ISSN: 1562-384X
Año XXVIII / Número 86. Julio-Diciembre 2024
DOI: 10.32870/sincronia
Revista semestral de Filosofía, Letras y Humanidades  
       

La homosexualidad en los tiempos del heavy metal.

Homosexuality in the times of heavy metal.

   
                  DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.10.24b    
  Cándida Elizabeth Vivero Marín
Centro de Estudios de Género. Universidad de Guadalajara.
(MÉXICO)
CE: candida.vivero@academicos.udg.mx
https://orcid.org/0000-0002-2209-7021


       
                  Recepción: 20/02/2024 Revisión: 25/03/2024 Aprobación: 19/04/2024    
 

Cómo citar este artículo (APA):

En párrafo:
(Vivero, 2024, p. _)

En lista de referencias:
Vivero, C. (2024). La homosexualidad en los tiempos del heavy metal. Revista Sincronía. XXVIII(86). 194-203

DOI: 10.32870/sincronia.axxviii.n86.10.24b

 

Resumen.
La representación de la homosexualidad masculina en la literatura mexicana ha tenido un auge en años recientes. La presencia de personajes homosexuales que rompen con el estereotipo del afeminado, es una constante que propone una mirada distinta en torno al deber-ser y el deber- hacer de dichos personajes. Sin embargo, en textos como La Armada Invencible, se les atribuyen ciertos rasgos que retransmiten una visión tradicional de esta figura y que, además, en el fondo son rechazados en ciertos lugares considerados altamente masculinistas. En este trabajo, se analiza la discriminación velada en medio de un escenario presuntamente inclusivo, como es el mundo del heavy metal. Para ello, se recurre al concepto de masculinidad hegemónica e híper masculinidad para establecer que en el mundo del heavy metal se sigue excluyendo al varón homosexual por no ajustarse a la normativa de género.

Palabras clave: Homosexualidad. Masculinidad hegemónica. Hipermasculinidad. Narrativa mexicana.

Abstract.
The representation of male homosexuality in Mexican literature has boomed in recent years. The presence of homosexual characters who break the stereotype of the effeminate is a constant that proposes a different look at the should-be and duty-do of said characters. However, in texts such as The Invincible Armada, certain features are attributed to them that convey a traditional vision of this figure and that, furthermore, are fundamentally rejected in certain places considered highly masculinist. In this work, veiled discrimination is analyzed in the midst of a supposedly inclusive scenario, such as the world of heavy metal. To do this, the concept of hegemonic masculinity and hypermasculinity is used to establish that in the world of heavy metal, homosexual men continue to be excluded for not conforming to gender norms.

Keywords: Homosexuality. Hegemonic masculinity. Hypermasculinity. Mexican narrative.

   
 

El mundo del heavy metal se encuentra asociado a la masculinidad hegemónica en tanto que representa la fuerza, la energía, la virilidad, la destreza, entre otros rasgos. En ese mundo cargado de sonidos estridentes y ropa oscura, la homosexualidad se presenta como una disrupción a la visión heteropatriarcal y heteronormada, en tanto que rompe con la figura del hombre macho conquistador de mujeres.

En la novela de Antonio Ortuño, La Armada Invencible (2022), la homosexualidad es retratada como una condición aceptada siempre y cuando se mantenga al margen de las relaciones heterosexuales sostenidas por el resto de los miembros de la banda. Así pues, dicha aceptación es aparente, pues en el fondo se sigue manifestando la homofobia que intenta ocultar, e incluso desaparecer, la presencia homosexual dentro de dicho entorno.

Por ello, en esta ponencia se analizará la manera en la que la homosexualidad es rechazada en el fondo por parte de los integrantes de la banda de heavy metal “La Armada Invencible”, pese a su aparente inclusión en un ambiente altamente masculinizado.

