frailes españoles, pero sí en personas que no están acostumbradas a producir enunciados de doble sentido o para personas fuera de la cultura mexicana. En adición, se destaca que los mestizos incorporaron en su forma de expresión de la lengua al albur, aspecto que, ahora en el México actual, caracteriza al humor y a la lengua misma (Johansson, 2006).

En el mismo orden de las cosas, se sabe que la travesura tiene que ver con el “canto travieso” que es un subgénero del cuícatl, llamado cuecuechcuícatl. Este género del cuícatl era una forma de expresión del erotismo para el indígena, cuyo aspecto era de carácter religioso y cósmico para esta cultura, mientras que para los españoles las temáticas sexuales tenían una implicación profana, según Johansson (2006). Por lo que, podemos notar que, desde la perspectiva cristiana, el erotismo de los cantos traviesos era algo prohibido y tabú, por la danza lujuriosa y las palabras lúdicas que se utilizaban (Johansson, 2006).

Igualmente, el lenguaje utilizado en el cuecuechcuícatl poseía un doble sentido, por un lado, se pretendía favorecer “la fecundación y el crecimiento de las plantas” (p. 73), y, por otro lado, con esa alusión al crecimiento de una planta o flor, se hacía referencia al pene en erección y se provocaba la risa en la audiencia del canto travieso. Y cabe añadir que la risa, en ese contexto, era algo bien visto para el erotismo (Johansson, 2006). De esta manera, damos cuenta de la temática que poeseían los cantos traviesos, que ahora comparten los albures mexicanos, es decir, la sexualidad y lo relacionado con ella, como los órganos reproductores y los actos sexuales. Otro texto que hace referencia de los cantos nahuas es “La historia del Tohuenyo”, rescatado del libro Toltecayotl aspectos de la cultura náhuatl de Miguel Leon-Portilla (1980), que habla de la hija del Rey Tolteca, la cual se “enferma” (es decir, tenía un deseo sexual) al ver al Tohuenyo desnudo, en este texto se mencionan términos como “la cosa colgando”, “el pájaro” y “chile” para describir al pene. 

El albur mexicano y su origen en los oficios
El albur en el ámbito mexicano como nación establecida y propiamente en la actualidad o contemporaneidad, surgió gracias a su uso en entornos donde los trabajadores de una profesión de cierta clase social lo utilizaban en su ambiente laboral o incluso en lugares de esparcimiento, estos espacios eran las “pulquerías, tabernas, billares, talleres, fábricas; corrillos de obreros, albañiles … etc.” (Beristáin, 2000, p. 399). Y en la actualidad son utilizados en una amplitud de lugares, como en los parques, plazas, mercados, escuelas, entre otros, de acuerdo a Beristáin (2000).

El albur desde los oficios puede explicarse desde la variación sociolingüística, específicamente, la variable de profesión, pues, según Moreno (1998), la profesión actúa en la variación de la lengua, y el albur tendrá una temática específica de acuerdo a la profesión o trabajo donde se esté expresando dicho discurso. Y desde el nivel sociocultural, pues Beristáin (2000) propone que el albur se origina en el habla popular, propia de oficios de una clase no alta. O como expone Lundqvist (2021), el albur “es parte del habla … no estándar, que se emplea más en las clases bajas” (p. 31).

El primer ejemplo de albur producido de acuerdo a los oficios, es una conversación entre albañiles, recuperada por Beristáin (2000, p. 418)[1].

–Maistro, ¿me presta un clavo?
–Sí, pero se lo clava bien…
–Sólo que me preste también donde le platiqué
–Me platicó de su hermana, la más chiquilla, la que dizque tiene todo por delante…
–Por delante… le doy.
–Me da usted miedo, maestro.
–Si le doy… no lo cuenta…
–Cuenta la que nos va a hacer el arquitecto, aguas! ahí viene.

El clavo es el pene y clavar es penetrar en este ejemplo. Por su parte la expresión “le doy” se refiere al acto sexual.

En segundo lugar, presentamos un albur de una comerciante de Tepito, que no es propiamente una verdulera, pero está rodeada de todo tipo de comercios.