La masculinidad a prueba
El mundo del heavy metal tiene sus propias reglas, códigos y normas, pues va más allá de la música al tener un impacto profundo en la cultura global al influir también en la moda, el arte y a varias generaciones de seguidores. En tanto cultura, el heavy metal ha contribuido a crear una forma de auto expresión e identificación, donde sus miembros encuentran aceptación.

Así, dentro de sus códigos aceptados resalta la vestimenta, que refleja rebeldía y actitud. Sus prendas son de cuero, tachuelas, botas pesadas, camisetas con logotipos de bandas e, incluso, algunos elementos basados en la estética gótica. Por ello, se considera una expresión de identidad que desafía normas sociales convencionales.

Su aspecto, por lo tanto, se asocia al rebelde, pero también a formas particulares de manifestar una masculinidad que se antoja agresiva, por lo que se enfatiza la imagen del “macho” y que, en consecuencia, hace eco de la masculinidad hegemónica: “es un hombre en el poder, un hombre con poder y un hombre de poder” (Kimmel cit. por Manuela Belén Calvo, 2020, p. 5). De esta forma, sostiene Calvo, “la potencia sonora del metal también ha sido calificada como agresiva, lo que permitiría equipararla con la violencia simbólica que caracteriza a la dominación masculina” (Calvo, 2020, p. 5).

Asimismo, pese a que existen posturas que señalan que la masculinidad asociada al metal es más bien alternativa en tanto que permite que sujetos considerados marginados se expresen en un mundo de sonidos estridentes, Silvia Martínez apunta a una hipermasculinidad como la imagen más típicamente asociada a la música heavy, puesto que se recrea por medio de la vestimenta (como se apuntó anteriormente) y las actitudes que reafirman “lo potente que soy” (2003, p. 111):


   

Un hombre rockero es considerado irreverente, atrevido, sexy, importante, pero si una mujer se une a este género, es vista de forma diferente tanto por la sociedad como por los mismos rockeros, debido a que sus características femeninas (feminidad) se contraponen a las características de masculinidad que los hombres y el rock comparten, por lo cual generalmente la mujer en el rock es discriminada y/o excluida y por lo mismo no tiene el éxito que tendría un rockero varón […]. (Valenzuela y Patiño, 2013, p. 48).


Así pues, si bien es verdad que la actitud contestataria y rebelde se opone al establishment social, llegando incluso a subvertirlo, también es verdad que, como señala García Martínez, Valenzuela y Patiño, en dicho universo las mujeres son excluidas o se encuentran muy poco representadas al grado tal que, si aparecen en el escenario del metal, su participación mayoritariamente hablando será cantando y muy pocas veces lo harán como músicas (ni qué decir de su participación como guitarristas). Por ello, aunque la masculinidad aludida no corresponde al del oficinista u hombre de negocios exitoso, sí se asocia a esa hipermasculinidad que, por momentos, pudiera rozar lo misógino:


   

[…] la misógina que exhibe el discurso heavy llega pocas veces a recrear actos o imágenes de abuso directo contra las mujeres. En estos casos no se sabe con precisión dónde está el límite entre la provocación explícita y dónde el reflejo implícito de una realidad social en la que se toleran discursos abiertamente machistas. (Martínez, 2003, p. 111).



Por todo lo anteriormente señalado, el heavy metal es considerado un género musical “masculinista” que, si bien es verdad que, como se ha mencionado, quienes lo producen y lo consumen se muestran como rebeldes a la autoridad establecida y a la sociedad respetable, también es cierto que utilizan elementos masculinos que se oponen a la feminidad (cfr. Weinstein cit. por Calvo, 2016, p. 13). En este contexto, ¿qué lugar ocupa la homosexualidad masculina?, ¿se le acepta o rechaza?, ¿es vista como una forma o variante de la feminidad que se excluye? A continuación, trato de responder a estas interrogantes a partir del análisis de la novela de Antonio Ortuño, La Armada Invencible.

La homosexualidad masculina en un mundo masculinista
La novela La Armada Invencible, fue publicada en 2022 por el sello editorial Seix Barral y, desde entonces hasta la fecha, ha tenido una muy buena recepción y aceptación por parte de la crítica quien la considera una voz digna que refleja el mundo del rock más duro a través de una serie de “testimonios” que “nos permiten alcanzar el sentido del sonido más impresentable.” (López, 2022, p. 4).

La historia narra, a través de una serie de testimonios y entrevistas, el reencuentro de una banda de heavy metal, afincada en la ciudad de Zapopan (en el Estado de Jalisco en México), tras varias décadas de su separación. Alberto Dávila, mejor conocido como Barry Dávila, es un hombre de alrededor de cuarenta años que viste una combinación de metalero de los años ochenta y vaquero, y quien se esfuerza por reunir a la vieja banda con el fin de revivir sus antiguos momentos de gloria. Así, tras más de veinte años, Barry busca a sus antiguos amigos y compañeros de esa aventura musical y logra despertar en ellos el sueño por reivindicar su pasado. Si bien es cierto que los demás integrantes de la banda, Yulián (Julián Ortega), el Mustaine (Luis Armando Ceballos) y el Gordo (en sustitución de Isaías, el baterista, quien murió joven), logran entusiasmarse con la idea, también es verdad que todos ellos no logran desprenderse de la edad que les trae achaques y frustraciones por no haber podido continuar con sus aspiraciones juveniles. En medio, pues, de esa cruda realidad, donde llevan una vida rutinaria, los integrantes de la banda se esfuerzan por recuperar la sensación de éxito que otrora disfrutaran pese a las desavenencias y “traiciones”, como las del Mustaine, que terminaron por deshacer el proyecto musical.

La Armada Invencible, según el propio Ortuño, trata de reflejar esa nostalgia por lo que pudo haber sido y no fue, de esa frustración por no haber logrado conseguir el sueño promisorio de la juventud:


   
[…] hay una suerte de melancolía, en tanto que los personajes se extrañan a sí mismos cuando eran jóvenes, pero no porque vivieran en un lugar maravilloso, sino porque añoran a quienes creían que podían ser personas distintas a las que son ahora. Tal vez porque en aquel momento todavía avizoraban ser capaces de hacer algo. Me parecía una idea muy fértil. (Ortuño en Cedillo, 2023, p. 5).



En ese entramado de sueños e ilusiones perdidas, la figura del Mustaine, también llamado Mustio, se presenta como un personaje singular no sólo por su virtuosismo al tocar la guitarra eléctrica, sino también por ser el responsable principal de la separación de la banda ya que decide estudiar biología marina antes de continuar con el proyecto musical. Esta separación definitiva, que se produce no sin fricciones y desavenencias que llegan incluso a los golpes, marca el inicio del fin de la banda que, además, sufre la pérdida de su baterista Isaías (a cuyo funeral no asiste el Mustaine). Este rasgo egoísta y poco empático distancian al Mustaine del resto de los integrantes a quienes no volverá a ver sino hasta que Barry se esfuerce por reunirlos otra vez. De igual forma, su homosexualidad, “descubierta” por Isaías, parece añadir ese tono distinto que los separa del resto, pues si bien el Mustio tiene ideas y gustos musicales diferentes a Yulián y Barry, el hecho de performar una masculinidad distinta atravesada por la homoafectividad le imprime un carácter de separación que lo excluye del círculo de sus compañeros músicos:


   

Cuando comenzamos a juntarnos con él, por recomendación de un amigo mío, Fidel Tovar, al que apodaban el Intestino, el Mustio tenía ideas muy distintas a las nuestras. Totalmente. […] Lo suyo, pues, era el glamour y no nuestro rollo machito y ruidoso. (Ortuño, 2022, p. 53).

El Mustio lleva tiempo harto porque le gusta el rock, pero también los rockeros, par de güeyes. (p. 56)

Le gustan los hombres, güey. El mustio es puto y está harto de esconderlo. (p. 57).