No sacudan tanto el chile, que se riega la semilla (Ruiz, 2019)

En este ejemplo el chile hace referencia al pene y “sacudir el chile” y “regar la semilla” quiere dar a entender que cuando se alcanza el orgasmo en la masturbación masculina se eyacula espermatozoides.

Por último, en Letreros, dibujos y grafitos groseros de la picardía mexicana de Jiménez (1975) se observan albures de camioneros.
Pásame por la izquierda nomas tócame el pito.

El pito es un claxon, pero también es una forma de designar al pene, por lo que, este ejemplo versa que cuando alguien rebase al camión debe avisar tocando el claxon, pero el doble sentido aquí es que “tocar el pito” es igual a tocar el pene.

Finalmente, podríamos considerar que el albur tiene orígenes también en el cabaret político mexicano y en el género de la picardía, sin embargo, no nos detendremos en esas cuestiones, pues representan material de análisis que podríamos desarrollar en otro artículo, por lo que optamos por presentar solo estos orígenes.

Las variables sociales en el albur
En este apartado revisaremos las variantes sociales que inciden en el desarrollo del albur, ya que al ser un fenómeno de la lengua que sucede dentro de la sociedad, algunas variantes propias de esta clase serán relevantes en el estudio de la realización e interpretación del albur.

Las variantes sociales y la jerga
Las variables sociales de la lengua son un elemento extralingüístico, las cuales se entienden como una variación entre expresiones que comparten un contenido semántico igual, pero que varía su significante gracias a elementos de clase social (Moreno, 1998). En otras palabras, lo que varía es a nivel lingüístico, es decir, las palabras, mas no el significado, pero esto de acuerdo a los factores de carácter social y lo relacionado a ello, como la cultura. Siguiendo al mismo autor, entendemos que la variante social es muy cambiante de acuerdo a cada comunidad de hablantes, pues cada factor que conforma este tipo de variante será de mayor o menor importancia para determinada sociedad.

Ahora bien, los factores sociales que propone Moreno (1998) son “el sexo, la edad, el nivel de instrucción, el nivel sociocultural y la etnia” (p. 34), por lo que, como desarrollaremos en los siguientes apartados, el albur va a variar en su elaboración, utilización e interpretación de acuerdo al grupo en el que se exprese, y principalmente, se verá condicionado por factores como el sexo, la edad, y el nivel sociocultural o de instrucción.

La razón por la que el albur se relaciona con las variaciones sociales de la lengua es porque este no va a utilizarse en cualquier contexto, ni por cualquier persona, además, tampoco será interpretado de la misma manera por todos. Se sabe que este fenómeno de la lengua es propio de la cultura mexicana, que puede ser o no entendido por otras culturas, por lo cual, las variedades geográficas en las expresiones pueden delimitarse dentro del habla de México, sin embargo, el tipo de grupos que alburean, de acuerdo al sexo, profesión o nivel socioculturar va a ser muy variable dentro de la sociedad mexicana.

Pero antes de explicar estos factores sociales, profundizaremos en el concepto de jerga, el cual está estrechamente relacionado con el albur, ya que, como plantea Beristáin (2000), el albur es una jerga o argot, y se entienden estos conceptos como el grupo de expresiones de la lengua que utilizan una comunidad o agrupación de personas, los cuales se desarrollan en una actividad específica (Moreno, 1998). Primeramente, el argot es parte de la variación social, ya que va a considerar muchos de sus factores, que como se ha dicho son la edad, nivel de instrucción, nivel sociocultural, profesión, entre otros. Se llega a esta conclusión en base al conocimiento de que el argot o jerga incluye grupos como los médicos, los periodistas, estudiantes, etc., (Moreno, 1998) por lo que, puede ser posible que dichos grupos compartan ciertas características más allá de la actividad y profesión que los une. Y, en segundo lugar, el albur puede entenderse como una jerga porque las personas que lo producen y lo entienden comparten un conjunto de conocimientos lingüísticos y culturales, y, al alburear llevan a cabo esa acción que los hace parte de una jerga.