Como puede observarse, al Mustaine lo llaman “puto” y ese calificativo, que es empleado con cierto tono despectivo, hará reflexionar a Yulián en cuanto a que no por el hecho de ser homosexual se le demeritaba el virtuosismo musical, poniendo en evidencia el conocido menosprecio que subyace en comentarios de esa índole: se es inteligente, pese a ser homosexual, por ejemplo. En este caso, Yulián no hace sino traer a colación la discriminación subyacente en torno a las personas homosexuales a quienes se les considera “buenas en algo, pese a ser distinto”, como si la afectividad pudiera restar o menoscabar las cualidades, habilidades o aptitudes de la persona. Esta discriminación implícita atraviesa los comentarios no sólo de Yulián, sino también de Barry quienes señalan que el hecho de ser homosexual no le quita nada a su capacidad musical:


   

Barry sacudió el cuello, como quien recibe la enésima queja de un niño mal portado. Y eso qué, dijo. Yo lo sé perfecto. (p. 57).

A m í me vale madre, de verdad, si el Mustaine es puto. Siempre me valió. Era un güey que tocaba la guitarra con güevos, pero eso era todo. (p. 182).



Esa aparente inclusión y aceptación del Mustaine contrasta, sin embargo, con el hecho de que tanto Barry como Yulián refieren actitudes o comportamientos estereotipados de Mustaine que lo describen como afeminado y lascivo. Es decir, en ese mundo masculinista donde el comportamiento del “macho” prevalece para remarcar la hombría o acentuar los rasgos rebeldes que, como se ha mencionado anteriormente, le imprimen ese carácter de hombre rudo y valiente, los ademanes, miradas o aproximaciones sexuales del Mustaine enfatizan los rasgos afeminados que les confirmaban o confirman la homosexualidad del guitarrista. Estos elementos se refuerzan con el paso de los años al grado tal que el Mustaine, ya de cuarenta años o más, hace comentarios francamente lascivos hacia el joven cantinero del bar (cuyo propietario es Barry). Esta descripción, bastante estereotípica del hombre homosexual, remarca una mirada excluyente al encajonar al personaje del Mustaine en la imagen del depredador sexual asociado a los homosexuales:

   

¿Crees que no lo noté mirándome y relamiéndose desde el día que fuimos a conocerlo a su casa? ¿Crees que no se me acercaba en los pinches mingitorios de los bares para darme una mirada de verga y se quedaba todo sonrojado, el pinche idiota? (p. 57).

Y puedes usar lo que sea, pinche Mustaine, fuera del barman. […] El guitarrista, desde luego, no tardó en torcer la boca y mirarnos con desprecio. ¿Ese chavito? No, yo paso, dijo, estoy muy harto de los pinches desconocidos. (p. 178)
.


El Mustaine es descrito, y considerado, como un homosexual con alta libido lo cual lo coloca como un sujeto de “cuidado” que, como se puede leer en la cita anterior, se siente incómodo ante los comentarios y la imagen que el resto de sus excompañeros han creado de él y lo hace notar. En efecto, el Mustaine se siente molesto con dicha imagen, pero no lo reclama abiertamente, sino que, siguiendo el “juego” de Yulián y Barry, expresa una serie de comentarios en torno al joven barman que incomodan a sus excompañeros hasta casi ruborizarlos. Ante esa franqueza del Mustaine, los dos personajes se quedan mudos y son incapaces de reaccionar adecuadamente, situación que aprovecha Mustaine para “demostrarles” que él sí se acepta como es y que no oculta su sexualidad. El desafío del Mustaine cae entonces en una abierta provocación que perturba a Yulián, Barry y el Gordo Aceves, y que le sirve al Mustaine para enfatizar su molestia ante la imagen de homosexual “depravado”. La primera turbación de los tres personajes es tal, que el propio Yulián comenta que el apelativo empleado por el Mustaine, para referirse al barman, es una “profanación” del bar. Esto demuestra que hay lugares “sagrados” de la masculinidad que no deben mancillarse por lo no heteronormado y recalca con ello que la homosexualidad del Mustaine es rechazada en ese recinto sacro:

   
¿Y ese chacalón de dónde lo sacaron?, espetó, sin despeinarse, el Mustaine. Nos quedamos todos helados. Claro, no éramos pendejos, los tres sabíamos que chacal era la palabra con la que los putos denominaban a los hombres de aspecto peligroso y atractivo, pero que el Mustio profanara El Hangar con un lenguaje evidentemente ajeno a él nos excedía. (p. 177).

Así, sea por haber sido golpeado por Barry, sea por haber sido rechazado en el fondo por su diferencia, lo cierto es que el Mustaine les hace saber que no regresará a la banda y que el mundo de la música, en particular del metal, han dejado de ser prioridades en su vida. Ese rechazo, categórico y tajante, provoca una reacción de malestar al grado tal que el Gordo Aceves lo compara con otros metaleros homosexuales que, según su percepción, sí son “putos de verdad”:
   
Todos lo pensamos de golpe: Rob Halford, el cantante de Judas, era el gay más notorio del mundo del metal y el líder y símbolo de una de las principales bandas. Esos sí son putos de verdad, dijo el Gordo […]. (p. 183).

El Mustaine es catalogado, entonces, como un músico homosexual de “mentiras” no por la falta de pericia que, con el paso de los años, se puede hacer evidente, sino por rechazar la propuesta de revivir la banda. El rechazo del Mustaine refleja, pues, un malestar profundo sentido por el guitarrista en ese mundo masculino que no lo termina de aceptar y lo excluye, de maneras sutiles, del entorno:
   
Vine por curiosidad, para ver qué iban a decirme. Pero la verdad es que ni cuates éramos ¿o no? Tocamos juntos un rato y ya. A ti te vale madre lo que yo sea, y a mí me vale madres lo que seas tú. […] Sólo quise venir para decirte en la cara que ni madres, pendejo. Que nunca en mi vida vuelvo. Y que puedes irte a chingar a tu madre, machito de mierda. ¿Sí? Gracias. (p. 181).

La salida del Mustaine, enmarcada en un efecto dramático, a decir de Yulián, se corona con un guiño que refuerza de manera irónica la imagen de homosexual “peligroso” que en torno a él se han creado sus excompañeros y que, como señalamos líneas arriba, lo enmarcan en el estereotipo del homosexual promiscuo:
    Mustaine se puso en pie, lentamente, dejándose ver más abotagado y rendido que nunca, hizo una reverencia para nadie en concreto, le sopló un beso al Depredador, que lo miraba aterrado en su barra, se dio la media vuelta y emprendió el camino a la escalera de caracol. (p. 181).


El Mustaine se aleja, pues, de ese mundo que no se cansa de etiquetarlo y señalarlo constantemente por ser diferente, por no performar una masculinidad determinada y por no ceñirse a la heteronorma. Su desprecio es un grito que clama una auténtica inclusión y no una aceptación aparente que, en el fondo, lo rechaza.

A manera de conclusión
La novela La Armada Invencible, es un retrato del mundo y la cultura del heavy metal que alude a una masculinidad rebelde donde, pese a la supuesta aceptación de la diversidad sexual, se siguen manteniendo parámetros que excluyen a los hombres homosexuales. Cobijados bajo la supuesta inclusión, los personajes masculinos crean y reproducen a través de su discurso un estereotipo del homosexual que siguen imponiendo al Mustaine quien, harto de dicha imagen creada, rompe de manera tajante con toda posible relación futura y presente con los miembros de la banda. El Mustaine, quien asume su homoafectividad, es disruptivo en ese mundo masculinista y macho, por lo que decide no participar más de ese entorno que, al final de cuentas, lo margina. La Armada Invencible refleja, por ende, el largo camino que nos falta recorrer como sociedad para lograr la verdadera inclusión.

   

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Departamento de Filosofía / Departamento de Letras