Habiendo desarrollado los conceptos de variable social y jerga, explicamos que el albur desde los oficios (que revisamos en el apartado de orígenes) puede entenderse desde la variable de profesión, pues, según Moreno (1998), la profesión actúa en la variación de la lengua. Ahora bien, el albur tendrá una temática específica de acuerdo a la profesión o trabajo donde se esté expresando dicho discurso, es decir, si entre albañiles se alburean, podrán hacerlo utilizando elementos de su trabajo, tal como hacer referencia a materiales de construcción. También puede ser analizado desde la variable de nivel sociocultural, pues Beristáin (2000) propone que el albur se origina en el habla popular, propia de oficios de una clase no alta. O como expone Lundqvist (2021), el albur “es parte del habla … no estándar, que se emplea más en las clases bajas” (p. 31).

El machismo y la variante “sexo”
Primeramente, la variable sexo ha sido estudiada desde la dialectología y la sociolingüística Moreno (1998), especialmente la sociolingüística ha proporcionado un estudio llamado “modelo sociolingüísitico de sexo” (p. 37), el cual expone que la mujer tiende a utilizar con más frecuencia las normas del habla, es decir, las consideradas como prestigiosas, mientras que los hombres se apegan más a los usos locales. A pesar de ello, la variable sexo va a depender mucho del contexto de enunciación de cada emisión comunicativa, sin embargo, para el tema que aquí compete, esta variable tiene relevancia y la balanza no está bien definidia, pues, para algunas épocas el albur era utilizado por hombres y mujeres sin distinción alguna, mientras que, en otras, la variable sexo sí resultaba un factor relevante en su utilización.
En este sentido de las cosas, Johansson (2006) expone que en uno de los géneros del canto náhuatl prehispánico cuícatl, conocido como cihuacuícatl o canto de mujeres, era la danza y canto erótico con finalidad lúdica para los hombres, en la cual, al mismo tiempo que se divertía a los presentes, se les hería de forma figurada, ya que con los albures contenidos en la danza y el canto se ridiculizaba a la persona a la que iba dirigidia. Johansson (2006) expone que en el “Canto de las mujeres de Chalco” (p. 74) se observa que ellas ridiculizan con el cihuacuícatl al rey Axayáctl (mexica), quien salió victorioso contra los chalcas.

Ahora, de acuerdo con Lundqvist (2021), en el albur prehispánico el papel de pasividad, como papel asumido por quien canta el albur es “un arma poderosa” (p.14) que se utiliza para burlarse del oponente, mientras que, en el albur actual, solo el papel de activo o penetrador es el que tiene el poder de ridiculizar al otro, el cual adquiere el rol de pasivo. Por lo tanto, es posible notar un cambio psicológico y cultural de la concepción de pasividad y poder en la sexualidad femenina, pues, como se mencionaba anteriormente, en el méxico prehispánico la pasividad asumida por la mujer representaba el poder de ridiculizar, mientras que en el México contemporáneo la mujer adquiere un rol de pasividad en relación a conceptos como inferioridad o sumisión, de acuerdo a las ideas de Octavio Paz (1950) y Marcela Lagarde (1990) rescatadas de Lundqvist (2021).

MAMEY
deme oportunidad de servirla

El ejemplo presentado en (Jiménez, 1975) extraído del apartado grafitos en mercados (pág. 81) representa la idea Lundqvist (2021) pues, cuenta con la intención de burlarse de un oponente que cumple con el rol pasivo, en este caso la mujer mexicana, puesto que, en la sociedad mexicana y la realización de las actividades correspondientes a los roles de género, es la mujer quien debe hacer el mandado. Ahora bien, el verbo “servir” en México es utilizado como sinónimo de “coger”, “copular”, “tener relaciones sexuales con…” cuando este es seguido de un pronombre reflexivo (me, te, se). Por tanto, servirla cumpliría el rol de sinonimia con “cogerla” entendiendo coger como acto sexual.

Siguiendo a esta autora, resolvemos que el albur pasó de ser una práctica indistinta de género a un entretenimiento propio del hombre. Lundqvist (2021) recupera algunas de las posibles causas por las que la mujer no participó en el albur en el periodo comprendido desde el México postcolonial hasta hace unas décadas. Estas causas son que la mujer no comprendiera el albur, que no lo hiciera porque era una práctica varonil o por no querer que la juzgaran. Nosotros añadimos que otra posible razón de que las mujeres no produjeran el albur en cierta época es gracias a su tendencia al uso estándar o “prestigioso” de la lengua, esto con base en el “modelo sociolingüísitico de sexo” (Moreno, 1998, p. 37).

Finalmente, en la última década se han resctado estudios sobre el albur en donde el papel de la mujer aparece tanto para su estudio como en su participación, ya que, de acuerdo a Lundqvist (2021), algunas autoras como Diana Georgina Durán González (2012), y Martínez García E. y Erdösová Z. (2020) proponen que la imagen de la mujer alburera se ha normalizado e incluso ha disminuido su carácter negativo. En adición, estas autoras formulan las estrategias discursivas que utilizan las mujeres para alburear, en resumen, algunas de ellas son, primero, tomando el rol de hombre activo; segundo, tomando el rol pasivo y haciendo entender que ella tiene el poder de decisión sobre el otro; tercero, humillarlo haciendo referencia a que el contrincante es homosexual; cuarto, humillandole respecto al tamaño de sus miembros, su poca capacidad sexual, o el poco interés o placer que provoca.

Por añadidura a lo anterior, el albur es variable de acuerdo al sexo, según Beristáin (2000), es decir, los hombres y las mujeres lo utilizan de una forma diferente, en el sentido de que, hace algunas décadas, el albur era mayoritariamente utilizado por hombres, ya que, ellos solían mantener una relación laboral en la que utilizaban una jerga específica, y cuando la mujer tuvo acceso a la educación y a trabajos que solo eran “para hombres”, tienen acceso a esta nueva jerga que es el albur. Durán (2012, en Lundqvist, 2021), acorde a la idea anterior, propone que la mujer se fue acercando más al albur al convivir con el hombre en los ambientes de trabajo.

Por último, El Sol de México y la BBC Mundo documentan que en 1997 se realizó un torneo de albur en la Ciudad de México llamado “Trompo contra perinolas”, en el cual participaron mujeres y hombres, donde la ganadora fue una mujer llamada Lourdes Ruiz, conocida como “La Reina del Albur” luego de su victoria. En una entrevista para Milenio, Lourdes Ruiz (Milenio, 2019) cuenta que la dinámica del concurso era de mujeres contra hombres, y luego de que ellas les ganaron a ellos, Lourdes les ganó a todas las demás mujeres. Este último hecho, nos proporciona la evidencia para demostrar que en el México del siglo XXI el albur es practicado por hombres y mujeres, se desconoce en qué medida de igualdad, pero ya se ve la documentación de la participación de ambos géneros.

En conclusión, el rol de la mujer en el albur ha evolucionado con el tiempo, tanto en su participación activa como mujer alburera, como las connotaciones y estigmas sobre ello, así como las formas en las que se construye el albur de acuerdo al discurso. Esta variación se da gracias a la variable sexo en determinada época y comunidad, por lo tanto, observar dichas variables y evoluciones, permite dar cuenta de las ideologías machistas que recaen sobre esta práctica, desde la exclusión de las mujeres en el albur por considerar que no pueden entenderlo, hasta la estigmatización a la imagen de la mujer alburera, así como la idea de que el rol de la mujer en el albur es solo de pasividad. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, la mujer ha seguido liberándose de esos estereotipos y ha ejercido el albur con la libertad que ella quiere, y aunque aún existan algunos estigmas o limitantes para muchas mujeres en diferentes comunidades, en la actualidad hay más mujeres que alburean en contraste con décadas pasadas.

El mecanismo pragmático del albur
En este apartado revisaremos y explicaremos los mecanismos pragmáticos que actúan en la elaboración y comprensión del albur.

Acto perlocutivo y la interpretación como papel fundamental
El acto perlocutivo, de acuerdo a M. Victoria Escandell Vidal (1996) es la serie de efectos que se producen en el receptor al ser emitido un enunciado, y que, siguiendo a la misma autora, serán importantes en el momento de la interpretación de un mensaje, consecuentemente, de un albur. Escandell (1996) dice que la interpretación es el intento de reconstrucción de la intención que tiene el emisor cuando se comunica, por lo que, el destinatario es el que realiza la interpretación del enunciado, en este caso, del albur.

Debido a lo anterior, se puede entender que el albur provoca dos fenómenos pragmáticos, por un lado, el acto perlocutivo se pone en acción al emitirse un albur, pues provocará en el receptor, por una parte, que este intente hacer una interpretación del mensaje y de los dobles sentidos, y, por otra parte, que emita una respuesta entrando en el juego del albur, o en su defecto, que no entienda el mensaje. Por otro lado, provocará el fenómeno pragmático de la interpretación misma.

Acto directivo y expresivo
Siguiendo a Escandell (2006), Searle agrupa los actos de habla en locutivos e ilocutivos. Los locutivos refieren al acto de emitir un enunciado, mientras que dentro de los ilocutivos existe una intención y acción dentro de la misma enunciación. A su vez, estos actos se desglosan en cinco tipos:

Asertivos: Los cuales cumplen con la función de informar y afirmar algo, por ejemplo “El agua es un líquido”.
Directivos: Estos actos buscan repercutir en las acciones del receptor, un ejemplo de esto son las órdenes o peticiones.
Compromisivos: Tal como su nombre lo indica, refiere a un compromiso por parte del emisor.
Expresivos: En este acto, el emisor expresa sus sentimientos.
Declarativos: Son aquellos en los que se produce un cambio por el simple hecho de ser enunciados. Por ejemplo, “Los declaro marido y mujer”.
A partir de esta descripción, podemos inferir que los albures cuentan con una intención expresiva o declarativa dependiendo del caso. Por ejemplo, en el libro (Jiménez, 1975) podemos encontrar frases como la siguiente:
Chile
Agarre el montón a $2.00

Esta frase fue recolectada de un cartel en un mercado. Aunque la intención parece clara (hacer que compren chile a un buen precio) existen elementos pragmáticos de sátira o burla en el doble sentido de la frase, el cual está constituido con la unión de las palabras “chile” y “agarre” ya que juntas pueden leerse como “chile agarre”. Este doble sentido es reforzado cuando se expresa “chile” como sinónimo de “pene”. Por tanto, la expresión tomaría el sentido de “agarre (mi) pene”. 

Por otra parte, los albures también son directivos, ya que generalmente al emitir uno la respuesta esperada por parte del destinatario consta de que este responda con otra construcción igual.

Principio de cooperación e Implicaturas
Según Escandell (2006), Grice sostiene que dentro de la comunicación existen mensajes implícitos adicionales a lo expresado explícitamente, conocidos como implicaturas, lo que en el albur corresponde al doble sentido.

Mientras que, el Principio de cooperación expone que ambos interlocutores deben estar dispuestos a cooperar de manera efectiva para realizar una comunicación precisa, y para que la comunicación sea efectuada de manera correcta, es necesario que se cumplan ciertas máximas conversacionales (Escandell, 2006).

Dichas máximas son las siguientes:

Máxima de cantidad: Se espera que el hablante proporcione la cantidad adecuada de información. Sin sobrepasarse o suministrar menos información de la requerida.
Máxima de calidad: Se espera que el hablante provea información no falsa o de la que no se tenga información necesaria.
Máxima de relevancia: Se espera que el hablante ofrezca información relevante.
Máxima de Modalidad: Se espera que el hablante no sea ambigüo ni proporcione frases que carezcan de claridad; así mismo, que sea ordenado al momento de enunciar.

Estos principios nos serán de ayuda para realizar un análisis en los albures. En el ejemplo siguiente:

La vida es un camote. Agarre su derecha. (Escandell, 2006)

Esta expresión parece bastante ambigua u oscura para una persona que no tiene contexto sobre los albures, pues el camote es una fruta; sin embargo, para el mexicano este también tiene el sentido de pene. Sin embargo, aún con este significado contextualizado, parece que no hay coherencia en la oración. Por esa razón, una vez más, debe de hacerse la relación entre el sustantivo “camote” y el verbo “agarre”, por lo cual la oración puede ser entendida como “camote agarre”.

No obstante, el uso de albures no solo rompe con la máxima de sentido para Grice, pues también rompe con la máxima de relevancia, pues parece que no hay un momento en el que se pueda pensar que un enunciado de este tipo sea relevante dentro de una conversación gracias a su aspecto satírico o burlesco.

La adecuación pragmática y la descortesía
La descortesía es el grupo de normas de la sociedad que “regulan el comportamiento adecuado de sus miembros, prohibiendo algunas formas de conducta y favoreciendo otras” (Escandell, 1996, p. 136), es decir, es un principio que sirve para gestionar las relaciones de carácter social, pero, que también sirven para determinar la adecuación de un enunciado en un contexto o situación determinada (Escandell, 1996). De acuerdo a las reglas de cortesía propuestas por George Lakoff (1973) y rescatadas por Escandell (1996), el albur puede ser descortés en unos aspectos y no en otros.

Según Escandell (1996) de acuerdo con las ideas de Lakoff, el albur no es claro, pues, al presentarse a través del doble sentido, su expresión es oscura o ambigua, y esto puede incurrir en que el receptor no entienda el mensaje o no entienda la implicatura. Sin embargo, el albur sí puede ser cortés, ya que esta regla se divide en tres, siguiendo a Escandell (1996), el albur cumple la subregla de “No se imponga”, pues el emisor no obliga al receptor a participar en el juego, ya que este solo puede recibir el albur y no dar una respuesta; también cumple la subregla “Refuerce los lazos de camaradería”, ya que el albur visto como juego, no siempre tiene la finalidad de ofender, sino de la recreación entre amigos.

Conclusiones.
Podemos concluir que el albur es un fenómeno pragmático que se desenvuelve en el discurso del mexicano, siendo parte de su identidad cultural y un factor enriquecedor del folklore nacional, el cual comenzó desde la época precolombina y reforzó su conceptualización actual cuando los nativos nahuas albureaban a los frailes españoles con la intención de obtener una revancha. A su vez, afirmamos que es un fenómeno pragmático pues toma en cuenta elementos extralingüísticos para su construcción y su interpretación, tales como el emisor, el destinatario y el contexto, los cuales, desde una perspectiva dialectológica, podemos corroborar que son variables.

La variabilidad es un hecho relevante para el albur pues nos permite reconocer y afianzar las connotaciones que hay detrás de este, como lo son la misoginia, las implicaciones homoeróticas y la discriminación de acuerdo al nivel sociocultural y de instrucción. Primeramente, demostramos que la misoginia se presentó ideológicamente, y hasta la fecha sigue vigente en algunos contextos sobre la participación de la mujer en el albur, pues se le prohibía la posibilidad de expresar dichas construcciones lúdicas al imponer el estereotipo de “la mujer callada y sumisa”. Segundamente, apuntamos el carácter homoerótico del albur al proporcionar todas las características de este fenómeno y sus diferentes ejemplos, donde la temática del albur gira en torno a la idea de que un hombre penetre a otro hombre, otorgándole características de pasividad.

Finalmente, el tema de la discriminación nos compete, pues el albur no discrimina en sí mismo, pero el discurso detrás de su caracterización sí, ya que se le suele encasillar como una construcción lúdica vulgar o de una clase social baja; sin embargo, presentamos que en la actualidad se utiliza indistintamente entre mujeres y hombres, jóvenes y adultos, en grados académicos o trabajadores de cualquier tipo de profesión.

Por lo tanto, creemos que el albur es un fenómeno que enriquece el folklore mexicano y otorga identidad; a su vez, muchas de sus connotaciones muestran un peso social importante tanto para la imagen de la mujer alburera como para la concepción del grupo social que emplea el abur.

 

     

Referencias

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NOTAS:

[1] Extraída por Orcar de la Borbolla y Beatriz Escalante

  Universidad de Guadalajara
Departamento de Filosofía / Departamento de Letras